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- ¿Y los tíos de tu edad? ¿Aún follan?
- Claro...
- Yo, nunca encuentro la chica que necesito.
Me gusta la gente sensible.
- No encontrarás una mujer sensible. No existe.
Son gilipolleces. Las mujeres no son sensibles. Los hombres sí.
- ¿Acaso las mujeres no son sensibles?
- ¡No! Tienen humores, tienen emociones, eso sí.
Pasan de un estado a otro sin que te enteres de nada,...
... pero todo eso no tiene nada que ver con la sensibilidad. Eso es la sensiblería.
- ¿Y mamá?
- ¿Qué, mamá?
- ¿No es sensible, mamá?
- No,...
... es una marrana.
- Y ¿no tienes más sueños?
- Desde que naciste no consigo dormir.
¿Cómo quieres que tenga sueños, imbécil?
- ¿Pero, te masturbas todavía?
- No son cosas que se preguntan a un padre.
- ¿Y por qué no?
- ¿Por qué no vamos a Tailandia?
- ¡Nunca he engañado a tu madre, déjame en paz!
- ¿Y los clubes de intercambios?
- ¿Cómo sabes eso?
- Me lo dijo mamá.
- ¿Ah sí?
¿Y qué te dijo?
- Que ibais a clubes de intercambios y que no sabías nadar.
- ¿Te lo contó también?
- Claro.
- ¿Por qué me preguntas todo esto?
¿Te apetece ir a un club de intercambios?
- Sí...
Contigo.
- ¡¿Estás tonto?!
- Mamá me lo dice también.
- No me extraña. Además, ¿por qué estás todavía en casa?
¿Te das cuenta de la edad que tienes?
Tu madre tiene razón; eres lamentable, un inútil.
Sólo estás jodiendo la vida de tu padre.
- ¿Papá?
¿Cuándo vas a empezar tu novela?
- ¡No me toques los cojones!
- ¿Ya la has empezado?
- ¡No me toques los cojones!
La empezaré cuando te hayas ido de casa.
Si no avanzo, es culpa tuya.
Si la palmo antes de acabarlo, será por tu culpa.
- ¿Y cuándo la vas a palmar?
- Pronto.
- Suicídate.
Los grandes escritores se suicidan.
- Claro...
- O te vuelves a casar con una chica de mi edad. Los grandes escritores lo hacen...
- ¡Deja de hablar ya!
- Al menos tienes que aguantar 10 años más.
- ¿Por qué me dices eso?
- Porque tienes que terminar tu novela viejo mío.
- ¿Cuál es el problema con esa novela?
Te avergüenzas de mí, ¿es eso?
- No.
- Entonces, ¿por qué me estás jodiendo la vida?
- Porque no quiero que la palmes.
- Podría haber sido italiano.
Un milanés alto y guapo con trajes de lino.
Y me encuentro con un engendro...
... que me está preguntando tonterías en un vehículo.
Dios mío, qué tristeza...
- Oye, no has tenido una vida tan miserable.
¿Y por qué te quedas con mamá si no la aguantas más?
- Soy viejo y siniestro.
- Estás deprimido, papá. Tienes que hacer algo.
- ¡No estoy deprimido, soy depresivo!
Deprimido es para los ineptos. Yo no juego en tercera división, te aviso.
Depresivo es mucho mejor.
- Déjalo, vale...
- Además, si soy depresivo es culpa tuya.
- ¿Cuántos años tienes?
- 26 años.
- Pues haz unos niños, así seré abuelo y seré feliz.
A mi edad hay que ser abuelo.
¿Por qué piensas que tengo una familia numerosa?
- ¿Qué edad tenías cuando nací?
- 41 .
- ¡41 !
- Vale, déjalo...
- ¡41 años y me estás diciendo que tendría que hacer niños!
- ¡Déjalo de una vez!
- Tienes que hacer lo que te digo, no lo que hago.
Es la regla, así te hemos educado.
- Yo alucino.
- Ya está bien. ¿Qué hacemos ahora?
- Lo que hemos dicho.
- ¿Sí? No sé...
¿Tú crees realmente que...?
- ¡Escucha, es lo que hemos decidido, entonces lo hacemos, punto!
- Vale, si quieres.
- No es "si quiero, es "si queremos".
- Pero no la vamos a matar...
- ¿Por qué no?
- Es un poco exagerado.
- Tienes que aclararte, tío.
- Sí, pero...
Es mi mujer. Quiero decir...
- ¿Y qué? Es mi madre y yo no me meo encima.
¿Has visto cómo nos jode la vida?
- Sí, pero... Lo podríamos aplazar. No sé...
- ¿Qué quieres ahora?
- Pues, no lo sé...
- ¿¡No sabes qué?!
- ¡No lo sé! ¡Eso es todo!
- Eres un pony.
- ¿Qué tonterías me estás contando?
- Es así, no tienes estómago, te mientes a ti mismo, estás perdido, eres un pony.
- Es enternecedor, un pony.
- Eres deplorable, papá.
Una pequeña mierda que flota lamentablemente en un charco.
Eres viejo, feo, y además te vistes como un gilipollas.
Me das lástima, papá.
- ¿Que coño estás haciendo?
- Voy a tomar co-ca-ina.
- ¿Estás loco? Venga, dejálo.
- ¡Por dios, Gilles!
- Te toca a ti.
Venga, esto ayuda a tomar decisiones.
Presionas un orificio nasal con el dedo y respiras muy fuerte, ¿vale?
¡Aspira fuerte, papá; si no, no sirve para nada!
- Dios mío, qué tristeza...
Es muy amargo, tu chisme.
Es como si hubiese bebido un buen expreso.
- ¿Entonces?
- ¿Entonces qué?
- No sé, ¿no sientes nada?
- No.
- ¿Sabes imitar a las tortugas?
Mira.
Es así como lo hice.
- ¿Qué?
- Lo que hice para seducir a tu madre.
Imité a sus tortugas.
Pasas el tiempo planificando las cosas...
... y hay unas tortugas que entran en tu vida.
- ¿Y después?
- Después, todo se complica.
Y luego mueres.
- Papá,...
... tú sabes que te quiero...
- Yo también te quiero.
- ¿Mamá?
¿Mamá?
Mamá, papá y yo nos vamos y... �