Tip:
Highlight text to annotate it
X
La realización de esta película ha sido una larga y difícil batalla. No hubiera podido librarla sin el sostén
y la fé de un grupo de mujeres y hombres, de los cuales algunos ya no existen. Esta obra es también de ellos.
Agradezco a los miembros de mi equipo, a aquellos y aquellas que participaron en las diversas campañas de investigacion,
de encuentros, de rodaje. En particular, a Irène Steinfeldt-Lévi y a Corinna Coulmas quienes me asistieron,
sin temer arriesgar su integridad física en las horas de peligro.
Ziva Postec quien, durante cinco años y día tras día, hizo el montage del film a mi lado. Mi gratitud también a Yehuda Bauer,
Profesor de Historia Judía Contemporánea en la Universidad Hebraica de Jerusalem. Y a Raül Hilberg, Profesor de Ciencias Políticas
en la Universidad de Vermont (U.S. A)
La acción comienza en nuestros días en Chelmno-del-Ner., Polonia. A 80 kilómetros al noroeste de Lodz,
en el corazón de una región otrora de fuerte población judía, Chelmno fue en Polonia el paisaje del primer
exterminio de los judíos por el gas.
Ello comienza el 7 de diciembre de 1941. 400.000 judíos fueron asesinados en Chelmno en dos períodos diferentes:
Diciembre de 194 1... primavera de 1943: Junio de 1944... enero de 1945. El modo de administrar la muerte
permaneció idéntico hasta el final: Los camiones de gas.
Entre los 400.000 hombres, mujeres y niños que llegaron a ese lugar se cuentan dos sobrevivientes: Mikaël Podchelbnik
y Simón Srebnik. Simón Srebnik, sobreviviente del último período, era entonces un niño de trece años y medio.
Su padre fue ultimado bajo sus ojos, en el ghetto de Lodz, su madre asfixiada en los camiones de Chelmno.
Los SS lo enrolaron en uno de los comandos de "judíos de trabajo", que aseguraban el mantenimiento de los campos de exterminación
y que estaban también destinados a la muerte. Con los tobillos en grillos como todos sus compañeros,
el niño atravesaba todos los días el pueblo de Chelmno.
Le perdonaron la vida más tiempo que a los demás, por su extrema agilidad que le permitía ganar las
competencias que los nazis organizaban entre los encadenados, concursos de salto o de velocidad.
Y tambien por su voz melodiosa: Varias veces a la semana, cuando había que alimentar los conejos
del corral SS, Simón Srebnik, vigilado
remontaba el río Ner en une embarcación de fondo plano hasta los confines del pueblo,
hacia los prados de alfalfa. Cantaba aires del folklore polaco y el guardia, de vuelta, le enseñaba
cantinelas militares prusianas. Todos en Chelmno lo conocían.
No sólo los campesinos polacos, Sino también los civiles alemanes, dado que esta provincia de Polonia
había sido anexada al Reich desde la caída de Varsovia, germanizada y rebautizada Wartheland.
Así fue como cambiaron Chelmno por Kulmhof, Lodz por Litzmannstadt, Kolo por Warthbrücken, etc...
Colonos alemanes se establecieron a lo largo de la Wartheland, y en Chelmmo aún existe
una escuela primaria alemana.
En la noche del 18 de enero de 1945, dos días antes de la llegada de las tropas Soviéticas, los nazis mataron
de un balazo en la nuca a los últimos "judíos de trabajo". Simón Srebnik también fue ejecutado. La bala
no le tocó ningún centro vital. Volviendo en si, se arrastro hasta una cochinera.
Un campesino polaco lo recogió. Un médico militar del ejército rojo lo atendió, lo salvó.
Algunos meses más tarde, Simón se fue a Tel-Aviv con otros sobrevivientes. Fue en Israel donde yo lo descubrí.
Convencí al niño cantor de regresar conmigo a Chelmno. Teniá 47 años.
Una casita blanca...
permanece en mi memoria.
Con esta casita blanca...
sueño todas las noches
ÉI tenía 13 años y medio. Tenía una linda voz, cantaba muy bonito.
La gente lo oía.
Cuando lo escuché hoy, mi corazón latió mucho más fuerte,
porque lo que sucedió aquí, fue un asesinato.
Realmente reviví lo que sucedió.
Difícil de reconocer, pero era aquí.
Aquí quemaban gente.
Mucha gente fue quemada aquí.
Sí, éste es el lugar.
Nadie jamás volvía a salir.
Los camiones de gas llegaban ahí...
Había dos hornos inmensos,
y enseguida echaban los cuerpos
en esos hornos,
y las llamas subían hasta el cielo.
- ¿Hasta el cielo? - Sí.
Era terrible.
No se puede contar.
Nadie puede...
imaginar lo que pasó aquí.
Imposible. Y nadie puede entenderlo.
Ni yo mismo, hoy.
No me puedo creer que esté aquí.
No, no lo puedo creer.
Esto siempre era tan tranquilo.
Siempre... Cuando quemaban cada día
a 2000 personas, judíos,
era igualmente tranquilo.
Nadie gritaba. Cada cual hacía su trabajo.
Era silencioso, apacible.
Como ahora.
Tú, jovencita, no llores.
No estés tan triste,
pues se acerca el anhelado verano...
Y con él yo volveré.
Una garrafa de vino, un pedazo de asado,
es lo que las jóvenes les regalan a sus soldados.
Cuando desfilan los soldados,
las jóvenes abren sus puertas y sus ventanas.
Pensaban que los alemanes lo hacían a propósito, que él cantara en el río.
Era un juguete para divertirlos.
Le obligaban a hacerlo.
ÉI cantaba, pero su corazón lloraba.
¿ Y a ellos les llora el corazón cuando vuelven a pensar en ello?
Claro, mucho.
Cuando la familia se reúne, todavía hablan de eso, alrededor de la mesa.
Porque era público, del otro lado de la calle, todo el mundo sabía.
Era verdaderamente la ironía de los alemanes.
Mataban a la gente y él estaba obligado a cantar.
Eso es lo que yo pensaba.
¿ Qué murió en él en Chelmno?
Todo murió...
Todo murió, pero uno no es más que un hombre y quiere vivir.
Entonces hay que olvidar.
EL OTRO SOBREVIVIENTE: MIKAEL PODCHLENIK. ISRAEL
Le agradece a Dios lo que quedó y que él olvide.
Y que no se hable de eso.
¿Le parece bien que se hable de eso?
No está bien, para mí no está bien.
Entonces, ¿por qué lo hace?
Habla, porque está obligado a hacerlo.
Incluso recibió libros sobre el juicio de Eichman, en el cual era testigo,
y ni siquiera los lee.
¿ÉI sobrevivió como un vivo o...
Cuando estaba en el lugar lo vivió como un muerto,
porque jamás pensó que sobreviviría,
pero está vivo.
¿Por qué sonríe todo el tiempo?
¿ Qué quiere que haga, que llore?
Una vez se ríe uno, otra vez llora...
Y cuando uno vive, más vale sonreír...
¿Por qué despertó en ella tanta curiosidad esta historia?
HANNA ZAIDL - ISRAEL
HIJA DE MOTKE ZAIDL,
SOBREVIVIENTE DE VILNA (LITUANIA)
Es una historia muy larga. Sé que cuando era niña,
tenía muy poco contacto con mi padre.
Para empezar, él trabajaba afuera, lo veía muy poco;
además, era un hombre silencioso, no hablaba conmigo.
Después, cuando crecí, tuve el valor de enfrentarlo,
le pregunté, le volví a preguntar, le pregunté siempre,
hasta que logré arrancarle toda esa verdad que él no me llegaba a decir,
ya que, en realidad, empezaba a responderme con frases a medias.
Verdaderamente había que arrancarle los detalles. Y finalmente,
cuando llegó el Sr. Lanzmann, por 1ª vez fue cuando escuché,
creo, por 2ª vez la historia en su totalidad.
MOTKE ZAIDL
BOSQUE DE BEN SHEMEN (ISRAEL)
Todo el lugar se parece a Ponari, el bosque, las fosas.
Parece en verdad que allí quemaban los cuerpos.
La única diferencia es que en Ponari no había piedras.
PONARl: Bosque donde masacraron a la mayor parte de los judíos de VILNA.
Pero los bosques de Lituania,
son más densos que los bosques de Israel, ¿no?
Claro.
Los árboles son parecidos, pero allá eran más altos, más anchos.
BOSQUE DEL CAMPO DE EXTERMINACION DE SOBIBOR
¿Se caza hoy en día en este bosque de Sobibor?
Sí, aquí siempre se caza, hay muchos animales, de toda clase.
