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Norte y Sur Tercera Parte
El señor Thornton ha llamado, señorita
- ¿El señor Thornton? - Está en el cuarto de estar.
¿No está Papá?
Ha preguntado por usted, Señorita, y el señor está fuera.
Muy bien. Voy.
¿Señor Thornton?
Mi querida Señorita Hale.
¿Cómo está?
- Estoy bien, gracias. - ¿Pero y la herida que recibió?
Me obligaría a hablar, Señor Thornton, mejor ni nombrarlo.
Sí, claro...
¿Podría darle las gracias por enviar a mi madre el colchón de inválida?
La alivia mucho.
Siempre estamos listos para ayudar de cualquier forma que podamos.
Gracias. Señor Thornton, por favor, dígame lo que ha pasado
como consecuencia de los disturbios de ayer.
No tengo noticias. No he salido de casa.
Mis colegas magistrados y yo estuvimos de acuerdo en que deberíamos presentar cargos
solamente contra Boucher y dos cabecillas que lo ayudaron.
Señorita Hale...
¿No cree que es injusto, Señor Thornton,
que siendo un magistrado debiera ejercer la autoridad
contra aquellos infortunados que le atacaron?
- ¿Infortunados, Señorita Hale? - Se mueren de hambre.
De momento,puede ser,pero no por mucho tiempo. La huelga no está otra cosa que terminada.
¿Terminada?
Bajo amenaza de largas sentencias de prisión, casi todos los hombres están dispuestos a jurar
que no participaron en las revueltas, que de hecho, están en contra.
Su manera de asegurarnos su falta de culpa es volviendo al trabajo,
según nuestros términos.
¿Y los irlandeses? ¿Qué pasa con los irlandeses?
Los que se quieran quedar pueden hacerlo.
Al resto se le pagará generosamente y se les devolverá a su casa.
Usted ha usado a esos irlandes para provocar la revuelta.
No, sólo para romper la huelga.
Pero, ¿no es eso despreciable?
¿Despreciable?
Mi querida Señorita Hale, he usado la astucia, es verdad.
Pero lo mismo que los trabajadores al abandonar su trabajo cuando más los necesitábamos.
La astucia es correcta en el comercio. El comercio depende de ella.
¿Y qué pasa con la humanidad? Los habría matado de hambre.
Pero si hubiera sido así, habría sido por su propia culpa.
Señorita Hale, habla de los señores
como si fueran una especie de ogros, chacales.
¿No lo entiende?
El amo puede arruinarse tanto como los hombres.
El amo debe correr una carrera no sólo contra los trabajadores
si no contra todos los demás amos, sus rivales.
Fácilmente mis colegas me pueden aplastar, ver a mi familia morir de hambre.
No hay piedad en nuestra filosofía, ni debería haber.
Añada su humanidad y los principios económicos,
la lógica clara por la que debo trabajar, pierde el sentido.
Mejor no deberíamos hablar de esto.
No, no, tiene... tiene razón.
Pero más allá de la fábrica, del mundo de los negocios
hay otra vida.
¿Perdón?
Señorita Hale, sé como ser agradecido, y la acción que hizo ayer...
No tiene nada que agradecer.
Cualquier mujer hubiera hecho lo mismo.
Más bien debería pedirle disculpas
por haber dicho palabras insensatas que lo enviaron al peligro.
Señorita Hale, no intente escapar de la expresión de mi gratitud, por favor.
- Procede de mi corazón. - Yo no escapo de nada.
Simplemente le digo que no me debe gratitud.
Cualquier expresión de ella es dolorosa para mí, pues no siento que la merezca.
Le debo mi vida, Señorita Hale, y estoy orgulloso de saberlo.
No importa lo que traiga el futuro, dolor o placer, llanto o alegría, se la debo.
Me escuchará.
Soy feliz porque vivo, porque se lo debo todo
a la mujer que amo.
La amo, Señorita Hale,
como no creo que jamás un hombre haya amado antes a una mujer.
Señor Thornton, me ofende.
¿La ofendo?
Por supuesto que lo hace.
Creo que imagina que mi conducta de ayer
fue un acto personal entre usted y yo.
No hubo nada de personal en mi acto,
y encuentro extremadamente poco caballeroso de usted que pensara que lo era.
Muy bien, no soy ningún caballero.
Pero exijo el derecho a expresar mis sentimientos.
Y yo no quiero oirlos. ¡Cómo se atreve a suponerlo así!
Porque, no había ningún hombre en toda esa muchedumbre del que no tuviera más lástima,
ni por el que no hubiera hecho lo poco que hice con más corazón.
Sí, ya soy muy consciente
de esas lástimas mal situadas de usted, Señorita Hale.
