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Uds. saben,
soy una persona arrogante,
egoísta y posesiva.
Eso significa que odio no tener la razón,
odio perder, odio cuando mi vida
se sale de control.
Es físico.
Si me siento atacado, tengo que contraatacar
con palabras, miradas y gestos.
Cuando tenía 16 años,
perdí un partido de tenis
y tiré mi raqueta.
Esta voló sobre la cerca y cayó encima de un auto nuevo.
Hice esto con mi entrenadora
Ella me dijo:
"Stephan, tú crees que eres estúpido
y así no te guste esto,
tendrás que mostrarle al mundo que eres inteligente.
Pero ¿cómo puedo llegar a ser un gran líder,
gerente, jefe, entrenador, padre, esposo, amigo y artista,
y creer que soy estúpido?
Comencé mi carrera como contador por contrato
en una compañía de auditoría.
Mi primer jefe fue Gerard Fritz.
Él era muy reconocido
tanto por sus cualidades humanas como por sus cualidades técnicas.
En mi primera reunión anual de evaluación
me preparé para ganar más dinero y para un ascenso
Gerard me dijo:
—"Stephan, tienes el potencial para ser un socio en nuestra compañía,
—¡Qué bien! ¿Así que ahora ganaré más?
— ¡No!
—Pero trabajo mejor que los demás.
— Ganarás lo que los demás ganan."
Él sonrió.
Yo no.
Primero me enojé pero aprendí a respetarlo.
Una vez Gerard llegó a supervisar nuestro trabajo,
le echó un vistazo a algunos de mis documentos de trabajo
y metió su corbata en mi taza de café;
cuando se enderezó
la corbata mojó la camisa,
la miró y se fue al baño.
Al regresar nos mostró su corbata.
"Mírenla, no habrá problema si la limpian inmediatamente."
La corbata estaba limpia
pero tenía una gran mancha café en su camisa.
Él la miró, se ríó, volvió al baño y al regresar ahora todo estaba bien.
La mancha había desaparecido
pero él estaba todo mojado.
(Risas)
Gerard había encontrado su payaso,
él era excelente en los negocios y era capaz de reírse de sí mismo.
Y me di cuenta.
Gerard murió de un infarto a la edad de 42.
El proyecto humano en el que creía
no cabía en el mundo del dinero y la profesión.
Entonces supe que para llegar a ser un gran líder,
gerente, jefe, entrenador, padre, esposo, amigo y artista,
tenía que encontrar otros profesores.
Tres años después, por primera vez conocí a un payaso de verdad.
Se llamaba Michel Hermann.
Era alto, rudo, directo y...
muy sensible y sentimental.
Los amigos me habían forzado a participar en su taller de payaso.
Los primeros días fueron un infierno.
Me gritaba:
"Quítate esa nariz roja, quiero ver quién eres.
"¿Crees que eres gracioso?
Muestra tus sentimientos."
Me caí desde el trono más alto,
no era nada.
El último día me hizo hacer una improvisación
haciendo el papel de Dragage,
el hombre más fuerte del mundo.
Dragage solo tenía una mano
y tenía que saltar a la cuerda.
Me concentré,
en verdad quería mostrarle a Michel y al público
que yo era capaz de hacer ese truco.
Me preparé, lo intenté,
fallé,
ellos se rieron.
Me preparé de nuevo, lo intenté,
fallé de nuevo,
ellos incluso se rieron más.
Me sentí tan estúpido
y me gustó.
(Risas) (Aplausos)
Ese día aprendí la diferencia entre ser cínico y burlarse de los demás
y ser capaz de reírse de uno mismo.
Michel me había enseñado una gran lección
y entonces supe que para llegar a ser un gran líder,
gerente, jefe, entrenador, padre, esposo, amigo y artista,
tenía que darle al payaso algo de espacio en mi vida.
Cinco años después,
(Risas)
Yo era el gerente de una compañía industrial.
Era un día invernal frío, soleado y bonito.
Me había tomado la tarde libre
y estaba jugando con los niños en la nieve.
Tuve una visión.
El gerente-padre.
Como gerente liderando una empresa
y como padre con tiempo para jugar y educar a mis hijos.
Preparé el mapa psicológico, vi las ventajas, las desventajas,
saqué una cita con mi jefe en Alemania.
Sabía que lo convertiría en un seguidor de mi nuevo plan de gerente-padre.
Cuando entré a su oficina,
él acababa de terminar de hablar por teléfono con su hijo;
él le dijo que tenían que cancelar las vacaciones
que le había prometido hace un año
debido a cuestiones urgentes de negocios.
No hay necesidad de contarles que en cuestion de segundos,
mi carrera de gerente-padre había terminado.
La respuesta oficial fue:
"Consultemos con la almohada y charlemos de nuevo."
Pero el mensaje implícito era:
¿Te quieres burlar de mí?
Me sentí tan estúpido.
Los amigos y colegas me habían dicho que mi idea no funcionaría;
y ahora me había convertido en un rival, un payaso.
Como los payasos no eran bienvenidos en esta compañía,
me tuve que ir.
¿Era esto cobardía?
¿O era valentía?
¿Fue un fracaso o un éxito?
Hoy sé que para ser un gran líder, gerente, jefe, entrenador, padre,
esposo, amigo y artista,
tengo que escuchar a mi payaso.
(Risas)
Gracias.
Applause.