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El juego de los bolos huertanos se viene practicando en la huerta de Murcia
desde el siglo XV hasta nuestros días.
A la salida de cada uno de los caminos de la huerta,
había generalmente un trozo de terreno llamado carril,
dedicado solamente a este juego,
practicado en su totalidad por hombres al aire libre
en contacto directo con la huerta.
Juego tradicional regulado hace más de 60 años,
se caracteriza por ser un juego de precisión, habilidad, movimiento y fuerza,
siendo sacudidos en el lanzamiento de la bola todos los músculos del cuerpo.
Practicado en un entorno único, la huerta de Murcia,
vergel incomparable considerado como la huerta de Europa,
los bolos huertanos son disfrutados por los habitantes de ella,
seres humanos orgullosos de mantener vivo este deporte,
seña de identidad de los murcianos.
Los campos de juego donde se practica,
con una longitud de 38 metros de largo y 5 metros de ancho,
deberán ser duros, de tierra apisonada, completamente planos,
sin clase alguna de hierba,
cerrados por una valla, en sentido vertical.
Así, cada vez que se disputa una partida,
el encargado del equipo local riega,
vierte arena
y pinta el campo de forma simétrica
según las reglas de la federación de bolos huertanos.
Todos los años, durante los meses de febrero a junio,
se disputa la liga regular.
En este periodo del año,
la emoción está servida en la competición
a través de los interesantes y competitivos partidos
llevados a cabo por los equipos
formados por 3 jugadores con los reservas,
1 empinador, el delegado y el árbitro designado.
El partido se inicia con el sorteo, lanzando una moneda al aire,
para ver a quien le corresponde poner los bolos y tirar de la forma establecida.
Así, durante la partida,
los jugadores irán usando diferentes tácticas entrenadas y formas de colocar los bolos,
un mínimo de 6 y un máximo de 9,
con la intención de obtener mayor número de puntos.
Una vez concluida la liga regular,
en los últimos días de la florida primavera y antes del verano,
la costumbre indica la celebración de una partida muy especial,
jugada entre los mejores boleros del margen derecho del río Segura y los del margen izquierdo.
Durante todo el año, los entrenadores de ambas selecciones,
ojean y estudian el comportamiento de estos hábiles jugadores de la huerta
con la intención de formar parte de los equipos
selección izquierda del río y selección derecha,
jugando un emocionante y disputadísimo partido,
denominado el partido de selecciones.
Y de la huerta de Murcia a la ciudad portuaria de Cartagena,
en la que documentos históricos atestiguan la practica de los Bolos Cartageneros hacia el siglo XVI.
Durante más de cuatrocientos años,
los moradores del campo de Cartagena,
disfrutan de este juego practicado en las horas de asueto.
Para la práctica de los bolos cartageneros,
cada equipo está formado por 7 jugadores,
siendo uno de los más importantes,
el conocido como "el manilla", o lo que es lo mismo, el capitán,
encargado de hacer la alineación, decidir la forma de tiro correspondiente
o los cambios de los jugadores,
el cual siempre lanzará en último lugar
y tiene entre sus manos la emoción de conseguir el punto para su equipo.
Los bolos, generalmente, son de madera,
siendo su base un poco más ancha para poder plantarlo en el suelo
con una especie de barro confeccionado con agua y tierra.
Por otro lado, la bola, normalmente, es de madera,
siendo la más utilizada, la de jinjolero.
Con 1 kilo de peso,
dispone de un diámetro comprendido entre los 9 y 12 centímetros.
La práctica de los bolos cartageneros se puede desarrollar en partida amistosa o de competición.
Así, un encuentro de bolos consta de dos partidas.
Para ganar una partida es necesario anotarse 6 juegos
y para ganar un juego es obligatorio derribar un bolo más que el equipo que está en la mano.