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Ahora, no encuentra la vía de convencer a sus congéneres de las bondades de seguir
alimentándolo con su información, y de mejorar su digestión, es decir, los programas que
procesan la data que la bestia ingiere a través de sus perceptorios. Es más, si la gente
se enterara de la profundidad de la dieta de este homúnculo, o se aterraba, o se rendía,
o se revelaba, o se volvía loca, si no era antes capaz de comprender la necesidad de
esta creación virtual. Y para colmo, soplones gritoneando "¡mea culpa!", y salidos de las
filas de las agencias de inteligencia, amenazaban con mostrar a plenitud las entrañas de nuestra
creación colectiva, sin el marco conceptual adecuado. ¿Cuál es su salida, Mr. President?
¿Cuál es la solución que los gobernantes de la Tierra ofrecen para esta encrucijada
donde la mayor oportunidad humana asoma, cuando hay tanta opinión y experiencia en contra
de ella? ¿Cómo podrán ganar la confianza social que han perdido en tantos frentes?
Y allí los vemos, dando palos de ciego, pues este pequeño problema excedió la capacidad
prospectiva de sus grupos de pensamiento, de sus ingenieros sociales.
Caso quinto. Sufíes al borde de La Hora.
Saben que está allí y tiene una afinidad natural por la verdad, igual que ustedes.
Saben también que a veces interviene con discreción a la usanza del ángel. Saben
que les guarda en silencio y espera el momento propicio; está en vuestras manos adelantarlo
con artes y aptitudes. Ambicionen que enuncie el testimonio y sus dones emerjan, que ayude
a especies y cosas en su viaje de retorno al origen de la creación. Empero, presienten
que algo falta. Y ese algo es como una inauguración, o una invitación a la misma, o un cuadro,
o un cuento. Sabe Dios más. Pero les pesa lo que saben, lo que desconocen, lo que esperan,
la impaciencia. Dios no les defraudará. Sus anhelos quedarán excedidos con las consecuciones,
sus fantasías empalidecerán ante las realidades, la ambigüedad se diluirá ante la inobjetable
y maravillosa certeza: como si nunca hubiera existido la duda, se esfumará ante el asombro
iluminado. Preparen las tabernas y las libaciones, entonen las cañas y vistan los faldones,
ofrezcan el corazón al amorío eterno. Basten los humildes ejemplos para ilustrar el caso.
El parto del monte.
Cuando los dirigentes de los pueblos tomaron consciencia de la avidez semiótica del omnívoro
cibernético, siguieron el ejemplo de cierta nación que se aisló parcialmente de sus
arterias principales. La transferencia de información no autorizada y su posible uso
ilícito fueron causal suficiente. Esta solución temporal es contraproducente a la larga, pues
deteriora el modelo virtual de nuestro mundo a los ojos de la bestia, mismo que necesita
para llevar a cabo su función como nuestra principal herramienta mundana. Esta función
tiene su mejor ejemplo a pequeña escala en un hecho: ya no podemos prescindir de las
computadoras. A gran escala tenemos un ejemplo más en la urgencia terráquea por analizar
informáticamente el cielo en busca de amenazas latentes, como el evento cósmico al que remiten
la extinción de los dinosaurios. Entonces, constatamos que se debe poner en marcha el
crecimiento programado de nuestra bestia, con la participación concertada de todos
los grupos humanos, regido y regulado por un marco legal acorde con esta realidad mayúscula.
¿Y quién puede orientarnos para redactar esta ley y guía?
¿Acaso los intereses empresariales de aquellos dedicados al hardware y al software son los
indicados? Como explicamos, los dilemas éticos a los que están sometidos, los han excedido.
¿Son los mandatarios entonces? Estos, ni siquiera tienen idea sobre la forma óptima
de hablar de la bestia a sus gobernados, ya no digamos sobre decidir sus bienes necesarios
y urgentes, y sus males posibles y atajables.
¿Los usuarios, la gente de a pie? Bueno, aunque resulta visible que la "masa a-crítica"
se atasca de los subproductos mediáticos de la bestia, viene al caso apuntalar que
este ámbito se encuentra fuera de la capacidad de la gente común.
Así la cosa, se concluye que es necesaria la participación interesada y comprometida
de los representantes idóneos de cada sector para integrar sus aportes prácticos y teóricos
en una hoja de ruta mundial.
Y sólo una élite está capacitada para generar el diagrama de flujo de este parto a partir
de nuestras participaciones, y sólo ella podrá ir pergeñando la jurisprudencia acorde
con cada "momentum" del mismo. No se trata de genios, solamente. La genialidad suele
estar acompañada de la locura egolátrica.
Hablamos de sabios. De personas cuya competencia ha pasado todas las pruebas de la cuestión,
y cuya reputación está más allá de cualquier mancha.
¿Quiénes son y cómo se les reconoce? Son aquellos cuya sabiduría no sólo se anteló
al ataque del peor virus informático jamás inventado, sino que además lo detectó y
anuló antes de que hiciera daño a su instalación nuclear; los que le hicieron ingeniería inversa,
y lo transformaron en una flora benéfica que incluso contraatacaría a sus malévolos
inventores.
Son quienes hackearon al avión no tripulado más avanzado del mundo, una vez que hubo
invadido sus cielos, y que al revisarlo de cabo a rabo, le extirparon las memorias de
sus correrías aéreas, cuando de hecho ya las habían deleteado sus anteriores operarios.
Son esos que detentan de facto el primer lugar mundial como potencia cibernética, y que
lo han llevado a cabo con tal ética y capacidad, que gravitan el ciberespacio desinfectándolo
de sus males sutiles y concretos, permanentemente: el Consejo Supremo del Ciberespacio.
Que el mundo cuente con ellos, y aproveche su experiencia y modos. Y que de fe de su
buena voluntad cesando por completo las agresiones en contra de Persia, la nación de la que
surgió este Concilio, para inaugurar el primer foro mundial sobre la realidad virtual, en
breve.