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Soy Nada Zatouna, tengo 23 años. Hago películas.
Antes del 25 de enero (2011) vivía una vida normal,
hacer películas, estudiar ... una vida común y corriente, nada relacionada con la política.
No me importaba lo que estaba pasando en el país.
Estaba en una concha, metida en mí misma.
Hasta que comprendí lo que significa que se muera unx amigx, que lx maten,
era una sensación muy extraña.
Independientemente de cómo muriesen o fuesen detenidxs.
Detuvieron a muchxs amigxs, amigxs que
unos días antes estaban sentadxs conmigo.
No podía entenderlo, era algo completamente nuevo.
No me sentía como para volver a casa, me quedé en la plaza (Tahrir).
Mi madre llamaba y yo le decía que estaba en otro sitio.
Le mentía, por supuesto.
No siempre dormía allí, sólo cuando podía.
Pero mis amigxs y yo insistíamos en dormir juntxs cada noche.
Siempre he vivido en la capital, en El Cairo.
Siempre nos preguntaban si éramos egipcixs.
Mi hermana usa velo, su aspecto es muy egipcio,
También le preguntan si es egipcia.
Siempre me pareció que aquí la gente olvida que
hay una parte en el mapa que se llama Asuán,
Luxor e incluso el Alto Egipto.
Se olvida, como si no fuese Egipto.
O preguntaban “Ah ¿eres de Sudán?”
O “eres de…” (cualquier otro país).
Es como… ¡No! Somos egipcios.
Toda mi vida me ha hecho sentir como
si no perteneciese a Egipto.
Porque toda la gente me trata como si no fuese egipcia.
Así que empecé a preguntarme “¿de dónde somos?”
“¿A quién pertenecemos?”
¿Es el pueblo egipcio racista con la gente de Nubia?
Francamente, sí, por supuesto. Hay mucho racismo.
Racismo social y racismo político.
Explicarlo lleva mucho tiempo.
Lxs nubixs y los pueblos del Sur fueron condenados al ostracismo político,
justo después de la construcción de la presa (de Asuán construida por Nasser).
También hubo ostracismo social.
Para que no exigiesen sus derechos sobre la tierra
que les fue arrebatada sin nada a cambio.
Les expulsaron de sus casas, inundaron sus cosechas y tierras,
y borraron su historia intencionalmente,
hasta su lengua se está perdiendo.
Todo bajo la falsa acusación de que quieren separarse de Egipto.
Y hubo mucha propaganda política en torno a esta acusación de separatismo, para que no exigieran sus derechos.
Para que la gente calificase a lxs nubixs de separatistas que quieren dividir Egipto.
Y esto no es verdad.
No tiene lógica, ¿cómo íbamos a querer separarnos de una tierra
que ha sido nuestra desde la edad de piedra?
Incluso antes de los faraones. Ésta siempre ha sido nuestra tierra.
Desde la revolución, los activistas de Nubia volvieron a reclamar sus derechos.
Sobre la base de que hay una revolución y que ha caído el antiguo régimen
y que ahora todo el mundo tendría sus derechos, ya que habrá justicia.
Hubo protestas (en Nubia) brutalmente reprimidas
por el gobernador militar allí.
En el plano político y social, el discurso era
"no exijamos estas cosas ahora, es algo que puede esperar"
"no vamos a librar una batalla innecesaria" la famosa frase
de todxs lxs que quieren enterrar sus cabezas bajo la arena.
De acuerdo con esto, ¡no es el momento para ello!
Entonces no es el momento de los derechos de las mujeres, ni los derechos de Nubia,
ni de los derechos de lxs beduinxs.
¡No esta bien!
¡Es el momento para todo ello!
Es precisamente el momento para todo esto.
Después de que me detuvieran y me soltaran
rompí la barrera del miedo.
Emocionalmente me siento más fuerte. Ya no les temo
como solía temerles antes.
Al contrario, ese cuerpo, ese sistema violento que
está en contra de mí y en contra del pueblo, ya no…
En serio, ahora me dan lástima, si se puede decir eso... Les compadezco.
Porque están mutilados emocionalmente.
Tuve que racionalizarlo para entender lo que sucedió.
La manera cómo nos trataron, cómo dejaron de distinguir
entre lo que está bien y lo que está mal.
Perdieron la capacidad de evaluarnos.
Que no somos criminales. Hasta el último policía
sabe que no somos unxs vándalxs. Pero es una cadena de represión.
Había unos 100 metros entre el lugar donde me detuvieron
y la garita próxima al Ministerio del Interior donde me retuvieron.
