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"...y la contribución esencial de muchos otros, presentan:"
BASADO EN LA NOVELA DE ALFRED DÖBLIN.
PELÍCULA EN 13 EPISODIOS Y UN EPÍLOGO.
Podrían poner más farolas.
¿Qué quieren que haga uno? Si no le dejan trabajar...
¿Qué ha pasado?
Nada, estuve a punto de tener problemas.
Tenía una silla en la mano,
pero por suerte no tuve que golpearle. No quería,
y cuando le pego a alguien siempre me equivoco.
Esto es, alguien como yo, que ya ha pegado antes,
y siempre se ha equivocado,
y me condenaron porque yo
me equivoqué.
¿Por qué me miras así? No hice nada,
no ocurrió nada, estoy contigo.
¿Tuviste problemas por lo de la esvástica?
Había unos tipos con los que iba antes,
de los Rojos. Sí, porque creía lo que me decían.
La mayoría de los trabajos que se consiguen hoy,
hay algo que huele mal.
Tú dijiste que debería vender el Völkischer Beobachter.
Sí que lo dije,
y esperaba que iría bien.
Pero sabía que al final ocurriría algo.
Es una de las cosas que no puedo entender.
Me hace sentir un idiota, un cabeza hueca.
Sabes qué, Franz, tengo una idea.
Eso de los periódicos, del Völkischer Beobachter,
déjalo de momento, sólo te causará problemas.
Si tú crees, lo olvidaremos.
Sí, olvídalo. He recordado que tengo un tío.
¿Tienes un tío? Eso no me lo habías dicho.
No es un verdadero tío, sino un amigo de mi padre,
y venía a nuestra casa cuando yo era pequeña,
y es un buen tipo, sabe un par de cosas.
el sabrá algo seguro, y nos ayudará
con este no saber nunca que pasará mañana.
"lll. Un martillazo en la cabeza puede dañar el alma."
La pequeña Lina Przyballa de Cernowitz.
¿Cuánto tiempo habrá pasado?
Al menos 10 ó 12 años.
Es verdad, 12 años, deben de haber sido 12 años.
12 años.
¿Y... la tía Elizabeth?
Hace mucho que murió.
Simplemente así, sin avisarme.
Se murió de repente.
¿Y éste es tu prometido?
Sí, mi prometido, Franz.
Tegel.
Eso es, cuatro años.
Parado, ¿eh?
Eso es. Parado desde hace 2 años.
Me llamo Franz.
Yo Otto.
Eh, no está mal tu tío.
Así que es tu prometido. ¿Algo de beber?
Si tienes una cerveza...
Cerveza es casi lo único que siempre tengo en casa.
Parece ser una enfermedad contagiosa, el desempleo.
Contagioso, ¿eh?
Sí, eso debe ser.
Oye, mira: la mala suerte conduce a la buena.
"Es mejor andar con un amigo", de E. Fischer.
Qué curioso, un periódico con poemas en 1ª plana.
"Andar a solas, una tarea difícil,
el pie tropieza, el corazón se llena de miedo;
es mejor andar con un amigo.
Que te sostenga si estás a punto de caer.
Y que tire de ti si estás cansado.
Es mejor andar con un amigo.
A ti, viajero silencioso a través del mundo y del tiempo,
que Jesucristo te acompañe.
Es mejor andar con un amigo. El conoce el camino.
El conoce el sendero y te ayudará con consejos y actos,
es mejor andar con un amigo."
Qué bonito, ¿no?
Depende de cómo lo mires.
De momento preferiría beber algo.
Gracias.
Salud.
¿Y llevas parado dos años?
Eso es, casi dos años. Pero no me preocupa.
Hay más que de sobra para hacer.
¿Y cómo lo haces, tú solo...
...y sin empleo?
Bueno, ya sabes...
Negocio con los cordones.
Probé un par de cosas entre medio,
pero lo mejor es lo de los cordones.
No te metes en tantos follones,
y la gente siempre necesita cordones.
Cordones. ¿Qué opinas de eso?
Qué puedo decir yo de los cordones.
Claro, cordones.
Dime,
sólo una pregunta, sobre los cordones.
¿Crees que podrías hacer algo
por Franz, con los cordones?
Por qué no. Los cordones siempre se venden.
