Tip:
Highlight text to annotate it
X
ALBERGUE DEL PUERTO DE CALAIS
Préstame tu pluma para escribir unas palabras.
Mi vela se ha apagado, ya no tengo más fuego.
Ábreme la puerta, por el amor de Dios.
Mi vela se ha apagado, ya no tengo más fuego.
Ábreme la puerta, por el amor de Dios.
En el jardín de mi padre los lirios han florecido.
En el jardín de mi padre los lirios han florecido.
Buenos noches, señor. - Buenas noches, señora.
¿Cuánto cuesta esa sidra?
¿Esa de ahí? - Sí, esa.
Cinco francos. - Demasiada cara.
Buenas noches, señor. - Buenas noches, señora.
Ábreme la puerta, por el amor de Dios.
Ábreme la puerta, por el amor de Dios.
¡Vaya, vaya! ¡Preciosa!
¡Suéltame! ¿Cómo te atreves?
Esta vez no has podido escapar.
- ¡Es inglesa! - ¿Qué está haciendo aquí?
- ¡Robar! - ¡Mentira! ¡Soltadme!
¡Cómo te atreves!
Puedo comprarme miles de botellas de ese asqueroso vino.
Les demostraré quien soy.
No la había reconocido. Perdonadme, milady.
¡Milady, eso es! ¡Cerdo!
¡Ahora verás! ¡Irás derecha a jefatura!
Toma, mujer. Te sentará bien.
Gracias, querida.
Han sido muy buenas.
Siento haberles causado tantas molestias.
¡No es molestia!
De todas formas siempre he querido pegarle una patada a ese puerco.
Y por fin lo he conseguido.
Yo también soy inglesa. Me apellido Smith.
Mary Smith. ¿Cómo te llamas, querida?
- Emma. - ¡Emma!
Conocía a una chica que también se llamaba Emma.
Emily Burroughs.
¿Cuál es tu apellido?
¿Mi apellido?
Me llamo Emma. Lady Hamilton.
¡Vaya! Así aprenderé a no meter las narices donde no me importa.
Me has dado una buena lección. No debería ser tan cotilla.
Bueno, querida, sin no quieres decirme tu apellido...
... seré la última en meter mi nariz en el secreto ajeno.
Recuerdo que mi madre me decía...
...que lady Hamilton era la mujer más bella del mundo.
¿Tienes un espejo?
¡Sí!
Pero es mejor que no te mires.
Bueno...
Sí, ya sé.
Conozco esa cara.
Durante más de diez años me ha estado mirando en todos los espejos.
Debe de ser la mía.
Pero sigo esperando el milagro.
Una vez, una sola vez...
...ansío volver a ver otra cara que pueda mirarme.
El rostro que conocí antes.
Pero esa cara debe haber muerto.
¡Continúa!
Cuéntanos lo que pasó.
No importa que sea verdad o no.
¿Verdad o mentira?
Ni siquiera yo misma lo sé.
Hace tanto tiempo que casi no me acuerdo.
Mi vida comenzó realmente cuando tenía 18 años.
Entonces, era muy hermosa.
¡El coche de Londres!
Un día llegué a Nápoles.
Al palacio de su excelencia el embajador británico.
¿Qué tal por Londres, Gavin? - Excelencia.
¿Cómo está mi sobrino? ¿Me ha enviado algo?
Todo está aquí, excelencia. - ¡Espléndido!
¡Dame un martillo! ¡Deprisa! - El Sr. Greville les envía...
No me molestes hablando del Sr. Greville.
¿Dónde está ese maldito martillo?
Es algo muy importante, señor.
¡Exquisito!
¡Mira esto!
¡Encantaor! ¿Quién lo ha pintado?
George Rommey.
Si pudiera pintar así la realidad, sería un maestro.
¿No es esto realidad?
Tan sólo un sueño de artista.
Ninguna mujer tiene esa expresión tan bella.
Esa maravillosa sencillez. - Eso creí yo hasta que la conocí.
¿La conociste? - El año pasado en Londres.
Y si tienes paciencia, la verás algún día en Nápoles.
¡Excelencia! - Ahora no, Gavin. Estoy ocupado.
Pero debo decíroslo.
Está bien, si es preciso. Pero dímelo pronto.
¡Mamá! ¡Mamá!
Esto es precioso. ¡Un auténtico palacio!
¿Causaremos buena impresión al Sr. William?
No te preocupes, hija. Le gustarás.
Recuerda que yo hablaré.
Charlie me ha dictado hasta la última palabra.
¿Por qué no me han avisado? ¿Dónde están?
Aquí viene.
¡Debéis disculparme!
Hasta ahora no me habían dicho que habíais llegado.
¿Cómo estáis?
Emma Hart, excelencia.
¡Claro! ¡Cómo he podido olvidarme!
Esta es mi madre. - Bienvenida a Nápoles, señora.
Les presento a mi amigo, el Embajador de Francia.
¿Estuvieron en Roma?
Sí, excelencia. Y nos pareció maravillosa.
Vimos el Coliseo a la luz de la luna y nos impresionó mucho el Vaticano.
No pudimos ver al Papa llegamos diez minutos tarde.
Una lástima, señora.
¿Han visitado Pisa? ¿La famosa Torre inclinada?
Sí, excelencia. Y nos pareció muy hermosa.
La Torre inclinada de Pisa es uno de los monumentos...
...más notables y curiosos de Europa.
El año pasado en Liverpool se inclinó una chimenea.
¿Lo recuerdas, Emma?
Amenazaba con caer sobre una taberna...
...y el obispo dijo que era la mano de Dios.
Charles, el Sr. Greville os envía saludos, excelencia.
Espera que me haré merecedora de vuestra bondad.
Y que aprenderé francés e italiano cuando venga a recogerme en octubre.
Piensa venir en la primera semana de octubre.
Y envía... a su tío un beso.
Es el primer regalo agradable que he recibido de Charles Greville.
Pero seguramente estaréis fatigadas del viaje.
Francis, acompaña a las señoras.
Adiós, señora. Adiós, Srta. Hart.
¿Quién es? - Charles Greville la encontró.
¿La encontró? ¿Dónde se encuentran estas cosas?
La conoció en el palacio de Featherstone.
En la residencia de sir Henry.
¿Es pariente de sir Harry? - En cierto modo.
Pasó allí una temporada de caza.
Y según me han dicho, fue una temporada muy divertida.
¿Y dónde diablos la encontró Harry?
¿Recordáis el templo del doctor Graham?
¿Y la famosa danza de los siete velos?
¿Es una bailarina?
Puede llamarse así. El caso es que tuvo un gran éxito.
Cuantos menos velos, mayor era el éxito.
Pero una noche la policía invadió el local...
...cuando acababa de caer el último velo.
Cuanto más viejo soy menos conozco a las mujeres.
Castiga vuestra perversa juventud, excelencia.
No me preguntéis por su vida anterior.
Le ocurriría lo mismo que a todas las de su clase.
Una muchacha de un pequeño pueblo que cae una vez.
Y vuelve a caer. La eterna historia.
Más abajo, más abajo. Y al mismo tiempo, más arriba.
Y ahora es la invitada de un embajador.
Con un pasado semejante.
¿Pasado?
Fijaos en esta estatua.
Doscientos años en un templo griego.
Luego fue arrojada de su pedestal por algún soldado bárbaro.
Dos mil años hundiéndose en el fango...
...hasta que la descubrió un campesino.
Cambiando de dueño hasta encontrar su destino.
El lugar que le corresponde.
Las manos de un hombre que sabe apreciar la gloria de su belleza.
Porque, amigo mío, sigue siendo bellísima.
A pesar de su pasado.
Gavin. Cenaré esta noche con la Srta. Hart.
Solo, a las ocho. - Sí, excelencia.
Gracias. Puedes retirarte. - Bien, señora.
¡Dos embajadores, madre! ¡Dos!
Dime, ¿qué te ha parecido? ¿No he estado magnífica?
Tú siempre estás magnífica, hija mía.
Bueno, por el momento... todo va bien.
Pero, por favor, mamá, no hables de la fábrica de jabón.
Por lo menos hasta que me haya casado con Charlie.
Dijo que sir William era muy meticuloso para esas cosas.
No te preocupes por sir William.
Vas a comer sola con él antes de tres meses.
¿Tres meses? Ni tres días. Cenará conmigo esta noche.
Y dentro de un mes, Charlie vendrá para llevarnos a casa.
¡Qué satisfecho estará de mí!
Lo estará, no hay duda. Pero no corre prisa.
Aquí se está muy bien. Y no nos cuesta ni un penique.
Todo esto está muy bien para ti. Pero, ¿y para mí?
Sí, excelencia. No, excelencia.
¡Claro, excelencia!
Cuánto echo de menos a mi Charlie.
Sí, es un chico encantador.
Pero todos son poco para mi Emmily. Aunque está mal que yo lo diga.
Sabes que yo no existiría si no fuera por Charlie.
Lo ha hecho todo por mí. ¡Todo!
En fin, ha hecho de mí una señora. - Lo sé, hija. Lo sé.
¡Mira esa montaña, está echando humo!
El cochero dijo que hizo explosión hace unos años...
...y murieron no sé cuántas personas. Estas cosas no suceden en Liverpool.
Madre, eres incorregible. Ese es el famoso volcán.
La gente viene hasta aquí para verlo. ¿Cómo se llama?
Charlie me lo ha dicho cien veces.
Tiene un nombre muy raro. ¡El Vesubio! ¡Sí, eso! ¡El Vesubio!
Si sir William te pregunta qué te parece, dile que es adorable.
Sí, hija.
Está relacionado con la historia de la antigua Roma.
Nerón la prendió fuego y echó la culpa a los cristianos.
Recuerda, madre. Saber estas cosas tan insignificantes...
...te convierten en señora.
Siempre que veo un delicioso pescado irremediablemente pienso en el mar.
¿En qué? - En el mar, excelencia.
¡Ah, sí!
Charlie es tan ingenioso hablando de estas cosas.
¿Del pescado?
¡Qué gracioso sois, excelencia!
Cada vez que me llamáis excelencia, me hacéis más viejo.
¿Sir William? - Eso está mejor.
Decidme, querida.
¿Estaba mi sobrino dispuesto a venir aquí?
Naturalmente. Pensaba traerme él, pero tuvo que quedarse en Londres.
Un momento, querida.
Ya que vamos a vivir bajo el mismo techo...
...no hay razón para que no seamos francos el uno con el otro.
Siento muchísimo tener que destruir la bella imagen...
...que os habéis forjado de mi sobrino.
Pero hay un punto que debe quedar muy claro.
Charles Greville nunca vendrá a Nápoles.
Pero excelencia... ¡Tío!
Al despedirse me lo prometió.
Hay un abismo entre las promesas que hace mi sobrino...
...y el cumplimiento de esas promesas.
La que me hizo a mí, la cumplirá.
Vuestra confianza en éI es enternecedora.
¿Os ha prometido casarse con vos?
¿Por qué negarlo?
Debo llevarlo escrito en la cara.
Lamento entonces tener que destruir esos dulces sueños.
Mi sobrino no ha tenido nunca la menor intención...
...de pediros en matrimonio.
Ni con mi consentimiento ni sin él.
