Tip:
Highlight text to annotate it
X
"Los grandes hombres destruyen las leyes,
"destruyen las viejas tradiciones para crar otras nuevas.
"Los grandes hombres no temen ser criminales."
Puedo perdonarle muchas cosas a un hombre enfermo,
pero no todo.
Le presento a mi primo, Porfiri Petrovich,
la pesadilla de los criminales de Petersburgo.
Juez de instrucción, en realidad. Es un policía con perilla.
- Hermano. - ¡Querido!
¡Mi querido hijo!
¿Qué busca?
Momentos felices.
Parece que ella te ha causado buena impresión, Rodya.
Es una prostituta.
Desesperado por conseguir un testigo.
Mucho más por un asesino.
Vamos a hacerle sufrir. Pero ¿sufrirá él?
Eres el asesino.
Crimen y Castigo de Fiódor Dostoiévski
Segunda Parte
Salga de ahí.
Estoy preparado.
Usted de nuevo. No me equivoqué la primera vez.
Lo volveré a hacer.
Porque usted es sólo un medio para conseguir un fin.
Ni siquiera es una persona.
Es sólo algo de tierra que tengo que limpiarme de los zapatos para...
Para que pueda continuar.
No es por esto por lo que lo estoy haciendo. No es esto...
¿Napoleón se llenaría así los bolsillos?
¿Quién es usted?
- ¿Le envía Porfiri? - ¿Porfiri? No lo conozco.
Y por mucho que admire a Napoleón, tampoco soy su emisario.
-¿Me oye? - ¿Si le oigo? Le estoy viendo.
Deje que me presente. Arkadie Svidrigailov.
el verdugo de mi hermana.
- No lo creo. - Me gustaría volverla a ver.
- Y esperaba que... - Sabía que ella está en Petersburgo.
Yo estaba en el mismo tren.
Bueno, si quiere mi ayuda, yo...
le indicaré cómo volver a la estación.
Claro que también quería conocerlo a usted.
- A decir verdad, desde hace ya un tiempo. - Bien, ya me conoce. ¿Se irá ahora?
¿Qué hice que sea tan terrible?
Ofendió su honra.
¿Sí?
Pero imagine por un momento
que fuera yo quien estaba desamparado.
Desamparado con amor.
También soy humano.
Por eso, me pareció natural sugerir
que huyéramos juntos a Suiza o a América.
Mi hermana fue expulsada de su casa.
¡Sí! Temo que mi mujer sacó conclusiones equivocadas,
pero al final todo acabó bien.
Mi nombre quedó limpio.
- Continúa siendo un cretino. - Pero no un asesino.
- ¿Quê? - Estoy seguro que ha oído hablar
de la desgracia de mi esposa.
- Un asunto sucio, según los rumores. - Ella murió por causas naturales.
Quedó establecido en la investigación. Además, yo...
sólo usé el látigo dos veces.
Para serle franco, creo que hasta le gustó.
- ¿Le gustó? - A todas las mujeres les gusta que las maltraten.
Disfrutan ocasiones como esa.
Diversión y golpes, ella lo tuvo.
¿Sabe que mi mujer vino a verme una hora después de su funeral?
¿Quê?
Y también el otro día en el tren.
Y hoy, en mi casa.
- ¿Un fantasma? - Sí, pero nada dramático.
Ella me recuerda algo que hacer y luego vuelve a desaparecer.
- Pero parece tan real cuando aparece. - ¿Cómo lo sabe?
Porque siempre lo son.
- ¿Qué dice? - Tonterías.
- Vaya a ver a un médico. - Sé que estoy enfermo.
- Por eso me visita ella. - ¿Quién le visita?
Oiga, ¿qué quiere de mi hermana?
Quiero su permiso para ofrecerle 10.000 rublos
para compensar los inconvenientes de su ruptura
con aquel envanecido provinciano nuevo rico.
-¿Sigue insistiendo? - No hay premeditación en mi oferta.
Si la hubiese, la suma sería mayior
De cualquier modo, también tenía que decirle
que mi mujer le ha dejado 3.000 rublos.
No quiero verla dominada por mí.
Simplemente, tampoco quiero verla dominada por Luzhin.
Continúa intentando acercarse a ella.
Me he liberado de los sentimientos que tenía hacia ella.
Sólo quiero verla. Una vez, antes...
antes de marcharme.
No. No acepto nada de eso. y ella no podrá soportarlo.
Si se casa con él, también aceptará el dinero.
Mi mujer me mantuvo como si yo fuera parte de un tesoro
que llevara en el bolso.
Su hermana no merece ese destino.
- Hable con ella. - ¿Por qué debo intervenir en su favor?
Porque creo que vemos las cosas del mismo modo.
¿No le parece? Creo que somos dos aves de la misma bandada.
Usted es un maldito buitre.
