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Una sensación dolorosa,
una emoción fuerte,
se puede aportar alivio
por la práctica.
Se puede ir más lejos, se puede transformar ese sufrimiento.
Con la práctica también se puede
generar, crear momentos de felicidad
en cualquier momento del día.
Se puede aprender a crear alegría,
felicidad.
Y se pueden saborear
los pequeños momentos de felicidad
de cada día. Es posible,
Hay una estrecha relación entre el sufrimiento y la felicidad.
El sufrimiento juega un papel
en la creación de la felicidad.
Es algo importante.
Como al plantar
flores de loto necesitamos lodo.
Así que la felicidad es un tipo de flor,
como el loto.
Y la felicidad
necesita condiciones para ser.
Como esta flor.
Esta flor es bella.
Representa la felicidad.
Pero está hecha de elementos no-flor.
Como la lluvia, la lluvia no es una flor.
Es un elemento no-flor
indispensable para que la flor
se manifieste.
Cuando miramos en la flor, vemos
la tierra. La tierra no es una flor.
Es un elemento no-flor esencial
para la manifestación de la flor.
Hay muchos elementos no-flor
que están en la flor,
y podemos reconocer esos elementos no-flor en la flor.
Si quitamos todos los elementos no-flor de la flor, la flor ya no existirá.
Así se aprende en el budismo:
no es posible ser. Debemos interser con todo en el mundo.
La flor no puede ser por sí misma,
debe interser con el sol, con la tierra,
con la lluvia, con todo.
Así, la felicidad es un tipo de flor.
Está hecha de elementos no-felicidad,
incluido el sufrimiento. El sufrimiento juega un papel importante
en la confección de la felicidad.
En la creación de la felicidad.
Por tanto, al practicar
aprendemos a emplear el sufrimiento
para crear felicidad.
Hemos hablado del arte de la felicidad.
Hay un arte para crear felicidad,
pero no hemos hablado del arte del sufrimiento.
Hemos de aprender a sufrir.
Hemos de aprender a sufrir. Porque el sufrimiento es parte de la vida.
Pero si sabemos cómo sufrir, sufrimos mucho menos.
Podemos aprender mucho del sufrimiento.
Podemos emplear el sufrimiento para crear felicidad.
En este retiro vamos a considerarlo.
Vamos a practicar juntos para poder adquirir esa capacidad
de gestionar un sufrimiento y crear felicidad.
No nos suele gustar
pensar en el sufrimiento.
No nos gusta tocar el sufrimiento.
Tenemos miedo
de tocar el sufrimiento. No es algo agradable,
tocar el sufrimiento.
Por eso, siempre intentamos
ignorar el sufrimiento.
Fingimos que no hay sufrimiento.
Pero está ahí, en nosotros y en el mundo.
Buda nos dijo
que una comprensión profunda del sufrimiento
debe poder ayudar a transformar el sufrimiento.
Si nos da miedo tocar el sufrimiento,
es porque
no sabemos cómo generar energía de plena consciencia,
Con la práctica de la meditación caminando,
con la práctica de la respiración en plena consciencia,
podremos generar energía de plena consciencia.
Y es con esa energía de plena consciencia
con la que puedes regresar a ti y reconocer el sufrimiento
y abrazarlo con ternura.
Así,
no seremos desbordados
por el sufrimiento.
En la psicología moderna hablamos de la consciencia y del inconsciente.
En budismo también.
El inconsciente es una parte
de esta parte de la consciencia llamada
el almacén, en budismo hablamos de la consciencia-almacén.
Y la mental. La consciencia-almacén abajo y la mental arriba.
En la vida diaria,
el inconsciente
produce muchos pensamientos
e imágenes.
Estás sentado ahí,
y tu inconsciente trabaja.
El inconsciente produce pensamientos.
Hay una especie de radio que funciona
en nosotros.
En Plum Village la llamamos
la radio NST, Non Stop Thinking.
Pasamos de una idea a otra,
ocurre constantemente.