¿Qué estáis diciendo, excelencia?
He dicho que no piensa casarse con vos, Emma.
Pero... eso no es posible.
¿Quién sino me mandó aquí con mi madre?
El viaje cuesta mucho dinero.
Estimaría oportuno que os quedaseis conmigo.
Unas pequeñas vacaciones.
Pero yo no necesitaba vacaciones.
No, debe de haber otro motivo.
Quería que vos me conocierais antes de contraer matrimonio.
Hace años que no habla de otra cosa.
Era su idea, yo nunca se lo pedí.
Sólo quería ser feliz a su lado.
Decidme, excelencia.
Pero, por favor, decidme la verdad.
¿Os habló Charles alguna vez de mí?
¿Sabéis algo de mi?
En efecto.
Y supongo que fue en lo único que no me mintió.
Pero, por favor, no os sintáis avergonzada.
¿Avergonzada? No lo estoy, no tengo por qué estarlo.
Antes de Charles ha habido otros hombres en mi vida, lo confieso.
He cometido muchos errores, era joven, estúpida.
Creía en las promesas de los hombres.
Pero Charles lo sabía todo antes de llevarme a su casa.
De prometerme casarse conmigo. Y ahora soy diferente.
No en lo que se refiere a mi aspecto físico, sino por dentro.
Soy buena.
Sé que soy buena.
¿Por qué ha de mentirme?
¿Y por qué me ha enviado aquí? ¿Qué he venido a hacer aquí?
Charles tiene muchas deudas. ¿Lo sabías?
Sí. Pero, ¿qué tiene eso que ver?
Sus deudas han sido canceladas con una suma de 5.000 libras.
Ahora tiene dinero suficiente para no contraer nuevas deudas.
En mucho tiempo.
Comprendo.
Ya veo.
Os vende antigüedades, cuadros y entre otros caprichos...
...a una tal Emma Hart.
¡Es indigno!
¡Indigno de un caballero!
No creí que pudiera hacerme tanto daño.
No debió elevarme tanto para luego dejarme caer.
¡Mi pequeña! - Sois tan despreciable como él.
Pero de todos modos habéis hecho un pésimo negocio.
No pienso quedarme.
Me marcharé ahora.
¡Ahora!
No os pongáis así, Emma.
Olvidad a Charles. Olvidad esos viejos recuerdos.
Olvidad Londres.
Yo os puedo ofrecer una nueva vida mucho más atrayente.
Nápoles es una ciudad maravillosa.
Estoy seguro de que os agradará vivir aquí.
Tal vez hoy no, ni mañana.
Pero sois joven. Y la juventud se sana rápidamente.
Podréis estudiar canto y música con los mejores maestros de Italia.
Aprenderéis francés e italiano con grandes profesores.
Los personajes más importantes de Europa visitan mi casa.
Los conoceréis a todos. Cenaréis con famosos soldados...
...artistas, hombres de estado.
No os podré presentar en la corte, pero tendréis una villa junto al mar.
Vuestro propio coche y también vuestro palco en la ópera.
Desde que os vi en Londres por primera vez...
...esta casa me pareció vacía.
Le falta quizá su más preciado adorno.
Vos seréis ese adorno.
Y salvo esa estúpida presentación en la corte...
...lo tendréis todo en la vida. Todo cuanto una mujer pueda soñar.
¿Qué habéis dicho?
Nada. Procurad dormir.
Buenas noches, Emma.
¿Qué ha pasado, hija?
¡Madre!
Mamá, soy muy desgraciada.
Jamás pensó casarse conmigo.
Aceptó 5.000 libras del viejo a cambio de enviarme aquí.
Nunca quiso casarse conmigo. - No llores, pequeña.
No Ilores, pequeña mía. Eres demasiado buena para ellos.
Voy a hacer el equipaje. Volveremos enseguida a Londres.
Allí podrás decirle a ese granuja todo lo que se te ocurra.
Muchos hombres están deseando casarse con mi Emily.
Ya está, hija. No llores.
En el mar hay tan buenos peces como los que ya se han pescados.
No llores, hija. No llores.
Olvidé Londres y mis viejos recuerdos.
Era joven y me sobrepuse enseguida.
Aprendí francés, italiano, música, canto.
Y un día conseguí más de lo que hubiera podido soñar.
Me convertí en su esposa.
Emma, Lady Hamilton.
Mi hija, su excelencia, sigue durmiendo.
Buenos días, condesa. - Buenas días, señora.
Mi hija, su excelencia, está descansado.
¿No tendréis inconveniente en esperar un poco?
¿Cómo está su majestad esta mañana?
Molesta con su catarro. Le duele terriblemente la garganta.
¿No se queja de la nariz? - No.
La mejor manera de curarse la garganta...
...es enrollarse un calcetín de lana y meterse en la cama.
Buenos días.
Buenos días, condesa. - Buenos días, excelencia.
¿Sigue durmiendo Emma? - Sigue durmiendo.
En mi pueblo el marido iba a la cama para cerciorarse por sí mismo.
Ya, y la reina de Nápoles no usa calcetines de lana en el cuello.
Si la reina de Nápoles los usara no padecería de la garganta.
¿Qué pasa? - No lo sé.
A lo mejor la montaña de humo ha vuelto a estallar.
¡Vamos a ver! ¡Ven!
¡Qué maravilla! ¡Un barco de guerra!
Me imagino cómo se habrá puesto la reina.
Disparando salves a estas horas de la mañana.
¿Por qué no han de disparar los cañones?
Para eso se han hecho.
¡Bum!
¡Bum!
Buenos días, Emma. - ¡Bum!
Buenos días, William.
Trae, déjame.
¡Déjame mirar!
Un bote se dirige a tierra.
Posiblemente quiera verme. Discúlpame, querida.
Han traído el correo, Emma. - Lo veré después.
Hay una carta muy abultada de Londres.
"Para su excelencia, Emma lady Hamilton.
Embajada británica en Nápoles.
Charles Greville, Londres". - Ábrela, hija. Ábrela.
No, no quiero.
Vamos, escribe al dorso. Sin abrir, devuélvase al remitente.
¡Pobre Charles!
Llega con tres años de retraso.
En lo que a mí se refiere, ya no existe.
¿Eres feliz, hija mía?
¿Feliz?
Hace tres años creía que la felicidad...
...consistía en casarme con Charles Greville.
Después soñé con vengarme.
Eso, en cierto modo, lo he conseguido.
Luego deseé ser presentada en la corte.
Era mi única ambición y logré ese imposible.
Lo tengo todo.
Todo en el mundo cuanto una mujer puede desear.
¿Por qué no habría de ser feliz?
¡Claro que lo soy!
¡Qué alegría oírte decir eso! Si tú eres feliz, yo también.
Ser madre de una gran señora no es cosa despreciable.
Quién iba a decírnoslo, ¿verdad?
¡Emma, eres encantadora!
¡Eres tan hermosa!
¿Y qué me dices de ti?
Mírate con tu cofia y tus botones de plata.
Y tu falda de brocado, ¿eh?
¡Tú sí que estás bonita!
Excelencia, ¿podéis dedicarme un momento, por favor?
Sí, Gavin. Pero tengo prisa. Adiós, madre.
Son las invitaciones para el sábado.
Entonces, su eminencia el arzobispo y la duquesa de Argyle.
Y si no tiene función, la "prima donna" de San Carlo.
Y las dos ladies de Venecia. ¿CuáI es la sorda, Gavin?
La condesa de Giovanni.
Colócala a la derecha de sir Williams.
A su lado el marqués de Compiani y esa vieja arpía.
Y el embajador de Francia, entre las dos.
Lo pasará divinamente.
Perdone, milady, sir William me ha dicho que...
...el embajador de Francia no debe ser invitado.
¿Por qué no? - Sir William mencionó que...
Sir William quiso decir...
Sir William mencionó ciertas diferencias entre...
William, ¿qué es esa historia sobre el embajador de Francia?
Le necesito para la fiesta del sábado.
Emma, ¿me permites que te presente al capitán del Agamenon?
Encantada. William, tiene que venir.
Es muy divertido y soltero.
Y necesito un hombre para completar la mesa.
Lo lamento, nos será imposible verle durante un tiempo.
¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
El capitán te lo explicará. Trae un mensaje muy importante.
Estamos en guerra con Francia. - ¿Guerra? Esto se complica.
Había contado con el embajador.
¡Ay, Señor! ¿A quién podría colocar entre esas viejas tan pesadas?
¡Mi querido capitán!
Nos sentiremos muy honrados de que os unáis a nosotros.
Os colocaré entre las dos damas más encantadoras de Nápoles.
Sois muy amable, pero zarpamos esta noche.
Entonces, supongo que tendréis prisa.
No quiero haceros perder más tiempo. Me marcho.
Bien, capitán, decíais que el almirante de la flota deseaba...
Sí, señor.
Lord Hood me rogó que os comunicara...
Os comunicara...
Hablad, capitán. No tengo secretos para lady Hamilton.
Lo siento, sir William. Perdonadme.
No acostumbro a tratar asuntos de esta índole en presencia de señoras.
¿Son tan graves esos asuntos? ¡Dios santo!
Prometí estar con la reina a las doce.
No quiere encargar un vestido si yo no le elijo el modelo antes.
Es una enorme responsabilidad para ti, Emma.
Adiós, William. - Adiós.
Hemos capturado Toulon.
El almirante necesita 10.000 hombres para defenderlo.
Harían falta tres semanas para traer esas fuerzas de Inglaterra.
Desde aquí llegarían a Toulon en dos días.
El Tratado entre Inglaterra y Nápoles...
...establece colaboración en tiempos de guerra.
El almirante espera que obtengáis...
...del rey de Nápoles el envío de las tropas.
Voy a pedir una audiencia a su majestad.
¿Pedir una audiencia? Un asunto como este requiere...
...que veáis enseguida al rey. - ¿Enseguida?
No voy a entrar en palacio cuando vos queráis.
¿Cuándo obtendréis la audiencia? - Posiblemente el viernes.
El sábado con toda seguridad.
¿El sábado? Necesitamos esas tropas inmediatamente.
Capitán, debéis dejar este asunto en mis manos.
Yo conozco este pueblo y vos no.
Pediré la audiencia ahora mismo.
¡Sí! Esa también soy yo.
¿Os gusta? Es una romana.
Circe viendo partir a su amado en un barco.
¿De veras?
¿Sabéis que podía haberos conseguido esas tropas?
Habláis en alto y esta casa es tan silenciosa...
...que puede escucharse todo.
Estáis preocupado.
Tenéis una misión importante.
¿No se os ha ocurrido que una mujer puede ser más útil que un hombre?
En un asunto de esta naturaleza, no. - ¿Cómo lo sabéis?
Os comunico que voy a ver a la reina dentro de diez minutos.
¿La reina?
Este es un importante asunto de estado.
Razón de más para ver a la reina.
Y ahora os confiaré un secreto, capitán.
Todo el mundo sabe en Europa, salvo vos, capitán...
...que el verdadero rey de Nápoles es la reina.
Licenciado, ¿me entiendes? Pero le dije que no sabía...
...qué me estaba diciendo...
Sus majestades se encuentran en sus habitaciones con sus hijos.
