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Aragon...
Estoy lleno del silencio ensordecedor del amor.
Silencio ensordecedor del amor.
Estoy lleno del silencio ensordecedor del amor.
Estoy lleno del silencio ensordecedor del amor.
Estoy lleno del silencio ensordecedor del amor.
Silencio
Ensordecedor
Del amor
- ¿Conoce a Elsa? - No lo creo.
Estuve pensando durante mucho tiempo que la conocía bien,
pero la misma Elsa cambia la idea que me he hago de ella.
así que siempre pienso que Elsa me esquiva.
Y ya llevo pensando esto
durante 37... 38 años.
Es extraño que pienses eso.
Recuerdo
el sombrero y el abrigo de piel que llevaba Elsa
el día que la conocí.
Pero el resto es inasible.
Bueno, yo tengo recuerdos muy precisos.
Louis parecía un bailarín de salón.
Su cabello era extraordinariamente ***,
nadie se lo cree ahora,
porque tiene los ojos azules
y su cabello se ha vuelto blanco,
así que piensan que era rubio.
Pero siempre lo tuvo muy oscuro.
Era muy delgado...
y muy guapo
- quizá demasiado guapo -
lo que le hacía parecer
uno de esos jóvenes
que se conocen en las salas de baile.
La primera vez que vi a Louis de espaldas,
iba vestido de ***
y su traje brillaba...
como un piano.
Estaba sentado en este taburete.
Un amigo me dijo,
"Tienes que conocer a esa mujer."
Yo estaba jugando a los dados, solo.
Me giré, y vi la mesa del rincón, donde el día anterior,
el 4 de noviembre de 1928,
se sentaba tanta gente. Una de ellas me dijo,
"Sr. Aragon, al poeta Vladimir Mayakovsky
le gustaría que se sentara a su mesa."
Un Mayakovsky como éste.
Y bien, de forma totalmente independiente,
al día siguiente, 5 de noviembre,
entraste en el Café atravesando esa puertecita batiente.
Y desde ese día, nunca más en la vida volvimos a estar separados.
¿Qué sería yo sin ti,
que viniste a mi encuentro?
¿Qué sería yo sin ti,
sino un corazón dormido en el bosque,
sino una hora detenida
en la esfera del reloj?
¿Qué sería yo sin ti
sino este balbuceo?
Aprendí de ti todo sobre las cosas humanas
Y desde entonces veo el mundo como tú
Lo he aprendido todo de ti
Como beber en las fuentes
Como leer en el cielo las estrellas lejanas.
Como retomar la canción
de otro que pasa cantando.
Lo he aprendido todo de ti
hasta a sentir un escalofrío.
¿Qué sería yo sin ti,
que viniste a mi encuentro?
¿Qué sería yo sin ti, sino un corazón dormido en el bosque,
sino una hora detenida
en la esfera del reloj?
¿Qué sería yo sin ti,
sino este balbuceo?
Dices en 'Le Grand Jamais*', (*N. del T.: 'El Gran Jamás')
"En la vida nunca sabes lo que la gente piensa, solo se puede imaginar"
Traté de imaginar tu vida.
Imaginarte.
Solo puedo imaginarte.
Una niña...
Hubo una vez en Rusia una niña
llamada Zemlianichka,
que significa "Fresa Silvestre".
Eran los tiempos de Anton Pavlovich Chejov.
Y en la escuela, para la representación de un cuento de Chejov,
Fresa Silvestre obtuvo un papel importante.
Una niña se despierta señalando al suelo y grita:
"¡Oy krov sac!"
Que significa: "¡Oh, una cucaracha!"
Y ya está, eso es todo.
La niña se ha hecho mayor.
Tiene dieciséis años.
Tiene los ojos de Elsa.
'Los Ojos de Elsa' por Aragon
Tus ojos son tan profundos que cuando me inclino para beber
veo todos los soles reflejados en ellos,
veo las almas desesperadas saltando dentro para morir.
Tus ojos son tan profundos que en ellos pierdo mi memoria
'Los Ojos y La Memoria' (poema)
A la sombra de los pájaros está el turbio océano
De repente el buen tiempo desaparece y tus ojos cambian
El verano recorta la nube del babero de los ángeles
El cielo no ha sido nunca tan azul como lo es sobre el trigo
El niño sobresaltado por las bellas imágenes
Abre los suyos menos desmesuradamente
Cuando los tienes muy abiertos no sé si mientes
Parece que el aguacero abra dos flores salvajes
¿Escondes tus relámpagos en esa lavanda...
en la que los insectos desmontan sus amores violentos?
Estoy preso en las redes de las estrellas fugaces
como un marinero que muere en el mar en pleno mes de agosto.
Oh, Paraíso cien veces recobrado vuelto a perder
Tus ojos son mi Perú mi Golconda mis Indias
Y sucedió que una hermosa tarde el universo se rompió
Sobre los arrecifes que los náufragos incendiaron
Pero yo veía brillando por encima del mar
Los ojos de Elsa, Los ojos de Elsa, Los ojos de Elsa
Por aquel entonces presentaste a tus padres a un tipo raro
a quien nadie había prestado especial atención,
y que decidió
engalanarse con un abrigo azul,
Vladimir Vladimirovich Mayakovsky.
