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Los buques negreros también arribaron a Cuba creando otra gran población africana.
Aquí se llamó cimarrones a los esclavos rebeldes que también tuvieron que ganar su libertad.
Sus creencias dominantes eran las yoruba,
que al sincretizarse originaron lo que hoy se llama santería o Regla de Ocha.
Una religión que de una forma más o menos intensa, practica la mayoría de la población.
Todos los rituales santeros comienzan con el humero de hierbas como la albahaca o la siempre viva.
Aparte de la purificación de los practicantes,
en la santería siempre tienen que estar presentes los espíritus de la vegetación, de los animales y de los hombres.
Visten de blanco y adoran a las mismas deidades que en el vudú haitiano.
Olga sujeta la gallina que van a sacrificar a Exú.
El babalawo que fue a ver, consultó el oráculo de Ifa y le indicó lo que tenía que hacer.
Corría el peligro de que algún hombre se burlase de ella.
El oficiante tira los cocos, según caigan boca arriba o boca abajo, sabrá si Echú, que rige la creación,
y está muy cerca de Olofi, el Dios santero, admite el sacrificio.
Luego hace partícipe del mismo a todos los congregados.
De esta manera, aunque sea él el que realice el sacrificio, la responsabilidad será de todos.
La emanación del fluido vital sustituye a la vida humana.
Se da vida para preservar la vida y establecer un lazo de unión con el orden sobrenatural.
En estos altares vemos otra vez a los dioses africanos: Okun, el guerrero
Sangó, el Orexá del trueno y los relámpagos, o Santa Bárbara en el sincretismo.
El dedicado a los ancestros.
El de Orula, intermediario de Olofi, el sol,
y arriba Obatalá, el dueño de las mentes, que equivale a la Virgen de las Mercedes.
Y por último San Lázaro, Sojano, el de las epidemias y enfermedades.
Antes de consultar al Ifá, el oráculo sobre el que gira toda la santería, invocan a Orula, que viene desde el sol.
Aquí las ceremonias se realizan en las casas, con la falta de vivienda que hay en Cuba, sería un lujo tener un templo.
Beben el Rara-Ekuó, un refresco de maíz que les protege del calor que llega del cielo a través del espíritu de Orula.
Mediante el paño rojo y el canasto, el gran espíritu queda atrapado durante el tiempo que dure la consulta.
La técnica de adivinación del Ifa yoruba es complicadísima.
Más de mil deidades pueden presentarse en forma de combinaciones matemáticas.
El babalawo debe interpretar correctamente, e identificar la respuesta final a la consulta,
que será la decisión y el mandato de Orula.
El oficiante va agitando las semilla y según el número de ellas que queden en su mano izquierda,
marcará con los dedos una o dos rayas de diferente longitud.
Cuando el propio Orula se presenta todos se arrodillan.
El oráculo queda abierto para la consulta.