Imágenes, ideas.
No podemos
parar
para reconocer
la idea, para ver si es una idea correcta, justa.
Y no sabemos
por qué está ahí esa idea.
No podemos ver las raíces de esa idea que se nos presenta.
Y así, la radio continúa.
El inconsciente nos trae alimento.
Y no es buen alimento.
Porque esas ideas contienen
sufrimiento,
miedo,
angustia, imágenes así.
Estamos ahí y seguimos consumiendo
nuestra consciencia.
Cuando piensas, cuando inspiras,
si pones tu atención en tu inspiración,
reconoces que estás inspirando.
Eso se llama respirar en plena consciencia.
Reconocemos
el hecho de que está ocurriendo una inspiración.
Inspiro, sé que estoy inspirando.
Es la presencia de la atención.
Y al caminar,
podemos caminar en plena consciencia.
Nos hacemos conscientes de cada paso que damos.
Cuando comemos,
podemos comer en plena consciencia.
Somos conscientes
del hecho de que estamos ahí,
con amigos, que la comida está sobre la mesa,
que estamos compartiendo una comida con la Sangha
Y cada momento de la comida se puede hacer
en plena consciencia. Es una práctica.
Cuando bebemos té,
podemos beber el té en plena consciencia.
Así que el inconsciente
nos trae ideas, representaciones, imágenes así.
Y la consciencia puede hacer
el trabajo
de puesta a punto.
Podemos parar para ver, para mirar,
para reconocer los pensamientos, las imágenes
ofrecidas por el inconsciente.
Esas ideas, esas imágenes, pueden ser
exageradas, deformadas.
Las raíces
pueden ser
percepciones erróneas.
Esas ideas, esas imágenes, nos empujan
y al hablar, al actuar
estamos influenciados por lo que nos da el inconsciente.
La plena consciencia es una energía
que puede ayudarnos a reconocer lo que pasa.
Primero en nuestro cuerpo.
Quizá
en nuestro cuerpo haya
tensión.
La tensión siempre está ahí.
Pero no sabemos que la tensión está ahí.
Así que inspiro en plena consciencia
y reconozco la presencia de mi cuerpo.
Esta plena consciencia de la respiración me permite
reconocer el hecho de que tengo un cuerpo.
Y hay tensión en mi cuerpo.
Si hay mucha tensión en el cuerpo, no tengo bienestar.
Esta plena consciencia me dice que hay tensión en mi cuerpo.
Eso me lleva a pensar,
a tomar una decisión:
voy a practicar para poder relajarme,
para soltar esta tensión.
Y cuando espiro, dejo que la tensión
salga de mi cuerpo.
Inspiro, sé que la tensión está ahí, en mi cuerpo.
Espiro, me relajo.
Es el trabajo de la conciencia.
El trabajo de la plena consciencia.
Y se produce
una sensación
en el cuerpo, en la mente,
nos hacemos conscientes de esta sensación.
Esta sensación puede tener su raíz en el cuerpo
o en las percepciones.
Así, cuando somos conscientes
de esta sensación,
podemos ver si esta sensación viene del cuerpo
o de las percepciones.
Quizá, por ejemplo,
la tensión en el cuerpo
pueda engendrar
una sensación desagradable.
Cuando estamos en contacto
con esa sensación desagradable con la plena consciencia,
sabemos que esta sensación
viene del cuerpo.
Reconocer esta sensación corporal.
Y podemos hacer algo
para cuidar esta sensación que no es agradable.
Al relajar la tensión del cuerpo
podemos generar
una sensación más agradable.
Una sensación de bienestar.
Es algo que podemos hacer
en cada momento de la vida diaria.
Si hay una sensación dolorosa
que nace de una percepción,
podremos reconocerlo.
Porque las percepciones erróneas
aportan siempre sensaciones
dolorosas.
Como el miedo,
la ira, etc.
Con la plena consciencia podemos reconocer la sensación.