¿Se cazaba en aquella época?
No, en aquella época sólo se cazaban hombres.
JAN PIWONSKI
Había tentativas de fuga,
pero las víctimas no conocían bien el terreno.
De vez en cuando ellos oían explosiones en los campos minados.
A veces encontraban un corzo,
y a veces a un infeliz judío que intentaba escapar.
Este es el encanto de nuestros bosques este silencio, esta belleza...
Pero debo decirle que no siempre fue tan silencioso aquí.
Hubo una época en que este lugar, donde estamos, se llenaba de gritos,
de disparos,
de ladridos.
Y fue sobre todo ese período,
el que quedó grabado en la memoria de la gente
que vivía aquí en esa época.
Después de la revuelta, los alemanes decidieron liquidar el campo,
y, a comienzos del invierno de 1943,
plantaron pequeños pinos de tres, cuatro años,
para camuflar todas las huellas.
¿Esa cortina de árboles?
Sí.
¿Aquí mismo estaban las fosas comunes?
Sí.
Cuando él vino por primera vez en 1944,
nadie podía sospechar lo que había sucedido aquí. Nadie podía adivinar
que esos árboles escondían el secreto de un campo de exterminación.
¿ Qué le pasó a él la primera vez que descargó cadáveres,
cuando abrieron las puertas de su primer camión de gas?
¿ Qué podía hacer? Lloraba...
El tercer día vio allí a su mujer y a sus hijos.
Depositó a su mujer en la fosa y pidió que lo mataran.
Los alemanes le dijeron que aún tenía fuerzas para trabajar
y que no lo matarían entonces.
¿Hacía mucho frío?
Era el invierno de 1942,
a principios de enero.
¿En esa época no quemaban los cadáveres, simplemente los enterraban?
Sí, los enterraban, y cubrían cada hilera con tierra,
todavía no los quemaban.
Había más o menos 4 ó 5 pisos
y las fosas tenían forma de embudo.
Echaban los cadáveres en esas fosas,
y tenían que disponerlos como arenques, pies con cabeza.
¿Entonces fueron ellos los que desenterraron y quemaron
a todos los judíos de Vilna?
Sí.
A principios de enero de 1944, empezaron a sacar los cuerpos.
En el momento en que abrieron la última fosa,
reconocí a toda mi familia.
YITZHAK DUGIN sobreviviente de VILNA
¿A qué miembros de su familia reconoció?
A mi madre y a mis hermanas. Tres hermanas con sus hijos.
Todas estaban allí.
¿ Cómo pudo reconocerlos?
Como habían permanecido en tierra durante cuatro meses,
y que era invierno,
estaban bastante bien conservados.
Entonces los reconocí por sus rostros y también por su ropa.
¿Los habían matado desde hacía relativamente poco tiempo?
Sí.
¿ Y era la última fosa?
Sí.
¿Los nazis les habían hecho abrir las fosas según un plan preciso,
comenzando por las más antiguas?
Sí.
Las últimas fosas eran las más recientes
y habíamos comenzado por las más antiguas, aquellas del primer ghetto.
En la primera fosa había 24.000 cadáveres.
Cuanto más cavábamos hacia el fondo, más aplastados estaban los cuerpos.
Eran prácticamente unas lonjas aplastadas.
Cuando tratábamos de agarrar el cuerpo, se deshacía.
Era imposible agarrarlo.
Cuando nos obligaron a abrir las fosas, nos prohibieron usar instrumentos,
nos dijeron: "¡Tienen que acostumbrarse a trabajar con las manos!"
Con las manos.
Sí.
Al principio, cuando abrimos las fosas,
no pudimos contenernos y todos prorrumpimos en sollozos.
Pero entonces se nos acercaron los alemanes y nos dieron golpes a matar.
Nos forzaron a trabajar a un ritmo desaforado durante 2 días,
bajo golpes incesantes, y sin instrumentos.
Todos prorrumpieron en sollozos.
Los alemanes incluso habían añadido que estaba prohibido emplear
la palabra "muerto" o la palabra "víctima",
porque eso era exactamente como un taco de madera, que eso era pura mierda,
que eso no tenía ninguna importancia, que no era nada.
El que decía la palabra "muerto" o "víctima" recibía golpes.
Los alemanes nos obligaban a decir con respecto a los cuerpos,
que se trataba de "figuren", es decir,
de marionetas, de muñecas,
o de "schmattes", es decir, de trapos.
¿Les habían dicho, cuando comenzaron, cuántas "figuren" había en las fosas?
El jefe de la Gestapo de Vilna
nos dijo: "Hay 90.000 personas tendidas allí,
y es absolutamente necesario que no quede ninguna huella."
Estábamos a finales de noviembre de 1942...
y cuando nos estaban sacando del trabajo
hacia nuestras barracas, de pronto,
de esa parte del campo que llamaban
el campo de la muerte, brotaron
llamas. Muy alto.
En un instante todo el paisaje,
todo el campo pareció incendiarse.
Ya había oscurecido.
Entramos en nuestras barracas,
comimos.
Por las ventanas,
no cesábamos de ver
el fantástico fondo de llamas
de todos los colores imaginables:
Rojo, amarillo, verde, violeta...
y de pronto,
uno de nosotros se levantó.
Sabíamos que era cantante de ópera
en Varsovia...
se llamaba Salve y...
delante de aquel fantástico telón de llamas
empezó a salmodiar
un canto que me era desconocido:
"Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?"
RICHARD GLAZAR, BASILEA (SUIZA)
"Otrora nos entregaron al fuego
pero jamás renegamos de Tu Santa Ley"
Cantó en yiddish,
mientras detrás de él ardían
las hogueras
sobre las cuales
comenzaron entonces
en noviembre de 1942,
en Treblinka, a quemar los cuerpos.
Era la primera vez que sucedía:
Supimos esa noche
que en lo sucesivo los muertos ya no serían enterrados más,
serían quemados.
TREBLINKA
Cuando todo estaba listo, se empezaba a verter las materias inflamables,
y se encendía el fuego.
Se esperaba a que hubiese un fuerte viento
y, en general, la hoguera ardía siete, ocho días.
Un poco más lejos, allá, había un zócalo de concreto,
y los huesos que no se habían quemado,
por ejemplo, los huesos gruesos de los pies,
nosotros los desenterramos con...
Había una caja con dos asas...
y nosotros los llevábamos allá,
donde a otros
les tocaba molerlos. Era muy fino
aquel polvo de hueso.
Luego poníamos todo aquello en sacos
y cuando ya había suficientes sacos,
íbamos hasta el río Ner. Había un puente, allí,
y los vaciábamos en el Ner. Aquello se iba con el agua.
Se iba aquello con la corriente.
¿Alguna vez regresó a Polonia?
Muchas veces quise.
Pero, ¿qué vería?
¿ Cómo afrontar eso?
Mis abuelos están enterrados en Lodz.
Y me enteré por alguien
que estuvo allá, que quieren
arrasar el cementerio, destruirlo.
¿ Cómo puedo regresar allá, a visitar?
¿ Cómo murieron sus abuelos?
¿Mis abuelos?
En el ghetto, rápidamente.
Eran viejos y después de un año,
él murió, y ella al año siguiente.
- ¿En el ghetto? - Sí.
PAULA BIREN, CINCINATI, USA sobreviviente de AUSCHWITZ
EL CEMENTERIO JUDIO DE LODZ HOY EN DIA
AUSCHWITZ: La ciudad
Señora Pietyra, ¿es usted ciudadana de Auschwitz?
Sí, desde que nací.
¿ Y nunca ha salido usted de Auschwitz?
No, nunca.
¿Aquí había judíos antes de la guerra?
Eran el 80º/º de la población,
incluso tenían una sinagoga.
¿ Una sola?
Una sola, creo.
¿Todavía existe?
No, fue devastada.
Ahora han instalado algo en ese sitio.
¿Había un cementerio judío en Auschwitz?
Ese cementerio existe todavía. Ahora está cerrado.
¿Todavía existe?
Sí.
Está cerrado, ¿y eso que quiere decir?
Que ahí ya no se entierra más.
¿Había una sinagoga en Wlodawa?
Sí, había una sinagoga, y muy, muy bella.
Cuando Polonia aún estaba bajo la dominación de los zares,
ya existía esa sinagoga.
Es incluso más antigua que la iglesia católica.
Ya no funciona más...
Ya no hay más creyentes...
¿Ninguna de estas construcciones ha cambiado?
No, en absoluto. Aquí había barriles con arenques,
y los judíos vendían pescado.
Había puestos de venta, pequeñas tiendas,
era el comercio judío, como dice el señor.