Me desprecia porque no me entiende.
No me interesa entenderle.
No, ya veo que no.
Usted es parcial e injusta.
Una palabra más.
Parece como si estuviera corrompida porque la amo yo.
No puede evitarlo.
Nunca he amado a ninguna mujer antes,
pero ahora amo, y amaré.
Pero no tenga miedo de demasiada expresión por mi parte.
No tengo miedo.
Nadie jamás se ha atrevido a ser impertinente conmigo,
y nadie lo será.
Pero, Señor Thornton...
Ha sido muy amable con mi padre y mi madre.
No nos separemos enfadándonos.
No, por favor.
Mis niños. Mis niños.
¿Dónde estáis?
Dixon, ¿dónde están mis niños?
La Señorita Margaret está abajo, señora.
Está hablando con el Señor Thornton.
- ¿Y Frederick? - ¿Frederick?
Dile a mi hijo que quiero verlo.
Querida señora, Frederick vive en España.
¿España? ¿Por qué se ha ido allí?
Ha vivido allí los últimos ocho años.
¿Ocho años?
¿No lo recuerda, señora?
Es un hombre buscado.
Su madre lo necesita.
Ahora, usted tiene un hija, una hija hermosa.
Piense en ella.
Sí, Margaret. Mi hija Margaret.
Dixon, ¿me la traes?
- Quiero hablar con ella. - Muy bien, señora.
- Dixon, ¿me la traes, por favor? - Sólo cálmese ahora. Cálmese.
Sí
Oh, aquí está, Señorita. El Señor Thornton se ha ido, ¿no?
- Sí. - Vaya, está temblando, Señorita.
No es nada. ¿Cómo está?
Oh, Margaret. Margaret, querida.
Mamá.
Dixon, ¿nos dejas? Quiero hablar con mi hija a solas.
Muy bien, señora.
Margaret, ¿lo encontrarás por mí?
- ¿A quién? - A Frederick.
- ¿A mi hermano? - Sí.
Me hará bien verlo. Debo verlo.
- Sí. - ¿Me lo traerás para mí?
Escríbele. Escríbele. Dile que lo quiero a mi lado.
- Él es mi hijo. Debería estar aquí. - Mamá, Mamá, ahora, tranquilidad
Por favor, ¿le escribirás? Escríbele.
Mamá, escúchame primero.
¿Hay algo que no me has dicho acerca de Frederick?
¿Algún secreto relacionado con él?
¿Por qué dices eso?
Tengo la sensación de que puede haber.
No.
Es un buen chico, un chico maravilloso. Escríbele.
Esperaré hasta que Papá vuelva.
Oh, no, Margaret, ahora, para que salga en el siguiente envío, o jamás lo volveré a ver.
Cogeré lápiz y papel.
- Le escribiré yo misma. - No. No, Mamá.
Tiéndete.
Me sentaré aquí junto a tí y le escribiré.
¿Lo harás?
Sí. Me verás hacerlo.
Es un buen chico.
Es mi hijo.
Debería estar aquí.
Su lugar está aquí.
Están detrás mía, la policía. Están detrás mía.
¿Qué esperas?
No hay ningún lugar para esconderese. Todo el mundo está asustado de hablar conmigo.
Ningún hombre me esconderá, ninguno.
- Tú no vas a parar aquí, eso está claro. - No lo estoy piediendo.
Solo...¿te importaría...te importaría cuidar de mi mujer y mis niños por un tiempo?
Sí, puedo hacer eso por tí.
¿Qué me va a pasar, Nick?
¿Como demonios voy a saberlo? Ahora tienes tus postres de verdad, eso tienes.
Por dos duros te delataría yo mismo a la policía.
¿Harías eso?
El comité dijo que ningún desorden, ni daño a la propiedad ni a la vida.
Has arrunidado la huelga, ¡eso has hecho!
En vez de trabajadores decentes, ¡nos pusiste a todos como puñeteros revolucionarios!
¡Estamos todos en el mismo saco por tu culpa!
Por dos duros, te delataría yo mismo. ¡Lo haría!
Tú y todos.
(Chilla)
Tú y todos.
¿Tú no lo delatarías?
Por dos duros lo haría.
No hay mucho que puedas hacer por él, Bess.
Haz lo que puedas por su mujer y sus hijos... Ahí, Bess. Ahí...
¡Oh, Dios!
Mi pequeña Bess.
Mi pequeña Bess.
- Acabo de llegar a casa, ¿Papá? - Sí, querida.
¿Qué has estado enseñando hoy?
El uso de las construcciones del gerundio en el acusativo y el dativo.
No a uno de mis alumnos más capaces. Nada se le queda.