Y uno más o menos no cambia nada.
Cordones. Venga, Franz, ¿no estás contento?
Sí, lo entiendo,
cordones, yo también me alegro.
Cordones, ¿por qué no lo pensé yo misma?
Sabía que el tío Lüders nos ayudaría.
Es verdad, tú lo sabías.
Salud.
Ha venido el Sr. Meck. Lleva esperando un buen rato.
Creo que se ha dormido. Cuando yo estaba dentro,
hace un rato, estaba profundamente dormido.
¡Arriba, policía!
¿Sabes que podrías matar a alguien de un susto?
A algunos, Meck, sólo a algunos, no a todos.
Así no puedes matar a todo el mundo de un susto.
Uno ha de saber por qué.
Me has asustado de veras.
Hace mucho que no te vemos, Meck.
He estado fuera unas semanas, en un centro de salud.
Sí, un centro de salud.
Ah, claro, ahora lo llaman centro de salud.
Centro de salud, entiendo.
No, no es lo que piensas.
Estaba descansando, no un centro de salud,
sólo descansando.
¿Y qué más?
Pues, cuando he vuelto hoy,
fui al bar de Max,
y me contó esa historia de Dreske y la esvástica
y el Völkischer Beobachter y todo eso,
y entonces pensé pasarme por aquí,
quizá yo podría ayudarte.
¿Cómo?
¿Cómo puedes ayudarme?
Ya sabes, Franz, es...
...no es fácil decirlo, pensé que como tú...
hasta ahora tenías problemas con todo, creí...
No te vuelvas, me estoy desnudando.
Venga, suéltalo.
No es fácil de decir.
Pensé...
...que como nada te ha funcionado aún, pensé.
¿Es algún negocio turbio?
¿Cómo que "negocio turbio"? No puedes olvidar
cómo están los tiempos. ¿Cómo ha de ganar uno dinero?
No, Meck, lo siento, aunque me muera de hambre.
Lo juré. Me juré a mí mismo que seguiría siendo honrado,
y que no volvería a hacer nada ilegal,
que seguiría honrado. Lo juré, aunque me muera de hambre.
Pensé que podría ayudarte.
Gracias, Meck. Sé que tu intención era buena.
Pero cuando yo juro algo, va en serio,
y además, ahora estoy metido en cordones.
Sí, quizá esta vez funcione.
¿Cordones?
Sí, puerta a puerta, piso a piso.
Hombre, la gente siempre necesita cordones.
Sí, sin resentimientos. Adiós, Franz. Adiós, Lina.
Yo creo en nosotros, Franz.
Creo en nosotros todo el tiempo.
Tú te pones en el lado derecho y yo en el izquierdo, ¿vale?
Es que llevo en el lado derecho 5 días seguidos,
y casi nada me ha salido bien. Déjame la izquierda,
quizá tenga más suerte.
La voluntad del hombre es su reino.
No tengo un monopolio en la parte izquierda.
Estoy seguro de que tendré más suerte en la izquierda.
Te veo más tarde en Max.
Hasta luego en Max.
Buena suerte.
Gracias, la necesito.
Eres feliz si olvidas
lo que no se puede cambiar.
Sí, ¿qué quiere?
Cordones, señora, cordones de todos los colores,
y de tres longitudes distintas.
Los cordones, como sabrá, se rompen muy fácilmente.
Seguro que su marido necesita urgentemente alguno.
Mi marido está muerto.
Discúlpeme.
Le ruego me disculpe.
Lo siento por usted.
No ha de pedir disculpas. No podía saberlo.
Acabo de hacer café.
Si quiere, hay suficiente para los dos.
Encantado.
Siempre viene bien un café caliente,
o algo así.
Bueno, pues... pase.
Entre, puede poner sus cosas en la percha.
¿Era su marido?
Sí, era mi marido.
Cuando lo vi a Vd. creí que era él el que tenía delante,
creí que había vuelto,
de entre los muertos, pensé.
No hace mucho, ¿verdad?
No, no hace mucho.
Sabe,
la nostalgia
devora todo lo que hay bajo la piel.
Gracias.
¿Ha visto a un hombre con un abrigo de piel?
¿Con abrigo de piel? No, a nadie.
Gracias. ¿Ha visto a un hombre con abrigo de piel?
