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Feliz Año Nuevo a todos.
Europa vive tiempos difíciles y es fácil perder la esperanza. Pero veo surgir muchas oportunidades
-- si sabemos cómo atraparlas. Mi visión de Europa es la de
un continente conectado, abierto y seguro.
Para empezar, Europa necesita estar conectada. Los europeos deben poder disponer de banda ancha en sus hogares,
en sus trabajos y dondequiera que estén. Con redes rápidas generalizadas: fijas, móviles, WiFi.
Con un sector fuerte, que pueda invertir, innovar y atender a una población dinámica y exigente,
que no tropiece con fronteras y barreras. A fin de cuentas, las telecomunicaciones prosperarán no cobrando
precios siderales por llamadas internacionales, sino ofreciendo un trato justo, calidad, servicios sin fisuras
y ofertas innovadoras que los usuarios deseen y aprecien.
En segundo lugar, Europa debe ser abierta. Porque solo así aprovecharemos todo el potencial de internet.
Las nuevas normas de la UE permitirán la apertura de la información pública
-- garantizando transparencia e innovación en un mercado que representa miles de millones de euros al año.
Con el nuevo programa de financiación, todas las publicaciones científicas financiadas por la UE serán de acceso público,
-- para bien de los científicos, los ciudadanos y la sociedad.
Quiero que todos los europeos, por vez primera, tengan garantizado el acceso abierto a internet,
sin operadores que bloqueen injustamente las aplicaciones o servicios de la competencia.
En tercer lugar, Europa debe ser segura. Este año nos han estremecido las revelaciones del ciberespionaje:
esto es escandaloso e inaceptable. Pero no basta con indignarse: hay que actuar.
El espionaje es probablemente la segunda profesión más vieja del mundo. Y no lo pararemos
simplemente quejándonos o legislando para ilegalizarlo.
No seamos ingenuos: protejámonos y recuperemos la confianza.
Cuando adquirimos servicios en nube tenemos que saber exactamente qué pasa con nuestros datos:
quién puede verlos, por qué y si pueden salir de la UE.
Cuando confiamos nuestros datos a otros -- administraciones o quienes trabajan con infraestructuras sensibles --
deberíamos saber que están obligados legalmente a controlar los ciberriesgos y a proteger la solidez del sistema.
La nueva legislación de la UE lo garantizará. Y, cuando queramos protegernos a nosotros mismos,
podremos recurrir a las innovaciones de un mercado europeo vibrante.
Este es solo un aspecto de lo que el programa de investigación e innovación de la UE puede aportar.
El futuro es incierto. Pero tengo claro que será un futuro en línea.
En muchos aspectos de la vida. Si queremos un protagonismo europeo, una competitividad europea
o un brillante futuro europeo - en TODOS los ámbitos – necesitamos un continente preparado para la era digital.
Es así como veo a Europa.
Los dirigentes europeos han reconocido el enorme y creciente papel de lo digital en nuestra economía.
Han apoyado nuestros planes para abatir las barreras que aún quedan en pie.
2014 podría ser el año en que los parlamentarios europeos y los ministros nacionales acordaran que así fuera.
Crear un continente conectado. Garantizar unas redes y unos sistemas resistentes y seguros.
Adaptarse a los beneficios de una era nueva y abierta. Prevenir el injusto bloqueo de los servicios por internet.
Y lograr que las tarifas por usar el móvil en el extranjero pasen a la historia.
Espero que se comprometan a ello: sería una gran noticia en el Año Nuevo.