Y si seguimos, tendremos bastante concentración
para poder mirar profundamente en la sensación
para poder
reconocer las raíces
de esta sensación.
Una percepción errónea
puede originar
una sensación dolorosa.
De esta forma
podemos observar muy bien la percepción.
Podremos
corregir esta percepción errónea,
y así podremos
transformar la sensación dolorosa.
Todo se hace con la energía de la plena consciencia.
En tanto que practicantes,
debemos poseer esta capacidad
de gestionar un sufrimiento.
Debemos poder gestionar una sensación dolorosa.
Una emoción fuerte.
¿Con qué?
Con la energía de la plena consciencia.
Así,
en la vida diaria,
practicamos
para que esta energía de plena consciencia esté presente
durante todo el día.
Con esta energía podemos reconocer lo que ocurre en el cuerpo,
en las sensaciones
y en las percepciones.
Por eso,
cuando
cuando vienes a Plum Village, actúas como nosotros
en cada momento del día, de la vida
diaria,
nos entrenamos a vivir en plena consciencia.
Cuando tomas el té,
es posible hacerlo en plena consciencia.
Es decir,
detener el pensamiento.
Si en pensamiento está ahí no estás con el té, contigo mismo.
Con la inspiración en plena consciencia
reconocemos que estamos ahí en el momento presente.
Que tenemos una taza de té en la mano
y que vamos a beber el té en paz, con alegría.
Y mientras bebes el té,
no hay más pensamiento,
solo hay sensaciones agradables.
Estás ahí, no tienes nada que hacer, solo has de beber tu té.
Puedes
puedes beber tu té
en plena consciencia, en concentración
y visión profunda.
Puedes invertir el cien por cien
de tu cuerpo en beber tu té.
Puedes invertir el cien por cien de tu mente
en el acto de beber tu té.
Verdaderamente
concentrado
en el momento.
Sabes que estás ahí, vivo.
Sabes que tienes una taza de té en la mano.
Puedes beber el té de esta forma.
Es la manera
de beber, de tomar el té de Buda.
Puedes beber el té como un buda.
Con plena consciencia, despierto.
Y cuando tengas que desplazarte,
caminas en plena consciencia.
Es decir, no te dejas llevar
por el pensamiento,
por el inconsciente.
Llevas tu atención a la respiración,
a cada paso que das.
La plena consciencia nos dice
que estamos ahí, vivos.
Que el mundo está ahí con todas sus maravillas.
Que dar un paso,
tocar este planeta
magnífico,
es una alegría.
Puedes saborear cada paso en plena consciencia.
Cada paso es felicidad.
Y para poder saborear cada paso,
saborear la felicidad, debes ser libre.
La libertad es la base de toda felicidad.
¿Libre de qué?
Libre
del olvido. El olvido es lo contrario de la plena consciencia.
Eres libre del pasado.
No piensas más en el pasado.
Ya no eres prisionero del pasado.
No piensas más en el futuro. No temes el futuro.
No eres prisionero del futuro.
Eres realmente libre para afincarte en el momento presente.
Como eres libre,
puedes saborear de verdad cada paso que das.
Caminar sobre la tierra
es un milagro.
Así que puedes
crear un momento de felicidad a cada paso.
Y esa felicidad puede curarnos
y alimentarnos.
Cuando te limpias los dientes, puedes también
hacerlo en plena consciencia.
La alegría es posible
también mientras cepillas tus dientes.
Cuando
orinas,
puedes hacerlo en plena consciencia.
Puede ser un momento agradable.
Cuando defeques también.
Cuando te lavas la mano,
cuando lavas los platos,
cada momento puede ser un momento de felicidad
si la plena consciencia está ahí.
Cuando abres el grifo y corre el agua,
si te habita la plena consciencia,
verás que es un milagro
que el agua te llegue
desde las montañas.
Del fondo
de la tierra.
Y puedes alegrarte del agua
que atraviesa tus dedos.
Cada momento puede ser un momento de felicidad.