Esos fantasmas que ve...
- No me molestan. - Yo creo que sí.
Lo más interesante es que yo sé cómo apareció mi fantasma.
¿Y usted?
Espero que hayan tenido un buen viaje.
El viaje, sí, La llegada no tanto.
- Lo siento. - Yo las traje aquí.
Fue Dios quien nos ha enviado al Sr. Razumíkhin.
Tengo que informales de que al parecer,
Arkadie Svidrigailov está en Petersburgo.
¿Ni siquiera aquí puede dejar a Dunia en paz?
Está aquí, sin duda, dispuesto a volver a sus viejas costumbres.
Pero no hay que temer
que convierta a Dunia en asunto suyo.
Ha ido a verme.
Está desesperado por encontrarse contigo, Dunia.
- Tiene una propuesta. - Dios mío.
Está todo bien. Yo sé lo que es, madre.
Hay más.
Su mujer te ha dejado 3,000 rublos en testamento.
¿Es eso cierto?
Yo también lo he oído.
Agradéceselo a Dios y reza por ella, Dunia.
- ¿Qué más te ha dicho? - ¿Y esa propuesta?
Después, madre.
Tengo que tratar unos asuntos, no molesto más.
Pero iba a quedarse toda la noche.
Sí, tenía la intención. Bajo ciertas condiciones.
Que no han se han cumplido.
Por favor, no hable de forma tan legal.
Las dos pueden aclararlo ahora, porque si Rodya le insultó,
le pedirá perdón, ¿verdad?
Cuando se traspasan ciertos límites, es imposible volver atrás.
Es por mí.
Dunia, le tengo gran aprecio.
la adoro, como antes
Pero no puedo asumir compromisos tan incompatibles con mi...
¿su qué?
Sempre le he considerado un hombre inteligente y noble.
Voy a casarme con usted, por amor de Deus.
No me decepcione. No me obligue a escoger.
¿A escoger?
¿Quiere decir equiparame con él?
Claro. Él ha sido lo más valioso de mi vida.
Mire al futuro, Dunia.
Yo tengo que ser más valioso.
Pero usted me escribió sobre Rodya y dijo cosas que no eran verdad.
No recuerdo haberle escrito ninguna mentira, señora.
Yo no le di dinero a Sonia, como usted afirmó.
Se lo di a la familia de ella. O sea que mintió, ¿no?
Ella...
Ella es un miembro de la familia.
- Indigna, inmoral... - Infeliz.
Pero vale más que usted.
Entonces, ¿la presentaría a su madre y hermana?
Ya lo he hecho.
Sí. Nos sentamos juntos ayer, ¿verdad, madre?
Rodya
Parece que mi opinión al respecto ha quedado demostrada.
Espero que me ahorren más encuentros de ese tipo.
Y tal vez también se me ahorren a mí.
De hecho, es otro rumbo, Dunia.
No consigo dejar de pensar si no tendrá que ver con los 3.000 rublos
que te han legado. - Qué vergüenza.
Estaba calculando nuestro desamparo, ¿no?
- Yo no hago semejantes cálculos. -Al menos ahora no.
Le dejaré pensar en la proposición de Svidrigáilov.
Seguro que su significado le agradará.
¿Es éste el hombre con quien quieres casarte, hermana?
- Salga. Salga de aqui. - ¿Le parto la cara primero?
Si salgo,
puede estar segura,
no vuelvo más. Piénselo con cuidado.
No tengo nada que pensar.
Nada.
Fuera.
Gracias a Dios.
Lo siento. Perdóname.
Bueno, creo que es un estupendo desenlace.
¿Vamos a comer?
- Adiós. - Hola, vecina.
¿Cuánto cobras?
- ¿Por qué? - ¿Por qué?
Es una pregunta muy razonable para hacer a una prostituta. ¿Cuánto?
¿Quiere venir comigo?
No, gracias, querida. Hay dos cosas que me gustan.
Vicio incondicional o seducir mujeres virtuosas.
Y contigo, bueno, no sería ni lo uno ni lo otro.
Adiós.
"Te presto 1.000", mi tío insiste.
Y es lo que voy a hacer. Empezar mi capital.
Podemos unir fuerzas.
Pero acabamos de enterarnos de este dinero.
Él conoce el mercado editorial mejor que nadie en Petersburgo.
Y yo sé exactamente qué hay que traducir.
Me agrada mucho esa idea.
Y es seguro que tendremos que quedarnos aquí en un futuro previsible.
Ahora estamos llegando a algún sitio.
- Rodya. -¿A dónde vas?
Tú también participas.
- No. - ¿Qué quieres decir?
Creo que es mejor que nos separemos por un tiempo.
No me encuentro bien.
Estaremos en contacto.
Me acordaré de ti y te quiero.
- Dios mío, Rodya. - Ya lo he decidido.
