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LOS MILLONARIOS DEL TITANIC
América. Un nuevo mundo sin límites.
Ni siquiera el cielo era un obstáculo para los ambiciosos.
A medida que los edificios crecían en altura,
quienes tenían empresas se hacían más ricos.
En 1861, había en Estados Unidos solo tres millonarios.
En 1900 eran casi 4.000,
y necesitaban algo en que gastar sus millones.
El Titanic.
El Titanic era el objeto móvil más grande jamás creado por el hombre.
No solo era enorme, sino magnífico en todos los sentidos.
Con la bandera británica ondeando a un lado
y las barras y estrellas de EE.UU. al otro,
los ricos y poderosos tenían un juguete nuevo que jamás se olvidaría.
Los millonarios de 1912,
como los señores Astor,
eran el equivalente a las estrellas de cine de hoy.
La prensa y el público nunca se cansaban de ellos.
John Jacob Astor era el pasajero más rico del Titanic.
A bordo se encontraban varios millonarios
y el público acudió para verlos de cerca.
Benjamin Guggenheim,
George Widener
e Isidor Straus.
Juntas, sus fortunas superaban los 100 millones de dólares.
Desde el esplendor de las suites o del Café Parisien,
la travesía transcurría con calma.
Los pasajeros se sentían en un hotel de lujo.
Mientras tanto, abajo, los nuevos motores de turbina
eran impulsados por 29 calderas de carbón,
con potencia para mover este buque de 46.000 toneladas a 22 nudos por hora
sin que se derramara ni una gota en ningún vaso.
Como la mayoría de sus contemporáneos,
J.J. Astor conocía las innovaciones tecnológicas de la época,
y había escrito incluso un libro sobre el tema.
Para las damas de la cubierta superior, su pasatiempo era la moda y el cotilleo,
mientras que abajo se entretenían con sus propios lujos modestos.
El Titanic partió hacia Nueva York en abril de 1912.
Ni la innovación tecnológica
ni la riqueza iban a importar mucho.
Tras el impacto con el iceberg,
Astor, como muchos otros, no se creía que el barco estuviera en peligro.
Pero pronto todos supieron que el barco insumergible se hundía.
Astor acompañó a su prometida de 18 años hasta un bote
y se despidió hasta la mañana siguiente.
John Jacob Astor, el hombre más rico a bordo del Titanic,
murió junto a otros 1500 de todas las clases y continentes.
Todos iguales ante la muerte.
El triunfo tecnológico del nuevo siglo,
el paradigma de la ingeniería eduardiana, terminó en tragedia.
Se avecinaba la Primera Guerra Mundial
y la vida para la élite y el Imperio nunca volvería a ser la misma.
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