Por eso, en Plum Village siempre decimos
que la plena consciencia es fuente de alegría, fuente de felicidad.
Es un arte,
ser feliz con la plena consciencia.
Se puede transformar cada momento de tu vida en un momento de felicidad.
Y se hace cómodamente
y fácilmente con la ayuda de la Sangha.
Porque los demás intentan hacer lo mismo.
Intentan caminar así,
respirar así,
cocinar así, lavarse así.
Cada momento puede ser un momento de felicidad.
Cada uno debe aprender
a crear momentos de felicidad, pequeñas felicidades.
Y saborear
esas pequeñas felicidades a cada instante
para poder curarse, para poder transformarse,
para poder alimentarse.
Y eso se hace
con la gestión del sufrimiento.
Si se presenta una sensación dolorosa,
sabemos qué hacer para poder
cuidar ese sufrimiento.
Con la plena consciencia, caminando,
se puede reconocer esa sensación.
Podremos mirar en profundidad
en la naturaleza de esa sensación
para poder
reconocer sus raíces.
Se pueden transformar.
Y siempre se puede aliviar
ese dolor, esa sensación.
Porque esa sensación
es una energía.
Y la plena consciencia es otra energía.
La plena consciencia
generada por la respiración, por la caminata,
por la sonrisa,
es una energía.
Y esta energía reconoce la energía del sufrimiento
y abraza esta energía del sufrimiento
a la manera de una mamá
que toma su bebé en ambos brazos.
Hay un bebé que sufre,
hay una mamá con energía de amor.
Y la energía del amor de la mamá, la ternura,
comienza a penetrar en el cuerpo del bebé.
Eso hace mucho bien,
aporta al instante
un alivio.
Lo mismo se hace
con esta práctica de la plena consciencia.
Cuando sabemos cómo reconocer y abrazar el dolor,
obtenemos alivio al instante.
Porque esto es la mamá, es la ternura,
es Buda, es la plena consciencia.
La concentración.
Y así puedes cuidarte, puedes cuidar tu sufrimiento.
La energía de la plena consciencia
podrá penetrar en la energía del sufrimiento
y aportar alivio.
Así, tras uno o dos minutos
de práctica
podrás tener
un alivio al instante.
La mamá,
después de tomar al bebé en brazos,
nota que el bebé ya no llora.
Es porque la energía de la ternura,
la energía del amor, ha penetrado en el bebé
y el bebé sufre menos.
Y la mamá puede seguir.
La mamá sigue mirando
para ver cuál es la causa del sufrimiento del bebé.
Quizá el bebé tiene hambre.
Quizá tenga
demasiado calor, algo así.
Y cuando la mamá reconoce la causa del sufrimiento,
puede transformar rápidamente la situación.
Lo mismo es cierto con nuestra práctica.
El primer paso es reconocer el sufrimiento
tal como es.
Reconocer.
Reconocimiento simple.
La segunda cosa es abrazar.
Una energía que abraza otra energía.
Es la práctica. No hay violencia.
Porque el dolor es tu bebé.
No hay que ser violento con tu bebé.
Y cuando abrazas el sufrimiento,
llega el alivio.
Y se puede ir más lejos.
Sigues abrazando tu sufrimiento
en concentración.
Con esta plena consciencia, con esta concentración,
podrás comprender las raíces de este dolor,
de esta sensación dolorosa.
Cuando
reconoces las raíces de este dolor
ya estás sobre el camino de la transformación y de la sanación.
Por tanto,
plena consciencia, concentración y visión profunda sobre el dolor, podrán
transformar y curar.
Cuando practicamos
en comunidad,
es mucho más fácil.
Porque
como todos practican,
se puede generar una energía colectiva.
Y esta energía colectiva nos sostendrá en la práctica.
Hemos hablado sobre este dolor en nuestro corazón.
Podemos dejar que la energía colectiva de la Sangha
reconozca y abrace nuestro dolor.
Obtendremos alivio.
Te apoyan los demás practicantes
que te rodean.
