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Bueno, algunas de las palabras más pequeñas e insignificantes
que usamos a diario, pueden reflejar mucho sobre quiénes somos.
Y no digo esto ni como lingüista,
ni como científico de cómputo sino como psicólogo social.
Hoy quisiera contarles una historia
que resume mucho de la investigación
que mis colegas, mis alumnos y yo hemos realizado,
que me ha servido para hacerme consciente de esto.
Hace unos años, estaba estudiando la naturaleza de la experiencia traumática
y de su relación con la salud física
y lo que seguía hallando, me dejaba completamente perplejo.
En suma cuando las personas sufren una fuerte experiencia traumática en sus vidas,
tienen mayor probabilidad de enfermarse después del evento,
si mantienen el evento en secreto,
que si hablan con otras personas.
Esto en verdad me fastidiaba. Resulta que guardar un secreto, parecía,
ser de alguna manera, tóxico.
Esto me llevo a realizar unos experimentos
en los que llevamos gente al laboratorio
y les pedimos que escribieran sobre
las experiencias más traumáticas que hubieran vivido
especialmente aquellas que guardaban en secreto.
Y estas fueron grandes traumas, cosas como violación.
Eran cosas como grandes humillaciones públicas o fracasos.
Y los resultados que obtuvimos del estudio fueron sorprendentes.
Descubrimos que la gente que había escrito tan poco como 15 minutos al día,
durante 3 o 4 días consecutivos,
tuvo cambios significativos en su salud física
e incluso su función inmunológica.
Digamos que traducir las experiencias en palabras hace una diferencia, pero ¿por qué?
Desde entonces ha habido cientos de estudios
realizados en laboratorios de todo el mundo tratando de dar respuesta
y sin que ninguno concluya una sola explicación.
Mi propio enfoque fue observar los ensayos
que la gente escribía con la intención de averiguar
si había algo en los ensayos que pudiera predecir
quién se beneficiaba de escribirlos con respecto a no escribirlos.
Lo intenté y no encontré nada.
Así que puse a un número de psicólogos y otros expertos
a que leyeran y escribieran cientos de estos ensayos
y tampoco pudieron ver un patrón;
necesitaba intentar otras estrategias.
Así con la ayuda de una de mis estudiantes graduadas,
Martha Francis, escribimos un programa de cómputo.
Y la idea de este programa era examinar cualquier texto dado
y calcular el porcentaje de palabras en el texto
que fueran de emociones positivas, de emociones negativas
o palabras relacionadas con temas tales como
muerte o sexo o violencia o religión o familia.
Mientras que estuvimos escribiendo el programa,
pensaba, bueno, adelante con echar algunas partes del lenguaje,
pronombres, preposiciones, ¿por qué? Porque era fácil, ¿a quién le importan?
Entonces volví a analizar estos ensayos traumáticos
y pronto descubrí que el contenido de lo que la gente escribía
no importaba en términos de si mejoraba su salud o no.
En cambio, fueron estas palabras basura, pronombres y artículos
y preposiciones y demás las que importaban.
Ahora piensen en esto.
Tenemos gente que escribe acerca de asuntos profundamente perturbadores
y los temas reales que tratan de tragedias, devastación, cosas horribles,
los temas mismos y las palabras asociadas
con esos temas no hacen diferencia.
En cambio estas palabritas como "yo" y "el" o "y" sí importan.
Había estado buscando lo obvio, pero de hecho
estaba poniendo atención a lo que la gente decía,
y no a cómo lo estaba diciendo.
Entonces, ¿cómo analizo el "qué" versus el "cómo"?
Pues resulta que hay distintos tipos de clases de palabras
que ven esta distinción y una de ellas es
que si observan lo que la gente escribe,
observan lo que se llama palabras de contenido.
Estas son sustantivos, verbos regulares, adjetivos y algunos adverbios.
Estas son cosas del pensamiento, son las cosas de la comunicación.
Intentamos hablar con alguien.
Google y los términos de búsqueda se basan todos en estas palabras contenido.
El otro grupo de palabras son una clase de palabras
que en general se llaman palabras funcionales.
Y las palabras funcionales consisten en las palabras más aburridas que puedan imaginar.
Estas consisten de los pronombres: "yo", "mí", "él", "ella";
preposiciones: "para", "de", "por"; verbos auxiliares: "ser", "estar", "haber".
Tendría que despertarlos si sigo hablando de estas palabras funcionales.
