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Para ver los efectos que tiene esta división de roles
volvamos a A y B, convertidos ahora en el grupo “hombres”
y en el grupo “mujeres”.
Como los hombres son “definidos” por el conjunto de ideas
sociales como los proveedores naturales del hogar,
tienden a no participar de las labores domésticas.
Sólo trabajan fuera de la casa, en un trabajo remunerado.
Esto obliga a las mujeres a buscar trabajos de medio tiempo
o con horarios flexibles, para poder realizar las dos tareas.
Trabajos en los que se gana menos dinero.
Como la jornada laboral de las mujeres es doble,
tienen menos tiempo y energías que los hombres
para utilizarlos en otras cosas como en capacitarse,
unirse en acciones cooperativas como los sindicatos,
e incluso para realizar actividades de esparcimiento.
Pero además, a las mujeres se les ofrecen ciertos trabajos
y no otros. Es más factible que una mujer acceda a empleos
que se consideran “femeninos”,
generalmente en el sector de los servicios,
y que se le asignen cargos de menor responsabilidad.
¿Por qué? Porque se da por hecho que los hombres se desempeñarán mejor
en cargos de mayor jerarquía, ya que sólo se dedicarán a eso.
Entonces vemos cómo los recursos se van acumulando de manera desigual.
Los hombres tienen más dinero y mejores empleos,
lo que les da mayor poder de decisión dentro de sus trabajos y en sus hogares.
Y además tienen más tiempo para desarrollarse profesional y personalmente,
lo que les permite acceder a nuevas y mejores oportunidades.
Ahora pensemos lo siguiente.
Si un grupo accede a mayores oportunidades y recompensas,
tiene mayores posibilidades de desarrollar sus capacidades.
Entonces estarán en ventaja a la hora de acceder a nuevas oportunidades y recompensas.
O al revés, cuanto menores sean las oportunidades y recompensas
a las que acceda un grupo, menores serán las posibilidades de
desarrollar sus capacidades, lo que los dejará en desventaja
para acceder a nuevas oportunidades y recompensas.
Como vemos, el sistema es circular, y las desigualdades se acentúan
a medida que agregamos más recursos de un solo lado de la relación.
Esto quiere decir que los hombres no sólo tienen más poder ,
sino que también más posibilidades de acumular más poder.
Pero el libreto o el conjunto de ideas sociales además de decirnos qué trabajos
deberíamos hacer, también define cómo deberíamos comportarnos,
hablar, y relacionarnos entre nosotros.
Y estas características también generan desigualdad.
Volvamos a ver cuáles son las actitudes y comportamientos que aparecen como “naturales”
para hombres y mujeres, aunque ya sepamos que no tienen nada de natural.
A las mujeres se las asocia con el hogar, la familia,
el cuidado de los demás, la nutrición, la compasión, la sensibilidad…
todas características que se relacionan con su rol de “encargadas del espacio doméstico”.
Los hombres en cambio, se representan como seres activos, competitivos,
emprendedores, que no le temen a nada.
Todas características que le servirán para salir al mundo exterior y ejercer el rol de proveedores.
¿Y en la relación entre ellos? ¿Qué papeles están llamados a representar?
Las mujeres deberán hacer lo posible por ser deseadas por los hombres,
y ellos se encargarán de conquistarlas.
Como vemos el papel activo sigue estando del lado masculino.
¿Y cual es el arma más importante que nos dicen que tiene una mujer en este caso?
Su belleza, su cuerpo, su ser femenino.
Hoy, como hace décadas, la mujer está llamada a trabajar constante e incansablemente
para lograr un ideal de mujer determinado, según las ideas de cada sociedad.
Pero como dijimos antes los que no se adecuan al “libreto” sufren algún tipo de castigo.
En este caso las mujeres buscan adaptarse, algunas con métodos desesperados,
pero no lo logran.
Y esto genera culpa, frustración, baja autoestima,
y un tipo particular de violencia: la que se ejerce contra uno mismo.
Porque desde cosas tan inocentes como un juguete,
hasta los productos destinados a los adolescentes como la música, los videos o las revistas,
se propone esta idea de que el mayor logro al que una mujer puede aspirar, es a ser deseada.
La mujer es representada como un ser pasivo que está ahí para ser mirado,
alabado, deseado y finalmente poseído por otro.
¿Pero estamos hablando de una cosa o de una persona?
Ese es el mayor problema y el mayor peligro.
El cuerpo de la mujer y la mujer misma terminan siendo un objeto
(muchas veces lo vemos literalmente).
Y esta es la mayor desigualdad que existe, porque un objeto no es humano. Entonces cualquier abuso está justificado.
Pero si las mujeres desempeñan este papel.
¿Cual es el papel que deben desempeñar los hombres según este libreto?
Ya dijimos que los hombres son representados como seres naturalmente activos,
que deben tomar la iniciativa, líderes.
Pero también como seres agresivos, desconectados de sus emociones, altamente competitivos
y que no pueden controlar sus impulsos, en especial el impulso ***.
Estas son las ideas que rodean desde pequeños a los varones
y les imponen como normas naturales.