Entra por un oído y sale por el otro.
Pobre Papá.
Pensar cuanto me agobio para que mis alumnos conozcan las glorias de Homero,
o la sublimidad de Virgilio.
Y no pueden entender la gramática más sencilla.
Oh, bueno, es mi destino, supongo.
¿Dónde has estado, mi hermosa doncella?
He estado en la oficina de correos, Papá, con una carta.
Una carta para Frederick.
Le he pedido que vuelva a casa.
- Has hecho... - Bueno, Mamá lo quiere junto a ella.
Y sé que es un camino largo para viajar...
- Margaret... - ¿Qué, Papá?
No sabes lo que has hecho. ¿Cómo podías?
Papá...
Tu madre, ¿fue ella quien sugirió que debía venir a casa?
- Sí. - Oh, mi pobre esposa.
- Debe estar perdiendo la cabeza. - ¿Puedes explicarlo, Papá?
Sí, debo hacerlo.
Debo.
Sientate, Margaret.
Dime, por favor.
Te hemos protegido de que sepas sobre tu hermano no por su ofensa
sino por las consecuencias legales.
Si vuelve a Inglaterra, podría estar regresando a su muerte.
¿Qué ha hecho?
- Lideró un motín mientras estaba en el mar. - ¿Un motín?
No, Margaret, déjame y te lo explicaré con tranquilidad
Frederick era teniente bajo el mando de cierto Capitán Reid,
un tirano que usaba a su tripulación para su propia diversión,
arriba y abajo por la jarcia así como tantas ratas y monos.
Un día algunos de los hombres estaban en lo alto del palo de la gavia
y este hombre, este diablo,
los mandó bajar,
amenazando al último de ellos con un látigo de nueve puntas
El hombre que estaba más lejos en el mástil
vió que era imposible para él adelantar a sus compañeros.
¿Qué podía hacer para escapar de esos horribles y crueles azotes?
Había una cuerda colgando a unos diez pies de él.
Se lanzó hacia ella en un intento desesperado de atraparla.
Pero falló.
Oh, no.
¿Y mi hermano lideró el motín?
Sí. Hubo una corte marcial
Algunos de los marineros fueron colgados en el penol.
Pero para Frederick, lo peor es que la corte,
los condenó a muerte,
ellos dijeron que habían sufrido haber sido llevados por el mal camino
por uno de sus oficiales superiores.
Lo he puesto de nuevo en peligro.
Pero tú no lo sabías.
Por otro lado, estoy contento.
Sí, ahora que se ha hecho, estoy contento de que la carta se ha enviado.
¿Contento?
Yo no lo hubiera hecho, pero estoy agradecido de que sea así.
Frederick nunca me hubiera perdonado el haberlo apartado de su madre
en sus últimas horas.
¿Sirvo el almuerzo ahora, señor?
Gracias, Dixon.
El riesgo que él tendrá que tomar.
Sí, sí, Frederick debe estar escondido.
Tendremos a Dixon que guardará la puerta como un dragón.
Pero, Margaret, cualquiera que sea el riesgo,
se ha hecho lo correcto.
Conozco a mi hijo. Es un hombre honorable.
Sé qué lo que desearía que se dijera de él en un momento así.
(Habla latín).
Una de las odas de Horacio, querida mía.
Puso el honor por delante de lo cauteloso y lógico.
¿Y bueno?
(Se aclara la garganta)
¿Dónde has estado todo el día?
Oh, caminando, Madre, caminando.
Los dos necesitaréis un repertorio de ropa para el hogar,
así que he estado descosiendo mis iniciales,
y sustituyéndolas por las de ella.
Nadie me quiere excepto tú, Madre.
El amor de una madre está dado por Dios, John.
Se agarra pronto, para siempre.
El amor de una chica es como una ráfaga de humo.
Así que no serás suyo, ¿verdad?
Bueno, has hecho lo honorable, eso es lo que importa.
No estoy hecho para ella, Madre, sabía que no.
Ése no es el tema.
La amo más que nunca.
No lo puedo evitar.
- La quiero - Y yo la odio.
He hecho todo lo que podía para darle la bienvenida.
Habría hecho todo lo posible para hacerla feliz, si te hubiera aceptado.
Pero ahora conocemos su verdadera naturaleza. No merece el amor de ningún hombre.
¡Para!
Sigue si quieres, pero preguntate esto,
¿haría cualquier chica con modestia lo que ella ha hecho?
No aguantaré ninguna palabra contra ella.
Soy la mujer que te trajo al mundo.
Y tu pena es mi agonía.
Y si tu no la odias, yo lo haré.
¡No lo digas, Madre!
¡No lo digas!
