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Feliz año nuevo a todos. Espero que consigamos lo que queremos este año.
Por mi parte, me gustaría ver un cambio
en nuestra actitud racista en Occidente respecto a la situación en Oriente Medio,
si no es molestia, porque en este momento
patrocinamos a los palestinos manteniéndolos
en un nivel más bajo de comportaiento, como hacmos con todos los árabes, porque somos racistas.
Nunca admitiríamos esto, por supuesto. No querríamos que nuestro racismo
fuese percibido como racista, porque entonces tendríamos que confesarlo,
y tal vez haría un cortocircuito en nuestros pobres engañados hipócritamente cerebros racistas.
Porque somos racistas, elegimos ignorar el hecho de que
deliberadamente escogen como blanco a mujeres y niños mientras se esconden
detrás de sus propias mujeres y niños, cosa que es un crimen de guerra,
y hacen todo el tiempo, sin embargo, sabemos que hay una esperanza en el infierno
de que alguna vez alguno de ellos será juzgado en La Haya porque
les hemos dado vía libre a la barbarie indiscriminada.
No creemos que sean capaces de comportarse de manera civilizada
porque somos racistas.
Al ser racistas, elegimos ignorar los miles de cohetes iraníes
que salen de Gaza cada mes hasta que finalmente Israel toma represalias
para proteger a su pueblo, y sólo entonces empezamos a
resoplar y llamar a los embajadores.
Los israelíes no obtienen ningún reconocimiento por evitar cuidadosamente bajas civiles,
aunque no se discute que eso es lo que hacen.
Simplemente lo ignoramos, cuando, si los palestinos se hubiesen comportado así,
habríamos trompeteado sus virtudes a los cuatro vientos
y duchado con Premios Nobel.
Pero no se comportan así porque no lo esperamos, y lo saben.
Saben que pueden volar a civiles israelíes durante todo el día
y los dobles raseros racistas del mundo libre
nunca les harán rendir cuentas.
Por el contrario, fomentamos su cultura delincuente
para que llegue a ser incluso más delincuente incluyendo
y recompensando constantemente su comportamiento delincuente
con apoyo político y billones de dólares,
entonces nos apretaremos las manos y preguntaremos por qué nada cambia.
Los palestinos son víctimas, sí,
pero de su propio demente liderazgo sediento de sangre,
y de una religión que tiene tal férreo control
sobre la población, que una madre realmente celebrará
la muerte de su hijo en su causa,
y la disidencia de ella te puede costar literalmente la vida.
Sin embargo, fingimos que la influencia de esta religión es absolutamente nula,
y que esto es realmente una situación política,
y mantenemos la ficción absurda de que los árabes están luchando
por justicia y derechos civiles,
cuando podemos ver el tipo de justicia y los derechos civiles que se han entregado
a la gente de Gaza bajo la bota religiosa de Hamás.
Elegimos ignorar el hecho de que los árabes en Israel
más derechos que en cualquier país árabe,
y que hay árabe-israelíes en el gobierno y en el ejército,
porque estos hechos son inconvenientes para nuestro progre prejuicio racista,
y rompen el mito propagandístico cuidadosamente cultivado del Estado apartheid.
Al ser racistas, elegimos ignorar la historia de la región
y el hecho de que cada vez que los árabes se sienten lo suficientemente fuertes
atacan Israel sin provocación previa con la intención
de cometer un genocidio religioso, y no hacen ningún secreto de ello.
Sabemos que la situación de los refugiados sólo existe porque
la última vez que hicieron esto dijeron a los árabes que vivían en Cisjordania
que se marchasen, y les prometieron que podrían volver cuando todos los judíos hubiesen sido asesinados.
Todavía están esperando, y su plan no ha cambiado.
Y el plan no es territorio o justicia,
como deshonestamente nos gusta fingir.
El plan es una sangrienta venganza religiosa,
cumpliendo con las escrituras islámicas y acabar con los judíos - todos ellos.
El odio judío ordenado por el Corán
(que estaba por aquí mucho antes que el Estado de Israel),
inculcado a los niños, y emitido todos los días en los medios de comunicación árabes,
es la raiz de este problema, y para nosotros en Occidente
fingir lo contrario es tan irresponsable
como el tratamiento de una herida de bala sin retirar la bala.