Esa era la casa de Barenholz.
ÉI tenía un comercio de madera.
Allí estaba la tienda de Lipschitz, que vendía telas.
Aquí, estaba Lichtenstein.
Y ahí, ¿qué había enfrente?
Una tienda de comestibles.
¿ Una tienda judía?
Sí.
Aquí estaba la mercería,
hilo, agujas y otras menudencias.
Y luego, allá, tres peluqueros.
PAN FILIPOWICZ
- ¿Esta bella casa era judía? - Es judía.
¿ Y esa pequeña, acá?
También.
¿ Y la otra detrás?
- Todas eran casas judías. - ¿Esa de la izquierda también?
También.
¿ Quién vivía ahí: Borenstein?
Negociaba con cemento.
Era muy bello y de una gran cultura.
Aquí había un herrero llamado Tepper.
Era una casa judía.
Aquí vivía un zapatero.
¿ Cómo se llamaba el zapatero?
- ¿ Yankel? - Sí.
Da la impresión que Wlodawa era una ciudad completamente judía.
Sí, porque esa es la verdad.
Los polacos vivían lejos y en el centro de la ciudad vivían solamente judíos.
¿ Qué les pasó a los judíos de Auschwitz?
Fueron expulsados y reinstalados,
pero no sé dónde.
¿En qué año?
Eso empezó en 1940, porque yo me instalé aquí en 1940,
y este apartamento pertenecía también a unos judíos.
Pero, según las informaciones que tenemos,
los judíos de Auschwitz fueron "reinstalados", puesto que así se dice,
no lejos de aquí, en Benzin y en Sosnowiecze, en Alta Silesia.
Sí, porque también eran ciudades judías, Sosnowiecze y Benzin.
¿La señora sabe qué les sucedió más tarde a los judíos de Auschwitz?
Pienso que después terminaron en el campo, todos.
¿Es decir, que regresaron a Auschwitz?
Sí.
AUSCHWITZ-BIRKENAU
Aquí había toda clase de gente, de todas las partes del mundo,
que vinieron aquí, que fueron traídos aquí...
Todos los judíos vinieron aquí. A morir.
¿ Qué pensaron cuando todos los judíos de Wlodawa fueron deportados a Sobibor?
¿ Qué pudimos pensar? Era su fin,
pero ellos mismos lo habían previsto antes.
¿Por qué?
Incluso antes de la guerra, cuando hablábamos con los judíos,
ellos preveían su final, el señor no sabe cómo.
Ya antes de la guerra lo presentían.
¿ Cómo los llevaron a Sobibor? ¿a pie?
Era algo horrible, él mismo estaba presente,
los llevaron a pie a una estación llamada Orkrobek.
Aquí metían primero a los ancianos...
en vagones de ganado que ya les estaban esperando,
luego a los judíos más jóvenes,
y por último, a los niños.
Era lo más horrible, porque los echaban sobre los que ya estaban encerrados.
¿ Y en el mismo Kolo, había muchos judíos?
Muchísimos.
Había más judíos que polacos.
¿ Y qué les sucedió a los judíos de Kolo? ¿ÉI presenció aquello?
PAN FALBORSKI
Sí, era horrible.
Era horrible verlo. Los mismos alemanes se escondían, no querían ver aquello.
Cuando arrastraban a los judíos a la estación, los golpeaban,
incluso los mataban.
Había una carreta especial que seguía el convoy,
donde metían los cadáveres.
- ¿A los que no podían caminar? - Sí, y a los que ya habían caído.
¿Dónde sucedía eso?
Agrupaban a los judíos en la sinagoga de Kolo
y luego los llevaban hacia la estación,
donde había un ferrocarril de vía angosta que llegaba hasta Chelmno.
Así pasó con los judíos de Kolo, pero, ¿fue igual con todos los de la región?
Exactamente.
En todas partes.
También asesinaban a judíos en los bosques
cerca de Kalisz, no muy lejos de aquí.
Había una señal.
Una señal muy pequeña en la estación de Treblinka.
No sé si era en la estación misma,
o un poco antes.
En la vía donde esperábamos
había un letrero muy pequeño:
"Treblinka"
Jamás había oído hablar de Treblinka,
porque nadie lo conoce, no es un lugar,
ni una ciudad, ni siquiera un pueblo.
TREBLINKA POR LA CARRETERA
Los judíos siempre soñaron,
y eso era parte de su vida, parte de la espera mesiánica:
Soñar que algún día serían libres.
Con esto se soñaba sobre todo en el ghetto.
Cada día, noche tras noche,
yo soñaba que aquello iba a cambiar.
Más que el sueño, era la esperanza
avivada por el sueño.
El primer transporte salió de Czestochowa
el día de Yom Kippur.
La víspera del Succoth, hubo un segundo transporte...
Yo formaba parte de él.
En mis adentros tenía un mal presentimiento,
porque cuando se llevan a los niños y a los viejos,
es un mal signo.
"Allá van a trabajar" les decían.
Pero para una anciana,
un recién nacido, un niño de 5 años, ¿qué significa trabajar?
Era absurdo, y sin embargo,
a pesar de todo, tuvimos que creerlo.
Fue ABRAHAM BOMBA sobreviviente de TREBLINKA, desde TEL-AVIV
Nació aquí,
en 1923,
y ha vivido aquí hasta ahora.
¿ Vivía exactamente en este lugar?
Sí, aquí exactamente.
Entonces, ¿él tenía el mejor lugar para verlo todo?
Naturalmente.
Podíamos acercarnos,
podíamos mirar de lejos.
CZESLAW BOROWI
Una parte de sus tierras está detrás de la estación,
por lo tanto, para ir a trabajar tenía que cruzar los rieles,
entonces, podía verlo todo.
¿Recuerda la llegada del primer convoy de judíos
proveniente de Varsovia, el 22 de julio de 1942?
Sí.
Se acuerda muy bien del primer convoy,
y de cuando trajeron para acá a todos esos judíos,
la gente empezó a preguntarse: "¿A qué los traen?"
Se figuraban que los iban a matar, pero todavía no se sabía cómo.
Cuando la gente empezó a comprender un poco lo que estaba pasando,
se espantaron, empezaron a decirse entre ellos,
que desde que el mundo existe,
nunca se había asesinado a tanta gente de esa manera.
Mientras todo este asunto sucedía delante de sus ojos,
¿ la vida cotidiana continuaba, ellos trabajaban en el campo?
Claro que trabajaban, pero no tenían
la misma voluntad de trabajo de antes.
Tenían que trabajar. Pero cuando veían lo que estaba sucediendo aquí, se decían:
¿ Y si por la noche rodean la casa y nos apresan a nosotros también?
¿Temían también por los judíos?
ÉI dice
que cuando yo me corto el dedo, no le duele a él.
Pero de todas formas, vieron lo que pasó, pues los convoyes que llegaban aquí
se iban para el campo
y la gente desaparecía.
Tenía tierras de cultivo a cien metros del campo.
¡Tiene tierras de cultivo a cien metros del campo!
Y trabajaba también durante la ocupación.
- ¿ÉI trabajaba en sus tierras? - Sí.
Entonces él vio como asfixiaban a los judíos,
oyó como gritaban, vio todo eso.
Había un montículo en el terreno y desde ahí podía ver muchas cosas.
¿ Qué está diciendo?
Que no podían detenerse y mirar.
Estaba prohibido, y además los ucranianos les disparaban.
¿Los dejaban trabajar las tierras aunque estaban a cien metros del campo?
Se podía, sí, se podía.
De vez en cuando echaba una ojeada,
cuando los ucranianos no lo veían.
¿Pero entonces, trabajaba sin levantar la vista?
Sí.
Trabajaba justo al lado del alambre de púas, se oían gritos horribles.
¿Sus tierras estaban allí?
Sí, estaban muy cerca.
Podía trabajarlas, no estaba prohibido.
¿ÉI trabajaba, él cultivaba allí?
Sí, incluso allí, donde está el campo ahora.
Formaba parte de sus tierras.
Ah, formaba parte de sus tierras.
No se podía entrar, pero se podía oír todo.
¿No le molestaba trabajar tan cerca de esos gritos?
Al principio, realmente, no se podía soportar. Y después, uno se acostumbra.
¿ Uno se acostumbra a todo?
Sí.
Ahora le parece que es absolutamente... que era imposible.
Y sin embargo es verdad.
Entonces vio llegar los convoyes,
cada convoy tenía entre 60 y 80 vagones.
Después estaban las 2 locomotoras
que conducían esos convoyes al campo,
en cada viaje, las locomotoras tomaban 20 vagones.