Porque todos hacen lo mismo:
intentan vivir cada momento en plena consciencia,
generar energía de plena consciencia, de paz y compasión.
Cuando alguien
practica,
puede generar energía de plena consciencia
para estar realmente aquí y ahora.
Y como puede reconocer el sufrimiento,
puede generar energía de comprensión.
La comprensión es ante todo comprensión del sufrimiento.
Comprender el sufrimiento es algo
fundamental.
Y cuando comprendes el sufrimiento,
nace la compasión.
Esta compasión va a transformarnos
y va a ayudar a transformarse a la otra persona.
El sufrimiento de la otra persona.
Por tanto,
dentro de alguien que practica hay energía positiva.
Hay en él
energía de plena consciencia
que le ayuda a estar ahí y aquí
en el momento presente.
Que
que aporta energía de comprensión y compasión.
Y esa persona
emite una especie
de energía a su alrededor.
Ves salir una vibración
sana, agradable.
Es porque esta persona está llena
de energía de plena consciencia, de comprensión y compasión.
Si estás sentado cerca de una persona así,
te sientes bien, te sientes mejor.
Hay una vibración sana,
y puedes sentir esa vibración.
Si un centenar de personas
poseen ese tipo de energía,
la energía
colectiva
será muy fuerte.
Y siempre podemos
beneficiarnos
de esa energía colectiva
para nuestra propia transformación y sanación.
Podemos practicar juntos.
Hoy,
les voy a proponer
algunas prácticas que pueden ayudarnos
a vivir en plena consciencia durante el día.
Hoy y mañana.
Cuando me hice
monje novicio a los 16 años,
ya me enseñaron
me enseñaron cómo hacerlo.
Existen algunos versos
que el novicio debe aprender para practicar la plena consciencia.
Cada vez que te lavas las manos,
hay un pequeño poema,
un gatha, unos versos,
que pronunciar
con respiración consciente.
Cada novicio recibe un librito
con unos cincuenta poemas
para la práctica de la plena consciencia en la vida diaria.
Esto pertenece a la vida monástica,
pero se puede compartir con los practicantes laicos.
Cuando te levantas,
cuando de despiertas por la mañana,
existe
un gatha a practicar.
Lo primero es inspirar y recitar el primer verso del gatha.
En este libro, Cantos del Corazón, puedes encontrar
unos cien gathas para la práctica diaria.
Al despertar
Al despertar esta mañana, sonrío.
Lo primero que se hace por la mañana es sonreír.
Con una inspiración.
Al despertar esta mañana, sonrío.
Sonrío al mundo, me sonrío a mí mismo.
Es una bella manera de empezar el día.
Tengo ante mí veinticuatro nuevas horas.
Es para la espiración.
Y mientras espiras,
tienes la visión correcta
de que ante ti hay veinticuatro nuevas horas que vivir.
Es un don. Es un regalo de la vida.
Veinticuatro nuevas horas para vivir.
Después vuelves a inspirar:
Hago el voto de vivir cada instante plenamente.
No voy a desperdiciar mi vida, mi tiempo.
Viviré en profundidad y feliz cada momento que se me ha dado a vivir.
Esto es
lo que recitas
mientras inspiras.
Luego, el cuarto verso:
Miraré el mundo con los ojos del amor.
Mi práctica
es intentar mirar a los que me rodean
con los ojos de la compasión.
Cuando miras así, no sufres más.
Un gatha así
es muy importante.
Existen cientos de gathas así
para practicar.
Cuando yo era novicio,
en Vietnam,
dormíamos
con una mosquitera,
porque había muchos mosquitos.
Y para recordar el gatha,
puse
una hoja
una hoja caída, algo así,
y al despertar la veía
y me acordaba de practicar.
Entonces inspiraba y recitaba
el primer verso del gatha.
En aquel tiempo
los gathas
no estaban en vietnamita moderno.
Estaban en chino clásico.
Cuando me hice
joven profesor, los traduje
al vietnamita.
