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¿Cuáles son sus orígenes familiares?
En realidad, vengo de una familia bastante especial -tenía, ambos murieron-, un papá
psiquiatra y una mamá psicoanalista. Somos cuatro hermanas de ese matrimonio, y entonces,
todas las cenas de mi infancia fueron discutir si tenía razón la psiquiatría biológica
o el psicoanálisis. Quiere decir, que mamá le decía al viejo: "No me jodas más de que esto
se puede curar con una pastillita, si no hace psicoterapia no va a salir adelante", y mi papá
por supuesto decía: "La psicoterapia es innecesaria, todo en el cerebro es química,
no se puede saber psiquiatría sin saber la química del carbono", y yo te estoy diciendo
que estamos hablando del año '50, '60, empezaba el advenimiento de los primeros
psicofármacos. Esas eran todas las cenas. Se llevaban para la miércoles en otros aspectos
de la vida, pero en esto también se llevaban para la miércoles. Acá pasaron dos cosas:
primero, mi mamá murió antes, cuando yo tenía veinte años, entonces tal vez por eso
yo me dediqué más a las neurociencias, fuera de broma, esto me sirvió para entender que
las neurociencias no son nada más que la química del cerebro, que las neurociencias son
también como actúa en el cerebro la palabra, la energía, el ambiente, o sea, que para eso
me sirvió mi mamá. Bueno, me sirvió para darme amor y para enseñarme a ser madre
también. Mi familia era una familia de mujeres muy fuertes. Mamá era médica psicoanalista,
mi abuela fue la segunda odontóloga del país, mi otra abuela fue vicepresidenta y gerente
de una casa muy conocida en ese momento, la casa Brighton de venta de ropa de hombres.
O sea que en mi casa las mujeres teníamos que estudiar, teníamos que trabajar, teníamos
que negarnos a ser mantenidas por hombres, cosa que mantengo hasta el día de hoy y
me arrepiento terriblemente. Somos cuatro hermanas mujeres, las tres mayores somos
médicas, dos somos psiquiatras, una es pediatra, que vive en el sur, y la última, yo me río
cada vez que hablo de ella porque la quiero muchísimo y tiene diez años menos, nosotras
somos mucho más seguiditas, es profesora de yoga, budista, afiliada al partido obrero,
vivió en comunidad en Brasil muchos años, o sea que es como la que realmente transgredió
de toda la familia. Sin embargo, nos llevamos muy bien las cuatro hermanas. Y todas
tenemos como ese lema de que la mujer tiene que sobresalir, ser brillante, lo cual es algo que
no transmito a mis hijos exactamente igual, porque esto me llevó a mí a querer competir con
el hombre. Entonces, en vez de complementar, competí. Esto me ha traído algunos líos
en mi primer matrimonio, por ejemplo. Ahora tengo un segundo matrimonio y aprendí
que no hay que competir. Estoy muy contenta con la familia que tengo.
Y muy contenta con la familia que formé.
Entonces, en la elección de su carrera pesó e influyó más su papá…
Creo que fui medio inducida a la psiquiatría. Cuando yo era chica, mi papá era
Director Asistente del Hospital Moyano, y nos llevaba los domingos a hacer su recorrida
por el hospital a mí y a mis dos hermanas mayores y entonces nosotras jugábamos al fútbol
con los pacientes mientras papá recorría el hospital. Y yo siempre me río de que jugaba
al fútbol con "La Raulito", no sé cual de las dos es más famosa, si "La Raulito" o yo.
Ibamos los fines de año y mi abuelo -que también era odontólogo igual que mi abuela
odontóloga- mi abuela hacía de payasa y mi abuelo hacía de mago y hacíamos los festivales,
que los organizaba la familia Márquez para el hospital, que además se filmaban
y esos fueron los inicios reales del psicocine, no todo lo que se atribuye la gente después.