Y como dijo Porfiri, conozco el valor de mi familia.
Y por eso intentas olvidarme
Quizás no sea para siempre, porque pienso volver.
Si me quieres, dime adiós ahora.
Hagamos las paces, por favor.
Volvamos a ser como antes.
No hagas que te odie.
- ¿Qué le haces a nuestra madre? - Puede que no sea para siempre.
Dunya, eso no es crueldad, es locura.
Está enfermo. Espera, volveré.
Rodya, no puedes hacerlo.
- Vuelve a la habitación y quédate con ellas. - ¿Qué? ¿Y dejarte ir? No.
Yo no soy como ellas.
No me insistas, Razumíkhin.
Quizás ya lo hayas hecho, a pesar de lo que dices.
Pero no a ellas.
No las abandones.
¿Entiendes?
¿Comprendes?
No. No comprendo.
No comprendo nada.
Simplemente, cuida de ellas.
Disculpa por ser tan tarde.
Tal vez no te vea más.
Venga. Siéntese.
Estás tan delgada.
Casi transparente. Pareces un fantasma.
¿Qué ocurre?
- ¿Me desprecia? - No.
No. Claro que no.
Solo quiero saber qué va a ser de ti, sólo eso.
¿Qué quiere decir?
Bueno, no falta mucho para que Caterina Ivanovna se consuma.
- No diga eso. - Es la verdad.
De cualquier modo, escucha. Lo que quiero decir es que
tendrás que cuidar de los niños.
¿Quién va a ganar dinero? Tendrá que ser la pequeña Polya.
Te has humillado y traicionado por nada.
Vives en esta pudredumbre e inmundicia y lo odias
Pero también sabes que no eestás haciendo nada bueno
para juntar dinero.
Y dime, dime, todas esas sagradas emociones que tienes,
¿Cómo cuadran con la bajeza en que vives?
¿No tendría más sentido
tirarse a las aguas del Neva?
Sí.
- ¿Sí? - Pero no puedo, ¿no?
Tengo que pensar en Caterina y en los niños.
¿Cómo no te vuelves loca?
Rezo.
- ¿De dónde viene esto? - Lisavieta.
¿Dónde está el pasaje sobre Lázaro?
No lo encuentro.
- ¿Para qué lo quiere? - Quiero que me lo leas.
¿Por qué? Usted no cree en Dios.
Quiero ver cuánto crees tú.
- No voy a leerlo. - Vamos.
Te has echado a perder.
Estás sentada al borde de un pozo fétido.
Notas su hedor
pero sigues esperando un milagro, ¿verdad?
Vamos, quiero ver tu sentimiento al leer.
"Jesus dijo; retirad la piedra.
"Marta, la hermana del muerto, dijo: Señor, hace cuatro días que ha muerto.
"Y entonces Él clamó con gran voz: Lázaro, sal fuera.
"Y el muerto salió, manos y pies atados con las vendas.
"Entonces Jesús les dijo: Quitadle las vendas y dejadlo ir.
"Muchos judíos que habían visto a Maria
"y que habían visto lo que Jesús había hecho,
"creyeron en él"
¿Tus creencias te hacen sentir menos sola?
Mis creencias me hacen acercarme a usted.
Ven, entonces.
Sé quién mató a Lizaveta, Sonia.
Me asusta.
¿Qué va a hacer?
Volver aquí y decírtelo.
Sólo a ti.
Volver ¿de dónde?
De campaña.
La guerra es intensa.
He venido para ver a Porfiri.
Bien, ya veo...
Voy a decirle que está aquí.
Espere aquí.
- ¿Tiene cita? - No.
Entre.
Señor. Entre, entre.
Entonces está usted aquí,
en nuestros dominios.
Siéntese aquí.
Eso es.
Le he traído mi declaración sobre los objetos.
Muy bien, sí.
Bueno, está bien. No neceisto nada más.
Dijo que quería preguntarme sobre mis negocios con la usurera.
¿Y?
Tengo tiempo.
¿Le dije que yo vivía allí mismo?
Está en obras.
Mientras tanto, he alquilado en otro sitio.
Me mudaré allá cuando esté limpio y ordenado.
Es toda una ventaja, vivienda del Estado.
- Supongo que sí. - Incluso puedo escoger el papel de la pared.
Sí. Una bicoca.
La única pega es vivir encima de la tienda.
- Bien, por decirlo así. - He oído decir
que existen ciertas técnicas usadas por los investigadores.
Pasan las horas en conversaciones informales
hasta que el interlocutor casi se olvida de qué hace allí.
Entonces, cuando el sospechoso se relaja en la silla, "abre las piernas",
el investigador le pergunta: "¿Por qué la mató?"
O lo mató.
De repente, el sospechoso está en el suelo.
Metaforicamente.
No sólo metaforicamente.