Al fin.
2 de guisantes con oreja de cerdo.
Lo tengo.
¿Has ganado la lotería?
¿Qué ha ocurrido?
Adivina.
Suéltalo. ¿Qué ha pasado?
Echa un vistazo.
Dos de diez...
¿Qué tal vamos ahora? Lo logramos,
20 marcos, lo logramos, ¿lo entiendes?
Que me aspen.
Y no como tu piensas, bajo mano, no señor.
Totalmente honrados,
de manera decente, ¿entiendes?
Ahí va.
Dame cambio, necesito dos de cinco.
¿Ha visto a un hombre con un abrigo de piel?
Llamé a la puerta y me abrió una mujer.
Le pregunté si necesitaba algo para su marido,
y cuando miré bien, vi que era viuda,
vestida de ***, ya sabes.
Y ella me miró de un modo raro.
Y yo no tenía ni idea de qué estaba pasando.
Luego me pregunta si quiero una taza de café.
Claro que sí. Luego entramos,
y había una foto de su marido allí colgada,
y era clavadito a mí, podía ser mi gemelo.
Luego nos bebimos el café,
ella se bebió el café, yo me bebí el café,
y luego me dijo que se sentía muy sola y todo eso.
Ahí va.
Gracias. Toma, Otto.
Sí, pero...
Nada de peros. Me dejé el paquete allí,
porque quiero volver, ¿sabes?
Sí... y ¿dónde estaba?
En la 1ª entrada por la que fui, en el primer piso,
la primera puerta donde llamé.
¿Sí?
Mi amigo, ya sabe quién, estuvo en su casa ayer.
Se dejó aquí sus cosas.
¿Qué sucede?
Nada, señora. ¿Por qué tiembla?
Sólo vengo a recoger la mercancía.
Sí, la mercancía, claro.
Aquí tiene el paquete.
Gracias. ¿Por qué tiembla, señora?
Aquí hace calor.
Esto está muy calentito.
¿No podría hacerme una taza de café a mí también?
¿Le dijo algo más?
¿Qué más le dijo?
¿Quién? ¿Mi amigo?
Nada más. ¿Qué más podía decirme?
¿Qué ha de decirme sobre una taza de café?
Ya tengo la mercancía.
Voy a la cocina.
Ahí es donde lo hicieron.
Ahí tiene su taza.
¿No toma Vd., para hacerme compañía?
No, no, mi inquilino llegará pronto.
El que tiene ahí la habitación.
¿Eso es todo? Olvídelo, su inquilino
no vendrá ahora. Está trabajando.
Bueno, eso es todo lo que me dijo mi amigo.
Sólo tenía que venir a recoger la mercancía.
Muy calentito, el café. Afuera hace frío.
¿Qué tenía que haberme dicho, qué es Vd. viuda?
Es verdad, ¿no?
¿Qué le pasó a su marido? ¿Está muerto?
Estoy ocupada, tengo que cocinar.
¿Por qué tanta prisa? No seremos tan jóvenes la próxima vez.
Váyase. Ya tiene sus cosas y yo no tengo tiempo.
¡No se porte mal! Hará que venga la policía.
No tiene por qué hacerlo. Ya me voy.
¿No le importa si termino mi taza de café?
De repente no tiene tiempo. Y no hace mucho
tenía tiempo de sobra. Ya sabe a qué me refiero.
Yo no soy así. Me marcho.
Vale, déme algo suelto.
Supongo que sólo lo da cuando se lo ha hecho.
Verá, entre amigos no hay secretos.
Para mí Vd. es una vieja cerda vestida de ***.
Lo que me gustaría hacer es abofetearla.
No es Vd. mejor que las otras mujeres.
Había una vez un paraíso maravilloso. El agua abundaba
en peces, los árboles brotaban de la tierra, y los animales
jugaban, los del mar, los de la tierra, las aves.
Hubo un sonido en un árbol. Una serpiente,
una serpiente asomó la cabeza, vivía en el paraíso,
y era más astuta que todos los animales del campo,
y comenzó a hablar, a Adán y a Eva.
Qué raro que Otto no haya llegado aún.
Antes siempre llegaba puntual cada mañana.
Tiene problemas de estómago, quizá le ha dado otro ataque.
