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El automovilismo de competición y la sotenibilidad no tienen porque estar en contradicción.
Se demuestra en el equipo UPC ecoRacing y el vehículo que ha diseñado y construido
el ecoR2. Son estudiantes, algunas ya titulados de la Universidad Politécnica a Terrassa.
Querían diseñar un vehículo de carreras mas ecológico y escogieron el sistema híbrido:
un motor de combustión y uno eléctrico. La motivación era aprender y experimentar.
"Nuestra principal motivación era aumentar nuestros conocimientos en el ámbito de la
automación y hacerlo en un ámbito com es el de la electromobilidad que dominara la
automación del futuro. Elegimos la versión híbrida porque nos permitía trabajar con
las dos tecnologías: la de combustión y la eléctrica. Creemos que, aunque el eléctrico
es el cotxe del futuro, el híbrido será una solución más viable a medio termino."
Todo empezó en 2008 con el diseño de un prototipo desde la carrocería hasta la última
pieza, su fabricación y montaje. Después vino un segundo modelo. Y el cotxe que corre
por este circuito del ayuntamiento de Terrassa y la Penya Ciclista Nicky's es una versión
mejorada. En mayo quedó en segundo lugar en una competición realizada en Boston, pero
el equipo se llevo el primer premio en la valoración del proyecto global. En estos
campeonatos no cuenta solo la velocidad si no también la maniobrabilidad y el consumo;
y sobretodo la viabilidad tecnológica y económica del proyecto. Pero las carreras son un excelente
banco de pruebas.
"Aplicar estas tecnologías a la competición es muy interesante porqué por un lado, se
ensayan con las máximas exigencias como son las del mundo de la competición y por otro
lado lo que hacemos también es romper la barrera psicológica que hay en la sociedad,
que de alguna manera se creé que un coche ecológico tiene que ser un coche aburrido,
con prestaciones limitadas."
Los Formula 1 que incorporan el sistema KERS para recuperar energía cinética, ya son
en cierta manera coches híbrido, coches como el ecoR2 que tendrá una nueva versión en
2014, también permiten experimentar con tecnologías que pronto podrían llegar al mercado. Uno
de los problemas como el peso, el coste y la autonomía de las baterías se va solucionando
poco a poco. Además el 70% de las piezas las han hecho empresas catalanas. Esto y la
colaboración con dos centros de investigación, enfocan hacía otro objetivo, favorecer el
tejido industrial y de investigación del país en un sector con un futuro prometedor.