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El gran problema, creo, para comprender la humanidad
es comprender la relación entre la unidad y la diversidad.
Todos los seres humanos tienen algo de idéntico
genéticamente, anatómicamente,
fisiológicamente, psicológicamente
y afectivamente.
Todos los seres humanos, sea cual sea su cultura,
se ríen, lloran, sonríen,
pero esa unidad se manifiesta siempre por una diferencia.
Cada individuo es diferente de los otros por su carácter,
por su rostro.
Cada cultura es singular y particular.
Es por eso que se dice que
lo que diferencia la humanidad del mundo animal es la cultura,
es decir, sus conocimientos, el lenguaje, lo que se aprende,
la técnica. Pero nunca hemos visto la cultura.
Sólo conocemos la cultura a través de las diferentes culturas.
El lenguaje tiene en toda parte la misma estructura,
pero todas las lenguas son diferentes unas de las otras.
La música, la conocemos a través de las músicas.
Dicho de otra forma, la unidad humana tiene como tesoro
la diversidad humana, y la diversidad humana tiene
como tesoro la unidad humana.
Así que cuando uno lo comprende, puede en ese momento comprender
que, en nuestro mundo, no es necesario querer homogeneizar
y que seamos todos parecidos y semejantes,
Pero, de cualquier forma, es necesario querer preservar la posibilidad
de tener finalmente una patria común, que es la patria terrestre.
Así que, si se quiere así, hay ahí también un problema
de complejidad, porque eres obligado a conectar la idea
de unidad y de diversidad, las semejanzas y las diferencias,
y creo que es eso que permite establecer
relaciones correctas entre los seres humanos.