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Hoy en día, se tarda menos en presentar una solicitud de marca comunitaria
que en tomarse en café.
Una marca es un signo que nos permite reconocer y distinguir un producto
o servicio de otros similares o idénticos.
Una simple palabra, «ILLY», o la forma en que esta se representa, es ya una marca.
Cuando un signo distingue al fabricante de nuestro coche de otros fabricantes
de coches, o al café que más nos gusta, es también una marca.
El embalaje con una forma, color y diseño determinados junto con el nombre del producto
también constituyen una marca conocida.
Pero, atención, ¡no cualquier signo puede registrarse como marca!
Por ejemplo, esta forma no valdría como una marca para vender manzanas,
pero es perfectamente válida como marca de ordenadores.
Para proteger sus marcas en el mercado europeo, puede hacerlo bien país por país
bien registrándolas en la ventanilla única que les otorga protección en toda la Unión Europea.
Gracias al registro puede demostrar fácilmente, en cualquier momento, quién es el titular
de la marca, en qué consiste esta y para qué productos y servicios se ha registrado.
Registrar una marca comunitaria cuesta 900 euros, una suma insignificante si se tiene en cuenta
que tiene validez en 27 países, lo que equivale a menos de 40 euros por país.
Una buena marca tiene más probabilidades de éxito, pero también de que la copien.
Sin el respaldo de un registro oficial, sin prueba de sus derechos,
luchar contra un uso no autorizado de su marca puede convertirse en una verdadera batalla.
La mejor forma de defenderse es el certificado de registro.
Y si está pensando en proteger su marca, no pierda más tiempo:
puede hacerlo ahora mismo en www.oami.europa.eu
Cuanto antes lo haga, antes disfrutará de sus ventajas.