Estoy seguro.
¿Comprende que por eso estoy hablando
sobre escoger el papel de la pared?
¡Oiga! Interrógueme o déjeme ir.
De hecho, ni siquiera le voy a pedir permiso para salir de aquí,
me marcho ahora.
Cálmese. ¿De qué está hablando?
¿Por qué tendría que interrogarlo?
Perdone que me ría.
La verdad es que es una especie de enfermedad.
Embarazo social o nervioso o algo así.
El hecho de no estar casado es otro síntoma.
Los hombre como nosotros,
no somos muy buenos venciendo la timidez, ¿eh?
Le pido que se siente. Me pone nervioso.
Entonces no tendré solución.
Perdone.
Hemorroides.
No ayuda el hecho de pasar todo el día sentado.
Estoy pensando en tratarlas con gimnasia.
Ya sabe, saltar a la comba.
y todo eso.
En cuanto a eso, tendrá que disculparme
por andar adelante y atrás.
Disculpe. ¿Lo estoy haciendo otra vez?
Ahora está esperando el martillazo, ¿no?
Supongo que el trabajo de un investigador
es casi militar.
¿Atacar a pecho descubierto y tomar al asalto la posición enemiga?
¿O cavar trincheras y preparar un largo asedio
para ir agotándolo poco a poco?
A cierto caballero que estoy vigilando,
basta dejarlo solo.
Seguro que él sabe que yo lo sé todo.
Toda la sórdida historia.
Seguro que él sabe que lo estoy vigilando
todo el tiempo.
Un verdadero reino de terror.
¿Y si los nervios de él fueran tan fuertes como los de usted?
Mi trabajo es superar los suyos.
- ¿Siempre gana? - Sí.
Porque siempre tengo una ventaja.
- ¿Cuál? - Yo no he hecho nada.
Él puede mentir sobre lo que hizo.
O me puede dar una pista. Generalmente lo hacen.
- ¿Cómo? - No he preguntado.
Lo mismo digo.
Su boca empieza a traicionarle. Comienza a decir lo que no debía
sobre acontecimientos en los que no debería haber estado involucrado.
No consigue evitar llamar la atención sobre sí mismo,
a pesar de sí mismo.
Está en su naturaleza.
La naturaleza de un asesino.
Espero que no se vaya a desmayar otra vez.
- Parece estar indispuesto. - Estoy bien.
- Voy a abrir la ventana. - Estoy bien.
Cuando se desmayó la primera vez no sabíamos quién era.
¡Ahora ya lo sabemos!
Deje de reírse de mí.
Si sospecha de mí, deténgame.
Si maté a Lizaveta y a la usurera, entonces acúseme.
Si cree que tiene derecho a hacerlo, hágalo.
- Porque estoy harto de esto. - Santo Dios.
Rodya Romanóvich, así no.
De ninguna manera. Voy a buscar agua.
Me pone enfermo todo esto.
Va a enloquecer si sigue así.
Volverá a enfermar.
Tome. Beba.
Estoy bien.
Cielos. Ser sospechoso de asesinato.
Va a volverse loco.
Por todos lados.
- ¿Qué quiere decir? - Regresar al piso de ella
y preguntar por la sangre.
Qué proeza.
- ¿Cómo lo sabe? - No importa.
Eso prueba que estaba delirando.
No estava delirando cuando lo hice.
¿Por qué lo dice? Sería una atenuante.
No quiero atenuantes.
Los culpables siempre quieren disculparse.
Eso prueba que usted no es uno de ellos. ¿No cree?
- Está mintiendo. - Le aprecio.
No, de verdad.
De otro modo, estaría haciéndole tales preguntas
que le harían caer de la silla.
Habría obtenido su declaración Habría hecho registrar su habitación.
Pero no lo he hecho, ¿no?
Tal vez no sospeche de usted.
- ¿No cree? - Está mintiendo.
Obviamente, usted no puede verlo,
porque no es dueño de sí.
- Está mintiendo. - ¿Lo ve?
¿Soy sospechoso o no?
¿Por qué sigue comportándose así?
No lo soporto.
¿No quiere ver mi pequeña sorpresa?
Está escondida aqui dentro.
Incluso lo cerré para que no pudiera huir.
Cree que me puede enloquecer. Me hará exploar.
¿Explotar? Hasta con alguien como usted se necesitaría un alfiler.
¿Qué ocurre?
¿Por qué lo han traído? ¡Sáquelo de aquí, ahora!
Pero él quería hablarle de...
Yo maté a la usurera y a Lizaveta. Fui yo. Fui yo.
Fui yo quien las mató.
- Haré una declaración. - Por amor de Dios.
Lo lamento.
Dadas las circunstancias, voy a tener que despedirle.
Entonces ¿ya no me enseña su sorpresa?
Nos volveremos a ver pronto.