Eso de verdad era rehabilitación en el paciente psiquiátrico, era hacer sentir
que la comunidad iba. Porque además, obvio, no éramos solamente los locos Márquez
con los locos internados, sino que estaba abierto el hospital a la comunidad y venía mucha
gente con pan dulce para los pacientes. Entonces, yo entré a la facultad dispuesta
a hacer psiquiatría de entrada, una sola materia me hizo dudar, que fue en sexto año
y fue endocrinología. Unica materia que yo dije: "Esto creo que me gusta tanto o más
que la psiquiatría". En ese momento, yo ya me estaba por recibir de médica, o sea que ya iba
a la clínica de mi papá a hacer de acompañante terapéutica a los pacientes psiquiátricos,
y en ese momento pensé: "Un esquizofrénico es mucho más divertido, que se entienda
que no es peyorativo que yo diga que es divertido, sino que además dan más ganas
de ayudarlo que un hipotiroideo, entonces dije, voy a hacer psiquiatría". Cuando empecé
a hacer mi concurrencia en el Hospital Borda en psiquiatría, recién se fundó ahí,
te estoy hablando del año '80, el servicio de psiconeuroendocrinología, que lo tenía
al doctor Rosados. O sea que yo terminaba a las dos de la tarde mis tareas de concurrente
y me escapaba y me quedaba con él hasta las cuatro de la tarde haciendo experiencias
y estudiando en esta ciencia que recién empezaba la psiconeuroinmunoendocrinología
con el doctor Rosados, y ahí dije: "Esto es lo mío". Si esto era la unión de las dos cosas
que a mí me habían apasionado, con lo cual, ahora que soy una referente latinoamericana
y mundial, y de humilde no tengo nada, como verás, en psiconeuroinmunoendocrinología,
y me encanta ver a la psiquiatría desde esta visión más holística, que es ni más ni menos
que una visión holística de la medicina, que explica la relación entre los cuatro sistemas
de control que tiene el organismo humano. El psicológico, que viene a ser lo que otra gente
llamaría mente, ese sería el software; lo neurológico, que ese es el hard de ese circuito
cerebral; lo endocrinológico que es cómo desde el cerebro se manejan las glándulas
de todo nuestro organismo, incluido las que determinan el estrés, por ejemplo, y además,
lo inmunológico que es el sistema que nos permite diferenciar el yo de lo ajeno, el cerebro,
por supuesto, nos permite también, mi persona de las otras, el yo de lo que me puedo
perjudicar. La interrelación entre esos sistemas que son los sistemas de control
es lo que define a esto, la psiconeuroinmunoendocrinología.
¿Cómo pueden convivir hoy en la psiquiatría abordajes tan diferentes?
A ver, ¿qué es un abordaje?, porque un abordaje es un modo de ver la realidad, lo cual
no quiere decir que esa sea la realidad sino que, generalmente, la realidad es una mezcla
de todo y cada cual agarró la puntita que más le gusta o la puntita que le es más fácil.
En psiquiatría yo acabo de decirte que creo en la psiconeuroinmunoendocrinología,
que es la interrelación del cerebro con todo el cuerpo, pero también en relación con
la cultura. Por eso para mí, la psiconeuroinmunoendocrinología es, tengo esta frase
que a mí me parece genial, que es la explicación biológica de la frase de Ortega y Gasset
de "yo soy yo y mi circunstancia", porque no se agota en el yo, sino que va más allá
de lo que me pasa en relación al mundo. Pero tu pregunta seguro va a que la psiquiatría,
ya hace cincuenta, sesenta años, está dividida entre lo que es neurociencia dura,
que entonces niega que haya una psicología o un entorno que pueda influir, el cerebro,
y por el otro lado hay psicoanálisis duro que cree que son todos conflictos intrapsíquicos
que el paciente arrastra desde las vivencias tempranas de su infancia. ¿Cómo esto puede
convivir? Porque gracias a Freud, a Kraepelin, para ponerlo de los dos lados, estamos
en una época donde con la posmodernidad se destruyen los dogmas, entonces, hoy estamos
tratando de acercarnos, y esto es maravilloso. Te doy un ejemplo. Uno de los papás
de la psiconeuroinmunoendocrinología, que es el doctor Nemeroff hace un análisis biológico
de las series complementarias freudianas. Entonces, Freud por ejemplo dijo en su segunda
serie complementaria que una enfermedad cualquiera era la genética, cosa que se olvidaron
el resto de los psicoanalistas post-freudianos, decía Freud, la genética y decía, de este lado,
las vivencias infantiles traumáticas reales o fantaseadas. Eso Freud decía que daba
