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Mi concepto de justicia social es muy similar al de Amartya Sen.
Lo primero es oponerse a la injusticia social como característica inevitable de las sociedades.
Ése es para mí el punto de partida.
Se tiene que rechazar, descartar, la idea de que por razones comprensibles,
por razones naturales, una sociedad es por sí misma injusta
y que cada uno tiene que arreglárselas como pueda.
Aceptar eso entraña, por supuesto, bastantes disposiciones,
bien de naturaleza normativa, derechos, o de naturaleza económica
redistribución, disposiciones adecuadas de redistribución.
Y por supuesto, la gran diferencia entre el concepto de injusticia social del siglo XIX
y el concepto de injusticia social del siglo XXI,
es que ahora se trata de un problema global:
no sólo injusticia social en un país o sociedad,
sino también entre países o sociedades.
De modo que necesitamos un concepto modernizado de justicia social global.
Por un lado, el desarrollo económico es una poderosa herramienta a favor de la justicia.
China ha sacado a 400 millones de personas de la pobreza en 20 años.
Por otro lado, esto ocurre a costa de convulsiones en el tejido social y económico,
lo que puede parecer injusto, incluso desde fuera.
Así pues, la combinación adecuada dentro de esa tensión,
que en mi opinión es inevitable,
es contar con programas públicos nacionales e internacionales adecuados.
Soy un optimista
y no se puede ser optimista en un asunto así sin tener algo de activista.
Si observamos las cifras, en particular los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
estamos por supuesto todavía muy lejos.
Pero creo que puede conseguirse y creo en un mundo globalizado.
Las diferencias pueden ser muy dolorosas o dañinas -
algo que hemos visto con la crisis económica,
porque ¿quiénes han sido los más afectados por la crisis económica?
Las poblaciones pobres en desarrollo,
que por cierto no tuvieron nada que ver con el origen de la crisis.
Así que, en cierto modo, tener la visión global que ahora tenemos,
que los medios de comunicación proyectan sobre nosotros,
desencadena una mejor consciencia del problema que tenemos que resolver.
La función de la OIT radica sobre todo en la vertiente normativa.
Los derechos sociales básicos de los trabajadores inherentes a un trabajo decente.
Una vez se ha llegado a ese punto,
y se tarda en llegar antes de levantar la norma internacional en la que esté trabajando la OIT,
en relación con los derechos sociales básicos de los trabajadores,
entonces se ha de pasar a la acción,
que es lo que en mi opinión hacen un buen número de programas que la OIT elabora sobre el terreno.
Así que también se trabaja en el plano legislativo
-y sabemos que la legislación global es algo difícil de lograr,
aunque la OIT tiene la gran ventaja relativa de ser tripartita,
algo que no es ninguna otra organización internacional-
de modo que, por un lado tenemos la legislación,
pero también por otro lado, medidas, programas, de ser posible coordinados,
de la misma forma que nosotros, por ejemplo,
en la OMC tratamos de coordinar lo que hacemos con la OIT.