20 vagones. ¿Los vagones regresaban vacíos?
Sí.
¿ÉI recuerda...?
Fíjese como sucedía:
La locomotora tomaba 20 vagones
y los conducía al campo,
eso duraría como una hora.
Los vagones vacíos regresaban aquí,
tomaban los 20 vagones siguientes, y mientras tanto,
los que habían sido transportados primero, ya habían muerto.
Esperaban, lloraban,
pedían agua, morían.
A veces estaban completamente desnudos en el ***ón, hasta 1 70 personas.
Allí les daban agua a los judíos, dice el señor.
¿Dónde les daban agua a los judíos?
Aquí. Se les daba a los judíos cuando los convoyes llegaban.
¿ Quién les daba agua a los judíos?
Precisamente nosotros, los polacos.
Había un pozo pequeño, cogíamos una botella y se la dábamos a los judíos.
¿No era peligroso darles agua?
Muy peligroso,
nos podían matar si les dábamos una botella o un vaso de agua.
Pero a pesar de eso, les dábamos agua.
¿En invierno, hace mucho frío aquí?
Depende.
A veces llega a -25, -30.
¿Según él, qué era más duro para los judíos, el invierno o el verano?
En fin, cuando esperaban aquí.
Cree que el invierno porque tenían mucho frío.
Dentro del ***ón estaban tan apretujados que quizás no tenían frío.
Y en verano se ahogaban porque hacía mucho calor.
Entonces les daba mucha sed a los judíos y trataban de salir.
¿ Ya había muertos en los vagones cuando llegaban los convoyes?
Claro que había.
¿Sí?
Sí. Estaban tan apretados, que los que seguían vivos
llegaban sentados sobre los cadáveres, de tan poco lugar como había.
Pero dime, cuando ellos pasaban así por el andén o por los rieles,
¿miraban por las ranuras del ***ón?
Sí, podíamos mirar de vez en cuando, cuando pasábamos.
A veces, cuando lo permitían, les dábamos agua.
Pero dime, ¿de qué manera trataban de salir de ahí los judíos?
¿No abrían las puertas?
Por las ventanas.
¿Por las ventanillas?
- Quitaban el alambre de púas... - Las ventanillas tenían alambre...
y salían por ahí.
- ¿Saltaban? - Saltaban, sí, claro.
Algunas veces a propósito, simplemente salían,
y se sentaban en el suelo,
llegaban los guardias y les disparaban en el cráneo.
Saltaban de los vagones. Había que verlos
saltar por las ventanas.
Había una madre con su hijo.
- ¿ Una madre judía? - Sí, con su hijo. Se escapó,
y le pegaron un tiro en el corazón,
un tiro en el corazón.
- ¿ Un tiro en el corazón? - Sí, de la madre.
El señor vive aquí desde hace mucho tiempo, no puede olvidarlo.
Dice que ahora, cuando lo piensa, no entiende como un hombre
puede hacerle eso a otro ser humano.
Es inconcebible, no se puede comprender.
Una vez, los judíos pedían agua, se paseaba un ucraniano
y prohibió darles agua.
Entonces la judía que pedía agua
le tiró la cacerola que llevaba con ella a la cabeza.
Entonces,
el ucraniano se echó un poco para atrás,
unos 10 metros, y empezó a disparar contra todo el ***ón.
Todo esto estaba lleno de sangre y sesos.
Sí, muchos abrían las puertas,
o se escapaban por las ventanas.
A veces, los ucranianos disparaban contra las paredes del ***ón.
Eso sucedía sobre todo de noche,
porque cuando los judíos hablaban entre ellos, como el señor nos mostró,
los ucranianos, que querían que esto fuera tranquilo,
les pedían... sí, les pedían que se callaran;
entonces los judíos se callaban y el guardia se iba.
Entonces, volvían a hablar entre ellos en su idioma,
como dice el señor: Ra ra ra, etc.
¿ Qué quiso decir? Hizo: La la la, ¿qué trataba de imitar con eso?
- Su idioma. - ¡No! ¡No! ¡Pregúntale!
¿Era un ruido especial, el ruido de los judíos?
Hablaban en judío.
Hablaban en judío.
¿El Sr. Borowi entiende el judío?
No.
Estábamos en ese ***ón, el ***ón rodaba y rodaba
hacia el Este.
Ocurrió una cosa curiosa,
no es agradable pero lo voy a decir.
La gran mayoría,
el 99º/º de los polacos, cuando veía pasar el tren,
- en verdad como animales en el ***ón,
sólo se nos veían los ojos-
se reían y se reían,
se regocijaban porque se llevaban a los judíos.
Lo que pasaba entre la gente del ***ón,
los empujones, los gritos:
"¿Dónde está mi hijo?", "¡Agua, por favor!"
Nos moríamos de hambre, además nos ahogábamos...
¡El calor! Ciertamente era la suerte judía:
En septiembre casi siempre llueve, el tiempo
normalmente es fresco, pero entonces, ¡un calor infernal!
Y no teníamos nada adentro.
Para un bebé como el mío, un bebé de 3 semanas,
ni una gota de agua,
ni una gota de agua para la madre, para nadie.
¿ Oía los gritos detrás de él, detrás de su locomotora?
Claro, puesto que la locomotora estaba cerca de los vagones.
Gritaban, pedían agua.
Los gritos que llegaban de los vagones cercanos a la locomotora
se oían... se escuchaban muy bien...
¿Se acostumbra uno?
No.
No. Le resultaba extremadamente penoso.
Sabía que los seres que llevaba atrás, eran humanos como él...
Pero los alemanes le daban, tanto a él como a sus compañeros,
*** para que bebiera,
porque sin haber bebido, no hubiera podido...
Había una especie de sobresueldo
y este sobresueldo se lo daban no en dinero, sino en alcohol.
Los que trabajaban en otros trenes no recibían este sobresueldo.
HENRI GAWKOSKI
Dice que se tomaban todo lo que recibían, porque sin alcohol
no hubieran podido aguantar el olor que había al llegar aquí.
Incluso ellos mismos compraban más alcohol,
para emborracharse.
Llegamos por la mañana
a eso de las 6h, 6h30.
En las vías paralelas
vi otros trenes parados.
Yo observaba...
y vi cerca de 18 ó 20 vagones,
quizás más, que salían al mismo tiempo.
Y al cabo de una hora, más o menos,
vi que los vagones volvían, pero sin la gente.
Mi tren se quedó allí hasta el mediodía, más o menos.
¿Entre la estación y la rampa donde bajaban a la gente dentro del campo,
cuántos kilómetros hay?
Seis kilómetros.
Mientras esperábamos en la estación
nuestro turno para ser llevados al campo,
unos SS se acercaron y nos preguntaron
qué poseíamos.
Respondimos: "Algunos tienen
oro, diamantes, pero nosotros queremos agua."
"Bueno, entreguen los diamantes y tendrán agua."
Los tomaron, pero nunca vimos el agua.
¿ Cuánto tiempo duró el viaje?
El viaje de Czestochowa a Treblinka duró
más o menos 24 horas,
contando una parada en Varsovia
y la espera en la estación de Treblinka.
ABRAHAM BOMBA
Nuestro tren fue el último en partir.
Pero como ya lo dije,
vi muchos trenes volver y estaban vacíos.
Me pregunté:
"¿ Qué pasó con la gente? No se ve a nadie."
Habíamos rodado 2 días.
En la mañana del 2 día vimos
que habíamos dejado Checoslovaquia,
que rodábamos hacia el Este.
No eran SS los que nos vigilaban,
era la "Schupo",
en uniforme verde.
Nuestros vagones eran vagones de pasajeros normales.
Cada puesto estaba ocupado.
No se podía escoger,
todo estaba numerado, todo asignado.
En mi compartimento había una pareja de ancianos.
Lo recuerdo, el buen hombre
siempre quería comer y su esposa lo regañaba
pues no les quedaría nada,
decía ella, para el futuro.
RICHARD GLAZAR
Y ya era el segundo día,
vi el cartel de "Malkinia".
Continuamos un poco más.
De pronto, muy despacio,
el tren se desvió de la vía principal
y atravesó lentamente un bosque.
Y cuando mirábamos hacia afuera,
- habíamos logrado entreabrir la ventana-
el viejo del compartimento vio a alguien,
había vacas por ahí que pastaban,
y le preguntó, pero con signos:
"¿Dónde estamos?"
Y el otro hizo un ademán raro. Así.
En la garganta.
¿ Un polaco?
Un polaco.
¿Pero dónde fue eso, en la estación?
Fue en el lugar donde el tren se había parado.
De un lado estaba el bosque
y del otro un prado.