A veces le dan, eso es lo que nos decía.
Sí, quizá tiene problemas de estómago otra vez.
Si Otto no viene, entonces...
No, Franz.
Por favor, no otra vez esta mañana.
¿Qué pasa? ¿No te gusta?
Te gusta tanto como a mí, ¿no?
Claro que me gusta tanto como a ti, pero...
a veces eres el propio diablo.
Así que el propio diablo. ¿Y qué pasaría
si no fuese el propio diablo?
¿Estarías feliz y contenta?
Pues entonces.
Pero esta mañana, Franz...
Estoy agotada, de veras.
Bueno, pues entonces esta mañana no.
No hay que obligar a nadie. El hombre ha de ser libre.
¿Y ahora? ¿Te vas solo?
¿Qué voy a hacer si no?
¿Quedarme sentado aquí esperando todo el día?
Después ya no aparecerá.
Buenos días, Sr. Biberkopf.
Buenos días, Srta. Lina. ¿Puedo ayudarla?
No, gracias, Sra. Bast.
Me arreglo sola.
Adiós entonces.
El Sr. Biberkopf tiene algo especial,
hay que concedérselo. Sí, algo especial, ¿no?
Sí, es verdad.
El bueno de Franz tiene algo especial.
¿Está tu mamá en casa?
Mi mamá está en el hospital, mi abuela está de compras.
No puedo dejar pasar a nadie. Lo siento.
Buenos días. ¿Unos cordones?
No necesito cordones. Mis zapatos llevan hebillas.
Disculpe, señora, yo...
Oh, vaya, yo...
No tenía ni idea de que tú...
Es el apartamento de Oscar. Es mi novio.
Hace ya año y medio. ¿Qué vendes?
Qué vendo... pues, vendo cosas. Cordones.
Sí, vendo cordones.
Así que vendes cordones.
Sí, vendo cordones.
Bueno, pues te compraré unos cuantos.
¿Qué pasa?
Nada. Un tipo que vendía cordones.
Buenos días.
Dígame, tengo que comprar unas flores.
No sé exactamente de qué clase han de ser.
A ver, tiene que significar:
el pasado te persigue,
y te empuja adelante
hasta llevarte a un sitio donde no hay futuro.
¿Entiende?
Sí, entiendo. Lo que necesita son claveles blancos, señor.
¿Claveles blancos?
Pero son flores funerarias, ¿no?
Sí, pero lo que ha pedido son flores funerarias, ¿no?
¿Quién es?
El cartero.
¿Se ha vuelto loca?
¿Me ha reconocido?
¡He de recuperar mis cosas!
¡Mi mercancía!
Debería coger un hacha y hacer pedazos la puerta.
Ya nada vale la pena en este mundo.
Lleva sentada ahí más de 3 horas.
Pensar demasiado la volverá loca.
No debería pensar tanto,
sobre todo si no sirve de nada.
Ayer mismo Franz dijo que me quería.
Ayer mismo.
Y yo le tejí una rebeca,
con lana marrón. Esta casi terminada.
Debería comer algo, Lina. Hay que comer.
Si no come, enfermará.
Abandonarme así, sin decir ni una palabra,
como si yo tuviera la culpa de algo.
No le hice nada.
¿O sí? ¿Le hice algo?
¿Le hice daño, le causé algún mal,
le quité algo, le privé de su libertad?
¿Qué le he hecho, por Dios?
Vd. no le hizo nada, Srta. Lina.
Pero quizá estaba en un apuro
y tuvo que huir deprisa.
No, Franz no se mete en problemas.
Claro que no, me lo habría dicho, yo lo sabría.
Y además...
Juró...
que no volvería a hacer nada malo.
Lo juró, y lo decía en serio.
Franz no hizo nada malo. Estoy segura.
¡Espere! ¡Srta. Lina!
Con lo bonito que era,
y has tenido que huir, Franz.
Franz se ha ido. Ha hecho el equipaje y se ha ido.
Cálmate, Lina. No llores.
¿Qué pasó?
No pasó nada.
Vino a casa, hizo su equipaje y se marchó.
No lo entiendo, nadie se va sin un motivo.
Habrá ocurrido algo.