Um desenlace inesperado.
Parece que ya no soy necesario.
¿Qué quiere de mí?
Suplico su perdón, señor.
Yo era la sorpresa que Porfiri le iba a enseñar.
- ¿Quién es usted? - Vivo en casa de la usurera.
Estaba allí cuando le echaron.
Cuando pidió que le llevaran a la comisaría.
Fue usted tan insolente que presenté una queja.
- ¿Y nuestro encuentro en el patio? - Porfiri lo sugirió.
Pensé que estaba haciendo lo correcto.
Pero después oí como lo atormentó en el despacho
y lamento ser responsable de eso.
- No es responsable de nada. - Al menos espero que me perdone.
¿Usted?
Soy yo quien no se debe perdonar.
¿No vio qué cobarde fui?
Necesito que me perdones.
Fue usted.
Fui yo.
Lizaveta.
Yo no quería matar a Lizaveta. Fue un accidente.
- Solo quería matar a la usurera - No fue un accidente.
No era mi intención, es lo que quería decir.
¿Qué se ha hecho a usted mismo?
Me he matado.
¿Significa que no me abandonas, Sonia?
Dígame que tenía una razón.
Dígame algo que yo pueda comprender.
Lo hice para robarla, ¿es eso lo que quieres saber?
Debería estar furioso, desesperado. ¿Lo estaba, no?
Si hubiese matado a la usurera furioso, sería feliz.
Quería terminar los estudios. Retribuir las esperanzas da su família.
- No fue por eso. - Lo hizo para ayudar a su madre.
- No. - La mató por dinero
y nos dio sus últimos centavos. ¿El dinero era de ella?
Enterré su dinero.
La verdad es que nunca cogí nada.
Tal vez nunca lo coja.
No consigo entender.
Maté un piojo, Sonia, un insecto.
Me atreíi a levantar la bota
y me atreví a bajarla sobre ella y la aplasté.
Estuve en la oscuridad de mi habitación juntando valor para hacerlo.
- Fui... - ¡Cállese!
Una gran proeza.
Es el diablo quien habla.
No es usted.
Desearía estar loco.
Así no me sentiría como me siento ahora, como...
el piojo que maté.
En ningún modo como Napoleón.
Solo, en realidad.
Por eso he venido a verte.
Me parece que estoy muerto.
Necesito que me diga que no es verdad.
Confiese.
¿A Dios?
Sí. Si.
Tiene que ir.
Vaya ahora mismo al cruce inclínese
y bese la tierra que profanó.
Inclínese ante todo el mundo y diga lo que hizo.
Grite bien alto y Dios le devolverá la vida.
Eso es una confesión, Sonia.
Después de eso, solo queda la prisión.
Tiene que aceptarla.
Aceptarla.
No me voy a entregar a la policía.
Ellos no son mejores que yo.
Se reirán de mi por no haber gastado el dinero.
No, no. ¿Por qué debo hacerlo?
Porque no conseguirá sacarlo de su mente.
No dejará de sufrir.
Y nunca conseguirá redimirse.
Quiero que se salve.
Tengo otra.
- Era de Lizaveta. - Aún no, Sonia.
Está bien.
Entonces oiré sus oraciones y usted las mías.
Hasta la hora de irnos a la comisaríaa.
A cualquier sitio al que te manden.
Siberia.
Yo te seguiré.
No quiero que vayas.
No puedes.
Estoy esperando un milagro.
Quizás deba buscar yo uno.
Sonia, Sonia! Sonia!
Es Katerina. Tienes que venir.
Por favor, que mi madre se ponga bien. Por favor, que mi madre se ponga bien...
¿Puedo ayudar en algo, Sonia?
Soy su vecino.
Habrá gastos.
Me gustaría llevar a los niños a un orfanato decente,
para que Sonia no cargue con ese peso
y también voy a asegurarme de que deje la calle.
Así podrá decir a su hermana que he hecho buen uso de sus 10.000.
- ¿Por qué lo hace? - Humanidad.
Quiero decir, Sonia dificilmente es un piojo.
No se parece en nada a una vieja usurera
a quien se atrevería a levantar la bota.
Como dije, soy vecino de Sonia.
y las paredes son delgadas.
Le dije que éramos dos aves de la misma bandada.
Tal vez ahora podamos conocernos.
¡Rodya!
Hola, primo. ¿Te importa?
Una pregunta sobre Nikolai y su hermano peleando en la calle,
bueno, estaban intentando crear una distracción.
Estaban desviando...
¿Cuál es la palabra? La atención.
- ¿Puedo decir que está aclarado? - Sí, por favor.
Sabe, escalé las paredes en mi celo
por defender a Nikolai. Pero ahora...
- Gracias a Dios, es culpable. ¡Excelente! - Adiós, primo.
Gracias.
