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No me pregunten quién soy, ni si me habían conocido,
los sueños que habían querido crecerán aunque no estoy.
Ya no vivo, pero voy en lo que andaba luchando,
y otros que siguen peleando harán nacer otras rosas,
en el nombre de esas cosas, todos me estarán nombrando.
No me recuerden la cara, que fue mi cara de guerra,
mientras hubiera en mi tierra necesidad de que odiara.
En el cielo que ya aclara, sabrán cómo era mi frente.
Me oyó reír poca gente, pero mi risa ignorada,
la hallarán en la alborada del día que se presiente.
No me pregunten la edad, tengo los años de todos,
yo elegí entre muchos modos, ser más viejo que mi edad.
Y mis años de verdad son los tiros que he tirado,
nazco en cada fusilado, y aunque el cuerpo se me muera,
tendré la edad verdadera del niño que he liberado.
Mi tumba, no anden buscando, porque no la encontrarán,
mis manos son las que van en otras manos tirando.
Mi voz la que está gritando, mi sueño el que sigue entero,
y sepan que solo muero si ustedes van aflojando.
Porque el que murió peleando vive en cada compañero.