Y después al inglés, al francés.
Tú tienes una centena de gathas para practicar.
Cuando viertes agua
para lavarte las manos,
en aquel tiempo no había grifos.
En mi templo no había electricidad,
no había agua corriente.
Había que ir a pozo a buscar agua.
Poníamos agua en un recipiente y nos lavábamos.
Hay otro gatha, otro poema
para que practiques.
Así, estás en plena consciencia durante todo el día.
Ahora quisiera compartir esta práctica.
Les propongo
que cada uno
elija cuatro o cinco gathas para practicar.
Se empieza por tres, cuatro o cinco.
Primero voy a leer algunos gathas
para darles
una noción.
Hay uno
para emplear cuando abres el grifo.
El agua desciende de lo alto de la montaña
El agua asciende de las profundidades de la tierra
El agua fluye milagrosamente hasta nosotros
Mi gratitud hacia ella es desbordante
[vietnamita]
Hay un gatha que me gustaba mucho
cuando era novicio.
Después
de haber respirado con el primer gatha,
me levanto,
y con los pies intento encontrar
las zapatillas.
El gatha es así:
Desde la mañana hasta el anochecer
cada ser vivo
debe protegerse
Si por azar
camino
sobre uno de ellos,
es decir, puede que pise
un insecto, algo similar, bajo mis zapatillas,
no es
porque tenga la intención
de destruirlos, de matarlos,
Ruego
para que puedan renacer al instante
en el reino
del Buda Amitabha.
Este gatha
es para alimentar la compasión.
Al vivir
se puede destruir la vida de otros.
Sobre todo
la de los pequeños seres.
Y para alimentar la compasión
se recita este gatha.
Se intenta no matar
seres vivos, aunque sean
pequeños.
Por tanto, si respetas la vida,
te compadeces de las criaturas pequeñas.
Así, no tendrás corazón para matar
los seres humanos
que te rodean.
Es la práctica de la compasión.
Les propongo
hoy
cuatro gathas.
El primero
es para cuando enciendes
la luz,
el contacto.
Si quieres encender la luz,
al tocar el contacto te detienes
y recitas al ritmo de la respiración.
Una inspiración para el primer verso,
una espiración para el segundo verso.
Así.
El olvido
"La dispersión es como las tinieblas
La presencia de la mente, la plena consciencia, es como la luz
Voy a traer la plena consciencia
Para hacer brillar este mundo."
[vietnamita]
Y si quieres,
puedes hacer el voto de practicar hoy ese gatha.
Cada vez que toques el contacto
te detienes para respirar.
Que se haga la luz.
Hay tinieblas, que representan
la ignorancia.
Y la dispersión.
Vivimos siempre,
a menudo, en la dispersión.
No estamos concentrados, no estamos en plena consciencia.
Por tanto, las tinieblas representan la ignorancia, la dispersión.
Y la plena consciencia representa la luz.
"Voy a traer la plena consciencia
Para que el mundo brille con belleza."
El primer gatha es para encender la luz.
El segundo gatha es para abrir el grifo
y tener agua.
Como es algo que hacemos todos los días
tenemos la oportunidad de practicar.
El tercero puede ser para orinar.
Intenta orinar de forma tal
que la felicidad y la alegría sean posibles mientras lo haces.
Yo lo practico siempre, todos los días.
Al limpiarme los dientes, orinar, cada momento debe ser un momento de felicidad,
de relajación, de distensión.
Y eso se puede convertir en una costumbre.
Una buena costumbre.
Y empezamos hoy mismo.
Escuchamos la campana.
Cada vez que oímos la campana nos detenemos,
inspiramos, espiramos.
Escucho, escucho,
este sonido maravilloso me devuelve a mi verdadero hogar.
Antes de hacer
una llamada por teléfono,
tocas el teléfono y respiras.
Hay un gatha para eso.
Inspiras, espiras,
dos veces, para acabar el gatha.
De esta forma,
serás más compasivo, más tranquilo.