A ella no le importo y eso es suficiente.
No quiero hablar de ella nunca más.
Con todo mi corazón.
Sólo deseo que a ella y el resto de su familia
los mandaran volando al lugar de donde salieron.
Se han sacado órdenes judiciales para los tres cabecillas.
La huelga está casi acabada.
(Perros ladrando)
(Pasos acercándose)
(Gemidos)
¿Qué pasa contigo?
Bess.
Bess...
¿Pá?
- ¿Pá? - Está muerta.
Solo está muerta, Mary.
Ahora nada puede hacerle daño, Mary. Nada puede hacerle daño.
Ninguna de las penas de la vida puede tocarla más
Mi Bessy.
Mi pequeña Bess.
Has vivido la vida de un perro, primero trabajo, luego enfermedad.
¿Uh?
Y morir sin conocer ni un momento de alegría en toda su vida,
ahora, eso es justo, ¿es justo?
Ella creía en el Cielo, ya sabes, creía en la ciudad de Dios.
Bueno, dejemos que haya un Dios para tí.
Todo lo demás es muy cruel.
Tenía esperanza...esperanza en puertas doradas y ángeles.
Yo tenía esperanza de una vida mejor en la Tierra, ¿a dónde nos ha llevado, eh?
Pero teníamos esperanza.
La esperanza nos mantiene vivos.
Tenías más que tu parte considerable en ello, ¿verdad?
Porque no hay...
...no hay nada más.
Están trabajando de nuevo, John.
Tu fábrica.
- Y es tu triunfo. - ¿Triunfo?
Los has hecho agacharse.
Mantenlos así en el futuro.
No hay ningún hombre ahí que no esté dispuesto a jurar
que no tuvo nada que ver con la huelga,
que jamás perteneció al sindicato,
que nunca estuvo en el patio amenazándome y...
Sí.
Oh, por cierto, he ido a ver a la Señora Hale, Madre.
Le llevé fruta.
¿Qué?
La mujer se está muriendo.
Era lo menos que podía hacer.
Preguntó por tí.
Cree que eres una dama muy buena y sabia.
- No hace falta reirse de mí. - Pero lo dijo.
Piensa mucho en tí. Quiere que vayas a visitarla.
- ¿Visitarla? ¿Yo? - Insistó en ello.
Yo...creo que hay algo que ella te quiere decir.
- ¿Decirme el qué? - No lo sé.
Estaba obsesionada con ello. Me insistía una y otra vez en darte el mensaje
Ella quiere verte. ¿Irás?
No lo he decidido.
Si no lo haces, pensaré que es por un prejuicio injusto que tienes contra toda la familia.
Irás. ¿no?
Si lo hago, será por tí, no por nadie más.
Gracias, Madre.
Señora, la Señora Thornton ha venido a verla.
La Señora Thornton, sí.
DIXON: si me sigue por aquí, señora.
Sea lo suficientemente buena como para dejarme con ella, por favor.
Muy bien, señora. Toque la campana si hay algo que necesite.
Señora Thornton.
Sí.
¿No se sienta?
Estoy contenta porque haya venido. Es sobre Margaret.
Mi hija Margaret.
Se quedará sin madre.
Una chica joven en un lugar extraño.
Sin nadie, sin familiares, sin nadie que la guíe.
Siento lástima por su ansiedad.
Sea amiga suya.
¿Desea que sea una amiga para la Señorita Hale?
Sí.
Seré una verdadera amiga si las circunstancias lo precisan,
pero no seré una amiga tierna, eso es imposible.
Si usted lo desea.
Si la veo haciendo algo que considere incorrecto...
¿Incorrecto? Margaret jamás haría algo incorrecto de forma obstinada.
Cuando ocurra, se lo diré,
verdadera y claramente a la cara, como haría con mi propia hija.
Gracias por... su amabilidad.
No es amabilidad.
Es una obligación con usted, que será realizada.
Gracias.
- Parecía muy llena de paz, Dixon. - Sí, la pequeña y pobre Bessy.
Le he dicho a su hermana Mary que puede venir y limpiara para nosotros.
Sí, Señorita.
Creo...creo que debería decírselo, Señorita,
La Señora Thornton está arriba.
- ¿La Señora Thornton? - Vino a ver a su madre.
- Buenos días. - Buenos días, Señor Hale.
- Buenos días, Señorita Hale. - Es muy amable de su parte visitar a Mamá.
- Papá y yo lo apreciamos tanto - Desde luego que sí, señora.
Fue una obligación de mi hijo. Me pidió que viniera.
No esperaba ver a la Señora Hale en una condición tan mala.
- Tenga mis condolencias, señor. - Gracias.