¿ Y había un campesino?
Vimos unas vacas
cuidadas por un joven,
un empleado de la granja, un peón.
¿ Y uno de ustedes preguntó...
No preguntó con palabras sino con signos:
"¿ Qué es lo que pasa aquí?"
Y el otro hizo un ademán, así.
Pero en verdad
no le prestamos atención,
no nos lo explicábamos.
Una vez, había unos judíos extranjeros, eran así de gordos...
¿Así?
Estaban en unos vagones de pasajeros,
había también un ***ón restaurante, podían beber,
podían pasear también,
y contaban que iban a trabajar en una fábrica,
y cuando entraron en el bosque, vieron lo que era la fábrica.
- Les hacíamos ese ademán. - ¿ Qué ademán?
Que los iban a ahogar.
¿Ellos mismos les hacían ese ademán?
Sí, y los judíos no se lo creían.
¿Pero qué significa ese ademán?
Que la muerte les espera.
Los que tenían la ocasión de acercarse
a los judíos les hacían ese ademán para advertirles...
- ¿ÉI también lo hizo? Pregúntale. - Que les iban a ahorcar, a matar.
Sí.
Incluso los judíos extranjeros - de Bélgica, Checoslovaquia,
seguramente de Francia también,
de Holanda,
de otras partes- tampoco sabían eso.
Mientras que los judíos polacos sí lo sabían
porque en las pequeñas ciudades,
en los alrededores, ya se hablaba de todo eso.
Entonces los judíos polacos estaban prevenidos, pero los otros no.
¿Entonces, a quiénes avisaban, a los judíos polacos o a los otros?
A los unos y a los otros.
Dice que los judíos extranjeros llegaban en ***ón pullman,
estaban muy bien vestidos, con camisas blancas,
había flores en sus vagones, jugaban a los naipes.
Pero es sabido que no era muy corriente
que los judíos extranjeros fuesen transportados en vagones de pasajeros,
la mayoría llegaba en vagones de ganado.
No, no es verdad, no es verdad.
¿No es verdad?
¿ Qué dice la Sra. Gawkowska?
La Sra. Gawkowska dice que quizá su marido no lo vio todo.
Sí.
ÉI dice que lo vio.
Sucedió una vez, por ejemplo, en la estación de Malkinia:
Un judío extranjero se salió del ***ón,
fue al bar a comprar algo,
pero el tren echó a andar y él salió corriendo detrás.
- ¿Para alcanzar su ***ón? - Sí.
¿Entonces él pasaba por delante de los vagones -Ios "pulmann", como él dice-
y, a esos judíos extranjeros tan tranquilos, tan confiados,
él les hacia el ademán?
Sí.
A todos los judíos, en principio a todos los judíos.
¿ÉI pasaba por el andén, así? ¡Pregúntale!
Sí, la carretera estaba igual que ahora.
Y cuando el guardia no lo miraba, cuando él se paseaba,
en ese momento, él les hacía el ademán.
Eva, pregúntale al Sr. Gawkowski por qué se ve tan triste.
Porque vi que los hombres marchaban hacia la muerte.
¿ Y aquí, en qué lugar estamos exactamente?
No está muy lejos, está a 2 kms. De aquí, a 2 kms. Y medio. No está lejos.
¿ Qué cosa, el campo?
Sí.
¿ Y qué es ese camino de tierra que está enseñando?
Ahí estaban los rieles que llevaban al campo.
El Sr. Gawkowski, fuera de los trenes de deportados
que condujo, desde Varsovia o desde Bialistok,
hasta la estación de Treblinka,
¿alguna vez condujo vagones de deportados
desde la estación de Treblinka hasta el interior del campo?
Sí.
¿Lo hizo a menudo?
Dos o tres veces por semana.
¿Durante cuánto tiempo?
Año y medio, más o menos.
¿Es decir, durante toda la existencia del campo?
Sí.
Aquí está la rampa.
ÉI está aquí, él va hasta el final con su locomotora,
y tiene los 20 vagones atrás... Pregúntaselo.
No, los tiene delante.
Ah, ¿ los empuja?
Sí, justamente los empuja.
Los empuja...
Sí.
En el mes de febrero de 1942, empecé
a trabajar aquí como auxiliar ferroviario.
¿La estación, los rieles, los andenes,
son exactamente los mismos, nada ha cambiado desde 1942?
Nada.
¿Dónde comenzaba el campo exactamente? ¿Los límites del campo?
JAN PIWONSKI
Quizás vayamos...
Entonces, le voy a mostrar con exactitud.
Aquí,
había una cerca que llegaba hasta aquellos árboles.
Sí.
Y luego había otra que iba hacia aquellos árboles allá.
Aquí. Si estoy aquí, estoy en el recinto del campo, ¿no es así?
¿En el interior del campo?
Exactamente.
Y luego aquí, estoy a 15 metros de la estación.
Aquí, ya estoy fuera del campo. Sí.
Sí.
¿Ésa es la parte polaca, y ésta... la muerte?
Sí.
Por órdenes alemanas, los ferroviarios polacos debían partir los trenes:
La locomotora tomaba 20 vagones,
salía en dirección de Chelm,
y allí hay un cambio de agujas,
y empujaban los vagones y ya estaban dentro del campo,
sobre la otra vía que se ve allá.
Es allí donde empezaba la rampa.
Entonces, si entendí bien, allí estamos en el exterior del campo.
Regresamos aquí, y vamos a penetrar en el interior.
Si se compara Sorbibor con Treblinka, la estación casi forma parte del campo.
Y luego aquí, aquí ya estamos dentro del campo.
Esta vía se encontraba ya en el interior del campo.
¿ Y es exactamente la misma?
¡Sí! La misma vía.
No ha cambiado desde aquellos tiempos.
Y este lugar donde estamos es lo que llaman la rampa. ¿No es cierto?
Sí, es la rampa donde descargaban las víctimas destinadas a la exterminación.
Entonces, es el lugar donde estamos,
fue aquí donde 250.000 judíos desembarcaron antes de ser gaseados.
Sí.
¿Los judíos extranjeros llegaban, como en Treblinka, en vagones de pasajeros?
No siempre.
A menudo los judíos más ricos,
de Bélgica, de Holanda, de Francia,
llegaban en vagones de pasajeros,
incluso muchas veces en pulmann,
y por regla general, recibían mejor trato de los guardias.
Sobre todo los convoyes de judíos de la Europa occidental,
que esperaban aquí su turno.
Los ferroviarios polacos veían como se maquillaban y se peinaban las mujeres.
Estaban completamente inconscientes de la suerte que les esperaba.
Ellas se embellecían.
Y ellos no les podían decir nada, porque los guardias que vigilaban el tren
les tenían prohibido entrar en contacto con las futuras víctimas.
¿E imagino que hacía días tan bellos como el de hoy...?
¡Ay sí, hacía días aún más bellos que éstos!
Nueva York
RUDOLF VRBA sobreviviente de Auschwitz
La rampa era la terminal de los trenes
que llegaban a Auschwitz.
Llegaban día y noche,
ya uno por día, ya cinco,
de todos los lugares del mundo.
Allí trabajé del 18 de agosto de 1942
al 7 de junio de 1943.
Los trenes se seguían sin cesar.
Vi por lo menos 200 desde mi puesto en la rampa:
Tantos, que aquello se volvió rutina.
Sin descanso, de todas partes, la gente llegaba al mismo lugar,
con la misma ignorancia sobre la suerte de los transportes anteriores.
De toda esta gente,
yo bien sabía que, 2 horas después,
el 90º/º estaría gaseado; yo sabía.
No entendía como la gente podía desaparecer así.
Y nada sucede, y llega el próximo transporte.
Y ellos no saben nada de la suerte del precedente,
y esto continúa durante meses y meses.
AUSCHWITZ BIRKENAU
Eso sucedía así:
Por ejemplo, un tren judío era esperado a las 2 de la mañana,
cuando se acercaba a Auschwitz,
se les anunciaba a los SS.
Un SS nos despertaba,
nos escoltaban en la noche,
hasta la rampa... Éramos aproximadamente unos 200 hombres.
Y todo se iluminaba.
Ahí estaba la rampa, los proyectores,
y bajo los proyectores, alineados, los SS,
cada metro, un SS, con un arma en la mano.
Los prisioneros, estábamos en el medio;
esperando el tren, esperando las órdenes.
Cuando todo estaba listo, el convoy llegaba.
Rodaba muy despacio.
La locomotora, que siempre estaba al frente,
llegaba a la rampa.
Era el final de la línea,
el final del viaje.
