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Heaven's Family. Amando a Dios y amándonos unos a otros.
Muy bien continuemos en las bienaventuranzas
en Mateo capítulo 5 versículo 4.
Jesús nos está diciendo quiénes son los bienaventurados.
Y nos estamos evaluando a nosotros mismos
A la luz de lo que Él dice.
Porque la bendición que abarca todo
es que un día los bienaventurados
heredarán el Reino de los Cielos.
¡Queremos estar entre los bendecidos!
Podemos decir que estamos entre los bienaventurados si estamos definidos
por estas características que definen a los bienaventurados aquí.
Anteriormente hablamos sobre los bienaventurados son los pobres de espíritu.
Aquellos que reconocen que son carentes espiritualmente.
Y la segunda bienaventuranza y creo que la sigue a esa
en la transformación de toda la gente bienaventurada experimenta
por el poder del Espíritu Santo.
Porque es el Espíritu Santo quien inicialmente nos convence de nuestros pecados.
No me malinterpreten. Sí tenemos una muy pequeña parte en esto.
Dios nos ha dado el libre albedrío.
Y su Espíritu Santo nos convence y nosotros podemos resistirlo
o rendirnos ante el Espíritu Santo.
Y los que se rinden ante el poder convincente del Espíritu Santo,
que empiezan a reconocer su pobreza espiritual, ellos se van a encontrar
experimentando la segunda bienaventuranza de los bienaventurados.
"Bienaventurados los que lloran,...
... porque ellos recibirán consolación.”(Mateo 5:4)
¿Ok? Sabemos que el Espíritu Santo
es llamado en el Nuevo Testamento: “El consolador”.
Es una de las cosas que Él hace.
Y el consuelo que Él da, no es el consuelo que se da cuando alguien muere,
Sino que nos da consuelo inicialmente cuando reconocemos nuestra pobreza espiritual
Cuando nos damos cuenta de cómo verdaderamente nos vemos ante los ojos de Dios.
Sólo pecadores malvados, rebeldes sin causa.
Y empezamos a buscar su misericordia. Y pedimos su misericordia.
Y cuando Dios nos muestra su misericordia, no sólo nos perdona
de nuestros pecados sino que es cuando nacemos de nuevo,
es cuando pone al Espíritu Santo dentro nuestro,
que tenemos ese consuelo, esa seguridad.
Es como si un peso fuera sacado de nosotros.
Porque toda esa culpa ahora se fue. El consolador ha venido.
No vemos eso mucho hoy porque el Evangelio ha sido alterado tanto.
No estamos llamando a la gente al arrepentimiento.
Ni siquiera les decimos a las personas que son pecadores.
Sólo les decimos:
"Dios te ama y si lo aceptas, las cosas van a ir mejor en tu vida”
Entonces la gente no se arrepiente, no pasan por este proceso.
No están entre los bienaventurados porque nunca han reconocido
su pobreza espiritual.
Nunca fueron convencidos por el Espíritu Santo de sus pecados
Y nunca pasaron por esa etapa de duelo.
Si ustedes estudian algo del reavivamiento, en la historia pasada,
La historia americana como Charles Finney o John y Charles Wesley por ejemplo,
van a encontrar esto: ellos predicaban la Ley.
Intentando que los pecadores se vean a la luz de la palabra sagrada de Dios.
Y empiecen a reconocer que están bajo sentencia de condenación
que están destinados a un castigo. Y eso hace a la gente sentirse terrible,
hasta que resisten al Espíritu Santo y tratan de forzar
la convicción del Espíritu Santo sacándolo fuera de sus corazones y mentes,
o hasta que se rinden ante el Espíritu Santo y se arrepienten.
Entonces algunos de esas personas del reavivamiento,
ponían enfrente de la iglesia lo que llamaban en el banco de los que lloran
y viene de esta parte: “Bienaventurados los que lloran”
y les decían:
"Bienaventurados son ustedes que están llorando.”
"Ustedes que están bajo condena por sus pecados, están bendecidos.”
"Ahora, vengan aquí adelante, laméntense por sus pecados,
Y tenemos una buena promesa para ustedes:”
"Cuando venga el consolador, cuando ustedes confiesen sus pecados.”
"Cuando se hayan arrepentido delante de Dios, Él va a perdonar sus pecados,
y el Espíritu Santo va a venir y habitar en ustedes. El consolador vendrá."
Y la gente literalmente experimentaba eso. Hablaban de la salvación
Como si fuera algo que realmente experimentaban.
Es decir: confesaban sus pecados y le imploraban a Dios misericordia,
Y se sentían mal por cómo habían vivido sus vidas.
Ese sentimiento de condenación, y convicción es un sentimiento terrible.
Luego, de pronto, eso los dejaba y algo los inundaba
de felicidad y paz. El consolador había llegado,
Y ellos eran consolados. ¡Gloria a Dios! Y ellos se daban cuenta:
¡He nacido de nuevo! ¡Dios me ha perdonado!
Es un sentimiento maravilloso. Pero si no predicas el verdadero Evangelio,
si no llamas a los pecadores al arrepentimiento, no se va a dar ese fenómeno
en tu ministerio o en tu “ganar” gente para el Señor.
Pero tú eres bienaventurado si te rendiste
ante el poder de convicción del Espíritu Santo y ahora estás llorando. ¿Ok?
Bien. Esa es la primera parte de la transformación de los bienaventurados.
El Espíritu Santo comienza a trabajar dentro de la persona donde habita,
Y la siguiente bienaventuranza lo refleja, ésta es la tercera,
en el versículo número cinco de Mateo 5:
"Bienaventurados los mansos, ...
...porque ellos heredarán la tierra.”(Mateo 5:5)
Como ven, ésa es la promesa de salvación máxima:
Heredar el nuevo cielo de y la nueva tierra.
Bienaventurados los mansos. Nos dicen en Gálatas capítulo 5
Uno de los nueve frutos del espíritu es la mansedumbre:
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, la sexta, es en verdad la mansedumbre
Eso es algo que el Espíritu Santo pone dentro de los que creen en Él.
Pueden haber sido violentos antes, pueden haber sido duros antes.
Pueden haber sido cualquier cosa menos mansos, antes.
Pero el Espíritu Santo, viene a ellos y los convierte en mansos.
No dije que sean 100% mansos,
No dije que no tengan problemas con los sentimientos no mansos,
que vienen de la antigua naturaleza, a la que Biblia hace referencia como “la carne” .
Pero estoy diciendo esto: que hay un trabajo del Espíritu Santo,
en aquellos que creen y en aquellos que son bienaventurados
de ver el trabajo del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Es una afirmación de que en realidad hemos nacido de nuevo.
Estamos entre los bienaventurados. Vemos esa mansedumbre que trabaja en nosotros.
No sólo la mansedumbre sino todos los 9 frutos del Espíritu Santo:
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
Creo que puse a la mansedumbre en el número 6 y quizás es el número 8,
pero no hace la diferencia. Están todas ahí. ¿ok?
Y éstos son los buenos frutos que el Espíritu Santo produce en nosotros,
Y ¿no están contentos de que se usa la palaba en las escrituras, “fruto del Espíritu”?
Porque muestra que la fuente de esto es el Espíritu Santo
pero el fruto es algo también que puede madurar. ¡Gloria a Dios!
Lentamente pero seguro, en nuestras vidas, mientras trabaja.
¿Ok? Muchas gracias.
Los veo en el próximo programa.
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