Buenos días, Señor Hale y Señorita Hale.
Buenos días, Señora Thornton.
Buenos días, señora.
A esa mujer no le gusta usted, Señorita Margaret, y eso es verdad.
Por favor, Dixon, por favor. No es momento de peleas.
Mi pobre mujer.
Ven, Margaret, quédate conmigo.
Ahora vivo sobretodo a través de tu fuerza, me temo.
(Llaman a la puerta)
(Llaman a la puerta)
¿Es ésta la casa del Señor Hale?
Frederick.
Margaret.
- Mi madre, ¿está viva? - Sí.
Querido, querido Frederick.
Pese a lo enferma que pueda estar, aún está viva.
Gracias a Dios.
¡Papá!
Papá, ¡adivina quién está aquí!
Frederick, hijo mío, estás en casa.
- Padre. - Menudo hombre estás hecho. Menudo hombre.
¿Cómo estás, Padre? ¿Y tu salud?
El cuerpo está bien. La pena está en la mente.
Me preocupa enormemente no haber estado aquí contigo. ¿Madre ha sufrido mucho?
Señor Hale: Me temo que sí.
Oh, pensar que tu regreso, que me trae tanta alegría,
llega en un momento tan trágico.
Pero vamos dentro. Quiero verte bien.
- ¿Están las contraventanas cerradas? - Ah, las contraventanas.
Margaret, las contraventanas.
Frederick, estás totalmente a salvo.
Mi niño. Mi niño.
Jamás he visto a hombre estar tan bien.
Mi hermano.
Debeis darle las gracias a la luz del sol española.
El Sól, me temo que lo veemos tan poco por aquí.
- Mi querido hermano, estás tan... - Dilo, Margaret.
Tan atractivo. Sí, atractivo.
Puedo entender tu sorpresa.
No te ha visto desde que era una niña.
¿Te acuerdas, Frederick, como los dos y tu madre
fuimos a Harley Street, tú en tu uniforme,
para despedirte de ella antes de partir hacia el Oceano Índico?
Oh, estabas tan orgulloso, tan orgulloso.
- Míranos ahora. - Padre.
Yo, un disidente, repudiado por la Iglesia.
Tú, un fugitivo con un precio en tu cabeza.
Y mi pobre mujer allí arriba.
- Por favor, Papá. - (Habla en Latín).
Cómo me maldigo por no haber sido capaz de hacer un papel adecuado
en las desgracias de nuestra familia.
No te maldigas. No debes hablar así.
Perdóname. Mi valor se ha vuelto débil.
Perdóname. Has arriesgado tu vida viniendo aquí.
Eres tú el que debe perdonarme. He traído la vergüenza sobre todos nosotros.
Por favor, no hablemos ni de perdón ni de vergüenza.
Somos una familia. Nos queremos.
Además, toda la conversación es inútil cuando recordamos el propósito de tu vista.
Vuestra madre ha sido mi apoyo, mi...roca
de esta vida terrnal durante tantos años.
Pensar en su pérdida es casi insoportable.
Es eso lo que trae mi fragilidad de espíritu.
Vamos juntos, Padre.
Y tú, Margaret.
La familia junta una vez más.
- Es lo que Madre quiere. - Sí.
Su último deseo.
Vamos, queridos míos, nos hemos retrasado demasiado tiempo.
Frederick.
- Señorit Frederick. - Dixon.
Mi muy querida Dixon.
Al fin ha venido. Ha venido a su madre.
Lo llamaba. Ha estado llamando por usted día y noche.
¿Cómo está?
Me temo que pudiera ser demasiado tarde.
Mamá.
Mi querida, querida Mamá.
Es Frederick, tu hijo.
¿No puedes hablarme?
¿No puedes abrir los ojos?
Estoy aquí, Mamá.
Aquí estoy al fin.
Tu hijo.
No le reconocerá.
Me temo que es el final.
Pero ella debe.
Mamá. Mamá, por favor.
Ella debe verlo. Ella lo debe.
Oh, Papá.
Ha venido hasta aquí y ella lo ha anhelado tanto.
Oh, por favor, Dios.
(Habla en Latín)
Señor, sálvame de la locura, tú que das la razón.
¡Razón! ¿Es esto justo?
Frederick. Has vuelto.
Mamá.
Frederick.
María.
Está muerta.
- Oh, mi Maria. - Padre.
(Gime)
Dejádme.
Dejádme, todos vosotros.
Era mi esposa.
- Frederick. - Sí.
Haz algo por nosotros, por mí.
¿El qué?
Vete.
- Vete. Vete ahora. - (Se abre una puerta)
- Y vete deprisa. - ¿Irme?
No deberías estar aquí.
