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Me gustaría empezar la historia
en mi segundo año de universidad
cuando me inscribí en la clase de química.
Me encanta empezar ahí
porque fue en esta clase
que me empezaron a pasar
las cosas más increíbles.
Recuerdo mis intentos por estudiar química,
sobre todo porque fueron extremadamente dolorosos.
Recuerdo haber leído esas palabras una y otra vez,
pero por alguna razón, cuando las unía,
no tenían significado.
Era como si no pudiera aprender
al leer de este libro.
Y, por esas cosas del destino, eso provocó en mí
algo que le sucede a muchos de mis alumnos.
Empecé a preguntarme: ¿Qué pasa conmigo?
Y esto despertó mi interés
por la psicología educativa.
Y, como cualquier buen psicólogo,
que se pregunta "qué hay de malo en mí",
empecé a analizar a mis padres.
(Risas)
Él es mi padre.
Mi padre puede describirse de muchas maneras.
Disléxico.
Problemático.
Desertor escolar.
También se le puede describir como alguien que piensa de forma innovadora.
Ingeniero matemático.
Inventor.
Millonario por esfuerzo propio.
De niña, recuerdo que
iba a la casa gente muy importante
a preguntarle a mi padre, si sus ideas podrían funcionar.
Así que, un día cuando me esforzaba estudiando química,
decidí preguntarle a mi papá:
¿Cómo sabes si algo va a funcionar?
¿Cómo sabes cuando sabes algo?
Y me dijo la cosa más profunda.
Me dijo: "Lo veo en mi mente"
Y fue como si algo se abriera dentro de mí.
Y lo entendí.
Estas palabras de química no producían imágenes en mi mente,
pero también entendí que tenía que encontrar
una forma de generar imágenes,
o nunca iba a poder leer
y aprender de este libro.
Hoy en día, la neurociencia comprende muy bien
lo que me estaba pasando.
Si comprenden una palabra
el cerebro activa una simulación.
Cuando entienden la palabra "saltar"
el cerebro lanza un patrón neurológico
muy similar al patrón que usa
para impulsar físicamente al cuerpo.
El cerebro experimenta palabras.
Si son muy buenos pensando con palabras,
tienen muchas palabras que llevar
a ese proceso de simulación.
Pero yo tengo pensamiento visual.
Y, para mí, las palabras pueden bloquear mi comprensión.
Tal vez pueda leer una palabra,
escribir una palabra,
memorizar una definición muy larga de esa palabra,
pero todo eso
está muy separado del aprendizaje.
Años después, empecé mi carrera trabajando en distritos escolares,
haciendo pruebas y diagnosticando niños con problemas de aprendizaje.
Y empecé a ver una gran cantidad de temas en común.
Ella es Sara.
Hay muchas formas de describir a Sara.
Se distrae muy fácilmente.
Comete muchos errores por descuido.
No es buena en los exámenes.
Jackson odia leer.
Tiene una baja comprensión de lectura.
Y, para ser honesta, la mayoría de sus maestros
piensan que tiene una capacidad promedio.
Joy parece incapaz de aprender.
Le diagnosticaron problemas de aprendizaje,
y experimenta fracaso escolar en muchos aspectos académicos.
Pero mientras más llego a conocer a mis alumnos,
más empiezo a ver a mi padre.
Y más empiezo a verme a mí.
Y me pregunto:
"¿Y si no se está midiendo
a sus hijos por la capacidad de aprender?
¿Y si el rendimiento escolar en realidad mide
la incapacidad de su hijo para pensar con palabras?"
Así que, dejé de trabajar con escuelas
y entré a la práctica privada
donde investigaba y diseñaba
algunos enfoques del aprendizaje.
Y me encontré con 3 poderosas estadísticas.
Del 50 % al 60 % de los estudiantes serán percibidos por la escuela
por tener un potencial de aprendizaje promedio o debajo del promedio.
Del 50 % al 60 % de los estudiantes,
saldrán en los exámenes con alto nivel en pensamiento visual,
y con debilidades para pensar con palabras.
Del 50 % al 60 % de las palabras
que un niño de educción inicial
necesita aprender para saber leer,
les son enseñadas usando solo la memorización.
Así que decidí: "¿Saben qué?
Regresaré a mis alumnos al nivel inicial, por así decirlo,
y ver realmente dónde empezó su incapacidad de aprendizaje.
Y nos hemos centrado en las primeras 40 palabras
que su cerebro había sido forzado a memorizar,
pero, esta vez, involucramos el pensamiento creativo
y activamos la capacidad de resolver problemas.
Y desplazamos esas palabras aprendidas de memoria
por experiencia y significado.
Y empezamos a ver cosas asombrosas.
Ella es Sarah al día de hoy.
Estudia el bachillerato.
Es una excelente estudiante,
y actualmente es muy activa buscando formas
de aprovechar sus habilidades en las redes sociales.
Jackson está por encima del promedio en todas las áreas,
y es un ávido jugador de waterpolo.
Joy ha vencido todos los ***ósticos en su contra.
Ahora le encanta leer,
y es una escritora elegante.
Durante los últimos 10 años,
mis alumnos me han mostrado
el efecto paralizante que la memorización
puede tener en un cerebro en desarrollo.
Pero también me han enseñado
que no hay nada promedio respecto de la mente humana.
Porque resulta que,
lo que realmente los niños necesitan de nosotros,
es tener la oportunidad
de ver el aprendizaje.
(Aplausos)