Pero tengo orden de permitir a milady la entrada en cualquier momento.
Incluso cuando los príncipes y las princesas...
...están a solas con sus padres.
La augusta familia parece muy numerosa.
Sí, el matrimonio está siendo bendecido continuamente.
Hasta ahora hay 15 príncipes y princesas.
Ya veréis.
¡Lady Hamilton!
Tengo el honor de reiterar, etc... Lo firmaré ahora.
Buenas noticias, capitán.
Voy a ser recibido por su majestad dentro de media hora.
Quizá sea aconsejable pedirle sólo 8.000 hombres.
Así conseguiremos 5.000.
Les hemos pedido 20.000 y hemos conseguido 10.000.
Estoy muy agradecido a lady Hamilton, sir William.
La forma en que dirigió su campaña frente a la reina...
...ha sido una obra maestra de estrategia.
Como veis, ella es la auténtica embajadora en Nápoles.
Al menos ante la reina.
Ya que habéis conseguido los soldados una semana antes...
...no tengáis tanta prisa.
Podéis marcharos mañana y esta noche dar una fiesta en su barco.
Llevaré a la reina y el rey también asistirá...
...si le permitís dirigir la orquesta.
Zarparemos hacia Capri.
A medianoche iremos a la Gruta Azul.
Capri a la luz de la luna.
Si no lo conocéis no sabéis lo hermoso que es.
Adornaremos el barco con flores. Y bailaré.
Os habrán hablado de mis bailes. La danza de las ninfas.
Será lo más apropiado para nuestra fiesta en el barco.
Me pondré...
...una larga túnica de cachemir azul pálido.
Un peinado alto no.
El cabello suelto, como una diosa griega.
Gavin, damos una fiesta esta noche en el barco de guerra.
Sacad las linternas chinas y que las envíen al puerto.
Que el jefe de cocina prepare cena para un centenar de personas.
Lleva ron a la tripulación.
Beben ron, ¿verdad, capitán? Será magnífico, inolvidable.
¿No te parece maravilloso, William? - Ya lo creo.
Lamento decepcionaros.
Acabo de recibir órdenes de elevar anclas inmediatamente.
¿Puedo presentaros a mi hijo? Guardia marina en el Agamenon.
¿Un hijo tan mayor? - Mi hijastro, debo decir.
¿Vuestra esposa vive en Inglaterra? - Sí, en Norfolk.
¿Y este muchacho es quien os vigila?
Precisamente, me cuida muy bien.
Adiós, sir William. - Adiós, capitán.
Gracias. Adiós, lady Hamilton.
Habéis prestado un gran servicio a nuestra patria.
Ha sido muy divertido, ¿verdad? - ¡Sí!
Si volvéis de nuevo a Nápoles...
...espero que nos visite. - Será un placer.
No hace falta que disparéis cañones. Bastará con que llaméis a la puerta.
Adiós. - Adiós.
¿Cómo os llamáis? - Nelson.
William, le habré parecido tonta hablándole...
...de una fiesta a la luz de la luna. - ¿Tonta? Por supuesto.
Pero una tontería deliciosa.
Lo mejor de mi Emma. - Me desconcierta.
Estaba tan serio.
Ante él he tenido la impresión de ser una tonta.
Una mujer no puede ser de lo mejor haciendo...
... la tonta frente a rumores de guerra.
No pienses más en eso, amor mío. Las guerras son algo sórdido y feo.
No es necesario que te molesten.
Milady, ha llegado el profesor de baile.
¿Le hago pasar al salón? - No, que se vaya.
Pero Emma... - No tengo ganas de bailar.
William, has dejado muchas lagunas en mi educación.
Por ejemplo, la guerra. No sé nada de ella.
No tiene nada de interesante.
Cada vez que te pregunto algo en serio me contestas con evasivas.
Quiero saber lo que pasa. ¿Cómo ha empezado?
Es muy desagradable. - No me importa. Quiero saberlo.
Bien...
Aquí está Inglaterra.
¡Qué pedacito tan pequeño!
¿Y nosotros? - Aquí, en Nápoles.
¿Y por qué ha de luchar Inglaterra?
Durante siglos ha construido una comunidad de pueblos...
...en la que cada pedazo de este mundo tiene su razón de ser...
...su valor y su derecho.
Y hay hombres que por satisfacer su ambición...
...sólo aspiran a destruir lo que otros pueblos han edificado.
Y entonces ese pedacito, como tú lo llamas, Emma...
...tiene que enviar sus barcos lejos una y otra vez...
...para combatir con los que quieren imponer su tiranía.
Y pasaron cinco años de guerra.
Luchando solos, sin aliados.
Toda Europa estaba atemorizada por Napoleón Bonaparte.
Nada parecía oponerse a su ambición de conquistar el mundo...
...excepto unos cuantos barcos.
Y Nelson.
Su majestad se complace en otorgaros la Gran Cruz de Corazón del Baño.
Y estáis propuesto para un alto cargo en la Real Armada.
Sir Horatio, es maravilloso.
Vuestros hombres estarán emocionados.
¡Ah, sí!
Derrotaremos a Bonaparte colocándonos un botón más en la casaca.
Cinco años de guerra y esos caballeros de Londres creen...
...que los hombres pueden sobrevivir sin agua y sin comida.
Y que yo puedo combatir al enemigo sin municiones.
Hasta el embajador cree que es mejor ignorar nuestra situación.
¿Qué pasa con esa lámpara? - Está casi vacía, señor.
No tenemos aceite a bordo.
Apágala.
¿Hardy? - Sí, señor.
Sir Horatio de ahora en adelante, señor.
No, para ti no, Hardy.
Prefiero que me llames capitán.
Capitán o sir Horatio, no puedo soportarlo por más tiempo.
¿Qué hace sir William Hamilton?
¿Por qué no zarpamos a Nápoles y los despertamos a cañonazos?
Nos darían el agua y los víveres que necesitamos.
¿Crees que podremos disparar contra un puerto neutral?
¿Neutral?
¿Neutral contra Inglaterra? - Sí.
Todo era distinto cuando estuvimos hace cinco años.
Nuestros galones brillaban en aquellos tiempos.
Hoy ni siquiera nos dejarían anclar en su puerto.
Como si lleváramos la peste.
Tienen tanto miedo a Napoleón que no se atreven...
...a ayudar a los que siguen luchando.
¡Lanzadlo!
¡Qué maravilloso modo de subir!
¡Qué emocionante!
Nunca había estado en un barco de guerra.
Trowbridge, ¿qué novedades hay? - Tenéis una visita.
¿El embajador? - No. Lady Hamilton.
¿No tenéis luz aquí?
No veo nada. ¿Por qué está todo tan oscuro?
¿Dónde está sir Horatio?
Enciende la luz, Josiah.
¿Cómo está sir William? ¿En alguna fiesta?
Por favor, perdonadme si soy brusco.
Vivimos en condiciones muy duras desde hace meses.
No tenemos alimentos, ni agua, ni ron ni tabaco.
Los napolitanos parecen haber olvidado que son nuestros aliados...
...y que defendemos su causa que es también la nuestra.
Envié a Trowbridge para pedir a sir William...
...que le recordara al rey...
¿Qué os pasa?
Lo siento.
Os pido perdón.
Son pequeños recuerdos de Calvi y Tenerife.
No tenía idea.
Nos hablaron de vuestras victorias pero no del precio que pagasteis.
No le deis demasiada importancia. Por favor, decidme...
¿Ha visto sir William al rey? - Se ha negado a recibirle.
¿Se ha negado a recibir al embajador de Inglaterra?
Estaba aterrado ante la idea de tener que verle.
No podéis imaginar lo que ha cambiado Nápoles.
¿Han perdido la razón? ¿Qué imaginan que puedo hacer?
La flota de Bonaparte está en Egipto.
La primera vez desde hace cinco años que sé dónde está.
Si consigo vencerle allí, Europa podrá respirar un poco.
Pensar que Napoleón puede ser vencido...
...y es cuando me niegan agua y alimento para mis hombres.
Cuando vi que William perdía su tiempo con el rey...
...me tomé la libertad de ir a ver a la reina.
En mi vida he tenido que hablar tanto.
También ella está aterrada con el francés, pero... lo conseguí.
¿Qué es eso? - Una orden firmada y sellada...
...por la propia reina.
Para que se aprovisione de agua y alimentos a la Armada Británica...
...en cualquier puerto del reino de Nápoles.
Cuidado, Bonaparte.
Vamos a luchar de igual a igual.
Decid a la reina que he besado su carta.
Decidle que espero tener el honor de poder besar su mano...
...cuando regrese con la victoria.
¿No queréis sentaros? Debéis estar cansada.
¿Recordáis la fiesta que íbamos a dar en vuestro barco camino de Capri?
Yo iba a bailar a la luz de la luna como una diosa griega.
Hace cinco años o cinco siglos.
Tuve la descortesía de marcharme.
Y ahora volveréis a zarpar de nuevo.
¿Qué ha sido de vos en estos cinco años?
Siempre he estado solo. - Habéis hecho cosas importantes.
¿Y vuestra esposa? - Creo que bastante bien.
¿Cuándo os encontraréis con Bonaparte?
Espero que pronto.
Le habéis dejado conquistar media Europa.
Ahora Egipto. - Mañana puede ser la India.
Estamos solos, pero sin miedo.
¡Izad velas!
Debéis marcharos, ¿verdad?
No hay que desperdiciar ni un soplo de viento.
Adiós, sir Horatio. Os esperamos siempre.
Gracias. Adiós, lady Hamilton.
Por segunda vez sois mi providencia.
Y no perdió ni una hora.
Ni desperdició la más suave brisa.
Se enfrentó con su gran enemigo y lo derrotó en el Nilo.
Y cuando terminó la batalla, no regresó a su patria.
Ni a su rey, ni a su esposa.
Volvió... a mí.
¡Esperad! ¡Un médico enseguida!
¡Tiene que verle un médico! - ¿Qué ocurre?
Despedid a todos y avisad a un médico.
¿Qué sucede, señora?
¿Un médico? ¿Quién lo necesita?
Pero si habéis estado a punto de desmayaros.
Estoy muy bien.
¡Presenten armas!
Majestad, estoy asombrado.
¿Qué dice?
Necesito hablar con el rey. Tenéis que ayudarme, sir William.
Quiere hablar contigo. - Claro.
Espera.
Decidle que no he venido a Nápoles para ser festejado.
En otro momento lo agradecería pero hoy me causa espanto.
Esperaba encontrar un pueblo en armas...
...y me encuentro con este carnaval.
La batalla del Nilo es la primera victoria sobre Bonaparte.
Pero su ejército sigue fuerte y está a dos jornadas de Nápoles.
Mientras los napolitanos bailan en las calles...
...con globos de colores y gorros de papel.
Sí, majestad...
Dice que tiene plena confianza en los ingleses.
Está seguro de que conseguirán la victoria.
No somos los ángeles guardianes de los países...
...demasiado perezosos para defenderse.
¡Poned algo de vuestra parte!
En la batalla del Nilo le derrotamos en el mar.
Pero mientras ese loco tenga su ejército de tierra...
...ningún país europeo estará libre. Sueña con dominar el mundo.
Si en algo estimáis vuestra libertad no perdáis tiempo.
