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Este es el resultado de tres décadas de guerra civil en Sri Lanka:
gente mutilada que busca ayuda en diversas organizaciones humanitarias.
Ramalingham tiene 35 años y en su vida solo ha conocido los conflictos.
y recuerda muy bien los últimos momentos de la guerra.
Tiene heridas y quemaduras en su cuerpo
Era como una película cuando tuvieron lugar estos ataques.
Partes del cuerpo como el hígado o las tripas volaban
e iban a parar a la olla donde cocinábamos.
Habrán cicatrices permanentemente en nuestras mentes a lo largo de nuestra vida.
Nunca lo olvidaremos.
En esta ONG se intenta devolver la movilidad a los pacientes
para que puedan volver a tener una vida normal.
Aquí se curan las heridas de guerra a golpe de martillo
y con un péndulo de plomo.
Es lo que espera Perinpanathan. Perdió a su mujer y las dos piernas.
Ha pasado toda su vida en el territorio controlado por la guerrilla tamil
y a día de hoy, su única oportunidad de ser liberado del campo de refugiados desplazados
es que haya un cambio de gobierno.
El campo está vigilado por soldados y rodeado de alambres con púas.
Necesitamos un pase para poder salir.
Solo los políticos tamiles
pueden entender nuestras necesidades y por lo que estamos pasando.
Pero es el presidente en función Mahinda Rajapakse
quien ha sido reelegido.
Es el mismo presidente que aniquiló a los tamiles
y que ordenó la apertura de los campos de refugiados para centenares de civiles.
La gente sigue viviendo en condiciones relativamente precarias.
Es importante que esta gente pueda volver a sus hogares,
que puedan volver a establecerse en el seno de sus aldeas y casas
y que puedan volver a empezar una vida proyectando un futuro de una forma más positiva.
Ramalingham aprovecha una autorización de salida temporal
para venir a refugiarse en casa de sus amigos.
Sí, vivimos pero es como si viviéramos en un ambiente de guerra.
No hay libertad.
Solo cuando volvamos a nuestro pueblo, podremos tener libertad de nuevo.
En el pueblo de Vavunya, en el norte de Sri Lanka, la población es mayoritariamente .
A pesar del polvo y las carreteras impracticables, este pueblo es un verdadero tubo de escape
para los civiles en cautividad parcial.
Incluso se ha organizado un sistema de trueque para facilitar la vida cotidiana.
Los desplazados vienen a vender estas cosas
y compran verduras para cocinar y ropa para sus hijos.
Casi un año después de los combates y la aniquilación de los separatistas tamiles,
sigue habiendo tensión en la región del norte de Sri Lanka.
Los soldados están presentes en cada esquina.
En cuanto a los 100 mil desplazados, todavía habrá que esperar unos años
hasta que todos puedan volver a sus casas.