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- Hola. Encantado, Guillaume. - Hola. Mucho gusto, Virginie.
- ¿Adónde vamos? - A mí hotel por favor.
Antes que nada me gustaría felicitarte por tu actuación de ayer.
Gracias.
No todo el mundo puede decir que le ha ganado a Serena Williams.
- Por supuesto. - Buen trabajo.
¿Qué jugadora respectas tanto que la dejarías ganar un partido de exhibición?
Serena.
Conozco mejor a Venus que a Serena.
Ella me ha ayudado en algunas ocasiones cuando no he tenido con quien entrenarme.
Me preguntaba si quería entrenarme con ella.
Entonces es cierto que me inclino por Venus. Me parece muy agradable.
A Serena la conozco menos, a no ser en la cancha porque jugué contra ella ayer.
Pero pienso que ambas son muy simpáticas.
¿Un hábito o manía que te vuelva loca?
No tengo muchas manías. No soy como Nadal que siempre se está ajustando los calzones.
Pero no tengo nada contra él.
¿Supongo que tampoco tienes nada contra sus calzones?
No, nada. Además nunca he visto sus calzones.
Me gustaría que te tomes una foto haciendo una expresión de victoria .
Hagámoslo.
- Uff, no alcancé. - ¿Sí? Vuelve a tomártela.
- ¿Está mejor? - No, no alcancé.
¡Eso!
Bueno ya casi llegamos. ¿Algún mensaje antes de bajarte del coche?
Sí, me gustaría agradecer a todas las personas que ayer vieron el partido por televisión.
Y que me apoyaron y gritaban: “Dale Virginia, estamos contigo”.
Porque toda esa energía positiva me sirvió en la cancha y me ayudó a ganar.
- Qué bueno. - Gracias.
- Adiós. - Chao.