Preparaos para la guerra y ayudadnos.
¿Por qué está tan nervioso?
¡Estoy hablando de Bonaparte, majestad!
Si no os enfrentáis a él, os echará de vuestro reino.
Lady Hamilton, ¿puedo hablar con vos?
Llamasteis a un médico, ¿verdad?
Cuánto lo siento, no quería molestaros.
Pensé que estabais enfermo.
Bueno...
En nombre de Dios...
¿Dónde está ese médico?
Es la tercera vez que me ayudáis.
Habéis estado aquí día y noche.
¿Cuánto tiempo? - Nueve días.
- ¡Qué cama tan enorme! - Es mi cama.
Caben por lo menos seis personas.
Quizá pero nunca lo he probado.
¿Por qué me habéis traído aquí?
No pudimos llevaros al hospital.
Entre tanta gente...
...sólo vos supisteis que estaba enfermo.
Una buena taza de té.
Le sentará bien.
¿Quién es?
No os inquietéis, milord. Soy la madre de Emma.
¿La madre de Emma?
¿Puedo yo también llamarla Emma, señora?
¿Qué pregunta? La habéis estado Ilamando así todo el tiempo.
No habléis ni una palabra más.
Tomad.
¡Así!
Ahora os contaré todas las novedades y chismes si os interesa.
Primero el Rey de Inglaterra tiene el honor de elevar...
...a sir Horatio Nelson a Par de Inglaterra.
Desde ahora sois lord Nelson.
Segundo, el Rey de Nápoles os ha otorgado el ducado de Bronte.
Así es que también sois duque.
Tercero, toda Europa habla de vuestro heroísmo.
El vencedor del Nilo.
No hubiera sido posible sin vos.
Así lo diré.
Que lo sepa el mundo entero.
Os dije que no hablarais, estáis muy débil.
Dentro de una semana os levantaréis.
Y en ese tiempo no podréis tomar más que leche de cabra.
¡Es repugnante!
Tengo que levantarme dentro de un par de días.
Os levantaréis cuando yo os lo permita.
Está bien.
Me levantaré sólo cuando vos me lo permitáis.
Eso está mejor.
Os necesitamos, lord Nelson.
En estos momentos el mundo entero os necesita.
Y yo más que nadie.
Cuando estéis reestablecido, el Rey quiere dar...
...una representación de gala en la ópera.
Y estrenaré mi vestido nuevo de Londres.
¿Una representación de gala? ¡Ópera!
Si no piensa en movilizar sus ejércitos, lo pagarán muy caro.
No debéis excitaros. - Sí, no vale la pena.
¿Queréis hacerme el favor...
...de escribirme una carta, Emma?
¡Cómo no!
¿Para quién?
A lady Nelson.
Burnhab Thorpe, Norfolk, Inglaterra.
¿Qué aspecto tendrá ahora?
Hace siete años que no la veo.
¿Por qué nos casaremos los marinos?
¿Queréis que ponga eso? - ¡No, por Dios!
Mi querida esposa.
"Mi querida esposa".
Te envío mis más cariñosos saludos desde Nápoles.
Me encuentro en casa de los Hamilton.
Que han puesto todo su afecto...
...y amabilidad en cuidarme.
Espero tener algún día el placer de presentártelos.
Porque lady Hamilton...
Lady Hamilton...
...es una de las mujeres más admirables del mundo.
y hace honor a su sexo".
Allí os daremos la mano.
REPRESENTACIÓN DE GALA EN HONOR A LORD NELSON
Mira, no está lejos.
Vayámonos, vida mía, de aquí.
Quisiera y no quisiera.
Ferdinando, quieto.
Feliz, es verdad, sería.
Mas aún podéis burlaros de mí.
Allí os daremos la mano, amor. Allí me dirás que sí.
No está lejos de aquí, amor mío.
Partamos de aquí...
¿Sabes lo que están tomando ahora en palacio?
Setas de Suiza, faisanes de Inglaterra...
...y vino de España.
Un vino de 120 años a cinco libras la botella.
Y el héroe de la fiesta sin poder disfrutar de nada.
¿No echas de menos a tus amigos?
¡Claro que no! La verdadera fiesta de esta noche está justo aquí.
Además sé lo que estará pasando en palacio.
La reina...
Ferdinando, venga, vamos, vamos...
Y el rey, el pobrecito rey, con sus 15 hijos...
...y el reino de Nápoles encima sin atreverse a abrir la boca.
El embajador de Inglaterra estará así.
Soñando como siempre en la última estatua de Pompeya.
Y durante toda la noche allí estará sentado lord Nelson.
Exhibiendo sucesivamente sus diferentes estados de ánimo.
Lord Nelson de mal humor.
Lord Nelson de buen humor.
Lord Nelson de un humor excelente.
¿Te parezco tan insoportable?
Cuando haces esas preguntas, sí.
Te voy a preguntar algo importante para mí.
¿Qué clase de humor es este? ¿Lo adivinas?
Quizá Nelson... posiblemente por primera vez quiera ser feliz.
Nelson enamorado.
De todas las posadas de Nápoles hemos tenido que venir a esta.
Sería el último sitio donde pensarían encontrarme.
¿Estuvisteis esta noche en la ópera, querida? ¿No?
Deberíais haber estado.
Una verdadera colección de mujeres bonitas.
Algunas incluso llegaron a la recámara real.
Está borracho.
Ya veo que no estáis casada.
Es una lástima.
Las mujeres casadas son las que aquí conceden sus favores fácilmente.
Nunca se había comportado así.
Amigos, vamos a beber por el verdadero héroe del día.
¡Sir William Hamilton!
Es un excelente brindis, Josiah.
¿Puedo beber contigo?
Gracias.
¡Por Sir William Hamilton!
Lady Hamilton y yo nos marchamos, buscadnos un coche.
Sí, sir.
No queremos cohibiros, estáis libres de servicio.
¡Divertíos!
Perdónales, querida.
Son muy... muy jóvenes.
Están perdonados.
Así es como ven estas cosas.
No creen en la amistad entre un hombre y una mujer.
¿Tú sí?
"Te diré de lo que habla todo el mundo en Nápoles, madre.
Esa tal lady Hamilton no lo deja solo ni un minuto.
Mañana dará un gran baile en la embajada en su honor".
Luego, luego.
Ha sido maravilloso, sensacional.
¿No lo crees así, William?
¿No ha sido un éxito? ¿Un triunfo?
El baile más brillante que se ha visto en Nápoles.
Estuviste magnífica.
Causaste la admiración de 200 personas.
Me habrán envidiado por ser tu marido.
El rey me dijo: "Su belleza hace que me olvide...
...de las todas las preocupaciones del reino".
Y Hardy, el viejo Hardy tan elocuente, dijo:
"Bien, estoy deslumbrado, milady. Bueno, ya sabéis a que me refiero".
¡Dios mío! ¡Estoy tan cansada!
¿Y él qué te dijo?
¿Él? ¿Quién? - Él.
No dijo nada.
Ya sabes que no habla demasiado.
Oí decir que debería haberse sentado a tu derecha en la mesa.
No a tu izquierda.
¿Cómo? ¿Para qué la reina no le dejara en paz?
De ningún modo.
Estaba muy animado.
Sí, creo que ya se encuentra mucho mejor.
Esta noche parecía haberlo olvidado todo.
La guerra, sus barcos, Napoleón. ¡Todo!
¿Crees que cualquier hombre puede pensar...
...en otra cosa por importante que sea estando a tu lado?
Celebro que lo haya pasado bien.
Guardará un buen recuerdo de sus últimas horas en Nápoles...
...cuando mañana se encuentre en el mar. En guerra.
¿Qué quieres decir?
- Mañana vamos a ir a Pompeya. - Lord Nelson estará camino de Malta.
Debe de haber algún error, William.
Lord Nelson se marchó hace diez minutos...
...y dijo que vendría mañana a las doce.
El despacho llegó cuando nos servían el postre.
Y preferí enviarlo a su barco.
Probablemente estará leyéndolo en este momento.
¿Por qué no me lo has dicho antes, William?
No hubiera querido estropearte la velada por nada del mundo.
Querrás decir que no querías estropeártela tú.
Lo has hecho para que no pudiera despedirme de él.
Sabes, Emma.
Hay tres clases de maridos engañados.
En primer lugar los que nacieron para ser engañados.
Segundo, los que no se enteran.
Y tercero, los que no les importa.
En realidad, aún no sé a cuál de estas tres clases pertenezco.
¿Has olvidado que hay una cuarta, William?
Aquellos que son fríos y vacíos. Los que no dan nada.
Te casaste conmigo porque querías un nuevo adorno para tu casa.
Como si yo fuera un cuadro, una estatua o un jarrón.
Para ti no he sido más que eso, un adorno...
igual de muerto.
Mi querida, ¿cómo puedes decir que mis estatuas no tienen vida?
Cuando me encuentro solo y fatigado...
...¿sabes lo que ellas suponen para mí?
Saber que siempre seguirán siendo hermosas.
Que no envejecerán jamás...
...y que nunca se marcharán con un marino.
Es una lástima que no vuelvas a verle.
Aunque se haya malogrado una bella despedida.
Está noche dormiré de maravilla.
Buenas noches, querida.
Amor mío...
...vuelve.
¡Vuelve!
¡Emily!
Está esperando, en el balcón.
No has debido venir. Puede verte alguien y murmurar.
¡Que murmuren! ¡Ya no me importa! ¿Y a ti?
¿Estás triste?
Estoy triste por los años que he perdido sin tenerte.
Y por los años que he de perder sin ti.
Pero volverás, ¿verdad?
Me pregunto si debería hacerlo.
Creo que no debería volver.
Estás casada y yo también.
Y la magia y la música del baile se harán borrosas.
Como si lo viéramos con ojos diferentes.
Tu vida está aquí.
Mí vida... allá.
Tenemos que cumplir los deberes que nos marcan nuestras vidas.
Yo sé que no debo volver.
Pero sé que nada en este mundo podrá separarme de ti.
Si os he entendido correctamente...
...nuestro primer objetivo es reconquistar Malta.
En ese caso sugiero que enviemos Culloden, Lion y Goliath...
...al mando del capitán Ball para que bloqueen la isla...
...y apoderarnos de ella.
Con vuestro permiso, sir. - ¿Qué pasa?
Acabamos de apresar un barco con refugiados de Nápoles.
¿Refugiados de Nápoles? - Sí, señor.
Dicen que ha estallado la revolución. El gobierno ha podido escapar...
...pero el rey y la reina han sido encerrados en palacio.
Con la mayor parte de sus cortesanos. No entiendo bien lo que dice, sir.
Pero al parecer, los tiroteos, los saqueos...
...y los asesinatos se suceden en la ciudad.
Lo que pronosticasteis en cuanto zarpamos.
Se levantaron.
Si ellos no se ayudan a sí mismos, nadie más puede.
Éstas son las órdenes de lord Keith.
Nos encontraremos con el Alexander, el Fourdroyant y el Minotaur...
...en este punto.
Blackwood...
Vuelve a tu barco.
Entre tú y Ball bloquearéis Malta.
¿Qué estás esperando, Trowbridge? ¿No me has oído?
Pero señor, las órdenes de lord Keith son...