En cuanto se paraba el tren,
la élite de los gansters se apostaba
frente a cada 2 ó 3 vagones,
a veces frente a cada ***ón,
uno de esos Unterscharführers
esperaba con una llave en la mano y abría las puertas,
pues éstas estaban cerradas con llave.
Adentro, por supuesto estaba la gente,
miraban por las ventanillas sin comprender,
después de tantas paradas - algunos llevaban ya
diez días de viaje-,
lo que esa parada significaba.
Entonces la puerta se abría,
y la primera orden lanzada era:
"Alle heraus!" "¡Todos afuera!"
Y para hacerse entender, golpeaban
con sus bastones, al 1º, al 2º, etc.
Estaban como sardinas en los vagones.
Si 4, 5 ó 6 trenes llegaban el mismo día,
la descarga se hacía con urgencia.
Los arreaban a palos, los insultaban.
Pero, con buen tiempo, los SS podían reaccionar diferente,
mostrarse de buen humor
y hacer bromas, diciendo por ejemplo:
"Buenos días señora, baje por favor".
- ¿Realmente? - ¡Oh, sí, sí!
O "Qué alegría que haya llegado, disculpe la incomodidad"
"Ahora todo va a cambiar"
Al entrar en Treblinka
no sabíamos quién era la gente:
Algunos llevaban brazales rojos en el brazo
o azules: Los comandos judíos.
Cayendo del tren,
empujándonos los unos a los otros,
uno se perdía...
Ios gritos, los alaridos.
Una vez abajo,
nos encontrábamos en dos filas:
Las mujeres a la izquierda, los hombres a la derecha.
Ni siquiera había tiempo para verse,
pues nos pegaban en la cabeza
con cualquier cosa.
Era... era muy, muy doloroso.
Uno no sabía qué pasaba.
Uno no tenía tiempo de pensar.
Los gritos le infundían miedo a uno.
Uno no escuchaba otra cosa más que alaridos.
Y de pronto, eso comenzó: Gritos, alaridos.
"¡Bajen, bájense todos!"
¡No eran gritos, era un estrépito, un tumulto!
"¡Salgan, fuera!"
"¡Dejen las maletas!"
Salimos aplastándonos los unos a los otros.
Habíamos visto unos hombres
con brazales azules en los brazos,
algunos iban armados con látigos.
Vimos a unos SS. Uniformes verdes,
uniformes negros...
Éramos una masa,
la masa nos llevaba a todos, era imposible resistirla,
debía avanzar hasta otro lugar.
Vi que los demás se desvestían,
y oí: "¡Desvístanse!" "¡A la desinfección!".
Y cuando esperaba, ya desnudo,
me di cuenta
de que los SS apartaban a algunos;
esos debían volverse a vestir.
Y de pronto un SS pasó, se detuvo delante de mí,
me miró de arriba a abajo y dijo:
"Sí, sí, tú también, rápido, ve con los otros, vístete.
Vas a trabajar aquí, y si pasas la prueba,
podrás ser jefe de equipo o Kapo".
Junto con los de mi transporte, yo esperaba ya desnudo,
Un hombre llegó y dijo: "Usted, usted, usted..." "¡Salgan!".
Nos salimos de la fila
y nos pusieron de lado.
Algunos del transporte
comprendían lo que pasaba y presentían
que no saldrían de allí vivos.
Entonces retrocedían, se negaban a avanzar
- ya sabían adonde iban-
hacia la gran puerta...
Los llantos, los gritos, los alaridos...
Io que allí sucedía,
era imposible...
Las súplicas, los gritos, se le quedaban a uno en los oídos
y en la cabeza durante días y días,
y en las noches también.
No se podía dormir durante noches enteras.
De pronto, de golpe, todo se detuvo
como si hubieran dado una orden.
Todo se volvió silencioso,
allá, donde la gente había desaparecido,
como si todo se hubiera muerto.
Entonces nos mandaron
a limpiar aquello donde
unas 2.000 personas
se habían desvestido a la intemperie,
recogerlo todo, evacuarlo todo,
y todo eso, en minutos.
Unos alemanes y otros que se encontraban allí,
unos ucranianos,
comenzaron a gritar,
a golpearnos para que cargáramos más rápido los paquetes
sobre la espalda, y aún más rápido hacia la plaza central,
donde había enormes montones
de ropa, zapatos, etc.
En un segundo, todo estaba vacío
como si nada hubiese pasado. Nada, ni nadie. Jamás.
No quedaba ni una huella. ¡Ni una huella!
Como por arte de magia, todo había desaparecido.
A cada llegada,
la rampa estaba limpia como antes.
No debía quedar ninguna huella del transporte anterior.
Ninguna huella.
Nos llevaron a las barracas.
Todas las barracas apestaban.
Hasta casi un metro y medio de altura,
confundidos en una sola masa, se amontonaban
todos los objetos imaginables que la gente había podido traer:
Sábanas, maletas,
cualquier cosa,
amalgamados en una sola masa.
Y sobre la masa, saltando como diablos
unos individuos
hacían fardos
y los llevaban afuera.
Me mandaron con uno de ellos.
Su brazal decía: "Jefe de equipo".
Gritó y entendí
que yo también tenía que tomar una sábana, hacer un fardo,
y transportarlo a otro lado.
Sin dejar de trabajar, le pregunté:
"¿ Qué sucede? ¿Los otros? ¿Los desnudos? ¿Dónde están?".
Y él respondió: "Toit. Todos muertos".
Pero yo aún no entendía. Todavía no lo podía creer.
Es una palabra yiddish,
y confieso que era la primera vez que oía hablar yiddish.
No me dijo eso en voz muy alta.
Y vi que se le asomaban lágrimas en los ojos.
Pero, de pronto, se puso a gritar,
levantó el látigo
y vi, de reojo, que un SS se acercaba.
Comprendí que no debía preguntar más,
sino sólo precipitarme afuera con el fardo.
Entonces empezamos a trabajar en ese lugar
que llamaban Treblinka.
Sin embargo yo no podía creer lo que había sucedido
del otro lado de la puerta,
allí donde la gente había desaparecido
y donde todo se había vuelto silencioso.
Pero muy rápido, preguntándoselo a aquellos
que ya trabajaban allí, comprendimos.
"¡Qué! ¿Entonces ustedes no saben...?"
"¡Los gasearon a todos, los mataron!"
No podíamos pronunciar una sola palabra:
Estábamos petrificados.
"¿ Qué le pasó a la mujer, al niño?"
"¿ Qué mujer? ¿ Qué niño? Ya no hay nadie."
Ya no. Pero, ¿cómo mataron?
¿cómo gasearon a tanta gente a la vez?
Pero ellos tenían su método...
Mi único pensamiento en ese momento era Carel Unger, mi amigo.
ÉI se hallaba en la parte trasera del tren,
en una parte que habían desenganchado y dejado afuera.
Necesitaba a alguien. Cerca de mí. Conmigo.
Y entonces lo vi. Estaba en el 2º grupo
en vida, él también.
Y en el camino, no sé cómo, se había enterado, ya sabía.
Me miró
y sólo dijo: "Ricardo,
mi padre, mi madre, mi hermano..."
Se había enterado en el camino.
¿Este encuentro entre Carel y tú,
fue cuánto tiempo después de la llegada?
Fue... más o menos
20 minutos después de nuestra llegada a Treblinka.
Entonces salí de la barraca,
y descubrí por primera vez la inmensa plaza,
la llamaban -pero eso lo supe más tarde-
"plaza de la selección".
Ésta desaparecía bajo montañas de objetos de todas clases.
Montañas de zapatos, de ropa, de 10 metros de altura.
Entonces pensé y le dije a Carel:
"Esto es un huracán, un mar monstruoso.
Hemos naufragado. Y todavía vivimos.
No debemos hacer nada,
sino esperar cada ola nueva,
recostarnos en ella,
esperar la próxima
y pasar la ola a cualquier precio. Y nada más.".
Fue así como pasó el día,
24 horas sin agua, sin nada,
no podíamos beber nada, ni llevarnos nada a la boca;
era imposible.
El solo pensamiento que un minuto, una hora antes,
uno formaba parte de una familia, de una mujer, de un marido,
y de pronto, de un solo golpe, todo está muerto.
Nos metieron en un campo de barracas especial,
allí dormía yo muy cerca del pasillo,
y, aquella noche
fue para todos la más horrible de las noches.
A causa del recuerdo, de todo lo que había sido vivido y compartido:
Alegrías, felicidades, nacimientos, matrimonios,
y todo el resto... Y de pronto, en un segundo,
destrozar todo eso, para nada, sin razón,
pues esas gentes no eran culpables de nada,
sino de ser judíos.