No, ese no, el de la foto no,
sino un hombre joven que se parecía a Belmondo.
Un Belmondo de 1'95 cm.
¿Qué estás pensando?
Nunca sé lo que piensas.
¿Cómo puede alguien pretender trazar con palabras tu semblanza?
Tú, tan diferente, tan fugitiva
Siempre cambiante y transformada
Tú, a la que nada puede fijar en mis ojos
Ni la pasión ni los años
Cada día nueva y sorprendente
Amor, Amor
Tu retrato escapa a los golpes de la palabra y el pincel
Como la forma imprecisa de reír
Imprecisa como un sollozo
Recuerdo sin memoria
Y herida sin puñal
Imaginarte...
Solo puedo imaginarte.
Un día, fuiste a reunirte con un francés
que conociste por aquel entonces.
Había franceses en Rusia en esos tiempos.
Fue él quien te dio tu seudónimo.
Con éste francés estuviste en Tahití.
Y más tarde, para evocar el lejano Tahití,
decidiste utilizar una pintura
en nuestras extrañas 'Œuvres Romanesques Croisées'
que empezaron a publicarse el año pasado.
Ésta pintura del 'Aduanero' Rousseau
que nunca había viajado a un país tropical.
En el 1923, ya habías dejado a tu francés.
Estabas en Berlín, donde había gente de todo tipo.
Y en ese café de la Kurfürstendamm, cuando yo entraba,
tú salías, al mismo tiempo, por esta misma puerta.
No nos encontramos.
Había rusos en Berlín, de todo tipo.
Escritores como Gorki, Remizov,
y Chklovski, que estaba enamorado de ti.
Enseñó su libro a Maxim Gorki,
y como dentro habían seis cartas tuyas,
Gorki quiso conocerte para persuadirte, a pesar de ti,
de que empezaras a escribir
En ruso, claro.
Y ésta es la Elsa que, en 1925, en Moscú,
publicó 'En Tahití'.
Escribiste un segundo libro, 'Fresas Silvestres',
la historia de ésta niña.
Ya te habías marchado a Francia,
con la intención de quedarte poco tiempo,
cuando, en éste bar vacío...
Acariciados por los besos Los años corren hacía el vacío
Evita, evita, evita los recuerdos rotos
El sol es como Un pianista blanco
Que canta todos los días, solo, la misma canción
Cariño, ¿recuerdas esos días despreocupados,
Cuando vivíamos juntos en Montparnasse?
La vida se ha deslizado sibilina Sin que nos hayamos dado cuenta
Las tardes ya se han hecho frías El corazón atrasa
Acariciados por los besos los años corren hacia el vacío
Evita, evita, evita Los recuerdos rotos
Vivíamos aquí, en Montparnasse.
No teníamos ni un franco. ¿Cómo nos las arreglábamos?
Elsa pensó en hacer collares.
Cuenta esa historia en su último libro en ruso, 'Camuflaje'.
Yo lo hice más tarde, en el
'Cántico a Elsa'.
Haces joyas para el día o la noche
Todo se convierte en un collar en tus manos líricas
Trozos de tela, trozos de espejo
Collares tan hermosos como la gloria Increíblemente bellos
Elsa baila el vals y lo bailará
Por la mañana, temprano,
voy cargado con una maleta
llena de tus collares.
Los vendo a los comerciantes
de Nueva York y Berlín, Río, Milán, Ankara
Las joyas
Que tus manos de buscadora de oro crearon
Esas rocas que eran como flores llevan tu color
Elsa baila el vals y lo bailará
Vivimos así durante dos o tres años.
Nos sentíamos ricos, hasta el día que dijiste basta.
Así que me convertí en periodista por 1.300 francos al mes.
Eso era en el '33 o el '34.
Berlín, el incendio del Reichstag.
París, 6 de febrero, 1934.
Y entonces vivimos aquí, en el corazón de París.
Era el año en que empezó la Guerra Civil en España.
"Escribir la historia de una vida...
significa ir más allá de esa vida, más allá de la Historia."
Fuimos a Madrid en un camión, llevando regalos
para los escritores de la República.
"Igual que un tren viaja a través del paisaje
con sus paradas, agujas, señales, puentes, túneles, catástrofes."
Y por aquel entonces, aunque me lo ocultabas,
escribías en francés.
¡Un milagro! En francés.
¿Quién era Thérèse?
Un nombre escuchado en la radio
Entre arriba y abajo
Que no estaba destinado a nosotros
Thérèse...
Max Ernst la vio
en nuestras 'Œuvres Croisées',
y preguntó: ¿De quién habláis?
Para mí, Thérèse es la que eras entonces.
Tu suave mano en la mejilla.
"Buenas tardes, Thérèse."
¿Te molesto?
En absoluto, ven aquí.
Me puedes echar una mano.
Estoy totalmente confusa
con estas pruebas.
Por supuesto, si yo te hubiera preguntado:
"¿Te molesto?", tú hubieras dicho "Sí,
estoy escribiendo un poema sobre Elsa."