Conozco el riesgo en el que te he metido.
Has hecho todo lo que era necesario.
Pero Padre y el funeral... No puedo desertaros ahora.
Sé lo que hay en tu corazón, querido hermano.
Pero piensa en lo que pasará si te atrapan, a tí y a nosotros.
La Señorita Margaret tiene razón.
Hay un tren hacia Londres a medianoche.
Si tienes que esperar a un barco, busca a Henry Lennox.
- ¿Lennox? - Nuestro abogado.
Su dirección es Portland Place, 5. Pídele que te ayude.
Un consejo seguro, Señorita.
Presenta tus respetos a nuestro padre y vete.
Si nos amas, Frederick, por favor.
Sí, muy bien.
Te acompañaré a la estación de ferrocarril.
- Frederick. - ¿Sí, Margaret?
No vayamos al andén aún.
Si ves a Henry Lennox en Londres, pregúntale si tu caso se puede reabrir.
Querida hermana, los abogados no pueden hacerme mucho bien.
Pero si pudiera encontrar testigos, si suficiente gente hablará en tu favor,
¿seguramente el Almirantazgo reconocería cuánto te provocaron?
Por tí, Margaret, lo haré.
Pero si hay algún peligro, no te quedes en Londres. ¿Lo prometes?
Oh, querida hermana.
Querida y amada hermana.
(Suena el silbato del tren)
Ah, Señor Thornton, señor. Uno de sus envíos nocturnos, ¿eh?
Oh, sí. ¿Pondría esto en el ***ón del guarda?
- Muy bien, señor. - Aquí.
Muy amable de su parte, señor. Muy amable.
(Un guardia toca un silbato)
No, Walter. No debes ser travieso.
Oh, vamos, ***, por favor.
Vale, solo uno pequeñito.
- Oh, ***. - No, Walter, no.
- Estás siendo horrible. - ¿Horrible?
No te permito ser ni travieso ni horrible... hasta que estemos casados.
- Pero sólo quedan tres meses. - No.
- Buenas tardes, Walter. - John.
Y yo no soy como algunas chicas que podría mencionar, Walter.
¿Oh?
Chicas a las que se las ve en las estaciones de tren a medianoche.
abrazando a extraños.
¿Dónde lo has oído?
Por lo que se sabe, tú estabas allí tambien,
siendo testigo de todo, se te ven los celos por toda la cara.
¿Quién te lo dijo?
Bueno, si debes saberlo me lo dijo un pajarito.
- Me vas a responder, ¿a qué sí? - Tranquilo, viejo amigo.
Eso está bien, Wally. Díselo.
Me van a tratar con respeto en el futuro.
- ***. - ¿De qué va todo esto, John?
- Es verdad, ¿no? - Eso no es lo que estoy preguntando.
¿Quién te lo dijo?
Bueno, si tienes que sabero, fue Jane.
¿Jane?
Su novio trabaja en la oficina de reservas.
¿Así que escuchas los chismes de los sirvientes?
No son chismes.
Mantén la boca cerrada. No dejemos que esto vaya más allá.
John tiene razón.
Debes recordar que, la reputación de una dama está en juego.
Margaret Hale no es una dama.
***, no debes cotillear de esa manera.
¡Ooh! ¡Ooh, cómo te atreves a ponerte de su lado!
(Refunfuña)
Siento eso, viejo amigo.
Oh, está bien.
No es su culpa. Es mi culpa.
Mientras te tengo para mí, John,
Me gustaría traerte a colación el tema de cosechar.
- ¿Cosechar? - Cosecha, mientras brille el Sol.
Créeme, John, no brillará por mucho tiempo.
No estoy seguro de entenderte, Walter.
Una vez que el Parlamente traiga su nuevo proyecto ley sobre compañías,
nada será tan flexible como era.
Ya sabes, John, con el registro obligatorio de las compañías,
tenemos que hacer dinero antes de que el proyecto se convierta en ley.
No estoy interesado en esa clase de tretas, Walter.
Deberías. El tiempo se acaba, viejo amigo.
Ahora, mira, estamos de acuerdo respecto a la dote.
Te casas con mi hermana y le meto en su cuenta la suma acordada y nada más.
Todo lo que digo es que un buen hecho obliga a otro
No voy a lanzar en bolsa una compañía de acciones fraudulentas.
Te diré esto.
La huelga ha llamado la atención del coste de los obreros en la querida vieja Inglaterra.
Nuestro mercado de algodón no sólo se ha puesto enfermo sino completamente tuberculoso.
No me tienes que decir eso. Sé donde estamos.
(Suena un gong)
La hora del té, Walter.
- Estás sonriendo, Margaret. - Sí, Papá.