Pero resulta que estas palabras funcionales son realmente interesantes,
porque, primero que nada, sólo hay cerca de 500 palabras funcionales en el inglés.
que representan mucho menos del 1%
de todas las palabras que conocemos, que escuchamos, que leemos.
Sin embargo, reflejan del 55% al 60%
de todas las palabras que nos rodean,
están por doquier y no les ponemos atención.
En inglés y en otros idiomas, son las palabras más cortas que hay
cuando las decimos o las leemos,
se comprimen en el cerebro a una velocidad menor que 0.2 segundos,
lo que significa que son procesadas en esencia inconscientemente.
Pero todavía existe algo más interesantes sobre ellas,
que son sociales, profundamente sociales.
Permitan que les dé un ejemplo, digamos que están caminando,
y ven una nota en el suelo, la levantan y dice,
"Yo la estoy poniendo en la mesa".
Bueno, como que tiene sentido y como que no.
"Yo la estoy poniendo en la mesa". Tiene dos palabras contenido:
"poniendo" y "mesa";
todas las demás son palabras funcionales "yo", "estoy", "la", "en", "la".
Por lo que no tiene sentido para nosotros es porque
¿quién era "yo"? Ni idea.
"Estoy" implica tiempo presente. ¿Cuándo fue escrita?
"la"? Puff, ni idea que sea "la".
"En la mesa", "la mesa" significa que es una mesa
que el autor conocía
y que el destinatario de esta nota conocía,
pero nadie más.
Y de hecho, esta nota sólo tiene significado para el autor
y al destinatario de la nota
en un momento y lugar particulares.
Y, de hecho, si le llevo esa nota a este autor ahora
6 meses después y le digo, "¿de qué se trata esto?"
Es muy probable que el autor me diga,
"Ni idea".
Las palabras funcionales son sociales
nos hablan del autor,
nos hablan de la relación
entre el autor y el destinatario
y la relación entre el autor y el tema mismo.
Y este es el meollo de lo quiero hablarles hoy.
Que al analizar las palabras funcionales, empieza a tener sentido para nosotros
quién es la gente, cuáles son sus relaciones,
cómo piensan de ellos mismos y cómo se conectan con otros.
Sí, hay muchas palabras funcionales,
y honestamente, podría hablarles por horas de las palabras funcionales.
Pero les evitaré eso y me enfocaré en un par de ellas,
sólo para darles una muestra del porqué son tan interesantes.
Empecemos con los pronombres
y empezaremos con pronombres de la tercera persona
como "él", "ella", "ellos".
Pues resulta que algunas personas allá afuera en el mundo
usan estos pronombres de la tercera persona en tasas altas
y otras en tasas bajas.
¿Qué tipo de personas las usarían?
Bueno, tienen que pensar en los pronombres y todas las palabras funcionales
en términos de dónde pone la gente su atención.
Si están usando pronombres en tercera persona,
por definición están poniendo atención a otras personas.
Les importan los otros, están pensando en los otros,
y la gente que los usa en tasas altas
son socialmente mucho más comprometidas.
Podemos analizar correos, tuits y demás
y eso nos da una idea del compromiso social de alguien
tan sólo viéndolos.
¿Qué hay del pronombre singular en primera persona, "yo", "mí", "mi"?
Bien, usando los argumentos de atención,
alguien que atiende a sus pensamientos, sentimientos,
comportamientos, hacia ellos mismos en alguna forma, usaría más estas palabras.
¿Qué tipo de personas creen que usa más las palabras con "yo"?
Espero, que estén sentados ahí, pensando,
"Bueno, alguien que sea auto-centrado, que se dé auto-importancia
narcisista, hambriento de poder y de un alto estatus".
Estarían totalmente equivocados.
De hecho la persona con el estatus más alto
usa la palabra "yo" menos.
Lo diré distinto,
entre más alto el estatus de alguien, menos usan las palabras "yo";
entre más bajo el estatus de alguien, más alto el uso de las palabras "yo".
Ahora, descubrí esto al analizar los correos,
mensajes de texto, conversaciones naturales,
grupos de negocios y así sucesivamente.
Y los resultados fueron enormes.
Vi estos resultados y pensé,
"Mira, esto debe ser cierto para otras personas
pero no puede ser cierto para mí".
Saben que amo a todos por igual.
Entonces que me pongo a analizar mis propios correos.
Y soy igual que todos los demás.