Ayer, Lüders dejó un paquete y de repente
llegó un niño con una carta. Era para Franz,
y cuando la leyó, se le puso verde la cara,
empezó a farfullar cosas sin sentido y se fue.
¿Una carta?
¿De quién era la carta?
Ni idea.
La carta no llevaba remitente.
Sólo decía: a Franz Biberkopf, personal.
Y de repente se volvió raro, muy distinto,
y no decía más que locuras.
Y hablaba de castigo, creo.
¿Qué podía haber en una carta como esa,
que él sale corriendo y desaparece enseguida,
y no habla con nadie, lo cual no suele hacer?
Y el paquete que dejó Lüders, ¿qué era?
Creo que parte de los cordones que estaba vendiendo.
Pero había algo raro.
Cuando Franz estaba aquí sentado a mediodía, entró Lüders
y cuando vio a Franz se fue como alma que lleva el diablo.
¿Entró Lüders y cuando vio a Franz salió corriendo?
Algo habrá ocurrido entre ellos dos.
¿Lo sabes tú?
Sólo me contaba cosas buenas sobre Otto, sólo buenas.
Es un buen amigo, decía,
y dijo que lo compartiría todo con él.
Cuando entra y sale corriendo otra vez,
es que algo huele mal. Todo esto apesta.
Sólo hablaba bien de Otto,
y es un buen amigo.
¿Tienes la dirección de Lüders?
Claro.
Pues vamos.
Entra y dime, Lina.
¿Qué es tan importante que vienes en mitad
de la noche y dices que quieres hablar conmigo?
Franz se ha ido, tío Lüders.
Y pensé que tú sabrías algo,
porque últimamente habéis estado juntos,
y quizá te había dicho algo.
Que tú sabías algo.
No, no me dijo nada. No me dijo nada.
Pero debe de haberle ocurrido algo.
¿A él? Pues que ha ahuecado el ala, eso es.
El no ha hecho nada malo, Franz no.
No puedes convencerme.
No hizo nada, nada.
No hizo nada prohibido, porque lo juró
y porque es un hombre honrado.
Me jugaría la vida.
Y si tú no sabes nada, iré a la policía.
Ellos sabrán cómo encontrarle.
Tú crees que se ha perdido,
y que la policía dará con él, ¿no?
¿Qué puedo hacer?
¿Qué otra cosa puedo hacer?
Lina, eso es lo que pasa
en toda historia de amor. Tarde o temprano llega el día.
¿Tengo razón o no, Sr. Meck? ¿Qué dice Vd.?
Claro, Sr. Lüders. Tiene algo de razón,
pero creo que en este caso, Sr. Lüders,
parece otra cosa.
¿Qué quiere decir? No le entiendo.
Lina, date la vuelta.
Cara a la pared.
¡Quédese ahí!
¿De qué se trata? ¿Por qué la hace volverse?
¿Qué quiere de mí?
Entró Vd. en el bar, vio a Franz y dio media vuelta.
Cuando alguien hace eso,
tiene un motivo, ¿verdad?
Sí, pero es que yo pensaba
cuando entré en el bar, me di cuenta
de que en realidad no quería entrar ahí
y me fui.
Sabe que está mintiendo. Y sabe que yo lo sé.
¿Por qué lo hace entonces?
¿Por qué iba a mentirle?
Pues eso es exactamente lo que quiero saber.
El motivo por el que me está mintiendo.
Le advierto una cosa. Llevo una navaja en el bolsillo.
Siempre llevo una navaja en el bolsillo,
y no vacilo en usarla si hace falta.
¿Entendido?
Ahora le daré un consejo.
Mañana irá a buscar a Franz.
Le encontrará porque si no yo volveré,
y entonces mi navaja no se quedará en el bolsillo.
¿Entendido?
Hay un tipo que le busca.
Pues dígale que no estoy.
Demasiado tarde. Eso hay que pedirlo antes.
Lo siento, Franz, pero Meck y Lina y...
FRANZ BIBERKOPF NO HABÍA SUFRIDO UNA DESGRACIA
SOLO SE HABÍA DADO CUENTA
DE QUE ALGO FALLABA EN SU PRINCIPIO
DE MANTENERSE HONRADO, ASÍ DE SENCILLO.
Fuera.
La verdad, no sé lo que te pasa.