Es bueno verlo.
¿De quién es la carta?
De Henry Lennox.
Frederick lo vió en Londres y Henry accedió a ayudarlo.
Ah, eso está bien.
Ahora, dime qué hay en tu carta.
Es de tu padrino, el Señor Bell.
Me dice una vez lo muy apenado que estuvo
por no poder asistir al funeral.
Está un poquito mayor para hacer el viaje.
Y además, tiene que atender a todos esos estudiantes.
Sí, la suya es una gran responsabilidad.
Me pide que lo visite, que vaya y me quede.
¿Ir a Oxford?
Sí.
Pero debes ir, Papá, debes.
Margaret, olvidas que tengo una responsabilidad para con mis alumnos también.
Además, no sé como sería recibido en Oxford.
Pero debes acepar la invitación del Señor Bell.
Bueno, una vez que esté libre para ir, quizás, sí.
Ahora, Margaret, ¿sabes lo que me gustaría que hicieramos ahora?
No.
Cuando me levanté esta mañana, tenía unos pensamientos tan melancólicos
que me dije a mí mismo,
''Richard Hale, la única manera de olvidar tu pena es pensar en la de otros.''
¿Y bien?
Vamonos y veamos al Señor Higgins.
Sabe, he estado pensando en marcharme, Señor Hale.
Me iré caminando, hacia el Sur, quizás,
lo intentaré y encontraré trabajo.
¿Nadie le dará un trabajo por aquí debido a la huelga?
Llevaba el comité del sindicato, Margaret. Ellos no olvida eso fácilmente.
Pero nunca agitó ese disturbio.
Oh, no, estaba en contra. Era obra de Boucher, ese tonto.
Teníamos a la opinión pública de nuestro lado,
y entonces él y los de su tipo comenzaron la revuelta y a romper las leyes.
Entonces, se acabó todo, la huelga.
¿Qué le ha sucedido al Señor Boucher?
Oh, primero se escondía, luego Thornton, consiguiéndolo a su manera,
canceló las acusaciones contra los alborotadores,
así que Boucher se dejó caer por su casa y no enseñó la cara por un día o dos.
Eh, ¿entonces qué piensa qué ocurrió?
Fue a su patrono y le dijo que le diera de nuevo el trabajo,
que le contaría todo lo que sabía de nuestros procedimientos, ése Judas "bueno para nada"
Pero lo diré por Hamper, y se lo agradeceré hasta el día que muera,
ahuyentó a Boucher.
- ¿En serio? - Sí. No lo escucharía.
Ni una palabra. Dijo que el traidor salió andando llorando como un bebé.
(Una multitud se acerca)
¿Qué es ese ruido?
Fuera del camino, ahora, fuera del camino.
Sé donde vive. Es...
Es esta casa de aquí en...en la esquina.
Ahora, esperad aquí.
- ¿Qué ha ocurrido? - Boucher.
Lo encontraron en el arroyo, en el campo aquel.
-¿No a Boucher? - En el arroyo.
¿En el arroyo? Pero si no hay agua suficiente como para ahogarse allí.
Era un tío con determinación. Metió la cabeza hacia dentro.
- Estaba harto de vivir. - Boucher, Boucher.
¿Por qué lo hiciste, tonto?
Higgins, que lo conocía. Ve y díselo a su mujer
¿Decírselo a su mujer?
Hazlo con amabilidad, hombre, pero hazlo rápido. No podemos dejarlo aquí por mucho tiempo.
No puedo ir. No me lo pidáis. No puedo aguantarlo.
Pero tú la conoces mejor, mucho más que nosotros.
- No puedo hacerlo. - Alguien debe ir y decírselo.
Papá, ¿vas tú?
Sí, claro, pero...
- Iré yo. - ¿Tú, Margaret?
Señorita, por aquí.
- ¿Señora Boucher? - Sí.
- Me llamo Margaret Hale. - Te conozco.
- Eres amiga de Higgins. - Sí.
- Vamos adentro. - (Chillidos de niños)
Ada, ve y hazlos callar.
Haré que papá les de con el cinturón. Diles eso.
Nos ha dejado. No sé dónde está.
Nos ha dejado. No tengo "papeo" para los niños.
- Eso los vuelve locos. - (Gritos).
Callad el escándalo "o" os enteraréis. Si voy, os enteraréis.
- Señora Boucher... - Él volverá.
No lo dejarán sin trabajo en la ciudad.
Se ha ido a vagabundear a Greenfleld, a ver si alguien se lo coge.
- Señora Boucher... - ¿Sí?
- Me temo que... - ¿Qué te pasa?
¿Por qué me estás mirando así?