Me pasaban de un oficial a otro, ¡unos cuatro en total!
Siempre con horribles insultos, preguntándome “¿cuánto te han pagado?”
“habéis arruinado el país”
“Os aplastaremos” “No no te vamos a hacer nada bueno ” me decían.
Por supuesto, todo eran amenazas de acoso ***, violación, violación pública ante todos los soldados y ante la gente.
Al mismo tiempo, claro que me golpeaban e insultaban.
Esto me enseñó algo que me alivió.
Me demostró que estaban aterrorizados.
Aterrorizadxs incluso de mí, y a veces mi tamaño ni llega a sus rodillas. En serio.
Me tiraron en esa garita marrón cercana al Ministerio del Interior,
Un puesto de la policía, no sé cómo se llama.
En dos minutos, el puesto estaba lleno de unos 30 jóvenes, todos chicos.
Estábamos en un espacio de 2 x 1,5 m². Por supuesto, todos estaban sangrando y manchados de sangre por todas partes.
También yo sangraba profusamente, tenía sangre por todas partes.
Y había niños entre ellos. Teníamos a un niño que
no pasaba de los 12 años, y sus ojos estaban hinchados.
El niño era más pequeño que yo, en tamaño.
No podía creer el grado de violencia. ¡Qué perverso!
Y claro, fuera había un batallón entero, muchísimos. Nunca lo olvidaré.
Todos organizados a la espera de nuevxs detenidxs para volver a golpearlxs.
Querían romper la garita y sacarme de allí. Era la única chica.
Para golpearme, o matarme, o lo que quisieran hacer conmigo.
Daban golpes a la garita gritando “sacadla fuera”
En la comisaría, me sorprendió que me amenazaran
con traer a una mujer para golpearme.
Porque este era un concepto muy avanzado de la tortura.
Aunque sólo fuera psicológico o sólo una amenaza, pero ocurre.
Traen a mujeres para maltratar a mujeres.
Que una mujer golpee a otra, a mí me da más miedo.
Porque desde luego sabe dónde duele más como mujer.
(Se me acusa de) Vandalizar propiedades del Estado, causando la muerte y asesinato de policías,
posesión de armas blancas, armas de fuego, y explosivos. Y… y…
Ah sí, la última serie de acusaciones que leí en el periódico,
también me acusan del incendio del edificio del departamento de Hacienda,
que ardió en febrero y a mí me detuvieron en noviembre. ¡Cualquier cosa!
Y que cinco amigos y yo nos dirigíamos para incendiar el Ministerio del Interior.
Y que me detuvieron in fraganti, lo cual tiene mucha gracia.
Me cogieron in fraganti prendiendo fuego a un coche de la policía y también me cogieron in fraganti con 5 de mis amigos
en el tejado de la Universidad Americana intentando incendiar el Ministerio del Interior.
Guau, qué imaginación más fértil.
(Tras ser puesta en libertad) iba por el centro hacia Garden City.
La calle Mohamad Mahmoud seguía cerrada.
La única manera de pasar, si no quieres coger el metro,
es por delante del Ministerio del Interior.
No llevaba ningún documento de identidad conmigo,
porque cogieron mi carnet y lo tiraron.
Y aun así quise coger esa calle cerca del Ministerio del Interior
donde me habían arrastraron y golpeado antes.
Tenía que hacerlo. Si no lo hubiese hecho, habría sido
incapaz de mirarme al espejo.
Habría sido cobarde. No en el sentido revolucionario.
Tenía que romper con algo que me había sucedido.
¿régimen militar o régimen islámico?
Presiento que acabaremos bajo un régimen militar con una hegemonía social islamista.
Ésta es la única manera que tienen de controlar al pueblo.
Creo que la corriente (islámica) wahhabi es como
la “Nueva Religión” que ha dividido a las familias.
Siempre le dije a mi madre, incluso antes de la revolución,
que mi final estará en sus manos (los islamistas).
¡Si toman el poder será por encima de mi cadáver!
A veces me desanimo, por la gente, de verdad.
Me digo, ¿quieren esto? pues deja que lo tengan.
Déjalos vivir en guerras continuas como Irán.
No, Irán no. Irán está mejor económicamente. ¡Como Afganistán!
Nunca seremos como Arabia Saudita, ni como Irán.
Somos un país pobre, o sea que seremos como Afganistán.
Lucharé, lucharé contra ellos con todas mis fuerzas.
Son como la policía. Les tengo el mismo odio o quizás más todavía.
Traducido por Elena Libia