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Cuando pensamos en el mundo romano tendemos a recordar
la arquitectura y la escultura y las impresionantes ruinas del Imperio Romano, pero son
los objetos más pequeños los que te hablan más directamente,
como individuo, como persona. Se trata de
las cosas que tenían en su vida diaria.
Los antiguos griegos, por supuesto, eran conocidos por sus bacanales, pero los romanos disfrutaban
de las cenas. El emperador Nerón, por ejemplo, incluso tenía un sirviente
cuyo único trabajo era escribir invitaciones para ellas.
Esta combinación de cuchara y tenedor debió usarse para una cena importante, y
claramente estaba pensado para impresionar. Es como sacar
tu dispositivo móvil de último modelo
en el mundo actual. Es también
una invención muy práctica de los romanos.
No se sentaban a la mesa.
Se reclinaban sobre sillones, y
probablemente se apoyaban con un brazo,
lo que significa que sólo tenían una mano libre para servirse.
De modo que con una combinación de cuchara y tenedor podían darle la vuelta y usar el extremo que necesitaran.
Y los romanos, por su riqueza y su poder,
podían permitirse artículos superfluos:
cosas, cacharros, baratijas, recuerdos.
Los romanos, sorprendentemente,
tenían mucho en común con la sociedad norteamericana actual.
Comparar el mundo antiguo con el mundo que me rodea
tiene mucho sentido para mí.
Obviamente no puedo volver al mundo antiguo
por mucho que quisiera.
Así que tengo que relacionarlo con el mundo en que vivo.