¿Por qué has venido aquí? ¿Qué ocurre?
- Me temo que debo decírle que... - ¿Dónde está John?
¿Muerto?
Oh, Dios.
¿Cómo?
Se ahogó.
¿Ahogado?
¿Dónde está?
Allí fuera. Los hombres lo han traído.
Los niños.
¿Ella lo sabe? Los hombres deben estar juntos, tenían que hablar.
Nos llevaremos cada uno, un niño a nuestras casas,
cuidándoles hasta que las cosas se calmen.
- Dígaselo, ¿lo hará? - Lo he oído.
Gracias.
¿Dónde está?
Junto a los escalones.
¿Es él?
- ¿Te molesto? - No.
¿Qué estás estudiando?
- ¿Griego? - Sí.
¿Disfrutas con eso?
(Suspira)
Lees acerca de luchas heroicas,
pero, a la vez, sientes el rasgo conmovedor que yace en el esfuerzo humano.
Tiene una influencia calmante.
Bien, eso es lo que quiero para tí, hijo mío.
Paz.
Has sufrido mucho.
Si quieres paz, paz de verdad...
...no debe haber secretos.
Nada que ocultar.
Debemos abrir nuestros corazones el uno al otro, John.
No te entiendo, Madre.
He esperado pacientemente a que me lo dijeras.
Sencillamente dime lo que te tortura.
Bueno, te tortura, ¿no es verdad? Dilo
Todo será como era antes.
¿Antes de qué?
Antes de que ella viniera.
Te lo he dicho, la he echado de mi pensamiento.
¿En serio? Entonces ¿por qué la proteges a ella y a su maldad?
¿De qué estás hablando, Madre?
La estación del tren.
Ya veo.
¿Quién te lo dijo? ¿Fue *** o fue una criada?
Ambas.
Estoy seguro de que perfectamente, hay una explicación sencilla.
En esta casa hablamos con claridad, John.
¿Aceptas que el hombre de la estación del tren es su amante?
Sí.
No quería actuar por un rumor,
sino ahora que tengo de testigos a tus ojos, que la vieron.
¿Por qué te empecinas en torturarme?
Ahora puedo ir sin la mínima duda.
¿Ir a dónde?
Le prometé a la Señora Hale cuando se estaba muriendo,
le prometí, que tenía pruebas de la maldad de su hija,
Me enfrentaría a ella con las pruebas.
Es una promesa sagrada, John. Debe hacerse.
No aguantará eso jamás, Madre.
Tendrá que aguantarlo si hablo en nombre de su madre muerta.
Sí, vale, bueno, desde luego, debes ir.
Solo no me hables más de ello. No puedo aguantar oírlo.
Sé amable con ella, Madre.
- ¿Amable? - Sí.
No prometí amabilidad.
Tiene una visita, Señorita.
- ¿Un visita? - La Señora Thornton.
Bueno, que entre. Acompáñala dentro, ¿de acuerdo?
DIXON: Venga por aquí, señora.
La Señora Thornton, Señorita Hale.
Qué amable venir a preguntar por mí, Señora Thornton. Siéntese, por favor.
Gracias.
Prefiero que no.
Señorita Hale, tengo que hacer un deber.
Es uno que encuentro de muy mal gusto, pero debe hacerse.
¿Oh?
En el curso normal de eventos, la forma de vida que ha elegido
no sería de interés para mí.
Pero le dí una promesa solemne a su madre.
No me confunda, era una promesa solemne para una mujer que estaba muriendo.
que sospechaba y temía de la naturaleza de su hija.
¿Perdón?
Su madre no estaba ciega.
Podía ver, como podemos ver todos,
sus inclinaciones infelices sobre la inmodestia.
Señora Thornton, ¿¡cómo se atreve!?
Estoy segura de que conoce
el degradante espectáculo público que está haciendo de sí misma.
Ya veo.
Me vieron en la estación del tren, tarde por la noche,
con los brazos alrededor de un caballero.
Lo confiesa.
¿No puede pensar de ninguna otra circunstancia,
sabiendo el daño que está haciendo en la reputación de una mujer?
¿No puede concebir otra explicación?
Es usted quien debe justificarse ante mí.
Oh, no, Señora Thornton, ¡se equivoca!
Cuando la inocencia debe justificarse asímisma,
entonces la sociedad es la esclava de aquellos con una mente malvada.
Usted es la acusadora, Señora Thornton. espero que esté segura de sus fuentes.
Porque yo ni lo necesito ni me justificaré.
¿Tiene algo más que decir?
No.
Entonces debe permitirme dejarla.
Subtítulos de ElizzyB para PorSiempreOyP, El Salón de Té y los amantes de los buenos libros