Dunyia, ¿quién es? ¿Es Rodya? ¿Ha vuelto?
No es más que un mensajero.
Se ha equivocado de dirección.
- ¿Dónde has estado? - No importa.
Tampoco me gustaba...
¿Fue a ver a Porfiri?
¿Fue? ¿Habló con él?
¿Quién es Porfiri?
- No le creo. - No, en serio. ¿Quién es?
No le creo.
Tiene que controlarse.
Ahora, si me permite.
Si tiene algún plan sobre mi hermana,
lo mato antes de que pueda encarcelarme.
Y sabe que puedo hacerlo.
Sólo una persona puede matarme.
Y no es usted.
Has hecho enfermar a tu madre ¿lo sabes, no?
Dunya está haciendo lo imposible para no venirse abajo.
Ellas merecen algo mejor, Rodya.
Bien, pueden conseguirlo de ti. Te doy permiso para amar a mi hermana.
Sé que ella te ama.
Te entrego a mi madre y a mi hermana.
No tienes por qué hablar así.
No estás involucrado en nada. El asesino es Nikolai.
Porfiri va a acusarlo.
- ¿Te lo dijo él? - Lo ha resuelto.
- ¿Cómo? - No importa.
Lo importante es que no eres tú.
¿Y tú le crees?
¿Quién mejor que Porfiri para creer en él?
También le ha dicho a Dunya que estás libre.
Yo la amo.
Escúchame.
Desde el principio creía que me estabas traicionando.
No me di cuenta de cuánto te he traicionado yo.
Y cuánto te traiciono aún.
No hables así.
No he hecho nada.
Nos comprendemos, hermano.
Una visita inesperada, Rodion Romanóvich.
Pasaba cerca y se me ocurrió subir.
Bien, ¿por qué no me dice lo que tiene que decirme?
No consigo dejar de fumar.
Estuve en una consulta con Zossimov. Dice que tengo los pulmones dilatados.
Yo le he dicho: "Bueno, por lo menos no bebo".
Y él me responde: "Ta lvez debería hacerlo al revés y beber".
No es un planteamiento muy científco ¿verdad?
Bien.
La charla intrascendente de la otra vez.
Oiga,
le debo una explicación.
En nuestro último encuentro,
bueno, en todos nuestros encuentros,
mi forma de comportarme fue, bueno...
le pido disculpas.
Recurrí a todo o tipo de engaños y trucos,
pero de lo que más me arrepiento es...
bien, creo que somos dos caballeros y yo no me he comportado como tal.
- ¿Se refiere a los juegos psicológicos? - Exactamente.
Nada en concreto. Apenas su carácter.
Esas disculpas ¿significa que...
¿Le importaría si antes pongo en contexto
cómo me di cuenta de todo. Es lo mínimo que puedo hacer.
Fue su desmayo en la comisaría,
lo que me puso en su pista.
Después me enteré de que usted era el autor de aquel artículo.
Entonces pensé en alguien
predispuesto a meterse en problemas y ése era usted.
Zamyotov registró su habitación,
cuando estaba enfermo, pero no encontró nada.
Y yo pensé, "Bien...".
Pero después volvió a aparecer, a instigar e a provocar a Zomyotov,
pero cien sospechas no hacen un caso.
Ni siquiera cuando volvió a la casa de la fallecida perguntando por la sangre.
No había nada palpable.
Un caso de frustración profesional,
es decir, temo que me tomé algunas libertades con usted.
Y mi orgullo. Por eso...
incluso cuando Nikolai vino a hablar conmigo,
no quería creerle.
¿Pero ahora le cree?
Razumikhin me dice que va a acusarlo.
¿Razumikhin?
Temo que él no ha sido sólo un observador inocente en todo el asunto.
- ¿Qué quiere decir? - Le utilicé para pasar información.
- ¿Qué? - Nikolai no conseguirá mantenerse.
Tiene una extraña convicción religiosa sobre aceptar el sufrimento.
Pero tarde o temprano, el miedo se apoderará de él
y lo negará todo.
- Pero usted...¿seguirá acusándolo? - Lo dudo.
Nikolai no es nuestro hombre.
¿Quién es?
Usted.
Usted es nuestro asesino.
Entonces ¿vuelve a los mismos juegos?
Si soy el culpable, ¿por qué no me detiene?
Le detendré, señor.
Esa no es la cuestión.
La cuestión es qué debería hacer usted.
Confiese voluntariamente.
¿Por qué?
Porque reduciría su pena.
No es usted un delincuente.
Aún tiene mucho por delante. Y puede pensar en ello.
Por favor, hágalo.
Hágalo y verá la diferencia hacia usted mismo.
Lo juro por Dios.
No quiero una reducción.
Sólo estamos cuchicheando en privado. Es lo único que estamos haciendo.
¿Sabe?, aún no sé qué clase de hombre es usted realmente.