disposición, que sobre esa disposición actuaban las vivencias adultas que generaban
entonces una enfermedad. ¿Qué decimos desde la psiconeuro? Seguimos con la genética,
en vez de vivencias infantiles traumáticas o fantaseadas decimos experiencias estresantes
tempranas, pero es lo mismo, en vez de disposición decimos vulnerabilidad y,
¿por qué decimos vulnerabilidad? Porque sabemos que un chiquito que por mala genética
o por mala crianza tiene esa disposición -y esto es lo importante, que lo descubrió
la psiquiatría biológica digamos-, va a nacer con menor capacidad de neurogénesis,
menos neuronas que se dividen en el cerebro, aumento de neurotoxicidad, más muerte
neuronal, menor capacidad de mielinizar, va a nacer con hiperactividad del eje adrenal,
quiere decir que es un chiquito que nace -o en los primeros años también puede ser-,
estresado, hiperalerta, temeroso, y al mismo tiempo tiene hiperactividad autonómica,
o sea que tiene taquicardia ante cualquier cosa, es un chico que le da miedo ir al colegio,
y eso entonces va a hacer que este chico por genética o por vivencias infantiles tenga
una discapacidad para enfrentar los estreses de la vida adulta. Antes se creía desde
el psicoanálisis que las vivencias infantiles eran solo abandono, hoy sabemos que
la vivencia de matriz traumática puede ser también hiperprotección. Yo digo, es tan
patológico no darle a un chico la mano para cruzar la calle, como dársela toda sudada
y temblando, porque uno tiene miedo de que él cruce la calle. O sea que, por carencia
o por exceso, todo puede generar patología.
¿Cuál debería ser la formación de un psiquiatra en nuestros días?
Lo más importante es decirte que son las mismas capacidades que tenía que tener
un psiquiatra en el siglo XVIII. Quiere decir: capacidad de escucha, sin crítica, capacidad
de empatía, ponerse en el lugar del otro, si el otro te transmite un dolor, sentir dolor,
comprender una emoción, no solo explicar bioquímicamente. Si vos me decís: "Estoy
depresiva", y yo pienso: "Está depresiva porque le falta tal sustancia en el cerebro
y la amígdala está encendida y el lóbulo frontal está apagado…", no, si no comprender
cómo te sentís más que explicar. Esto lo tiene el psiquiatra en el siglo XVIII, XIX, XX, XXI
y ojalá siga en el XXV, que es lo que dudamos. Pero lo peor es que estas cosas no se
aprenden. Estas cosas se nacen. Y tener una familia, tener amigos, vivir en relación te hacen
seguirlas teniendo, acrecentarlas, y entonces poder llevarlas a la práctica con pacientes
es lo que te hace psiquiatra. Nosotros necesitamos sentir como el paciente, no delirar
como un esquizofrénico, pero entender no solo que la dopamina alta hace delirar, no solo
que el núcleo acumen encendido hace delirar, sino comprender que el paciente lo cree como
una verdad. No refutar, sino ponerme en ese lugar, y decir: "Pobre tipo, este paciente
se siente perseguido, vino con anteojos de sol porque cree que todos lo miran por la calle,
tiene una idea de complot que yo no se la voy a sacar diciéndole: 'No es absurdo pibe,
no te das cuenta que no puede ser'", primero tengo que comprender, comprender cómo
eso lo angustia, después tratar de ayudarlo de las dos maneras: con psicofármacos,
porque sino no va a salir, y con psicoterapia en esquizofrenia, por ejemplo, se usa
psicoterapia cognitiva y psicorehabilitación. Entonces, enseñarle a vivir una vida nueva
después que yo le di farmacológicamente la normalización de su cerebro para esa vida.
Salvo la enfermedad de Huntington y dos más no hay nada que sea genético puro.
O sea que hay un fenómeno que se llama epigenética que hace que según las situaciones
del medio ambiente mis genes callen o griten. Esto se llama epigenética, cómo la genética
es modificada por el ambiente. Hoy no pueden pelearse más, porque se sabe que
la epigenética modifica la genética neurocientíficamente, pero de acuerdo a lo que uno vive.
Y esto es muy fácil de entender. En la psiquiatría, esto que te dije de cruzar o no la calle,
si vos no le das la mano a un chico, ese chico o va a ser un psicópata o va a ser un border,
de acuerdo a la genética que tenga, alguna de las dos cosas va a pasar;
si vos le das la mano toda transpirada, lo más probable es que hagas un fóbico,
pero también de acuerdo a la genética que tenga.
En los últimos años, ¿ha habido un aumento de las enfermedades psiquiátricas?
