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Mi nombre es Gabrielle Koger,
vengo de Sudáfrica
y fui a un viaje misionero a Colombia,
en Sincelejo.
Nuestro curso fue llevado a cabo en la Iglesia Adventista
la iglesia central en Sincelejo.
Y dictamos un curso the LIGHT
por un mes.
Dimos clases como Enfermedades Comunes,
enseñamos Hidroterapia, Masaje
Hablamos acerca de nuestra fe,
acerca del plan de sanidad de Dios,
acerca de la Vida Cristiana
Tan sólo tratamos de enseñarle a la gente acerca de
quién es Dios y cómo ha provisto para
sus necesidades a través de los remedios naturales.
Cuando llegamos a Sincelejo,
fuimos llevados a esta casa
y no sabíamos qué esperar.
Habían dos personas jóvenes viviendo en la casa.
Sus padres vivían en una finca a las afueras de Sincelejo,
y ellos se trasladaron a la ciudad,
así que tenían esta casa en la ciudad
porque la hija estaba estudiando.
Así que los conocimos,
nos mostraron nuestras habitaciones
y fue una verdadera bendición.
En la casa teníamos una cocina, una sala de estar,
teníamos dos habitaciones, así que todo era perfecto.
Y en nuestra primera noche,
no interactuamos mucho con ellos,
y el segundo día,
tuvimos nuestro devocional,
y Leo, el hijo, participó con nosotros.
Oró con nosotros, y tomó desayuno con nosotros.
Y supimos que su hermana
recién se había bautizado un par de meses atrás
y él nos contó un poco acerca de ella, pero ella era muy tímida.
Y no interactuaba con nosotros,
sólo venía a decirnos "hola" y "hasta luego" y eso era todo.
Y decidimos como grupo que íbamos a orar por ella,
y le pedimos a Dios que si fuera posible
la enviara a nosotros, para que cada mañana se levantara a las 7 am,
a pesar de que estaba de vacaciones,
para unirse a nuestros devocionales y al desayuno.
Y dijimos, "Señor, si es posible que pueda ser en las siguientes dos semanas,
porque no estaremos aquí por mucho tiempo..."
Así que comenzamos a orar juntos por ella.
Y al segundo día
Dios realmente bendijo.
Apareció y se nos unió para el devocional y para el desayuno.
Fue una gran bendición, se quedó con nosotros todo el mes
Así que tuvimos a Leo y a Carmen
cada mañana y
fue una gran bendición vivir junto a ellos,
se transformaron en parte de nuestra familia.
Hicimos casi todo juntos
realmente nos cuidaron, nos mostraron el lugar,
e hicimos un poco de turismo juntos.
Cuando le dijimos,
la noche anterior antes que nos fuéramos les dijimos
que ella había sido uno de nuestros primeros milagros
en nuestro viaje misionero.
Y ella estaba como "¿Qué?"
"¿En serio ustedes oraron por mí?"
Y nosotros le dijimos que sí que lo habíamos hecho,
y que estábamos tan felices de que se hubiera unido a nosotros.
Así que sí, Dios escucha incluso las oraciones más simples.
Y no fuimos misioneros sólo
por ese corto periodo o para
la gente en la iglesia,
fuimos incluso misioneros, o ejemplos,
para la gente con la que nos estábamos quedando.
Y nos acercamos mucho, nos unimos muy bien.
Experiencias que tuve en Colombia:
por ejemplo, fuimos a tratar un paciente de cáncer.
El principio estaba muy asustada porque
ella había sido operada y habían extraído el tumor,
y yo no estaba segura en qué condición estaba ella ahora.
Pero cuando llegamos a la casa,
esta mujer estaba irradiando a Jesús,
como si no estuviera enferma
o deprimida, o nada de eso.
Ella estaba sonriendo, y estaba muy contenta de vernos.
Así que cuando llegamos ahí, oramos con ella
y cantamos algunas canciones
Ella realmente disfrutó de nuestra compañía
y nos dijo que sentía que habían ángeles en la habitación
con ella, y que era la primera vez que lo experimentaba.
Le dimos un tratamiento de hidroterapia,
y de hecho dijo que
iba a continuar con el tratamiento de hidroterapia ella misma
o que su hija podría ayudarla.
Y para mí fue una bendición ver que
Jesús estaba trabajando en la vida de alguien.
E incluso cuando ella estaba afligida o tenía dolor
aún estaba sonriendo y era una testigo para Jesús.
Incluso cuando iba a recibir tratamientos,
radiación, porque también tenía que recibir radiación,
ella hablaba con la gente allí,
con una mujer que tenía cáncer, cáncer de mama
o cualquier otro tipo de cáncer.
Y ellos decían,
"¡no teníamos idea de que estabas enferma!
y que estabas luchando con esta enfermedad también."
Así que esa fue una tremenda bendición para mí,
saber que hay personas que a pesar de que están sufriendo
aún tienen gozo y esperanza en sus corazones.
Vivir en Estados Unidos o vivir en Europa
Es maravilloso, somos muy privilegiados
al tener las cosas que tenemos y
con el tiempo uno da las cosas por sentadas.
Así que al poder ir a un país tercermundista donde la gente
no es tan rica y donde la gente
tiene que trabajar muy duro sólo para ganar un poco de dinero,
te das cuenta cuán privilegiado eres y cómo Dios te ha bendecido.
No estoy segura si realmente
el llamado para todos es ir a un país tercermundista,
no lo sé,
eso es algo de lo que cada uno tiene que orar para saber.
Porque creo que la obra misionera
tiene que ser realizada en los países primermundistas también
y a veces siento que estas personas se lo están perdiendo,
porque
a menudo nosotros los misioneros pensamos
que tenemos que ir a un país pobre
y evangelizar allí,
cuando
de hecho deberíamos estar evangelizando donde estamos.