Veremos cómo acaba esto, ¿de acuerdo?
- ¿Y si huyera? - No, usted no va a huir.
A fin de cuentas, ahora ya no cree en su teoría.
¿Y con quién huiría?
Además, la fuga es un acto solitario.
Y la verdad es que...
le es imposible pasar sin nosotros.
- Regresaría. - Por supuesto.
Querría volver a casa.
Ahora mismo lo quiere.
Tengo añoranza.
Esto no es una confesión.
Entonces, a su tiempo.
Pero tengo que pedirle un favor.
Es un poco delicado.
Pero si estuviera pensando en otro tipo de, bueno,
salida, por favor, deje una nota.
Corta, pero detallasa, si no le importa.
Y sin olvidarse de indicar el lugar de las joyas.
Sería lo más decente de su parte.
Buena suerte, señor.
Por esa puerta es el piso de mi patrona, la Sra. Resslich.
¿Quiere que se la presente?
¿Ve aquella puerta cerrada?
Al otro lado está la habitación de Sonia.
Pare ser exacto, justo detrás.
Ahí fue donde se sentaron conversando.
Dos dias seguidos.
Ya lo había oído antes. No es más que un rumor.
Oí esa rumor de la boca de él.
- No le creo. - Entonces ¿por qué está aquí?
Continúe. Hable.
Fue en la exposicón de una teoría que él estaba presentando,
que él podría crear su propia ley.
Que atentar contra alguien como ella era un simple acto de valor.
Mencionó a Napoleón.
Cuando levantó el hacha sobre su cabeza era de esa opinión.
Después de hundirla en el cráneo ya no estaba tan seguro.
Especialmente cuando tuvo que matar también a Lizaveta.
¿Concía esa teoría? ¿Bien?
- Razumikhin me lo enseñó. - Le enseñó ¿qué?
Un artículo que mi hermano había escrito para un periódico.
¿Por qué está cerrada esta puerta?
Siéntese. Vamos a hablar sobre cómo ayudar a su hermano.
- ¿Cuándo la cerró? - Tengo dinero y amigos.
Lo enviaré al extranjero Le conseguiré un pasaporte.
Podemos ir todos a América. Yo, usted, su madre.
Yo la amo.
No me haga ir solo.
¡Abra! ¡Abra!
Haré cualquier cosa, Dunya.
No me mire así. No se da cuenta de que me está matando?
Dios mío.
¡Alguien! Alguien!
No hay nadie.
La patrona salió. Está desperdiciando su energía.
Déme la llave.
¿Qué hace una muchacha sola en casa de un hombre soltero?
¿Cómo lo explicaría? Tendría que traicionar a su hermano.
Pase lo que pase, no tengo nada que temer
soy más fuerte que usted.
- Monstruo. - Como desee.
Sólo estoy hablando en teoría.
Mire, voy a esperar allí su decisión.
El destino de su hermano y de su madre
está en sus manos.
Oh, ya veo.
¿Eso no era mío?
No. Era de mi mujer.
- Usted la mató, pero yo voy a matarle a usted. - La hice vibrar una vez, ¿verdad?
- Nunca. - Sí.
Casi consintió, ¿se acuerda?
Allá afuera, en el jardín, aquella noche,
cuando cantaba el ruiseñor.
- Mentiroso. - ¿Sí?
Entonces dispare, si estoy mintiendo.
En cualquier caso, está ardiendo como una bala. Precioso.
Todo el calor que siente por mí.
Dispare.
No me odia.
Lo hace porque tiene miedo de sus sentimientos hacia mí.
Cree que puede matarlos matándome.
Pero sus manos tiemblan de deseo.
Llámelo rabia si cuadra más con su honor.
No me importa.
Dispare otra vez. Haga el amor conmigo otra vez.
- Apártese de mí. - Estoy esperando, Dunya.
¿Ve?
Se ha perdonado su pecado.
Se ha perdonado su crimen.
Ahora podemos empezar.
Por favor no insista y déjeme ir.
¿Entonces no me ama?
¿Y no puede amarme?
¿Nunca?
Nunca.
Tome.
Váyase ahora.
Váyase.
Polya, lleva a los niños adentro.
Sonia, me voy a América.
He dejado dinero, mediante un recibo, a personas amigas para los niños.
Y obligaciones al cinco por ciento por valor de 3.000 rublos para ti.
- No, señor. - No tendrás que seguir con esta vida.
Tendrás que seguir si Raskólnikov va a prisión.
A menos que se mate.
Si, lo he oído todo, pero no se lo voy a contar a nadie.
Adiós, Sonia.
No lo voy a hacer...
Lo prometo. Nada de mis viejas costumbres maternales.
Estoy aprendiendo cómo es la gente aquí.
Usted.
Volví a estropearlo, ¿verdad?
