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Cuando no se manifiestan como cancerígenos,
los oncogenes pueden ejercer importantes funciones
para el metabolismo y replicación celular.
Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y del CSIC,
con colaboración del Instituto de Salud Carlos III de Madrid
y del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca,
han desvelado el papel y el mecanismo molecular
por el cual una oncoproteína, N-ras,
participaría en la vacunación frente a ciertos virus.
Ras es el nombre de una familia de proteínas relacionadas entre sí,
involucradas en la transmisión de señales dentro de la célula.
Concretamente, el estudio muestra cómo la ausencia de la proteína N-ras
impide el desarrollo de los linfocitos T citotóxicos de memoria,
y, con ello, la vacunación eficaz.
Los linfocitos T citotóxicos
reconocen y destruyen de una manera muy específica
a las células que están infectadas con un virus,
diferenciándolas de las sanas.
El trabajo, publicado en The Journal of Experimental Medicine,
ha analizado, además, el mecanismo de acción frente a los virus
de esta molécula de señalización.
España fue uno de los principales productores mundiales de resina
hasta los años 60.
Sin embargo, una década después,
la crisis del sector causó un importante éxodo demográfico
en algunas comarcas de los Sistemas Central e Ibérico.
Según un reciente estudio
desde la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes
de la Universidad Politécnica de Madrid,
la recuperación de la producción de resina
en los últimos años, 2010-2013,
a consecuencia del incremento de precios en el mercado internacional
por el aumento de la demanda,
ha permitido la creación de más de 700 nuevos empleos en la resinación,
la explotación de más de 10.000 hectáreas
de antiguos pinares abandonados
y la instalación de nuevas industrias
de transformación de productos derivados,
en las comarcas resineras tradicionales.
Finalmente, y para el responsable de la investigación, Sigfredo Ortuño,
los efectos positivos de la resinación
no sólo inciden sobre la economía y la demografía,
sino también sobre el medio ambiente,
al actuar como mecanismo de protección
frente a los incendios forestales en las áreas productoras.
Mientras que en el resto del mundo
se cultivan más de 170 millones de hectáreas
con semillas biotecnológicas,
la Unión Europea sigue en el ***ón de cola con solo 129.000.
Según la revisión presentada por la revista Trends in Plant Science,
las políticas europeas
sobre innovación tecnológica en agricultura han fracasado.
El documento pone de manifiesto que la Unión Europea
no puede lograr los objetivos marcados por su política agraria
sin la introducción de los cultivos biotecnológicos.
También se advierte de que si Europa mantiene su rechazo a estos cultivos,
en unos años será totalmente dependiente de las importaciones.
Sea como fuere, cada vez son más los países que,
atendiendo a evidencias científicas, se muestran a favor de su uso.
Desde el ministerio británico de Medio Ambiente
se reconoce que los cultivos biotecnológicos
son más seguros que los convencionales,
alertando del riesgo de que la Unión Europea
se quede atrás en la adopción de la biotecnología.
Tecnología que pasa los controles más estrictos
de la historia de la alimentación.
Para Madri+d y UNED Televisión, José Antonio López Guerrero.