Y la calidad de la conversación será mejor.
Les propongo esto:
en este libro,
Cantos del corazón, encontrarán un centenar de estos gathas.
Si quieren, pueden escribir sus propios gathas de práctica.
Si consiguen hacer nuevos gathas
deben compartirlos con nosotros.
Aumentaremos el número de gathas.
Al tomar el teléfono
Sesenta y ocho.
Las palabras recorren miles de kilómetros
Las palabras recorren miles de kilómetros
Construiré el amor y la confianza
Que cada una de mis palabras sea una joya
Que cada una de mis palabras sea una flor.
Esta mañana,
después de la enseñanza, les invito a todos y todas
a acompañarme para una meditación caminando.
Caminaremos de forma tal,
que cada paso pueda darnos
paz, relajación, felicidad.
Podremos
emplear
la energía colectiva
para poder caminar correctamente.
Estoy seguro
de que la sanación,
la transformación,
son posibles durante este mismo retiro.
Si practicas bien,
si sigues las instrucciones de la práctica,
si puedes poner en práctica todo lo que aprendas,
la transformación, la sanación
puede ocurrir durante este retiro.
Quisiera decirles
que cada inspiración, cada espiración,
puede ser,
puede ayudar a curar.
No hay camino que lleva a la sanación.
La sanación es el camino.
Por tanto, cuando des un paso
así, en paz, en la detención,
relajado,
ese paso
ayuda a la sanación.
Cuando inspiras una vez
y puedes calmar tu cuerpo y tus sensaciones,
eso ya es sanación.
La sanación a cada instante.
Es algo posible.
Existe
una energía colectiva que nos sostiene.
Por tanto, cada momento del día puede ser un momento de sanación, de transformación.
Podemos beneficiarnos de la Sangha, de la energía colectiva.
Podemos beneficiarnos
de la ocasión para poder
sanar juntos.
Cuando hablamos
de felicidad,
las pequeñas felicidades
que todo el mundo puede crear a cada momento,
sabemos que los ingredientes,
los elementos de la felicidad ya están ahí.
Por ejemplo,
la plena consciencia.
Se escribe así en chino.
Esta parte representa la mente,
esta parte representa el momento presente.
Traer la mente al momento presente. Eso es la plena consciencia.
Es una fuente, la plena consciencia es una fuente de alegría y felicidad.
Tenemos una semilla de alegría
en lo más profundo
de nuestra consciencia.
Tenemos una semilla
de felicidad
en lo más profundo de nuestra consciencia.
Hemos de actuar de forma tal
que la semilla de alegría, de felicidad, sean regadas.
Porque la alegría es posible, la felicidad es posible.
Porque todos tenemos una semilla de alegría y felicidad.
La plena consciencia va a tocar la semilla de alegría y felicidad,
va ayudar a que se manifiesten
en la conciencia.
Existe
esta parte de la consciencia llamada almacén,
abajo.
Las semillas están enterradas aquí.
Las buenas semillas como la alegría, la felicidad,
y las malas semillas, como la ira, la desesperación,
todas están ahí.
La buena noticia
es que hay buenas semillas, como la de la alegría y la felicidad.
Hay que darles una oportunidad.
Hay que regar la semilla de la alegría.
Hay que emplear la energía de la plena consciencia para poder reconocer esas semillas.
Cada momento del caminar puede ser un momento de sanación.
No debemos desperdiciar el tiempo
que tenemos aquí.
Cuando inspiras,
puedes dar dos o tres pasos.
Inspiro,
inspiro,
inspiro.
Cuando espiras puedes dar cuatro o cinco pasos.
Espiro,
espiro.
(...) un sentimiento
de lo maravilloso.
Más tarde, quizá des tres pasos por inspiración y cinco por espiración.
Hay que saborear cada paso.
Cada paso es felicidad.
Y es posible curarse.
(...) una sesión de meditación caminando juntos.
Cuando oigan la campana, pueden venir con nosotros al campanario
y comenzaremos la caminata.
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