He leído tu artículo, Rodya. Lo tengo aquí.
Razumíkhin me lo dio.
De repente me di cuenta de que tenías todas esas ideas en la cabeza.
Y he estaso ***ándote y distrayéndote.
Pero es eso lo que andas haciendo, en eso andas ocupado.
Pensando, pensando y...
No entiendo lo que escribiste pero ahora lo comprendo.
Lo que escribí es basura, madre.
Decían que estaba loco. Dunya casi lo creyó.
Pero es solo que no reconocen la inteligencia cuando la ven.
El problema es de ellos.
- ¿Dónde está Dunya? - Ella...
Salió.
Tú estás aquí.
Has venido a visitar a tu madre.
Has venido a consolarla porque tú...
Voy a hacer un café.
Para, para. No vine por eso.
Escúcheme.
Nunca quise ser cruel con usted.
Pero voy a hacerla muy desgraciada.
Y le pido perdón.
Porque la quiero. Siempre la he querido.
¿Se acordará de eso?
¿Y me querrá siempre como ahora?
Por favor.
Así.
Así.
Y como cuando eras niño.
Igual que entonces.
¿Vas a irte a algún sitio?
- Adiós. - ¿Ahora?
¿Ahora mismo?
Rece por mí.
¿Es un trabajo?
Espere. Es una carrera nueva.
Siempre supe que harías grandes cosas.
Una estrella, cariño. Una estrella.
- Basta. - ¿Tienes enemigos, verdad?
Y quieren acabar contigo.
Y tienes que irte lejos hasta... hasta que ellos...
Hasta que regreses triunfador.
Lo entiendo. Lo entiendo.
Adiós, madre.
¿Ella también lo sabe?
Creo que ha escogido no saber.
- ¿Quién se lo dijo? - Svidrigáilov.
- Es hora de ir. - ¿Vas a entregarte?
Sí.
Pero no sé por qué.
Porque aceptando tu sufrimiento expías la mitad de tu crimen.
¿Crimen? ¡Qué crimen!
Maté a una usurera vieja y asquerosa, Dunya.
Un piojo.
Simplemente, voy a confesar porque...
soy un cobarde.
Un mediocre.
Y según Porfiri, va a hacerme bien.
Tal vez, el bien sea algo que necesitas conocer de nuevo .
No he matado niños. No he violado a ninguna muchacha.
No formo parte de un ejército
que separa a las madres de sus hijos,
a las mujeres de sus maridos.
Fui a la guerra por una razón diferente, Dunya.
Fui a la guerra por una idea.
Y no conseguí hacerlo como debe ser.
Fracasé. Miserablemente.
Incluso ahora estás fracasando.
Te vas a un sitio tan lejano,
que deberías implorar por volver.
No es necesario que discutamos.
¿No?
Pasarán años hasta que pueda volver a verte.
Soy perfectamente capaz de castigarme a mí mismo.
Hay transgresiones privadas, Rodya.
Esta no es una de ellas.
Márchate, Dunya.
No me veas marchar.
Vete.
Vete.
Quiero verte.
Para ti.
Sr. Raskólnikov.
- ¿Ha venido a buscarme? - ¿Disculpe?
Uno de sus vecinos, señora, Sr. Svidrigáilov.
Murió. Se disparó un tiro.
Dejó esta carta diciendo que sabía lo que estaba haciendo,
pero necesito saber más, claro.
¿Lo conocía?
Ya no necesito ir. ¿No te das cuenta?
Puedo cancelarlo todo. Enmendarlo.
¡No! ¡No!
¿Por qué debo confessar ahora, Sonia?
No necesito tu maldita cruz.
Como a un perro. Igual que tratas a un perro.
Debe encantarte la expresión de su cara cuando la usas así.
Incluso conseguiste que ella se pusiera de rodillas.
¿La has elegido porque puedes torturarla?
¿Vas a donde ella porque te permite ser un cobarde?
Levantas tu pie sobre ella y la aplastas como si fuese un piojo,
como si ella fuera la usurera.
Pensaste que eras Napoleón. No eres nada.
Pensaste que tenías valor.
Pero todo lo que tienes es crueldad.
Todos tus sueños sobre ti mismo,
¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves?
No eres mejor que la tierra bajo tus pies.
Deberías aprender algo y besarlo.
Aprender algo.
Soy un asesino.
¡Soy un asesino!
Estás pálida.
Estuve enferma.
Por eso no vine las últimas semanas.
Pensé que finalmente te había entrado el juicio y que habías desistido de la idea.
No podrás mantenerla siete años.
¿Verdad?
¿Aún sigues siendo útil?
En la ciudad no hay muchas costureras.
Praticamente no tienen sombrereras, así que...
te estás volviendo imprescindible.
¿Quién necesita sombreros?
No sólo para ellos.
-Traducido por Ehiztari-