No lo sé. ¿Qué te he hecho yo?
No aprendí
a decir en frases sencillas lo que me pasa por la cabeza.
Y lo que tú hiciste,
eso es lo que pasa por mi cabeza,
eso no lo aprendí.
Porque si lo hubiera aprendido,
habría aprendido mucho más.
Y lo que ha ocurrido,
no habría ocurrido.
No sé qué te pasa, por qué huyes de Lina,
y te portas de ese modo tan raro.
Te juro que no sé lo que hice para que te portes así.
Es curioso.
Ya no tengo ni que mirarte.
Oigo en tu voz lo que tienes en la cabeza.
¿Por qué no lo oía antes?
Bueno, Franz, sólo pensé
que podría darte parte del dinero, que...
si te daba el dinero podrías olvidar lo que ha pasado.
Aunque yo mismo no lo entienda.
Si no metes ese dinero pronto en tu bolsillo,
entonces puede ser que yo haga otra cosa
que no quiero hacer: matarte.
Toma, Franz, mira esto. Quiero darte el dinero.
Estamos ganando todos los puntos.
Todos los puntos, Lüders.
¿Por qué no lo quieres?
Polvo eres... ¿entiendes?
Todo ha de quedar limpio.
Todo limpio.
Ya no tenemos nada que ver.
No se derrumbarán más casas, no caerán más techos encima.
Todo queda atrás, de una vez por todas.
Se acabó.
Eh, tenemos que limpiarlo.
Goteará sobre las cabezas de los de abajo, dejará manchas.
Muerto.
Polvo eres,
y en polvo te convertirás.
Con las manos, clap, clap, clap.
Con los pies, clop, clop, clop.
Está loco, simple y llanamente.
Franz es mi amigo.
Y este jilguero, el pájaro, él era el único
que entendía que también es un ser vivo,
por pequeño que sea.
Ahí lo tiene. Está loco.
Todo el mundo lo sabe. Está loco.
Cierra el pico. Tráele otro coñac, Max.
Ven aquí, Lüders.
Bien cerca.
Franz se fiaba de ti.
Creía que eras su amigo.
¿Y qué le hiciste? Le traicionaste.
Es verdad.
¿No?
Era eso.
Ahora, la dirección.
Calle Fontana 17.
Vamos, Lina.
Bueno...
se marchó enseguida, en cuanto el otro hombre salió.
Una media hora después, no más.
Tenía la 3ª cama de la derecha.
Véanlo ustedes. Tiró agua en el suelo.
¿Y dijo algo más?
¿Qué iba a decir? Dijo que se iba,
que buscaría otro sitio. ¿Qué iba a decir?
Claro, claro, qué iba a decir, pero...
Algo tiene que decir. Al fin y al cabo habla.
No, señor. La gente es muy distinta.
Algunos nunca dejan de hablar,
y luego otros no abren la boca.
Seguramente tiene razón.
¿Y ésa era su cama?
Sí.
Pero a decir verdad,
sí que dijo otra cosa, antes de irse.
Si viene alguien, dijo...
que no quiere que se le busque por ninguna parte.
"Nadie debería buscarme."
Así lo dijo.
Disculpe, señorita, tendrá que levantarse.
Acabo de hacer la cama y tengo que alquilarla.
Necesito el dinero.
Por cierto, antes no era así,
antes era completamente distinto. Antes, yo...
Sí, completamente distinto.
Lina, vamos. Mejor que nos vayamos.
Discúlpeme, pero tenía que tumbarme. Lo siento.
No pasa nada.
Es sólo que yo debo decir lo que debo decir.
Muchas gracias.
Vamos, Lina.
También hay una salida allí.
Eh, otra cosa...
...ese tipo dijo algo más.
No lo entendí porque lo dijo de un modo muy raro.
Parece ser que había aprendido algo,
algo que desearía no haber aprendido.
Puede que ustedes sepan qué es.
Pero como digo, yo no lo entiendo.
Bueno, gracias otra vez, señora.
De nada, señor, de nada.
Quizá es verdad que no deberíamos buscarle más.
Quizá necesita tiempo para pensar.
Quizá necesita estar solo.
Me gustas, Lina.
Puedes venir a mi casa y no estarás sola.
Y yo no estaré solo.
Siempre me has gustado.