Yo soy quien recibe las órdenes de lord Keith.
Y vosotros las mías, ¿entendido?
Sí, sir. - ¡A vuestros barcos, enseguida!
¿Puedo hablar, sir?
Habla.
Os he obedecido siempre y haré lo que me digáis.
Llevaré al barco a cualquier lado con agua suficiente para que flote.
Pero os suplico que llaméis de nuevo a Blackwood y Ball...
...y enviéis la flota donde se os ha ordenado.
¿Y dejar a nuestros aliados, al rey y la reina de Nápoles...
...a merced del populacho? ¿Sabes lo que harían con ellos?
¿Has olvidado lo de París? ¿Quieres que vuelva la guillotina?
¿Sabéis lo que dirán en Londres? Que no volvéis por la familia real.
- ¡Ten cuidado con lo que dices! - ¡Lo diré!
Dirán que volvéis por lady Hamilton.
¡Deja que lo digan! ¡Que digan lo que les plazca!
No pienso abandonar a los que no nos abandonaron...
...en momentos difíciles.
Rumbo a Nápoles.
Está bien, sir.
LONDRES
Ante tal acto de indisciplina...
...debo pedir a vuestra Excelencia que se tome una decisión.
¿Dónde está Nelson ahora?
En Palermo donde trasladó a esos ilustres fugitivos...
...a los que se permitió sacar de Nápoles.
Aunque me desagrada enjuiciar los asuntos privados de los demás...
...debo decir que esta conducta no corresponde a un almirante inglés.
¡Sí, señor! - ¡Muy bien! ¡Tenéis razón!
¡Caballeros! ¡Caballeros!
Lord Nelson tendrá alguna excusa para justificar su actitud.
¡No puede haber excusa para la desobediencia!
Ha salvado a la familia real de un país aliado...
...de una muerte cierta a manos de la plebe.
Y ha salvado al embajador de Inglaterra y a su esposa.
¿Con qué objeto ha salvado también al marido?
Sí, os parece gracioso.
Toda Inglaterra lo encuentra muy gracioso.
¡Toda Europa! Pero ya es hora... - ¡Calma, Keith!
¡Calma! Nadie discute la seriedad de este asunto.
Lord Nelson es sin duda un gran marino.
Pero ni el héroe más grande...
...puede despreciar las leyes y convencionalismos sociales.
Debemos ser comprensivos con lord Nelson.
Procuraremos que vuelva a nuestra patria.
Quizá de esta manera consigamos que olvide...
...su apasionado idilio con esa mujer.
Quizá olvide a la encantadora Emma.
- ¡Es espantoso! - ¡Maravilloso! ¡Magnífico!
Ahora los tenemos a nuestra merced. - Es la peor mano que hemos tenido.
Lo sé, pero les engañaremos. Sonríe, sonríe.
Es una suerte que no nos entiendan.
Podemos empezar. - ¿Cuál es la apuesta?
Apuesto dos.
- No tenemos defensa, es una locura. - La vamos a tener inmediatamente.
El siete de picas. - El siete de picas.
Ya lo has visto.
La reina de clubs.
Pero es un disparate. - ¡Triplicamos la apuesta!
Pero, por favor... - El rey de picas.
El siete de diamantes.
Y el as de corazones. Muy bien, señores, ¿qué les parece?
Es muy afortunada. - Bravo, señora.
Me asusta tu imprudencia. ¿Y si te falla la combinación?
No te preocupes, me hubiera desmayado y habría volcado la mesa. Vámonos.
No podemos marcharnos sin darles la oportunidad de recuperar.
¿Y crees que ellos te la darían? No, vámonos.
He pedido el coche, volveremos a la orilla del mar.
El aire de aquí es irrespirable. Estaré en el balcón.
Adiós, señores. - Adiós, señora.
Emma, hay un asunto de interés del que quiero hablarte.
Dime, William.
Hace diez días llegó un despacho del almirante...
...ordenando a Nelson de forma terminante que regresara a Londres.
¿Y qué tiene que ver eso conmigo?
Si Nelson sigue ignorando esa orden, sólo puede haber un resultado.
Su destitución como jefe de la flota y el fin de su carrera.
¿Es importante o no, Emma?
Su porvenir está en tus manos y tú lo sabes.
Muy bien.
Si tenemos que volver, volveremos.
Se lo diré esta noche. ¿Cuándo quieres que salgamos?
Nosotros no tenemos que ir, Emma.
Las instrucciones del Almirantazgo dicen que Nelson...
...ha de volver solo.
Ya entiendo.
Por lo visto el Almirantazgo desea separarle de mí.
¿Y qué espera que yo decida?
Seguramente lo que más le conviene a éI.
El embajador de Turquía te ha invitado este invierno a El Cairo.
Dile a Nelson que te encanta Egipto y que has aceptado.
Sabes ser muy convincente cuando te lo propones, Emma.
Cuando sepa que te marchas a Egipto...
...no le quedará otra posibilidad que obedecer las órdenes y regresar.
Sé que lo que te estoy pidiendo es difícil y doloroso.
Gracias, William.
Bien, cada uno tenemos nuestro deber.
Buena suerte con el tuyo, querida.
Lo he perdido todo, pero me encuentro mejor.
¿Qué te pasa, amor mío?
He estado hablando con William.
Me ha dicho las órdenes que has recibido del Almirantazgo.
Y ya de paso me ha pedido que represente una comedia.
Acto primero, Emma Hamilton demuestra un deseo de ver esfinges y pirámides.
Acto segundo, lord Nelson suplica, Emma Hamilton permanece impasible.
Acto tercero, Emma Hamilton se marcha a Egipto.
Lord Nelson regresa a Londres, más triste pero más sabio.
¡Pobre William! Hablaba con tanta seriedad.
Seguro que en ese momento sólo pensaba en tu carrera.
Incluso había ideado varias historias para convencerte.
Todo menos decirte la verdad. ¡Qué tontería!
¡Qué gran tontería! Pensar que necesitamos mentir...
...tú y yo.
¡Mi querido!
¿Cuál es la verdad?
¿Debía haber representado esa comedia?
Tal vez hubiera ayudado. - ¡Oh, no!
No puedo demorarlo por más tiempo.
Sabes que tengo que marcharme.
Y... me piden que vuelva solo.
Sí, ya sé que tienes que marcharte.
Y yo tengo que ir a Egipto.
No quiero ser una carga para ti, amor mío.
¡Amor mío!
Me iré a Egipto para admirar las pirámides y las esfinges.
Y el Nilo, tu Nilo.
¡Mi querido!
¿Por qué hemos de encontrarnos para decirnos adiós?
Danny, muchacho, he dejado atrás una encantadora doncella.
De mejillas sonrosadas y ojos azul marino.
Sé que mi corazón...
...se siente triste y desdichado...
...por dejar atrás...
...una vida que tanto amé.
¿Qué son esas campanas?
¿Has olvidado qué noche es esta?
La última de 1799.
Ocho campanadas por el año viejo y ocho por el año nuevo.
Feliz Año Nuevo, querida.
Feliz Año Nuevo.
El alba de un nuevo siglo.
El siglo XVIII.
¡Qué extraño suena!
¡Qué siglo ha sido!
Marlborough declara la guerra.
Y Washington cruza Delaware.
Luis XVI y María Antonieta.
La última de los Estuardo.
Pedro El Grande.
Voltaire.
Clive de La India.
Bonaparte.
Nelson.
Te he besado a través de dos siglos.
¡1800!
El comienzo de una nueva vida para mí.
Una vida sin ti.
Qué hermoso me parecía el viejo siglo...
...cuando estaba contigo.
¡Emma!
Di que nunca podrás dejarme. - Nunca podré dejarte.
Di que odias esas viejas pirámides. - Odio las pirámides.
Que no quieres ver nunca la esfinge. - No quiero ver nunca la esfinge.
Volveremos juntos a Londres.
Me habría muerto si me dejas aquí.
Soy lady Nelson.
Todo está preparado para recibir a su excelencia.
Las habitaciones han sido reservadas por el Almirantazgo.
Gracias. Enséñame esas habitaciones.
Encontrarás la ropa de cama en el baúl verde.
Prefiero usar nuestras propias sábanas.
Muy bien, excelencia. - El desayuno a las 6:45.
Té de La India con limón, un huevo pasado por agua...
...y dos rebanadas de pan tostado con mantequilla.
Daré las instrucciones al mayordomo, excelencia.
Detesto ver criados en mi habitación.
Es mejor que me envíes una doncella. - Como mandéis, excelencia.
Toma y bebe a la salud de lord Nelson. ¡Mi hijo!
Gracias, señor. Lo haré con mucho gusto.
Me siento profundamente honrado de tenerlo...
...con nosotros para esta gran ocasión.
Nada menos que un invitado del Almirantazgo inglés, Sr. Nelson.
Sí, carga entonces una copa de Oporto...
...al Almirantazgo inglés y sírvemela enseguida.
Sí, señor. - ¿Quieres algo, hija mía?
No, gracias. Sólo esa copita de Oporto para el reverendo Nelson.
Y un calentador para su cama. - Muy bien, excelencia.
¡Magnífico! ¡Magnífico! ¡Un verdadero lujo!
No tener que trabajar por las mañanas ni tener que cuidar las gallinas.
Podré desayunar en la cama un par de huevos fritos.
Ya está todo dispuesto, padre.
No es prudente cambiar de costumbres aunque estemos en Londres.
Además recuerda que el doctor Fonsonby te lo prohibió.
Las prohibiciones del doctor Fonsonby.
¿El hijo de ese medicucho ha hundido alguna vez la flota francesa?
Tenemos que disfrutar.
Excelencia, lord Spencer acaba de llegar y pide ser recibido.
- Muy bien. - Sí.
Buenos días, lady Nelson.
El Almirantazgo os agradece vuestra rápida respuesta a su petición.
Espero que vuestro alojamiento sea confortable.
Sí, lord Spencer. Gracias.
Podéis sentaros. - Gracias.
Supongo que el Almirantazgo ha requerido mi presencia...
...para discutir los detalles de la recepción...
...en honor a mi marido. ¿Cuándo llega?
Ha llegado ya, lady Nelson.
¿Cómo?
Fue deseo de lord Nelson...
...que su llegada no se hiciera pública.
¿Dijo también que no se avisara ni siquiera a su esposa?
No puedo recordar exactamente la carta.
Pero sí que el Almirantazgo creyó aconsejable acceder a su petición.
Lord Nelson llegó ayer a Great Yarmouth.
No tenía idea de que Great Yarmouth fuese una base naval.
Llegó en el barco correo desde Hamburgo.
¿No es eso algo peculiar?
Suponía que un almirante victorioso...
...llegaría a bordo del buque insignia.
¿Buque insignia?
No es costumbre, como sabéis...
...que las señoras viajen en un barco de guerra.
Comprendo.
Me extrañaba que el Almirantazgo hubiera decidido...
...no ofrecer una recepción oficial a mi marido.
Ahora entiendo y estoy totalmente de acuerdo.
El programa para la estancia de lord Nelson será muy sencillo.
Podrá salir para su casa de Norfolk pasado mañana.
Mañana por la noche, si lo desea.
¿Debo entender que mi esposo va a ser separado de la armada?