En realidad, cuando uno dice que aumentó la prevalencia de enfermedades psiquiátricas
es absolutamente cierto, pero también hay que entender qué enfermedad psiquiátrica.
Por ejemplo, la depresión mayor endógena, quiere decir la depresión bioquímica, falta
de interés, falta de ganas, falta de placer, no llanto, que la depresión sea llanto es para
la revista Cosmopolitan, pero que el paciente sabe, te dice: "Me siento mal porque tengo
todo y sin embargo me cuesta levantarme a la mañana, no tengo hambre, no puedo dormir,
no puedo disfrutar nada". Esa enfermedad, la depresión, en este momento es la tercera,
para la OMS, entre las enfermedades discapacitantes. Proyección a 2020, la depresión
va a ser la primera enfermedad en el mundo. Entonces, dejémonos con esto de no creer
en la depresión. La depresión existe, es real y es bioquímica pero, otra vez, hay una
bioquímica, hay una vulnerabilidad, pero se gatilla con el ambiente. ¿Cómo hace
una depresión? Porque es un factor estresor. Entonces, todas las enfermedades depresivas
que son un montón pero, sobre todo, todos los trastornos de ansiedad, las fobias, el trastorno
obseso compulsivo, en todas esas el estrés está más involucrado, pero no el estrés, otra vez,
como si fuera la revista Cosmopolitan, sino que el estrés es: aumento de SRH, aumento
de cortisol, aumento de la actividad de la glándula renal, disminución de la actividad
de la glándula tiroidea, aumento de catecolaminas, que son la neuroquímica del estar
asustado, del animal que ante una situación lucha o huye, y disminuyen otras sustancias.
Eso es biológicamente el estrés. Eso es en lo que estamos inmersos todos en esta cultura
del yo y del ya, importo más yo que todos los demás, yo y mis productos, yo y mis hijos,
mi cría, pero yo más que los demás, y ya. En el yo y en el ya se vive estresado.
Si se vive estresado hay más trastornos de ansiedad y hay más trastornos depresivos.
¿Y qué pasa con la psicosis?
Estamos hablando de adultos, no me voy a meter a hablar ni de chicos ni de viejos.
Los dos grandes grupos de psicosis que son la esquizofrenia o la enfermedad bipolar.
El paciente bipolar tiene episodios depresivos y tiene episodios de euforia, esa euforia
no necesariamente quiere decir: "Estoy contento, me llevo el mundo por delante", también
puede ser: "Estoy irritable o estoy más enérgico", aunque no esté más contento. Cuando
el paciente está en manía, así se llama, lo trae la familia, porque el paciente se siente bien,
cuando el paciente está en depresión viene él a consultar. Lo importante en la enfermedad
bipolar es estabilizar al paciente. No subirlo cuando está acá abajo y bajarlo cuando está
acá arriba. ¿Qué pasa con los pacientes bipolares? Sí está aumentando la parte depresiva,
lo que te hablé antes son depresivos monopolares, los depresivos bipolares están
aumentando mucho y la manía no sé si está aumentando, pero se está diagnosticando
muchísimo más. Ahora, del otro lado tenemos la esquizofrenia. La esquizofrenia desde que
yo estudiaba, uno repite, es el 1% de la población mundial, y yo me acuerdo de haber hecho,
en pregrado, la siguiente pregunta: "Si la esquizofrenia es el 1% de la población mundial
y los esquizofrénicos no se casan, ¿por qué no disminuye la prevalencia?", tiene que haber
otro factor, porque si no se casan y son el 1% en cien años van a ser el 0,5. Bueno,
recién ahora se empezó a ver un discreto aumento de la prevalencia de esquizofrenia, ligero,
pero se sabe -hay muchos epidemiólogos que estudian esto- que aumenta la esquizofrenia
porque aumenta la urbanización. Mirá vos que cosas que uno diría: "¿qué carajo tienen
que ver?", sí tienen que ver porque la urbanización hace que cada vez haya menos concepto
de familia, cada vez haya menos concepto de ayuda, cada vez más gente que viva sola,
que viva sola y trabaje doce horas por día, y que no tenga tiempo siquiera de ver a un amigo
y, entonces, si empieza a aislarse nadie se da cuenta para ayudarlo a tiempo, entonces,
está aumentando la prevalencia de la esquizofrenia. Y uno de los países en donde más
está aumentando y esto lo traje de hace un mes que hubo un mundial de esquizofrenia
-la única argentina invitada fui yo- me aterroriza que seamos los primeros en esto y no
en otras cosas, somos el país donde más aumentó la esquizofrenia. Por el otro lado, somos
según la OMS el país donde hay más urbanización de gente que vive sola, ciudades
aisladas entre sí, de gente que vive sola. O sea que nos han puesto en el top del mundo
en esquizofrenia. Tenemos muy buenos psicofármacos hoy para la esquizofrenia
y lo que más sabemos es que cuanto antes la detectemos y antes la mediquemos, mejor
es el ***óstico. Cuando no había estos psicofármacos y había sólo psicofármacos
tipo haloperidol, uno sacaba la alucinación, sacaba el delirio, pero el esquizofrénico igual
se defectuaba, quiere decir, no quiero parecer peyorativa pero, terminaba tipo plantita,
es el esquizofrénico que ves en las películas, tocando el tambor. Gracias a Dios,
en los últimos quince años tenemos medicación que hace que al paciente se le vaya eso,
que se llaman síntomas negativos, síntomas cognitivos, y con esa medicación dada a tiempo
tal vez o al menos por ahora por toda la vida, el paciente pueda hacer una vida normal.
