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Cada año conozco 300 personas y cada persona que conoces tiene algo que te aporta. Y algo
de lo que aprendo. Cada día aprendo aquí de la gente que viene a dormir, de mis compañeros
de trabajo... aprendo muchísimo. Y además la gente que viene aquí cuando te explican sus
historias... es gente muy valiente... la gente que llega al albergue es gente muy valiente,
que ha estado en la calle, que ha estado en situaciones muy difíciles, que tiene que
ponerse delante de un profesional y explicarle todas sus miserias, toda su historia, toda
su vida... esa fuerza que tienen hace que yo me queje menos de mi vida. Sabes, esa tendencia
que tenemos todos de quejarnos, de que todo es malo, que todo es difícil, hace que me
queje menos de mi vida. Y que aprenda a vivir más en función de la necesidad, no del consumo
y así... eso es lo que más ha cambiado en mí. A las 11 de la noche hay días en que estamos
cruzándonos mensajes y somos todos, que estamos en casa trabajando... mentalmente estás trabajando.
Porque tú te vas a tu casa y aquí la gente se queda en una situación fatal, entonces no
te sientes culpable porque nosotros no ayudamos, nos pagan por estar aquí, pero hay veces
que alguien se queda aquí peor... Si una persona está fuera de su país, tiene a su familia
allí y de repente se muere su hija o su padre, tú a esa persona no le puedes decir nada,
¿qué le vas a decir?. No le puedes decir: "Tranquilo, todo va a pasar...". Esa persona está a 5.000 km
de su país, sin posibilidades de poder volver el día que se ha muerto su hija
o se ha muerto su mujer o su hermano o su padre, ¿qué le vas a decir?. Pues esos días es cuando
te llevas el trabajo a casa, y son días de mierda... pero bueno es nuestro trabajo...