No, no, no, lady Nelson.
No es una medida tan drástica.
Se trata de un largo permiso para atender a su salud.
Eso es lo sugerido.
Cuestión de cambiar las palabras. ¿No es eso?
Me alegro.
Habéis hecho bien al evitar al pueblo de Londres...
...la indignidad de festejar a un héroe...
...que desprecia las leyes naturales más sagradas de la vida.
¿Me permitís una opinión personal?
Intentad perdonar, lady Nelson.
Sólo las debilidades de los grandes... se justifican.
Prefiero el punto de vista oficial.
Adiós, lady Nelson.
¿Habéis oído? ¡Son aclamaciones! ¡Ya viene! ¡Ya está ahí!
¡Ya está ahí! - Señor...
¿Puedo solicitar vuestro permiso para colocar una bandera en el balón?
Coloca dos o tres, las que quieras.
Gracias, señor. ¡Vamos! ¡Colocad también el escudo de armas!
Hemos tenido suerte, señor.
Guardamos este escudo cuando el jubileo del rey Jorge.
¿Te das cuenta de que estás en mis habitaciones particulares?
Perdonadme, excelencia. No habíamos previsto que ocurriera algo así.
El Almirantazgo dijo que el regreso de lord Nelson sería privado...
...sin ninguna manifestación.
Nadie podría pensar que el pueblo opinara de otra manera.
¿No puede el gobierno obligar a la plebe a cumplir sus órdenes?
No, señora. Es esa plebe aclamando a su héroe...
...la que tiene poder sobre el gobierno.
¡Bravo! ¡Bravo!
Debo regresar al Almirantazgo y mandar que icen todas las banderas.
¡Oíd las campanas de las iglesias!
Campanas de victoria por mi hijo.
¡Por aquí!
¡Señor Nelson!
- Mi nombre es Hamilton. - El gran amigo de mi hijo.
Me habló mucho de vos en sus cartas.
Debéis sentiros orgulloso, tenéis un gran hijo.
Lady Nelson, un placer conoceros.
Hemos tenido el privilegio de acompañar a su esposo...
...en su viaje triunfal a través de Europa.
Ha sido inenarrable pero agotador para un viejo como yo.
En cambio mi esposa parecía encantada.
Daba la impresión de ser la protagonista de esta apoteosis.
¿Tuvisteis una buena travesía, sir William?
No demasiada buena. Todos estaban mareados.
Y yo, más que ninguno, cometí la torpeza de tomar unas pastillas.
¡Vaya!
¿De qué sirve luchar contra los elementos?
¿No creéis que es más sensato, lady Nelson...
...y más sencillo aceptar su victoria?
Ya sea que esos elementos estén alrededor o adentro nuestro.
Espero tener el honor de vernos con frecuencia, lady Nelson.
¡Ya viene! ¡Nelson! ¡Nelson!
¡Viva, Nelson!
¡Hijo!
Qué orgullosa estaría tu madre si pudiera verte ahora.
¿Cómo has pasado estos años, padre?
¡De primera! Frances me ha cuidado muy bien.
Estoy seguro.
Tengo tantas cosas que agradecerte.
¿Cómo estás, querida?
Muy bien.
¿Y qué tal por Burnhanthrope?
Le han puesto tu nombre a una calle. - ¡Qué gran honor!
- Lord Nelson, por favor. - Sí, señora.
¡Ha sido magnífico, soberbio! ¡Qué maravilloso!
Tendrás que pronunciar un discurso, están locos de entusiasmo.
¡Ven! ¡Ven al balcón! ¡Rápido!
¡Escucha!
Porque es un muchacho excelente.
Porque es un muchacho excelente.
Porque es un muchacho excelente.
Y siempre lo será.
Y siempre lo será.
Y siempre lo será.
Porque es un muchacho excelente...
Lady Nelson.
Soy Emma Hamilton.
Hip hip, hurra. Hip hip, hurra.
Hoy ha sido un gran día. Un día inolvidable.
Y para el mes que viene...
...hemos organizado una comida en el campo, en Burnhanthorpe.
¿Por qué os reís?
¿Consideráis ridículo que un pequeño pueblo demuestre su afecto?
Para mí es más sincero que las manifestaciones histéricas.
Llámalo como quieras. Ha sido un recepción magnífica.
No podéis imaginaros el alboroto que se armó en Nápoles...
...al día siguiente de la batalla. ¡Qué multitud!
¡Miles de italianos!
Y todos ellos oliendo a diferentes clases de cebollas.
¿De cebollas?
Sí, es como el olor nacional. No sé por qué.
Se nota más cuando se entusiasman.
Había tal gentío aquel día ante la embajada...
...que el lechero no pudo llegar a casa.
Y su excelencia tuvo que quedarse sin su pudín de macarrones.
¿Su qué?
Mi Emma le hacía un pudín de macarrones...
...para que se repusiera después de su enfermedad.
¿No conocéis al Rey de Nápoles, lady Nelson?
Le encantan los macarrones.
Los come así de largos. Abre el gaznate y adentro.
¡Es muy campechano!
Un día vino con la reina para ver a mi hija...
...y se permitió pellizcarme en... Bueno, pellizcarme.
¿Os pellizcó? ¿El rey?
Bueno, verá. Es un extranjero. Pobre rey.
Estaba tan celoso cuando aclamaban a su excelencia.
Porque eso le entusiasma.
Si alguien le aplaudía ante palacio...
...salía y entraba del balón como un reloj de cuco.
Emma, ¿quién era el otro rey que conocimos en el viaje de regreso?
¡Es que me hago un lío con tantos reyes!
¡Ay, Señor! Emma, ¿quieres disculparme?
Estoy despierta desde las cinco. - Por supuesto, madre. Buenas noches.
Qué felicidad estar en Inglaterra.
Poder oír las campanas y el pregón de los vendedores callejeros...
...y ver cómo cae el hollín por las chimeneas.
Sir William, ¿cómo marchan las cosas en estos días?
- ¿Podemos esperar un poco de paz? - No lo sé.
- ¿Qué medicina dabais a mi esposo? - Una mixtura que prepara mi madre.
Es muy bueno para los resfriados.
Creo que será preferible que le vea un médico.
Este clima es muy malo para él.
En Italia era distinto. Allí siempre hacía sol.
Sí, el baño en el Támesis no es muy agradable en invierno.
Pero sólo serán unos días.
En cuanto regresemos a Norfolk se encontrará mucho mejor.
¿Pensáis abandonar Londres tan pronto?
No hay nada que nos retenga aquí.
En cuanto haya presentado su informe al Almirantazgo...
...y tomado posesión de su cargo en la Cámara de los Lores...
...podremos marcharnos. ¿Por qué no?
Sí, claro.
¿Cuáles son vuestros proyectos, lady Hamilton?
Supongo que volveréis pronto al extranjero.
En realidad, no lo sabemos.
La vida es incierta, no es cierto?
Yo en cambio sí.
Vais a perdonarme, lady Hamilton.
- Ha sido un día agotador. - Lo comprendo. Buenas noches.
Buenas noches.
¡Emma!
Hemos vivido un sueño.
Tenemos que enfrentarnos a la realidad.
¡Qué fea es! ¡Qué horriblemente fea!
Tendremos el valor de defender nuestro sueño, ¿no?
¿De qué sirve ser valientes si estamos atrapados?
Si sabemos que no tenemos salida.
Iré a verla.
Hablaré con ella esta misma noche.
Y tú tienes que hablar con William.
Tienen que comprenderlo.
- ¿El divorcio? - No hay otro camino.
No, amor mío.
Esa puede ser solución para otros, pero no para ti.
No eres como los demás.
No puedes comportarte como si fueras el Sr. Jones o el Sr. Thompson.
Ojalá fuera un Sr. Thompson.
Por primera vez empiezo a comprender que William tenía razón.
Lo que estuvimos haciendo fue teriblemente equivocado.
Debí haberme dado cuenta antes.
Y como está mal no puede traer felicidad.
Esas calles que hoy hemos recorrido juntos...
...son las mismas por las que yo cruzaba...
...cuando era una pobre cocinera buscando trabajo.
Hoy eran el escenario de tu triunfo.
El triunfo de nuestro gran héroe al regresar a su patria.
Han hecho de ti un símbolo de todo lo que es más preciado para ellos.
Todo cuanto tú hagas será un ejemplo para ellos.
No hablarás con tu mujer. Ni yo tampoco hablaré con William.
¡Tengo frío!
¡Estoy temblando! ¡Tengo miedo!
Emma, pueden oírte.
¡Emma! ¡Por Dios, calla!
¿Es eso mejor? ¿Hablar en voz baja?
¿Vernos en secreto?
¿Oscuridad, sospechas? ¿Mentiras y más mentiras?
¿Es esto en lo que se ha convertido...
...toda esa belleza...
...la luz, la gloria?
Buenas noches, amor mío.
Buenas noches.
CÁMARA DE LOS LORES, LONDRES
Yo, caballeros...
...he visto en diferentes países...
...infinitas miserias de la guerra.
Soy, por lo tanto...
...en lo más profundo de mi alma...
...un hombre de paz.
Pero no podría jamás, precisamente porque amo la paz...
...y consciente de mi deber...
...sacrificar por ella...
...un solo punto del honor de Inglaterra.
Hasta ahora no ha habido nada más valioso en todo el continente...
...que la fe.
El honor intachable.
La comprensión del pueblo.
Las altas influencias diplomáticas.
El comercio, la grandeza...
...el inmenso poder...
...y el incomparable valor del pueblo británico.
Está nervioso. ¡Mira! ¡Mira su mano!
¡Está temblando!
A cualquier hombre le ocurriría lo mismo...
...al presentarse por primera vez en la Cámara de los Lores.
Estará mucho más nervioso cuando salga de aquí.
¿Por qué?
Por esa mujer Hamilton.
Fíjate en esa otra. Es su esposa.
Será emocionante ver lo que pasa cuando aparezca en el vestíbulo.
Tengo impaciencia por saber a cuál de las dos se dirigirá primero.
¿A ella?
¿O a ella?
Ahí viene.
¿Qué tal, querida? ¿Has estado cómoda?
Perfectamente, Horatio.
¿Has oído el discurso? - Casi todo.
Hablas con un énfasis que a veces quita sinceridad a lo que dices.
Pero ha sido muy interesante. - Lady Keith.
Lady Spencer.
Lady Hamilton.
Retírense, por favor. ¡Dejen sitio, por favor!
¿Qué ha pasado? - ¡Es lady Hamilton!
- ¡Atrás! - Frances, espera un momento.
Dejad paso, por favor.
- ¿Qué ha ocurrido? - Le dije que no viniera.
No se encontraba bien hoy.
¿Dónde está el doctor?
¿Por qué se habrá desmayado?
Querida, eso le suele pasar a todas las mujeres.
Vámonos.
- ¿Y bien? - ¡Frances!
¿Cómo has podido marcharte sin auxiliar a lady Hamilton?
¿Esperabas que llevase a esa mujer en mi coche?
¿Sólo porque eligió la Cámara de los Lores...
...como escenario para su melodrama?
A la gente que ha sido amable y generosa conmigo...
...no espero que las ignores cuando están enfermas.