Veo el correo que recibo de un estudiante universitario,
"Estimado Dr. Pennebaker, quisiera saber
si es posible reunirme con Ud.
porque creo que necesito un cambio de nota".
Y le contesté, "Estimado estudiante: Muchas gracias por su correo.
Desafortunadamente, la forma en que el sistema de calificación funciona bla, bla, bla".
Veo mi correo al rector.
"Estimado Rector: Soy Jamie Pennebaker y quisiera preguntarle
si yo pudiera hacer esto y yo pudiera hacer lo otro".
Y el rector contesta, "Estimado Jamie:
Gracias por tu correo..." y así sucesivamente.
Ahora todos están siendo muy educados, nadie está decepcionando a los demás.
Este es el lenguaje del poder del estatus;
nos dice donde pone atención la gente.
Una persona de estatus alto mira al mundo,
la persona de estatus bajo tiende a mirar más hacia adentro.
¿Y que hay sobre otros estados?
Dejemos el estatus y miremos los estados emocionales.
Pensarían que alguien
pondría más atención a sí mismos
si tuvieran dolor, sea físico o emocional.
De hecho, si vemos a la gente con depresión,
y hemos hecho muchos estudios al respecto,
sabemos que la gente deprimida
pone más atención a sí mismos
y usa más la palabra "yo".
De hecho en uno de nuestros primeros estudios miramos la poesía
de poetas suicidas y no suicidas.
Hicimos esta investigación en donde repasamos,
analizamos su poesía,
y en un inicio pensé, "Bueno, la gran diferencia está
en el grado en el que usan palabras de emociones negativas".
No es cierto.
Los poetas suicidas y no suicidas
todos usan palabras de emociones negativas en alto grado.
Creo que es parte de la descripción de su trabajo.
(Risas)
La gran diferencia fue su uso de la palabra "yo".
Los poetas suicidas usan más la palabra "yo".
Consideren este poema de Sylvia Plath
que luego se suicidó.
Escuchen la forma en que usa la palabra "yo"
y la primera persona en singular.
Estoy tomando una líneas de su poema "Canción de amor de una chica loca".
Cierro mis ojos y todo el mundo se va al cuerno;
Abro mis párpados y todo vuelve a nacer.
(Creo que te inventé en mi cabeza)
Fantaseo que vuelves en la forma que dijiste,
Pero envejezco y olvido tu nombre.
(Creo que te inventé en mi cabeza)
Casi pueden ver a Plath
abrazando su pena, su miseria y así sucesivamente,
y pueden comparar su escritura con otros poetas no suicidas
que escriben sobre amores perdidos.
Cuando los usan, casi pueden ver que lo hacen a cierta distancia
así que están mirando desde una perspectiva más distante de 3ª persona.
Hay una teoría importante muy interesante en psicología
sobre la depresión, en la que se piensa que los depresivos
son personas que tienen un alto nivel de autoconciencia o autofijación.
Y como parte de esto tienden a ser extremadamente honestos.
De hecho, hay muchos estudios que muestran que tienen esta carencia
y que no pueden tener ilusiones positivas de ellos mismos.
Aquellos de nosotros que no somos depresivos, pasamos los días
aferrándonos a estas ilusiones insensatas de la vida.
Pero esta gente es brutalmente honesta.
Esto me hizo preguntarme:
olvidemos la depresión por un instante,
¿podríamos voltear todo esto
y averiguar si los depresivos...
o si usáramos un programa de cómputo como un detector de mentiras lingüístico...?
Quiero decir para todos. De hecho hicimos algunos estudios,
donde llevamos gente al laboratorio,
y los inducimos a mentir o a decir la verdad,
analizamos transcripciones de juicios de personas halladas todas culpables,
la mitad de quienes fueron exonerados posteriormente,
y los resultados fueron realmente bastante impresionantes.
Hicimos un trabajo bastante bueno en distinguir
si alguien había dicho la verdad o mentira
y una de las mejores palabras fue el uso de la palabra "yo".
La gente que dice la verdad
usa más la palabra "yo", porque son dueños de lo que dicen.
Los mentirosos tienden a apartarse, a distanciarse ellos mismos.
Ahora bien, detección de mentiras, depresión
estatus, todas son cosas que podemos ver,
pero una de las cosas que más me interesa ahora
es ver grupos,
ver la relación entre dos personas.