Son las características que definen lo que es la masculinidad para nuestras sociedades,
“las cosas de hombres”.
¿Pero que pasa con los que no hablan como un hombre, toman como un hombre
o hacen cosas de hombre?
Son castigados, física y mentalmente.
El que no cumple con estos estereotipos es alejado del grupo,
tratado de cobarde, o directamente maltratado por los demás.
Es discriminado y según cada sociedad más o menos discriminado.
Entonces vemos cómo los hombres son llamados a ser cada vez mas hombres,
es decir mas violentos, mas arrolladores,
y las mujeres cada vez más pasivas, dedicadas a convertirse en objetos.
A esta altura de nuestro recorrido, no nos debería sorprender que la violencia contra la mujer,
no sólo aparezca en los medios como un hecho entre individuos,
sino que directamente se torne invisible o pase desapercibida.
A nadie le sorprende ver ciertas imágenes:
mujeres golpeadas en publicidades,
encerradas en jaulas en videos musicales,
o directamente muertas.
Tampoco nos asombra que el sexo esté por todos lados
y que en estas imágenes del sexo lo que se represente sean mujeres a la espera de ser poseídas,
como objetos, por unos hombres agresivos,
que por esto mismo resultan atractivos.
¿Qué consecuencias tiene todo esto en nuestras vidas?
Volvamos a la relación entre el grupo hombres y el grupo mujeres.
Y ahora pensemos qué sucede si uno de los integrantes de esta relación, tiene tanto poder
que puede decidir sobre el cuerpo del otro, sobre su sexualidad, sobre su vida.
Lo único que podemos esperar es la violencia.
Contra las mujeres porque se encuentran en el lugar más vulnerable de esta relación,
pero también entre los hombres.
Lo que nos dicen nuestros “libretos” sobre lo que es ser hombre y ser mujer
hoy es nocivo para todos.
Porque estamos formando hombres que deben demostrar su masculinidad a cada paso,
siendo cada vez más agresivos.
Y estamos formando mujeres cada vez más inseguras de si mismas,
que suponen que lo más importante es ser deseadas
y aceptadas en el modelo que deben encajar,
aunque repletas de responsabilidades como el mundo doméstico
y el mundo laboral, son muchas veces concebidas , como si fuesen objetos.
Mujeres que cuando salen a valerse por sí mismas encuentran todo tipo de trabas,
por el sólo hecho de ser mujeres.
Ahora podemos pensar en todos los conceptos que encontramos y relacionarlos.
Tenemos unos roles de genero que le asignan ciertas características a hombres y mujeres.
Pero de manera desigual.
Los roles masculinos son más valorados por el conjunto de ideas sociales
Essto les permite a los hombres acceder a mayor cantidad de recursos de todo tipo.
Lo que les da mas poder.
Poder que pueden utilizar contra el componente más vulnerable de la relación:
para castigarlo si no encaja en el conjunto de ideas sociales,
para restringirle el acceso a ciertos espacios que no responden a lo esperado socialmente,
para denegarle el acceso a otros recursos, para menospreciarlo,
en fin, contra el cual puede ejercer violencia.
Y la violencia sólo producirá una cosa: que todo se mantenga igual.
La única manera de romper este círculo es construyendo sociedades más igualitarias.
¿Cómo?
Reflexionando.
Los “libretos” son obras que podemos escribir y reescribir como deseemos.
No hay nada natural, nada imposible de cambiar.
Reflexionar sobre nuestras propias creencias es el primer paso para modificarlas.
Reclamando.
Debemos exigir de nuestros Estados leyes que amparen a los más vulnerables
y que castiguen a los que ejercen violencia.
No podemos permitir la impunidad de aquellos que utilizan su poder para dañar a otros.
Debemos también exigir políticas igualitarias, que brinden oportunidades de acceso al empleo
tanto a hombres como a mujeres, y que esos empleos sean decentes y justos,
sin diferencias por cuestión de sexo.
Debemos luchar por equiparar el número de mujeres en los puestos jerárquicos,
tanto en nuestros gobiernos como en los sindicatos y en las empresas.
Capacitando más mujeres, dándoles herramientas que les permitan desarrollarse
profesional y personalmente.
Educando.
Debemos educar a nuestros niños y jóvenes en la igualdad,
eliminando los estereotiposmodelos rígidos,
sin limitar el desarrollo personal de un individuo porque no se adecua a un papel,
o a un libreto determinado.
Criar niños a los que se les enseña que no pueden demostrar su sensibilidad,
ser compasivos o serviciales, es cercenar su desarrollo,
es impedirles que sean seres humanos libres y completos.
La equidad significa una mejor distribución de los recursos sociales;
no cambiar unas relaciones de desigualdad por otras.
La equidad significa que todos podamos tener las mismas posibilidades,
no importa si vivimos en una gran ciudad, o en un pequeño pueblo,
en qué lengua hablemos o en qué Ddios creamos.
Equidad es tener las mismas oportunidades, no importa si somos hombres o mujeres.
Es tener libertad. Esa que nos quita la desigualdad,
esa que nos niega la violencia.
Rompamos los círculos.
Entre todos, para todos.