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Viajes migratorios
VOICE-OVER Si fuera posible, no creo que nadie quisiera marcharse de su país.
VOICE-OVER Fue horrible tener que dejar atrás a mi familia.
VOICE-OVER Lo mejor es estar en un país seguro en el que la gente tiene
VOICE-OVER libertad para decir lo que quiere.
Tuvimos que marcharnos de Irak sin decírselo a nadie.
Durante el viaje, en la carretera que conducía a la frontera de Irak con Siria,
nos encontramos con un tanque delante de nuestro coche.
Al principio, el soldado del tanque ondeó una bandera roja, así que nos paramos.
Después de un rato, el mismo soldado levantó una bandera naranja.
Esa bandera naranja se tenía que interpretar como una señal para prepararse,
igual que en un semáforo,
pero el conductor del coche empezó a avanzar.
Eso fue muy peligroso,
porque justo entonces el tanque empezó a disparar contra nuestro coche.
Soy kurdo iraní.
Tenía problemas políticos en mi país y,
un día, me tuve que marchar del país urgentemente.
Hablamos con el conductor y tuvimos que meternos en la parte de atrás del camión.
Había un espacio en medio,
de manera que nos metíamos y parecía que desapareciéramos,
nadie nos veía si abrían la puerta.
A veces el camión se paraba y el conductor decía “quiero descansar”,
y dormía durante unas diez horas, tras las cuales volvíamos a avanzar.
Pero cuando salí del camión no sabía dónde estaba.
Se lo pregunté al conductor y dijo “es el Reino Unido”.
Yo solo quería ir a un lugar seguro,
ni siquiera hablaba inglés, tenía mucha hambre,
llevaba cuatro o cinco días sin dormir.
Me marché de Filipinas en enero de 2002 con un grupo
de unas catorce personas.
Cuando llegamos a París le dije a mi amiga que me pellizcara.
¡No me creía que estuviera allí!
Estaba muy nervioso porque mi inglés no era demasiado bueno por aquel entonces,
así que cuando llegué aquí la comunicación era un poco difícil.
¡Antes de que llegara mi mujer solía comer pescado con patatas!
Al principio me costó mucho hacer amigos.
La gente no te hablaba porque eras diferente y,
si los veían hablándote, ellos también iban a ser distintos,
y lo sabían.
No sé si lo sabéis, pero en Portugal también hay un montón de migrantes.
Nos formamos una opinión cuando estamos en nuestro propio país y miramos a los migrantes,
pero al venir aquí os podéis imaginar que mi perspectiva ha cambiado mucho.
Ahora veo y entiendo los motivos por los que la gente lo hace,
y lo frágiles que son esas personas,
por no estar en el sitio en el que las cosas funcionan como ellos saben.
No pueden ver cada día a la gente que conocen.
Ahora, cuando voy a Portugal,
donde antes tenía muchos prejuicios sobre los migrantes,
ahora los miro y les deseo lo mejor. �