Para la mayoría, fue una noche en vela,
tratábamos de hablarnos, estaba prohibido,
el guardia dormía en la misma barraca.
No podíamos comunicarnos,
ni intercambiar
nuestras ideas.
A las 5 de la mañana,
empezamos a salir...
Cuando nos llamaron,
descubrimos
que en nuestro grupo,
4 ó 5 habían muerto.
No sé cómo sucedió eso,
ellos debían tener consigo
cianuro o algún otro veneno y se habían envenenado.
Dos de ellos al menos, eran amigos íntimos.
No habían dicho nada, ni siquiera sabíamos que tenían veneno.
Verde, si no arena por todos lados.
Al anochecer, nos metieron en una barraca.
El suelo era sólo arena.
Nada más.
Cada uno de nosotros sencillamente cayó en el sitio.
Oí entre sueños
que algunos se colgaban.
No reaccionamos. Era casi normal.
Como también era normal que detrás de cada uno de aquellos
sobre el cual se cerraba la puerta de Treblinka,
estuviera la muerte, tuviese que estar la muerte
pues nadie debía,
jamás, poder dejar testimonio.
Y eso,
después de las primeras 3 horas
en Treblinka, ya lo sabía yo.
BERLIN
Ya no es mi país.
Sobre todo, ya no es mi país,
cuando se atreven a decir que ellos no sabían,
que "ellos no vieron".
"Sí, aquí había judíos... Desaparecieron.
No supimos nada más."
¿ Cómo pudieron no "haber visto"?
¡Si eso duró casi 2 años!
Cada quincena arrancaban a la gente de sus casas.
¡Cómo pudieron cegarse así!
El día en que purgaron a Berlín de sus últimos judíos,
la gente no quería andar por las calles.
Las calles estaban completamente vacías.
Para no ver, hacían sus compras apurados.
Era un sábado, compraban para el domingo
y volvían a sus casas a toda velocidad.
Me acuerdo de ese día como si fuera ayer:
Los camiones de policía surcaban las calles de Berlín,
arrancando a las gentes de sus casas.
Los recogían en las fábricas, en las casas, en todos lados,
para concentrarlos en un lugar llamado el "Klu".
El "Klu" era un restaurante donde se bailaba, muy grande.
De ahí fueron deportados en muchos transportes.
Embarcaban no lejos de aquí, en la estación de Grunewald.
Y ese fue el día en que...
de pronto, me sentí tan sola,
tan abandonada.
Desde entonces supe que no seríamos más que un puñado.
¿ Cuántos clandestinos además de mí habría?
Me sentía tan culpable de no haberme dejado deportar,
de haber intentado escapar de un destino
del cual los otros no podían escapar.
No había más calor,
ni más alma fraternal, ¿entiende?
Sólo pensábamos en ellos: "¿ Y Elsa? ¿ Y Hans?"
"¿ Y dónde está él, y dónde está ella?"
"¿Dios mío, y el niño?"
Esos eran nuestros pensamientos en ese día de horror.
Y sobre todo, sentirse tan sola y tan culpable
por no haberse ido con ellos.
¿Por qué lo intentamos? ¿ Qué fuerza nos impulsó
a huir de lo que en verdad era nuestro destino y el de nuestro pueblo?
FRANZ SUCHOMEL SS Unterscharführer
- ¿Está listo? - Sí.
- Podemos... - Podemos comenzar.
¿ Cómo está su corazón? ¿Todo en orden?
Mi corazón, por el momento está bien.
Si siento dolores se lo diré,
habrá que interrumpir.
Sí, claro.
Pero su salud, en general...
El día de hoy me conviene perfectamente.
La alta presión barométrica, el buen tiempo, me sientan bien.
En todo caso, Ud. Parece en buena forma.
- Bien, comenzaremos por Treblinka. - Como Ud. Quiera.
Sí, creo que es lo mejor.
Si Ud. Nos pudiera hacer
una descripción de Treblinka.
¿ Cómo era a su llegada?
¿ Creo que Ud. Ilegó a Treblinka en agosto?
- ¿El 20 o el 24 de agosto? - El 18.
Ya no sé exactamente. Alrededor del 20 de agosto.
Llegué con otros 7 camaradas.
¿De Berlín?
De Berlín.
¿De Lublin?
De Berlín a Varsovia, de Varsovia a Lublin,
de Lublin otra vez a Varsovia y de Varsovia a Treblinka.
Sí. ¿ Y cómo era Treblinka en esa época?
Treblinka en esa época funcionaba a toda marcha.
- ¿A toda marcha? - A toda marcha.
Llegaban...
En aquel momento estaban vaciando el ghetto de Varsovia.
En dos días llegaron
alrededor de 3 trenes,
siempre con tres,
cuatro, cinco mil personas...
todas de Varsovia.
Pero al mismo tiempo llegaban trenes,
provenientes de Kielce y de otros lugares.
Así pues, llegaron tres trenes,
y como la ofensiva de Estalingrado estaba en su apogeo,
dejaron los transportes de judíos plantados en una estación.
Además eran vagones franceses,
eran de chapa.
De manera tal que a Treblinka llegaron
5.000 judíos, y entre ellos había 3.000 muertos.
En los...
En los vagones, se habían abierto
las venas, o se habían muerto así.
Descargamos personas medio muertas
y medio locas.
En los otros trenes
provenientes de Kielce y de otros lados,
al menos la mitad estaban muertos.
Fueron amontonados aquí, aquí,
aquí y aquí.
Eran millares de humanos
apilados unos sobre otros
- ¿En la rampa? - En la rampa.
Apilados como leña.
Pero también,
había otros judíos, vivos, que llevaban allí dos días esperando,
pues las pequeñas cámaras de gas no daban abasto.
Funcionaban día y noche,
en aquel tiempo.
Pero podría Ud., por favor, describir con precisión
su primera impresión de Treblinka.
Con mucha exactitud. Es muy importante.
La primera impresión de Treblinka para mí
y para una parte de mis camaradas fue catastrófica.
Pues no nos habían dicho
cómo y qué... Que allí mataban a la gente.
- No nos lo habían dicho... - ¿ Ud. No lo sabía?
No.
¡Pero es increíble!
Pero es así. Yo no quería ir.
Eso fue probado en mi juicio.
Me habían dicho:
"Sr. Suchomel, allá hay grandes talleres
de sastres y zapateros,
y Ud. Va a vigilarlos."
¿Pero Ud. Sabía que era un campo?
Sí. Me habían dicho:
"El Führer ordenó
acciones de transferencia.
Es una orden del Führer."
- De transferencia... - Acciones de transferencia.
Nunca dijeron "matar".
Sí, sí, entiendo.
Sr. Suchomel, no estamos hablando de Ud.,
sólo de Treblinka.
Su testimonio es capital
y Ud. Puede explicar lo que era Treblinka.
Pero no cite mi nombre.
No, no, ya se lo prometí.
Bueno, Ud. Ilega a Treblinka.
Entonces el suboficial Stadie
nos enseñó el campo
de arriba a abajo
y justo en el momento en que pasábamos,
estaban abriendo las puertas de la cámara de gas
la gente cayó como papas.
Claro, eso nos espantó y nos chocó.
Regresamos a sentarnos sobre nuestras maletas
y lloramos como viejas.
Se escogía cada día a cien judíos
para arrastrar los cadáveres a las fosas.
Por la noche, los ucranianos echaban a esos judíos
en las cámaras de gas, o los liquidaban.
Todos los días.
Hacía un fuerte calor de agosto.
La tierra ondulaba,
- como las olas- a causa del gas.
¿De los cadáveres?
Lmagíneselo: Las fosas tenían tal vez 6,
7 metros de profundidad,
y todas repletas de cadáveres.
Una capa delgada de arena, y el calor. ¿ Ve usted?
Era un infierno allá arriba.
- ¿ Ud. Io vio? - Sí. Una sola vez, el primer día.
Entonces vomitamos y lloramos.
- ¿Lloraron? - Sí, también lloramos.
- El olor era infernal. - ¿lnfernal?
Sí, pues el gas se escapaba sin cesar,
hedía terriblemente, hedía a kilómetros.
- ¿Kilómetros? - A kilómetros.
- ¿Se sentía el olor por todas partes? - Por todas partes.
¿No sólo en el campo?
Era según el viento. La pestilencia
la traía el viento.
¿Entiende?
Siempre llegaba más gente, siempre más...
a la que había que matar.
Estos señores querían vaciar el ghetto de Varsovia lo más rápido posible.
Las cámaras de gas tenían una capacidad muy reducida.
Las pequeñas cámaras de gas.