Puede casarse, estudiar, tener hijos, o sea que hemos progresado un montanazo.
¿Qué opina acerca de los que están a favor del cierre de los hospitales neuropsiquiátricos?
Estoy en contra a que cierren los hospitales neuropsiquiátricos. Y esto quiero dejarlo bien
en claro. Borda, Moyano, que son los grandes, no son asilos como cree la gente. Cuando
yo era chica, cuando yo iba a jugar con "La Raulito" en el Moyano había cuatro mil
quinientos pacientes, ahora hay ochocientos, quiere decir que no es que sean asilos.
Por supuesto, que hay un 20% de pacientes que son problemas sociales, que no tienen
donde ir, son pre esta medicación que te digo, o sea que sí todavía están tocando
o caminando y pidiendo un cigarrillo. Para esas pacientes tiene que haber otro tipo
de solución, tal vez en granjas terapéuticas, pero no pueden ir a una casa de medio camino,
no son autoválidas, porque no tuvieron chance de esta medicación nueva. El resto
de los pacientes se interna en el Moyano y se va de alta. Tal vez en más tiempo que
en una clínica privada, porque hay más líos para la medicación, porque la familia tiene
que decidir si comen los otros hijos o si le paga la medicación al paciente que está mal.
O sea que no es tan fácil, hay un problema social asociado. Pero me molesta que digan
que son asilos. En el hospital neuropsiquiátrico se forman los psiquiatras, hay investigación,
hay docencia, son de puertas abiertas. Por supuesto que estoy de acuerdo que tiene que haber
salas psiquiátricas en todos los hospitales generales, cosa que no había, que ahora hay,
pero tiene que haber un hospital de referencia. ¿Por qué? Porque hay un hospital
de oftalmología, hay un hospital de ginecología, hay un hospital de obstetricia…
Si decimos que no puede haber un hospital de psiquiatría estamos estigmatizando.
Y ojalá cuando este concepto se entienda, esté mejor dirigido el dinero y en el hospital
psiquiátrico haya un escaneo cerebral, haya un PET, haya un resonador. Hoy, pedir
un hemograma es un drama, y llega a la semana. Entonces, si se destina bien el dinero,
tiene que haber un hospital psiquiátrico como de alta complejidad.
¿Nos podría relatar algunas anécdotas sobre sus pacientes?
Los pacientes, obviamente, más interesantes son los esquizofrénicos. Uno generalmente
empieza a hacer psiquiatría por la esquizofrenia. Entonces, hay delirios tan bizarros, pero
tan bizarros… Desde delirios de filiación, que es creerse que uno es hijo de otro,
hasta creer que uno estuvo en otro mundo, a delirios por supuesto los tradicionales de:
"Soy Jesucristo y la gente no me cree". Uno tiene que ser médico, porque un susurro,
una campanita puede ser un tinnitus, que es una enfermedad del oído, y yo he visto pacientes
que venían de psicoanalistas con interpretación de su tinnitus, lo mandaste al otorrino y
se le fue el tinnitus. Una paciente tenía una cosa que se llamaba blefaroespasmo, Síndrome
de Meige, contracciones involuntarias de los ojos, como si fueran tics en los ojos. Médica,
pediatra, diez años de psicoanálisis. "Andrea, te vengo a ver, pero yo ya esto lo tengo claro,
después de tantos años, ya sé que es porque no quiero ver la muerte de mi mamá". Yo
la seguía mirando, en ese momento estaba casada con un oftalmólogo, y le dije:
"Vos tenés un blefaroespasmo", ella es médica también, todavía la veo, la mandé acá
a la vuelta al el instituto que tiene mi ex marido, una inyección de toxina botulínica
y se le fue no ver a la madre. O sea que una inyección cada ocho meses, y se le fue
no ver a la madre. Es una de las pacientes que más me quiere, que más me deriva pacientes.
