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Conocí a Rimpoché, Chögyam Trungpa en una esquina de una calle en Nueva York, con mi padre, por casualidad,
en los años setenta,
y luego vine a Boulder y me invitó a enseñar poesía y meditación.
Dijo que, para que los meditadores budistas fueran capaces de hablar
sobre la liberación de la mente en Estados Unidos, debían ser poetas.
(CTR): La poesía procede de expresar el mundo fenoménico propio en forma escrita.
Puede ser prosa o poesía.
No se trata tanto, desde el punto de vista budista,
de escribir concretamente buena poesía sino de la elegancia de las pautas de pensamiento,
de ver el mundo fenoménico como un proceso, por etapas, como una visión.
Desde una situación budista, todo forma parte del aprendizaje,
y así el profesor puede compartir su sensación de viaje con el alumno
y el alumno puede compartir su sensación de viaje con el profesor,
en vez de que los profesores o maestros se hayan detenido.
Ya se han doctorado y, después de eso, ya no tienen nada que aprender.
La idea es una exploración mutua y,
obviamente, el objetivo de todo esto es desarrollar cierta sensación de cordura.