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El grupo de Biología Evolutiva reúne a una serie de investigadores,
sobre todo biólogos y geólogos,
que tiene como objetivo el análisis de la biodiversidad del planeta y,
particularmente, de la Península Ibérica durante el Mesozoico.
Es decir, nos dedicamos a estudiar ecosistemas que
estuvieron en el lugar donde nos encontramos ahora
desde hace unos 230 millones de años hasta hace unos 65 millones de años.
Eso se ordena analizando la evidencia
que nos encontramos en cuerpos de roca donde hay fósiles.
A lo que se dedica fundamentalmente el grupo
es a trabajar en distintos yacimientos
en los que obtenemos información de los fósiles,
y del contexto en el que se encontraban los fósiles,
y lo analizamos para intentar entender, primero,
cómo es el ecosistema que se depositó en aquel cuerpo de roca,
cómo eran los animales que vivían allí
y cómo era su historia evolutiva,
a partir de la información que tenemos de ella y, después,
colocando esos yacimientos en un transepto temporal,
podemos intentar interpretar
cómo es la historia de la vida en un momento concreto,
en una zona concreta del planeta a lo largo de un tiempo.
Nosotros trabajamos desde yacimientos del Jurásico Inferior,
pasando por distintos yacimientos del Jurásico Superior,
150 millones de años,
hasta el Cretácico, la parte más baja hace unos 100 millones de años,
hasta el momento de la desaparición de los dinosaurios,
hace 65 millones de años.
Lo hacemos, tanto en yacimientos de la Península Ibérica
como en referentes para esos yacimientos
que nos aportan información de contexto
en África, en América del Sur o en América del Norte.
Analizando las faunas del pasado,
y qué ha sucedido con ellas a lo largo del tiempo,
obtenemos en muchos casos patrones que nos permiten ver
cómo se ha comportado la diversidad en el planeta a lo largo del tiempo.
Es decir, viendo procesos de radiación de especies,
procesos de extinción de especies,
viendo cómo funciona la extinción de fondo,
viendo cómo se comportan los grupos,
podemos entender, en muchos casos,
muchas cosas que están pasando en la diversidad actual.
Y nos permiten, en algún momento,
interpretar cosas que nos pueden ocurrir
o cosas que puedan ocurrir en el planeta en términos de biodiversidad.
Uno de los trabajos que realizamos aquí
es la conservación de los fósiles.
Nos llegan del campo, aproximadamente de esta forma,
y nosotros necesitamos limpiarlos, conservarlos
y mantenerlos para los investigadores.
El investigador, normalmente,
va diciendo dónde quiere que ajustemos las limpiezas,
dónde tiene que mirar una sutura, qué zonas son más delicadas,
o qué zonas son más susceptibles
de ser imprescindibles para la investigación.
Hace 220 millones de años,
aproximadamente, durante el Triásico Superior,
se produjo la diferenciación de los dos linajes principales
dentro de reptiles arcosaurios.
Por un lado, el grupo que dio lugar a los dinosaurios y las aves,
y, por otro, el grupo que dio lugar a los cocodrilos.
Dentro de los cocodrilos,
durante el Mesozoico, existía una gran diversidad de formas
y podemos encontrar desde
taxones adaptadas exclusivamente al ambiente acuático
hasta ágiles depredadores cuadrúpedos,
pasando por formas totalmente acorazadas.
Se considera que los cocodrilos modernos, o eusuquios,
tienen un rango temporal
que va desde el Barremiense, en el Cretácico Inferior,
hasta nuestros días.
Sin embargo, se ha observado
que existe una falta de información llamativa
en la base de este grupo,
y el Cretácico Superior europeo es un escenario bastante importante
a la hora de rellenar estos huecos.
El material fósil relativo a cocodrilos
obtenido en el yacimiento paleontológico de Lo Hueco,
en Fuentes, Cuenca,
podría ayudarnos a resolver alguna de estas relaciones de parentesco
en la base de Eusuchia.
Es un material muy completo y muy abundante
que puede darnos informaciones de ontogenia o de dimorfismo ***.
Una de las líneas de investigación
que lleva el grupo de Biología Evolutiva de la UNED,
desde hace varios años,
se centra en el conocimiento de las faunas de dinosaurios
del Jurásico Superior del registro portugués.
Estos niveles contienen restos fósiles de dinosaurios
en sedimentos que proceden de épocas
de hace alrededor de unos 155 a 145 millones de años
y que presentan la peculiaridad de que son fósiles
que aparecen en sedimentos de carácter sincrónico
con fósiles de dinosaurios que aparecen en otra parte del mundo,
como es la zona suroeste de los Estados Unidos,
en concreto, la conocida formación Morrison.
En esta formación se han descrito, desde hace más de 100 años,
dinosaurios tan emblemáticos como el carnívoro Allosaurus
o el dinosaurio con placas, Stegosaurus.
Y ¿por qué nos hemos centrado en el estudio de estos fósiles dinosaurios
en esta parte del planeta, en el registro portugués?.
Pues, por que después de tantos años de investigación
nos hemos dado cuenta de que las mismas faunas,
tan importantes y tan icónicas dentro de la dinosauriología,
como Allosaurus y Stegosaurus,
también aparecen en este registro portugués.
Esto nos abre una buena línea de investigación
en la que intentar responder a determinadas preguntas como:
¿qué dio lugar a este flujo génico entre una región y otra?.
Para comprender esto tenemos que configurar geográficamente
dónde estaba situada la Península.
La Península Ibérica, que en ese momento era una isla,
y la parte del continente norteamericano estaban muy cerca,
separados por un pequeño mar, el futuro océano Atlántico,
un mar muy somero que, por momentos,
permitía la aparición de corredores ecológicos
que podían transmitir ese flujo génico.
Una de las líneas de investigación que desarrollamos en el equipo,
es el estudio de la historia evolutiva de las tortugas,
tanto europeas como de la Península Ibérica.
Entre ellas podemos encontrar distintos grupos
que llegan a Europa en distintos momentos,
provenientes de diferentes continentes.
Además, se encuentran tortugas,
tanto marinas, tortugas que habitaban en agua dulce
y tortugas puramente terrestres.
Por ejemplo, aquí podemos ver distintos ejemplares,
entre ellos unas tortugas marinas primitivas
como éstas, procedentes del Jurásico Superior,
que no estaban adaptadas a vivir en medio marino profundo.
Otras tortugas, como éstas, del Cretácico Superior,
del yacimiento de Lo Hueco,
auténticas tortugas marinas como las que conocemos actualmente,
pero, también tenemos otros grupos de tortugas
que habitaron en medios marinos litorales
como éstos otros caparazones
procedentes del yacimiento de Lo Hueco.
El registro de la Península Ibérica es muy interesante
ya que tenemos material del Cretácico Inferior proveniente,
tanto de Asia de África y de Norteamérica.