Ocho años de psicoanálisis. Hay alucinaciones olfatorias, son los grados más deteriorantes.
Entonces hay gente que huele a *** o que huele a insectos, y las familias se lo creen,
porque no se sabe esto. Entonces, tenemos familias enteras donde la madre viene y te dice:
"Y yo lavo todo con lavandina todo el día, doctora, pero él sigue oliendo". Las auditivas,
les dicen cosas a veces displacenteras y a veces placenteras. Tengo una paciente, ahora:
"Andrea, me sacaste el Wi-Fi de la cabeza, no jodas, era mucho más divertida mi vida
antes". Claro, le saqué la amigas que le hablaban y no tiene ninguna amiga en la realidad
hasta que se rehabilite. Hay otros pacientes que te dicen: "Mi corazón tiene latidos raros.
Van de cardiólogo en cardiólogo. Algún extrasístole tenemos cualquiera de nosotros tres,
le detectan la extrasístole, lo llenan de estudios, y son psicóticos, más sociales,
más sociables, que pasan más desapercibidos, pero que igual responden
a medicación antipsicótica, no responden a todo lo demás.
¿Qué aprendió de sus pacientes?
De mis pacientes aprendí mucho. Primero, aprendí a ser tolerante. Mis hijos dicen que soy
más tolerante con los pacientes que con ellos. Aprendí a bancarme la frustración, porque
uno cuando ve un paciente piensa: "Lo voy a curar", sobre todo cuando esta recién recibido,
ya después, cuando un paciente viene, y te dice: "Vi a estos trece psiquiatras", y vos ves
que entre los trece hay seis o siete que son iguales o mejores que vos, lo primero que uno
tiene ganas, es decir: "Poneme en el número catorce, te devuelvo la plata y no me hagas gastar
tiempo, porque no te voy a curar si no te curaron estos trece". Eso uno lo aprende ya siendo
más viejita. Igual, uno no puede decir eso y pone todo su empeño, y el paciente vino
con mucha confianza, y a lo mejor uno le trasmite confianza, que es otro vehículo de curación,
la confianza que uno le transmite a un paciente y, entonces, sí se cura con vos catorce. Aprendí
también de mis pacientes la importancia de que uno no es el único protagonista de la cura;
aprendí que la familia es importante, que es necesario tener un cómplice en la familia.
Yo tengo un equipo donde hablamos de los pacientes una vez por semana y discutimos
todos los casos. Pero, además, el solo hecho de entrar a sala de médicos entre un paciente
y otro y reírte de un chiste o reírte de algo gracioso que le pasó a otro paciente o compartir
la angustia de: "A este pibe ya no sé qué darle y no sale", eso también me lo enseñaron
los mismos pacientes, la necesidad de trabajar en equipo. O sea que sí, me enseñaron
a bajar de la omnipotencia, soy más omnipotente en la vida que en mi profesión.
¿Está aumentando la cantidad de gente con rasgos psicopáticos en nuestra sociedad?
Hay mucha más gente con rasgos psicopáticos. Esta sociedad en que vivimos, otra vez,
del yo y del ya, el yo determina rasgos psicopáticos, ¿qué quiere decir esto? Me salvo yo
aunque cague a los demás. Ahora, tener rasgos psicopáticos no significa ser un psicópata.
