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La Infanta Cristina recibe un gran palo de quien menos esperaba y se deprime más
La hija menor de los Reyes había hecho planes para estas navidades. No quería pasarlas
únicamente con la familia de su marido en Vitoria. Pero las cosas no siempre salen como
uno quiere. La Infanta Cristina había confesado a sus
íntimos la alegría que sentía al saber que volvería a pisar el palacio de la Zarzuela
estas fiestas. Se mostraba firme y convencida de que contaba con el respaldo de sus padres
y que compartiría mesa y mantel con los Borbones el día de Navidad.
Al fin y al cabo, se trataba de un acto íntimo y familiar que corría a cargo de los Reyes
eméritos y en el que estarían presentes sus tías, Margarita y Pilar, así como sus
primos, doña Elena, sus hijos y los Reyes, Felipe y Letizia con las infantas.
Doña Cristina estaba segura de que su padre lograría el milagro de convencer a su hermano
para que la aceptara a ella y a los suyos en una comida de marcado acento familiar.
De ahí que se mostrara totalmente hundida cuando supo que no contaban con ella el día
de Navidad. Los Reyes no dieron su brazo a torcer y Don Juan Carlos, cansado ya de enfrentamientos
con su hijo, desistió.
Ha sido en Vitoria donde los Urdangarín han celebrado tan entrañables fechas. La familia
de Iñaki está al lado de la pareja desde el minuto uno en que estalló la tormenta
y se han convertido en su paraguas. Algo que reconforta al yerno de los Reyes eméritos.
Todo lo contrario que su esposa, que aparte del apoyo que le dan su madre y su hermana,
a escondidas, está más sola que la una.
Tocada, muy tocada anímicamente está la Infanta Cristina. De hecho, hace ya tiempo
que sigue terapia para intentar paliar los efectos que el caso Nóos ha hecho sobre su
persona. No tiene ganas de nada y se siente abandonada a su suerte. Sabe que lo sucedido
es grave y que tiene que cargar con la cruz.
Sin embargo, no contaba con que la borraran de la familia. Esperaba poder disfrutar de
los suyos en la intimidad. Ya contaba con que en esos encuentros no estarían los Reyes,
don Felipe y doña Letizia, pero sí, al menos, sus padres, su hermana y sus sobrinos, Froilán
y Victoria Federica.
Los grandes damnificados de esta situación son los hijos de Cristina e Iñaki. Juan,
Pablo, Miguel e Irene también han sido condenados al ostracismo. De hecho, las críticas sobre
esta cuestión hicieron que este verano Don Felipe pasara una tarde navegando con ellos.
Por la noche, se unieron doña Letizia y las infantas, Leonor y Sofía, a una cena familiar
con sabor agridulce.
Y es que los hijos de Cristina ya están en una edad que se dan cuenta de todo y notan
la tensión reinante. Saben que su presencia incomoda y lo corroboran con la ausencia de
sus padres.