Entré en este país que ella abrió
Donde todo palpitaba con ella
Y es su mano la que abre la ventana Sobre el jardín
Donde escucho el sonido de cosas invisibles
Yo inventaré para ti la rosa Tantas rosas
Como joyas en el mar
Tantas rosas como siglos En el polvo celeste
Tantas como sueños En la cabeza solitaria de un niño
Como luces en una lágrima
Inventaré para ti la rosa
Inventaré para ti la rosa
Me miraste con tus ojos De olvido puro
Me miraste por encima de la memoria Por encima de los corazones ambulantes
Por encima de las rosas marchitas
Por encima de las alegrías frustradas Por encima de los días abolidos
Me miraste con tus ojos De olvido azul
Todas las rosas a las que canto Todas las rosas que elegí
Todas las rosas que invento las declamo en vano con mi voz
Antes de ver la rosa me veo primero a mí.
Los lectores de estos poemas
esperaban que tuviera 20 años eternamente.
Como no podía satisfacer
esa necesidad de belleza y juventud
que tenían los lectores,
me sentía culpable, me parecía doloroso.
Eso es lo terrible, que no eran solo para mí.
Por eso hablo...
de otros poemas, otros textos.
En los que yo sé lo que se dice,
y el resto me permito esconderlo a los demás.
Quizá no soy muy buena compartiendo.
Aragon siempre dice que es una sombra a tus pies.
Se equivoca.
Con él y conmigo.
Siempre se subestima, cuando se compara conmigo.
Eso molesta a la gente,
y con razón.
Durante treinta años he sido Ésta sombra a tus pies
Durante treinta años mi pensamiento Ha sido la sombra de tu pensamiento
Crees que todo esto es una alegoría. No me entiendes en absoluto...
Sé que he hecho muchas cosas por Aragon. No fue por intención expresa,
ocurrió, porque estábamos hechos el uno para el otro.
He influenciado su escritura.
Me está muy agradecido, creo,
porque por fin, fue hacia donde quería ir.
Hubo un tiempo
en que tenía problemas para encontrarse a sí mismo.
Había perdido completamente su rumbo como escritor.
Y tenerme a su lado,
sin falsa modestia,
probablemente le hizo sentir como si su camino ya estuviese señalado.
Cada día me da las gracias por ello.
Nunca deja de agradecérmelo.
Qué milagro estar juntos
La luz en tu mejilla El viento jugando a tu alrededor
Cuando te veo, aun tiemblo Como cuando en su primera cita
Un joven que se parecía a mí,
me dijo enfadado si podía cambiarme.
¿Puede uno cambiar las llamas? Ya han matado antes.
Los ojos del alma tallaban Ajustándose a la nubes oscuras
Por primera vez tu boca Por primera vez tu voz
De la raíz a la copa El árbol tiembla
Siempre es la primera vez Cuando tu vestido me toca
Toma este pesado fruto Desecha la mitad podrida
Muerde la mitad feliz Treinta años perdidos
Hunde tus dientes en él Te doy mi vida
Mi verdadera vida comenzó El día que te conocí
Tus brazos cerraron mi camino hacia la locura.
Muéstrame una tierra donde se siembre la recompensa
En la confusión enfriaste mis fiebres
Y me encendí Como la ginebra en Navidad
Nací de tu labio
Mi vida empieza contigo
Todos esos poemas son para ti. ¿Te hacen sentir amada?
¡Oh, no! No son lo que me hace sentir amada.
No es la poesía.
Es lo demás. Es la vida.
Escribir la historia de una vida, con sus paradas,
agujas, señales, puentes, túneles, catástrofes...
Aquí acaba sólo este mundo, y ésta película.
Aquí nos separamos, pero aquí empieza la segunda vida de Elsa
en la que es Elsa Triolet.
La Elsa Triolet de hoy, que ha escrito casi 17 libros.
No la mujer que yo imagino,
sino la mujer que imagina, que ha dado vida a los sueños
y a personajes entre los que he vivido durante un cuarto de siglo,
viéndolos nacer, siendo uno de ellos.
Una larga historia que os contaré en otro momento.
Por ahora, tomad éste cuento de hadas con sus artificiosas resoluciones.
Se casaron y vivieron felices para siempre.
Como en todos los cuentos.
Cuando estaba en tus brazos Era un ser humano
Cuando dejé de fingir me reencontré en el tacto de tu mano
Toma estos libros de mi alma
Ábrelos por todos los sitios, por todas las páginas
Rómpelos para comprender mejor El perfume y el secreto
Rasga brutalmente las páginas al abrirlas
Arrúgalas y desgárralas
Sólo recordarás una cosa, un murmullo, Un estribillo, un respeto que no reposa
Un largo gracias que balbucea En ésta felicidad como un prado
Niña-Dios, mi idolatría La eterna Ave de las letanías
Mi florecer, mi belleza creciente Oh mi razón, oh mi locura
Mi mes de mayo, mi melodía Mi paraíso, mi fuego llameante
Mi universo, Elsa, mi vida
Mi universo, Elsa, mi vida.
Traducción: Wagnerian.