O sea que uno puede tener rasgos obsesivos, podemos lavarnos las manos después de ver
a cada paciente, no somos TOCs, porque la enfermedad es cuando se hace inflexible
y deteriorante, en la psicopatía pasa lo mismo; y con todos los casos que están en los medios
actualmente hay una cierta confusión. Porque, de pronto, cualquiera que tiene un rasgo
psicopático pasó a ser un psicópata. No es así. Para ser un psicópata hay que ser inflexible,
no aprender de la experiencia, cosificar a los demás, no entender que nadie es otro
ser humano, sino solamente yo. Y entonces, esta sociedad da rasgos. Hoy se sabe que
en la psicopatía hay una alteración en una zona del cerebro. ¿Qué nos diferencia
de los monos? Esto que está acá arriba que se llama corteza supraorbital, que está arriba
de la órbita del ojo. Es la última en adquirirse. Esto para adelante no está en un chimpancé,
no está en el hombre de Neandertal. El crecimiento hacia adelante del cerebro tiene
una parte que es la parte que es la parte intelectual del cerebro, el prefrontal y una parte
acá abajo que es la corteza orbitaria, la corteza orbitaria la tienen solo un tipo de monos
y nosotros, es lo que se llama la corteza de la censura moral, la corteza del "yo social",
la corteza que me permite detener un impulso de algo que me gratifique mucho en aras
del bien común. Mirá lo importante de esto. Como es muy nueva, porque no la tenían
los monos, está determinada por seiscientos cincuenta genes, de esos seiscientos cincuenta
genes, todos se terminan de expresar en los tres, cuatro primeros años de vida. O sea que
nadie nace psicópata, pero es muy fácil hacer un psicópata en los tres, cuatro primeros
años de vida. ¿Por qué? Por falta de alimento. Alimento físico, comida, país que tenemos
ahora, y alimento espiritual, digamos, mimos, caricias, protección. Las dos cosas le faltan
a la sociedad actual. Cuando uno dice: "Los ladrones no tienen códigos, porque además
de robar, matan", los códigos están en la corteza orbitaria. La corteza orbitaria, dos cosas.
Una, muchos no lo desarrollaron si no fueron al colegio, si no tuvieron relación
con otros chicos, si no tuvieron que darle la pelota a otro para que jugara también.
¿Cómo la van a desarrollar? Concepto del "yo social", si todo es yo si me quedé en mi casa,
si yo tengo un papá que no se levanta a las siete de la mañana porque cobra cuarenta planes
entonces tampoco me despertó a mí para ir al colegio y en mi casa todo viene de arriba,
tampoco tengo "yo social", y no lo comparto con el de al lado. Si no tengo alimento,
por supuesto, tampoco tengo "yo social". Y la otra, la acción más inmediata del paco
es la destrucción de la corteza orbitaria. Porque el paco destruye las cortezas últimas
en formarse. Entonces, tenemos chicos mal nutridos, mal acariciados, sin relación social
válida, sin ejemplos y encima con paco. No hay corteza orbitaria, entonces no hay códigos,
si no hay códigos para sacarte el celular más berreta del mundo me da lo mismo matarte.
No es porque estoy drogado que te mato, aunque hace un mes que no me drogue, te mato
porque ya está destruida esa corteza. Pero lo más jodido es, lo que va a abrir un
campo médico legal distinto es: si nosotros ahora sabemos que los psicópatas graves
no pueden dejar de ser psicópatas porque tienen esa corteza alterada. ¿Tienen que ir
en cana? Un esquizofrénico es inimputable porque no pudo dejar de matar al…
¿Te acordás la historia de las chicas que mataron al padre en un exorcismo?
Una era esquizofrénica, la otra era débil mental. Una está internada todavía en el Moyano,
porque son inimputables, porque de verdad se creían eso. Entonces, ahora, si el psicópata
no puede porque tiene esa corteza atrofiada, ¿es inimputable? ¿No es inimputable?
Obviamente, para la ley es imputable, porque es imputable aquel que haya sido capaz
de comprender la capacidad de delito y dirigir sus acciones, y el psicópata, aunque tenga
la corteza atrofiada, puede llegar, aunque sea porque alguien le diga: "No, no tires",
a no tirar. Eso hasta el día de hoy. Pero va a abrir todo un campo nuevo de decir porque,
además, un psicópata en la cárcel es el mejor maestro para que los que no sean psicópatas
aprendan. Desde la cárcel manda robar a los demás, manda matar a los demás.
Le estás dando comida gratis, lugar gratis, y dieciséis horas por día para ser maestro,
que no tenemos ninguno de nosotros, porque nosotros tenemos que ganar nuestro sustento,
y además, llegar a casa y bancarte hijos, y bancarte problemas.
Ellos no tienen nada de todo eso.