¡Ni en la Cámara de los Lores! - ¿Generosa?
Nunca te he ocultado que gran parte de mis éxitos...
...se los debo a la ayuda que me han prestado los Hamilton.
¿Por qué eres tan desagradecida? - ¿Por qué eres tú tan ciego?
¿No ves lo que esa mujer se propone?
Es la historia más vieja del mundo.
La más vulgar y la más despreciable.
Donde hay un héroe suele haber siempre una mujer desaprensiva.
¿No te das cuenta de que revolotea alrededor de tu gloria?
¿Que te utiliza para su propia ambición y vanidad?
Sí, ya sé que te ha ayudado. Quizá con exceso.
Y eso forma parte del plan que se había propuesto.
Hasta es capaz de decir que tú eres el padre de su hijo.
- ¡Frances, no sigas! - ¿Por qué no?
Un acusación de esa índole halaga la vanidad de un hombre.
¡Cállate! - ¡Ah, sí!
Todo el mundo dice que es una actriz maravillosa.
Es admirable por guardar tanto tiempo su dulce secreto.
¿No te has fijado en la nueva moda? Todos esos volantes y pliegues.
Ella la ha creado. Y nuestra sociedad la imita.
Es divertido que una mujerzuela imponga sus gustos.
No te das cuenta de que todo lo que hace es calculado fríamente y a sangre fría.
Se desmaya en la Cámara de los Lores, un sitio perfecto.
¿Crees que iba a perder el tiempo desmayándose en su dormitorio?
¡Eres un pobre tonto!
¿Pobre y tonto?
Sí, eso es lo que soy sin ella.
Soy un lord de Inglaterra gracias a ella.
Y gracias a ella, yo soy lady Nelson.
¡Lady Nelson!
¡Qué gran honor!
Todos se vuelven al pasar mi coche. Miran mis ventanas.
Me señalan en la calle.
Hacen burlas sobre mí en las tabernas.
Una sucia canción sobre mi en los burdeles.
¡Lady Nelson!
¡Qué gracioso!
¡Y qué penoso!
Debería sentirme orgullosa.
Lo siento, Frances.
¿Sentirlo?
- ¿Es lo único que puedes ofrecerme? - Sí.
- Es lo único. - Muy bien.
Debo aceptarlo como una respuesta.
Ahora te daré la mía.
Me marcho.
Pero jamás arrastraré el apellido Nelson ante un tribunal de divorcio.
Seguiré siendo tu esposa mientras viva.
Adiós.
¡Horatio!
¡Llámala!
¡Te lo suplico, pídele que vuelva!
No puedes dejar que se marche así.
No pude evitar escuchar lo que hablabas, Horatio.
Por favor, padre, intenta comprender.
Ya lo hago, ya lo hago.
Sólo soy un pobre viejo.
Un humilde párroco de pueblo que no conoce nada del mundo.
Excepto los problemas de mis feligreses.
Pero también los humildes luchan a veces...
...en lo más profundo de sus almas con tentaciones semejantes a la tuya.
Las mayores del mundo.
Y cuando tienen que elegir entre el bien y el mal...
...les doy los mismos consejos que ahora te doy a ti.
¿Incluso si los consejos nos obligan a ser desgraciados...
...el resto de nuestra vida? - Incluso así.
Es algo que yo no puedo hacer, padre.
Entonces me voy con ella, Horatio.
CERTIFICADO DE NACIMIENTO
- ¿Cómo se llama la criatura? - Horatia Thompson.
¿El nombre de su padre?
Horatio Thompson.
¿Profesión?
Marino.
- ¿Dónde está ahora? - En el mar.
- ¡Emily! - ¡Madre!
- ¿Te encuentras bien? - Sí, ¿cómo está la pequeña?
Tienes que verla. Es un ángel.
No parece una criatura de dos meses. Es como una princesita.
Me gustaría que vieses cómo coge el biberón...
...y luego lo suelta cuando ha terminado.
- ¡Es adorable! - ¿Cuánto pesa ahora?
Cuatro kilos y once gramos antes del segundo biberón.
- ¿Y las noticias? ¿No son espléndidas? - ¿Qué noticias?
- ¿No has oído nada? - Nada, hija. No he salido.
¡Ha vuelto a triunfar! ¡Ha derrotado a los daneses!
Una gran victoria.
Nelson estaba al frente de la flota.
Cuando su comandante en jefe vio que el enemigo le superaba...
...en proporción de dos a uno...
...ordenó transmitir un mensaje a Nelson...
...para que abandonara la batalla. ¿Y sabes qué hizo Nelson?
Cuando vio la señal se puso el catalejo sobre el ojo ciego dijo:
¡Que me maten si veo alguna señal!
Siguió luchando y venció. - ¿Lo ves?
¿Te convences ahora de que no puede ocurrirle nada malo?
¿Cómo está William, madre?
Yo también tengo noticias, Emma. Pero no tan buenas como las tuyas.
Sus tesoros, sus cuadros, todo lo que esperaba de Nápoles...
...hace tanto tiempo, ahora sabemos que...
...se han hundido en ese barco que se perdió en la tempestad.
¡Pobre William! Eso era toda su vida.
Gavin, ese cuadro de ahí...
...el Van ***...
...está torcido, ¿no lo ves?
Te lo he advertido ya dos veces.
- ¿Por qué no lo pones derecho? - Sí, sir William.
- ¿Está bien así? - Sí.
Está bien.
Está bien, Gavin.
Soy feliz teniendo mis cuadros a mi alrededor.
Y mis estatuas.
Pero necesitan más luz, más espacio.
Tenemos que volver a colocarlos, Gavin.
Gavin...
Esta noche cenaré con la Srta. Hart.
Solos.
A las ocho en punto.
Piensa un poco en ti, hija.
Habla con sir William antes de que sea tarde.
Si no quieres que su fortuna pase a su sobrino en vez de a su esposa.
¿Su esposa?
No lo he sido jamás, madre.
Que Charlie herede ese dinero, yo no lo quiero.
- Ni lo merezco. - Pero hija mía...
Si no haces nada para impedirlo, no recibirás un penique cuando muera.
Serás pobre.
Voy a ser rica.
Tengo a mi hija, su hija.
Ella representa para mí más que todo el dinero del mundo.
¿Puedo ver a sir William, Gavin?
No creo que sea conveniente, milady.
Está dormido, plácidamente.
¡Caballeros! ¡El vencedor de Copenhague!
- ¡Enhorabuena! ¡Maravillosa victoria! - ¡Gracias, caballeros!
Muy amables, caballeros.
¡Lord Nelson! ¡Lo habéis conseguido!
Lord Nelson, ha derrotado definitivamente a los daneses.
Ha hecho posible que el gobierno británico...
...pueda negociar esta honrosa, y, por qué no decirlo...
...inesperada paz con Francia.
Creemos profundamente convencidos...
...que tendremos al final, paz.
- ¡Bravo! ¡Bravo! - ¡Muy bien!
Lord Spencer, caballeros...
Estáis celebrando una paz con Napoleón Bonaparte.
Paz es una palabra muy hermosa.
Si tras ella existe el deseo de paz.
Pero señores, jamás conseguiréis la paz con Napoleón.
No piensa en ella.
Tan sólo quiere ganar tiempo...
...para reorganizar sus ejércitos...
...y conseguir una alianza con España e Italia...
...con el propósito de destruir nuestro imperio.
Hace años dije esto mismo...
...en Nápoles. Les supliqué que no aceptaran esa paz.
No me escucharon y pagaron un alto precio.
Pero aquel era un reino pequeño.
A muchas millas en mitad del Mediterráneo.
Hoy se trata de Inglaterra.
De nuestra patria.
Napoleón no será el rey del mundo mientras no nos haya aplastado.
Y creedme, señores, se propone ser el dueño del mundo.
No se puede concertar la paz con dictadores.
Hay que destruirlo, aniquilarlo.
Señores, os lo suplico...
...convenced al primer ministro antes de que sea tarde.
No firméis esa paz.
Bien... Tendremos en cuenta vuestra opinión.
Gracias, señores.
Creo que es mi deber deciros estas cosas.
No soy un estadista, claro.
Ni un diplomático.
Lo dejo en vuestras manos.
- Caballeros, buenas tardes. - Buenas tardes.
¿Volvéis a vuestra casa en Norfolk, Nelson?
No lo sé. Creo que no.
Mi mujer me ha dicho que vio a lady Nelson...
...recientemente en Bath.
Sí, está muy bien.
Ahora dedica su tiempo a obras benéficas.
¿Pensáis ir a Venecia?
¿Por qué a Venecia?
Algo que oí el otro día...
Creo que se trata de un festival de música.
Con lady Hamilton y unos amigos ingleses.
¿Dónde habéis oído eso?
Quizá ese joven director que vino a actuar a Covent Garden.
Estaba entusiasmado con lady Hamilton.
Piensa llevársela con él.
En fin, confieso que entendí todo confusamente.
Bueno, me alegro de veros.
¿Cómo? ¿Excelencia?
¡Buenas tardes, Sra. Cadagon!
Sentaos, por favor.
Está todo tan desordenado.
¿Por qué esta repentina mudanza de Picadilly al hotel Nerot?
Bueno, todo...
...parece tan lúgubre y triste desde que sir William murió.
- Emma no podía soportarlo. - Comprendo.
- ¿Dónde está? - Se marchó muy temprano.
Con un joven músico extranjero.
Están paseando por el parque.
- ¿Puedo esperar? - Sí, por favor.
Mirad qué flores, ¿no son preciosas?
Un buen regalo para una viuda joven.
- Sí. - ¡Horatio!
- Perdóname, ¿llevas aquí mucho tiempo? - No, no.
Emma, he venido por casualidad.
Tu madre me ha contado por qué te mudaste de Picadilly.
Creo que has hecho muy bien.
Estaba tan triste.
No he podido verte mucho desde mi regreso, Emma.
Ya sabes lo que ocurre. ¡Hay siempre tantas cosas que hacer!
¿Cómo está la niña?
Desde la semana pasada quiero ir a verla.
Pero es tan difícil, se pierde todo un día.
Emma, iremos a verla esta misma tarde.
¡Sí! Lord Nelson, al que todo Londres conoce...
...visitando a la pequeña Horatia Thompson.
Hija de padre desconocido.
Qué buen tema de conversación para la próxima reunión de lady Spencer.
Pase.
Gracias.
Emma, sabes que nunca he querido meterme en tus asuntos.
Pero desde hace tiempo hay cosas que no logro entender.
Y para serte franco, no me gustan. - ¿A qué te refieres?
Tres veces he intentado verte esta semana.
Y siempre tenías alguna cita con personas que no conozco...
...y a las que no quiero conocer. Nunca hemos tenido secretos.
Ni siquiera en nuestras cartas.
Pero... ¿tú no querrás leer mis cartas?
Desde luego. No me interesa leerlas, Emma.
Si tu deseo es ocultármelas.
- ¿Estás celoso? - ¿Por qué te burlas de mí?
¿Burlarme? Jamás me he sentido tan feliz.
Es maravilloso saber que aún puedes tener celos.
Prométeme que estarás siempre celoso, por favor.
Estábamos hablando de ciertas cartas, ¿recuerdas?
Horatio...