Los judíos tenían que esperar su turno,
un día, dos días, tres días.
Ellos presentían su destino.
Ellos lo presentían.
Tenían tal vez sus dudas, pero más de uno sabía.
Por ejemplo, había mujeres judías
que por la noche, les abrían las venas a sus hijas,
y luego se las abrían ellas.
Otras se envenenaban.
Oían el ruido del motor que alimentaba la cámara de gas.
Era un motor de tanque.
En Treblinka, sólo se utilizó gas de escape de motores.
El Zyclon, fue en Auschwitz.
A causa de la espera,
Eberl - Eberl era el comandante del campo-
Ilamó por teléfono a Lublin. Dijo:
"No se puede continuar así, no puedo más,
hay que interrumpir".
Y una noche, llegó Wirth.
Lo inspeccionó todo y se marchó inmediatamente.
Volvió con gente de Belzec,
técnicos.
Y Wirth logró interrumpir el transporte.
Recogimos los cadáveres que yacían allí.
Era el período de las viejas cámaras de gas.
Y como caía tanta gente, como había tantos muertos
de los cuales no podíamos deshacernos,
los cuerpos
se amontonaban alrededor de las cámaras de gas,
y allí quedaban durante días.
Y bajo ese montón de cadáveres, había una cloaca,
una cloaca de 10 cms., con sangre, gusanos,
y mierda.
- ¿Dónde? - Cerca de las cámaras.
Nadie quería recogerlo.
Los judíos preferían dejarse fusilar,
antes que ir a trabajar allá arriba.
¿Se dejaban fusilar?
Era espantoso. Enterrar a los suyos y ver con sus propios ojos...
La carne de los cadáveres les quedaba en las manos.
Entonces Wirth en persona fue allí,
con algunos alemanes
y mandó cortar correas largas
que pasaban alrededor del torso de los cadáveres para jalarlos.
- ¿ Quién hizo eso? - Alemanes.
- ¿ Wirth? - Alemanes y judíos.
- ¡Alemanes y judíos! - Pero también los judíos.
¿Los judíos también?
Los judíos también.
Sí pero, ¿qué hacían los alemanes?
Obligaban a los judíos...
¿Les pegaban?
O participaban ellos mismos en la recogida.
¿ Qué alemanes hicieron eso?
Hombres de nuestra guardia que habían sido designados desde arriba.
¿Los mismos alemanes?
Fueron obligados a ello.
- ¡Ellos mandaban! - Ellos mandaban...
les mandaban a ellos... y mandaban también.
Para mí, fueron los judíos los que lo hicieron.
En ese caso, los alemanes también tenían que participar.
EL MURO *** DE EJECUCIONES
EN EL PATIO DEL BLOQUE 1 1
EN AUSCHWITZ 1, EL CAMPO ORIGINAL
Filip, ese domingo de mayo de 1942,
cuando, por primera vez,
penetraste en el crematorio de Auschwitz,
¿qué edad tenías?
Veinte años.
Era un domingo,
en mayo.
En el bloque 1 1, nos habían encerrado en una celda subterránea.
Estábamos aislados
cuando llegaron unos SS;
nos escoltaron por una de las calles del campo,
pasamos por una puerta,
y a unos cien metros,
a cien metros de la puerta
apareció de pronto un edificio,
un edificio llano, con una chimenea.
En la parte de atrás, vi una entrada.
Ignoraba adónde nos llevaban, creí que iban a ejecutarnos.
FILIP MÜLLER: SOBREVIVIENTE DE LAS CINCO LIQUIDACIONES
DEL "COMANDO ESPECIAL" DE AUSCHWITZ
De pronto, delante de una puerta,
debajo de un pequeño farol en medio del edificio,
un joven Unterscharführer
gritó: "¡Adentro, basura, cerdos!"
Y nos encontramos en un corredor.
Nos echó en el corredor.
Inmediatamente, la pestilencia
y el humo me sofocaron.
Corrimos aún más
y entonces distinguí el contorno
de los dos primeros hornos.
Entre los hornos se afanaban algunos detenidos judíos.
Nos encontrábamos en la sala de incineración del crematorio
del campo 1 de Auschwitz.
Y de allí nos empujaron
hasta otra gran sala.
Y recibimos la orden de desvestir los cadáveres.
Miro a mi alrededor...
hay centenares de cuerpos.
Estaban vestidos.
Entre los cadáveres, en desorden,
maletas, paquetes...
y, diseminados aquí y allá,
unos extraños cristales azul-violeta.
Pero todo me era incomprensible.
Era como un choque en la cabeza, como si te fulminaran.
Ni siquiera sabía dónde me encontraba,
ni cómo era posible
matar a tanta gente a la vez.
Ya habíamos desvestido a algunos
cuando dieron la orden de alimentar los hornos.
De pronto, un Unterscharführer se me echó encima diciendo:
"¡Sal de aquí, ve a remover los cadáveres!"
¿Pero qué significaba remover los cadáveres?
Entré en la sala de cremación.
Allí se encontraba un detenido judío,
Fishel, quien más tarde se volvió jefe de equipo.
Me miró y vi
como removía el horno con una barra muy grande.
Entonces me dijo: "¡Haz como yo,
si no, el SS te aplasta!".
Yo tomé una vara
y lo imité.
¿ Una vara?
Un atizador de hierro.
Y obedecí la orden de Fishel.
En ese momento estaba en estado de choque, como hipnotizado.
Dispuesto a hacer todo
lo que me ordenaban.
Había perdido tanto la razón, estaba tan espantado
que hice todo lo que Fishel me dijo.
Así pues, los hornos fueron alimentados,
pero nosotros éramos inexpertos
y dejamos funcionar los ventiladores
más tiempo de lo necesario.
- ¿Los ventiladores? - Sí.
Había ventiladores para atizar el fuego.
Funcionaron demasiado tiempo
y de golpe, los ladrillos refractarios estallaron
y los canales
que conectaban el crematorio de Auschwitz con la chimenea
se obstruyeron.
La cremación se interrumpió.
Los hornos ya no funcionaban.
Después, al final de la tarde, llegaron los camiones
y tuvimos que descargar
el resto, unos 300 cadáveres,
en los camiones,
y nos embarcaron
todavía hoy no sé adonde,
pero era probablemente un campo en Birkenau.
Recibimos la orden de descargar los cadáveres
y meterlos en una fosa.
Había una fosa, una fosa artificial.
De pronto, brotó agua subterránea
y se llevó los cuerpos al fondo.
Por la noche,
tuvimos que parar ese horrible trabajo
y nos regresaron a Auschwitz.
Al día siguiente nos llevaron de nuevo a ese lugar.
Pero el agua había subido más.
Llegó un camión de bomberos con SS
y bombearon el agua.
Tuvimos que bajar a esa fosa fangosa
para recoger los cadáveres.
Pero estaban pegajosos...
Por ejemplo, cuando quise agarrar a una mujer, sus manos...
su mano estaba resbaladiza, viscosa; quise jalarla
pero caí hacia atrás,
en el agua, en el barro.
A todos nos pasaba lo mismo. Arriba,
al borde de la fosa, Aumeyer y Grabner gritaban:
"¡Muévanse, basuras, cerdos!"
"¡Los vamos a aplastar, montón de mierda!"
Y en esas, en esas...
circunstancias, si puedo decirlo así,
dos de mis camaradas
no podían más. Entre ellos, un estudiante francés.
- ¿Judío? - Todos judíos... Estaban agotados,
y se quedaron allí, tendidos en el barro.
Entonces Aumeyer llamó a uno de sus SS:
"¡Vamos, acaba con esa basura!"
Estaban exhaustos. Y allí mismo los mataron.
¿En Birkenau, no había crematorios en esa época?
No. Todavía no.
Birkenau no estaba terminado.
Sólo existía el campo B1, convertido después en campo de mujeres.
Solamente fue en la primavera de 1943
cuando trabajadores calificados
y obreros, todos judíos, tuvieron que trabajar aquí
y construir los 4 crematorios.
Cada crematorio tenía 15 hornos
y un gran vestuario de unos 280 m2
y una gran cámara de gas
donde podían ser gaseadas hasta 3.000 personas a la vez.
TREBLINKA
En septiembre de 1942 se edificaron las nuevas cámaras de gas.
¿ Quién las construyó?
Bajo la dirección de Hackenhold y Lambert
fueron los judíos los que hicieron ese trabajo.
El grueso de la obra, al menos.
Las puertas, las construyeron los carpinteros ucranianos.
Respecto a las puertas mismas de las cámaras de gas,
eran puertas blindadas de bunkers.
Las trajeron, creo, de Bialistok, allí había
bunkers rusos.