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Fort Lauderdale, en la costa este del sur de Florida,
está a una hora en coche al norte de Miami.
Su río y extenso sistema de canales
conecta los Everglades con el Océano Atlántico.
En este asentamiento en el río Nuevo el ritmo aminora
y es fácil perder la noción del tiempo.
Disfruta de un paseo por el río y las arenosas playas, cenar junto al océano
y explorar jardines y parques subtropicales.
Con luz del sol todo el año, Fort Lauderdale es un destino turístico agradable
que ofrece una mezcla interesante de diversión ribereña.
Sus amistosos residentes adoran su "Lauderdale" y han adoptado
una actitud más relajada que sus vecinos sureños en Miami.
Muchos aceptaron el cambio de "El centro de vacaciones primaverales"
para estudiantes universitarios a la ciudad turística exclusiva que es hoy.
La época de "Fort Licordale" ya es distante, pero no te preocupes:
Todavía puedes beber aquí,
pues hay miles de bares, restaurantes y clubes alrededor.
Cuando estés en el "Estado del Sol", verás a muchos residentes de temporada,
personas que llegan de los estados más fríos
para pasar el invierno en la playa.
Gracias a esta afluencia turística anual,
los yates de lujo cubren la marina y los coches más vistosos
se lucen por las calles.
Después de desayunar cerca del río,
recorre las boutiques en el Bulevar las Olas
o explora las orillas del río Nuevo en el centro de la ciudad.
Durante más de 5,000 años, estas aguas han provisto recursos naturales
para los nativos americanos y colonos europeos.
Hoy puedes tomar un taxi acuático o recorrer el Riverwalk,
el centro histórico, artístico y de diversión de la ciudad.
Se llama Fort Lauderdale por los fuertes construidos
en 1838 para combatir a los guerreros indígenas.
Por 1911, cuando se constituyó la ciudad, la tribu Seminol y los colonos
negociaron de forma más pacífica.
La antigua tienda y oficina postal
las construyó el pionero Frank Stranahan, el fundador de la ciudad.
En esta réplica de un salón de 1899 sentirás como si hubieras viajado en el tiempo.
La Casa King-Cromartie de estilo georgiano también tiene el encanto de antaño.
Al contemplar las obras de arte hechas de plástico reciclado,
notarás la constante evolución cultural de Fort Lauderdale,
que a pesar de todo, nunca pierde su aire solemne.
El reloj cinético en el Museo de Descubrimiento y Ciencia,
marca el tiempo mientras te aventuras adentro
para aprender sobre el clima, ecosistema y fauna locales,
y te asombrarás con los tiburones y peces del arrecife.
El arrecife en sí está a media milla de la costa
(casi 1 km), lejos de los pescadores locales.
Los turistas en Fort Lauderdale
pasan los días en cruceros y tomando el sol.
Para encontrar las mejores playas y bares,
camina al norte del Bulevar las Olas, hacia el Bulevar Sunrise,
en el tramo de la ribera que los lugareños llaman "The Strip".
Más lejos en la costa, hallarás otros sitios exhuberantes,
como el Parque Estatal Birch y los Jardines Bonnet.
Hay atractivos costeros más allá de los límites de la ciudad.
La punta Idyllic Lighthouse y el Muelle Pesquero de Deerfield Beach
están al norte de las playas de Lauderdale.
Cerca puedes vivir como una estrella en Mizner Park,
entre restaurantes de estuco tipo español, bonitas fuentes,
galerías de lujo y el anfiteatro artístico.
Entra al paraíso tropical de Butterfly World,
con cincuenta especies aladas.
Este es el resultado magnífico del pasatiempo desbordado de un local.
La aves vagan libres en el Lago Okeechobee.
Florida tiene miles de lagos,
pero el agua poco profunda del "Gran O" los supera a todos.
Fort Lauderdale, con su ribera histórica, sol y arena
es un destino en el que podrás descansar de inmediato.
¡Disfruta la buena vida y asoléate con estilo!