¿Pueden distinguir cómo se llevan dos personas
analizando la forma en que usan las palabras funcionales entre ellos?
Y la respuesta es sí.
Vimos el porcentaje de cada clase de palabras
y llegamos a una forma de medición que llamamos afinidad de estilo de lenguaje.
Entre más afines eran dos personas en su uso de las palabras funcionales
más estaban en la misma página,
entre más hablaban de algo en la misma forma.
Un sitio en el que empezamos a ver esto
fue en las citas rápidas.
Debo decirles que adoro las citas rápidas.
(Risas)
No lo haría nunca en millones de años,
(risas)
pero los animo a todos a que intenten las citas rápidas,
y cuando lo hagan
inviten a que les acompañe un investigador,
porque no hay paradigma mejor.
Hemos participado en proyectos de citas rápidas
a las que acuden la gente
y grabamos su cita de 4 minutos
sabiendo que los grabamos,
y luego transcribimos la forma en que hablan.
Entre más afines en su lenguaje,
mayor la probabilidad de que salgan en una cita.
Podemos predecir que tendrán una cita
en índices ligeramente mejores de los que gente misma puede hacerlo.
Hemos hecho estudios con parejas jóvenes en citas.
Para estar en nuestro estudio, tienen que darnos
10 días de sus mensajes de texto.
Y lo que hacemos es analizarlos
con este estilo de afinidad
y somos mucho mejores que ellos
en predecir si estarán juntos 3 meses después.
(Risas)
El hecho es que en estas palabras nos están diciendo cómo las personas
y las parejas se están conectando.
¿Qué hay de grupos?
Bueno esta es un área en la que estamos trabajando.
Estamos estudiando grupos de trabajo,
algunos son grupos con los que hemos trabajado,
gente de escuelas de negocios,
observamos gente en grupos para-darse-a-conocer,
en grupos educativos. Y lo que averiguamos es
que al mirar un grupo de, digamos, 5 o 6 personas,
podemos intuir cuán productivo será el grupo
y también cuán cohesivo será,
simplemente viendo el estilo de afinidad.
Aquí las cosas se empiezan a poner interesantes:
al dar seguimiento a un grupo que está interactuando
y digamos que interactúan todos en línea,
podemos tener una computadora que monitorea el comportamiento del grupo.
Imaginen por ejemplo,
están en este grupo
y un preparador informático se une a su grupo
de vez en cuando, y un mensaje que llega dice,
"Chicos no se están poniendo atención,
necesitan estar más atentos a lo que están diciendo los demás", o
"Chicos en los últimos minutos se han apartado del tema,
traten de volver al mismo", o esa voz vociferante del grupo,
de la computadora les dirá, "John, en los últimos 5 minutos
has dicho el 50% de las palabras, ¿por qué no te contienes y
y animas a que otros hablen?" (Risas)
Bueno, pues hemos creado un programa que hace eso,
y lo estamos probando con cientos de grupos
y estamos obteniendo resultados muy prometedores.
Ahora pueden empezar a ver porque estoy tan emocionado
de este mundo de las palabras funcionales,
que ahora lo estamos llevando en todas estas direcciones,
que nunca hubiera imaginado.
Hemos estamos viendo en términos de registros históricos.
¿Pueden decir si un explorar particular se suicidó o fue asesinado?
Hicimos un proyecto al respecto.
¿Pueden estudiar una compañía e intuir
cómo funcionan sus comunicaciones internas?
Qué tan bien se están conectando con la gente
de su compañía o con sus clientes.
Vemos reportes de ganancias corporativas o reportes trimestrales de llamadas
para darnos idea de la dinámica de grupo interna de la compañía.
Hemos trabajado con el gobierno
para tratar de intuir los grupos terroristas
y si hay probabilidad de mal comportamiento.
Hemos ayudado a la gente a solucionar sus vidas amorosas.
Pueden empezar a ver eso
al aprovechar el poder de las palabras funcionales,
podemos tener una idea de las personas y los grupos
y cómo se conecta la gente.
Me gustaría exhortarlos a que
cuando lleguen a casa esta noche
empiecen a ver sus correos,
sus tuits, sus mensajes o lo que sea,
y al hacerlo, lo que espero que empiecen a ver
es primero que nada, que aprendieron un poquito más
sobre sus relaciones con los demás,
pero más que cualquier cosa,
espero que hayan aprendido un poquito más de ustedes mismos.
Muchísimas gracias.
(Aplausos)