...si existiesen ciertas cartas que quiero guardar...
...¿no confiarías en mí?
¿Dónde están esas cartas?
Muy bien.
Léelas.
Lo siento, perdóname.
- Tengo que marcharme. - No, Horatio. No te vayas.
Sabes lo que ocurrirá si no las abrimos.
Nunca podrá haber confianza entre nosotros.
Mira, léelas. Son muy breves.
Facturas, facturas y más facturas.
Amenazas, citaciones, todo el mundo pretende que le pague.
¿Por qué crees que dejé la casa de Picadilly? Porque me echaron.
¿Y por qué hace dos semanas que no veo a mi hija?
Porque le debo 15 guineas a la Sra. Gibson por su estancia.
¿Crees que me agrada salir con ese tipo de Venecia?
Le detesto profundamente.
Pero debo hacerlo porque me ha prometido un contrato para la ópera.
Voy a volver a trabajar. Si lo hice antes puedo hacerlo ahora.
No me importa.
¿Comprendes? William no me dejó ni un penique.
- ¿Por qué no me lo has dicho? - ¿Por qué iba a decírtelo?
Son asuntos míos, no tuyos.
Jamás he pedido dinero y jamás lo pediré.
Pero, ¿qué dices? ¿Has perdido el juicio?
Ahora vas a escucharme y sin contestar.
¿Por qué me has ocultado esas deudas?
¿No son míos también tus problemas?
Todo cuanto tengo es tuyo, todo.
Tendrás tu propia casa.
No quiero que pases más apuros. Se acabaron las preocupaciones.
¡Emma!
¡Emma, querida!
Es el mejor ron que he bebido desde hace mucho tiempo.
Vuestra visita es una buena ocasión para abrir una botella.
Deberíais venir más a menudo. Cura las penas del corazón.
¡Capitán Hardy!
¡Qué alegría volver a veros!
¿Cómo no me anunciasteis vuestra visita?
La verdad, milady, pasaba casualmente por aquí...
...y se me ocurrió entrar a veros. - ¿Os quedaréis a almorzar?
Gracias, milady.
Madre, dile al cochero que saldremos a las dos.
Quiero tener a la niña antes de que oscurezca.
- Sí, hija. Voy a decírselo. - Venid conmigo, está en el jardín.
- Os enseñaré su obra de arte. - No quisiera molestarle, milady.
Sé que prefiere estar solo y olvidar el pasado.
¿Porque no quiere ver a St. Vincent y Keith...
...cuando le escriben esas cartas tan pomposas?
No, Hardy. Sois diferente. Sois un viejo amigo. Venid.
No. Esperad, lady Hamilton.
No he venido a verle a éI, sino a vos.
- ¿A mí? - Sí.
Aquí no nos puede oír nadie, ¿verdad?
No. Pero, ¿cuál es el misterio?
¿Es que... no leéis nunca los periódicos?
No, si no hay más remedio.
No nos interesan demasiado las noticias de la corte.
Ni los chismorreos ni los escándalos.
¿No os habéis enterado?
Bonaparte se ha proclamado emperador de Francia.
Sí, lo leímos.
¿Y qué pretende ahora?
Lo que ha pretendido siempre. La invasión a Inglaterra.
- ¡Qué ridiculez! - Eso nos pareció a todos, milady.
Cuando lo escuchamos. Pero es verdad. Esta paz no puede durar.
La romperá cualquier día. El emperador...
...se ha aliado con España.
Ha conseguido reunir una gran flota, sabe Dios cómo.
Está organizando transporte y construye barcazas sin parar.
Desde Boulogne a Brest, los puertos pesqueros están Ilenos de ellas.
Tiene un ejército esperando a ser embarcado.
Dentro de pocas semanas... sólo necesitará el viento a su favor.
Y lo que vos necesitáis...
...es a Nelson.
Sí, en efecto, milady.
¿Eso es todo? - Eso es todo, milady.
Comprendedlo...
Nelson es el único hombre que puede salvarnos.
Escuchadme, Hardy.
He ayudado a Inglaterra cuando ha sido posible. Pero esta vez no.
Buscad a otro que asuma el mando.
Keith, Parker o St. Vincent. Pero él no.
¿No lo comprendéis, Hardy? ¡Ha dado demasiado!
Su brazo, su vista, su salud. Necesita descanso y va a tenerlo.
Por primera vez en su vida ha encontrado la paz y la felicidad.
Y me encargaré de que no las pierda.
Deseáis que emplee mi influencia y lo haré.
Toda mi influencia para convencerle de que esta guerra no le concierne.
Eso es cuanto...
...tengo que decir.
Desde luego no impediré que habléis con él en el almuerzo.
- Se quedará? - No, gracias, milady.
Creo que es mejor... que me retire.
Adiós, Hardy.
PLAN DE DEFENSA DE LONDRES EN CASO DE INVASIÓN
¿Estás aquí? Creía que estarías vistiéndote. ¿Qué haces?
No llegaremos nunca si no te arreglas pronto. Y tengo hambre.
Mucha.
Creo que no debemos ir hoy, Horatio.
Será mejor que pasemos a recogerla mañana.
Después de que hayas ido al Almirantazgo.
¿Al Almirantazgo?
Hardy ha estado aquí. Quería hablar contigo.
Te necesitan otra vez.
Por lo visto la guerra va a empezar de nuevo.
Y no hay nadie más.
¿Le dijiste a Hardy que iría?
Sí.
Es lo que tú le hubieras contestado.
Estará helando esta noche en la carretera.
Si, me llevaré la manta que tengo para el despacho.
- Sí, voy por ella. - Deja, madre. Iré yo.
Lo ha pensado mejor y se ha ido.
No volverá nunca, madre.
21 DE OCTUBRE, 1805
FRENTE AL CABO DE TRAFALGAR
Vitoread a mis muchachos por esta gloria que aclamamos.
Una nueva victoria para este maravilloso año.
Para honraros os llamamos hombres libres y no esclavos...
...porque sois tan libres como los hijos de las olas.
De corazones de roble son nuestros barcos.
Nuestros muchachos, marineros alegres son.
Siempre estamos dispuestos.
Cuidado, chicos, cuidado.
Lucharemos y venceremos una y otra vez.
Sr. Plasco, quiero dirigir un saludo a la flota.
Sr. Plasco, un mensaje para mi flota.
Inglaterra confía que cada hombre cumplirá con su deber.
La siguiente orden será para emprender la acción.
Si vuestra excelencia me da permiso...
...para sustituir confianza por espera resultará más terminante.
Está bien, hacedlo.
¿Sabéis que los franceses tienen tiradores expertos en la costa?
Lo sé. ¿Por qué me lo decís?
¿Creéis que es prudente lucir esas condecoraciones?
Puede ser un buen blanco.
- Las gané en las batallas, ¿no? - Sí, pero...
Entonces, las llevaré en las batallas.
Inglaterra...
...espera...
...que...
...cada...
...hombre...
...cumpla...
...con...
...su...
...deber.
Vitoread a mis muchachos por esta gloria que aclamamos.
Una nueva victoria para este maravilloso año.
Para honraros os llamamos hombres libres y no esclavos...
...porque sois tan libres como los hijos de las olas.
De corazones de roble son nuestros barcos.
Nuestros muchachos, marineros alegres son.
Siempre estamos dispuestos.
Cuidado, chicos, cuidado.
Lucharemos y venceremos...
Están acercándose.
Capitán, la flota enemiga está a seis millas al oeste.
Almirante, la flota enemiga está a seis millas al oeste.
¡Preparaos!
- Están acercándose. - Sí, señor.
- A babor, fuego a discreción. - ¡A babor, fuego a discreción!
Mira, el almirante.
- Han acabado conmigo, Hardy. - No estáis malherido, ¿verdad?
Mi columna vertebral, la han atravesado.
- Os llevaré al doctor Banttie. - Quedaos en cubierta, Hardy.
Venid a verme luego.
Cubridme la cara, mis condecoraciones.
No quiero que mis hombres me vean.
Todo es inútil.
No tengo sensibilidad...
...en el pecho.
¡Mis fuerzas!
Sé lo que esto significa, doctor Banttie.
Estamos llegando al final.
Milord, desgraciadamente...
nada puede hacerse por vos.
¡Pobre Emma!
¿Qué va a ser de ella?
- ¿Qué son esos gritos? - Os están vitoreando, señor.
La flota francesa ha sido derrotada.
¿Por qué no viene Hardy?
- Quizá esté muerto. - Aún está en cubierta, señor.
Siguen gritando.
El buque insignia se ha rendido, sir.
¿Por qué no baja Hardy?
Le envía un mensaje, sir. Lucha contra Redoubtable.
Cuando le venza, bajará a verle.
¿Cómo va eso, Hardy?
Hemos capturado catorce de sus barcos, sir.
No es suficiente.
¡Veinte!
¡Veinte!
- No me tiréis por la borda, Hardy. - ¡No, sir!
Aún tenéis que hacer algo por mí.
Entregad a lady Hamilton mi cabello...
...y todo cuanto me pertenece.
No vais a morir, sir. No podéis morir.
Todo ha pasado, Hardy.
Todo ha pasado.
¡Sir!
¡Sir! ¡Ya son 18 barcos!
¡18! ¡Una gran victoria!
Gracias a Dios.
Ahora he cumplido con mi deber.
Que Dios os bendiga, Hardy.
Yo soy la resurrección, dijo el Señor.
Aquel que crea en mí, aunque haya muerto...
...resucitará.
Y quien crea en mí no morirá jamás.
Mi redentor vino al mundo y estará con nosotros.
El Señor nos los dio y el Señor nos lo ha quitado.
No trajimos nada a este mundo y nada debemos llevarnos.
Déjalo, Anna. Lo haré yo misma, gracias.
¡Milady!
¿Venís de Borstmouth, Hardy?
No, de Spithead, lady Hamilton.
He venido en el St. George, es nuestro barco más rápido.
El capitán Blackwood ha Ilevado la noticia a Londres.
¿Qué noticia es esa, Hardy?
Ha sido una gran victoria. La mayor que hemos conocido.
Eso es maravilloso.
Hace nueve días les presentamos combate en el Cabo de Trafalgar.
Combatían juntas las flotas de Francia y España.
Y fueron derrotadas.
Gracias a esta victoria, Inglaterra se ve libre de una invasión.
El primer cañonazo fue disparado poco después de las doce.
En una hora cinco barcos franceses habían arriado sus banderas.
Su plan era magnífico.
Colocó nuestra flota en línea de batalla atacando al enemigo...
...en su centro. Para dividirlo y dispersarlo.
Entonces...
...a eso de la una y media estábamos juntos en el puente de mando.
La batalla estaba en su apogeo.
Y el buque insignia francés, el Redoubtable...
...se acercó a nosotros entre la niebla.
Disparamos a uno y otro lado.
Tenía tanta confianza.
Cuando iniciamos la maniobra para...
Al atardecer...
...todo había terminado.
Vivió para saber que había conseguido su mayor victoria para Inglaterra.
Su... último pensamiento fue para vos, Milady.
Me ordenó que os entregara sus condecoraciones.
- ¿Y luego? - ¿Luego qué?
¿Qué pasó después?
No hay un luego.
No hay un después.