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¿Cuáles son sus orígenes familiares?
Yo procedo de una familia pobre, sin bienes materiales.
Tal vez con bienes espirituales que eran el deseo de trabajar,
con gran capacidad de trabajo. Mi mamá era modista,
mi papá era empleado de correo, pero tenían interés
en que los dos hijos -mi hermano también es médico-
estudiaran. Los dos tuvimos esa cualidad de tener disciplina
y trabajo y nos recibimos de médicos, cosa que la llenaba
a mi mamá de orgullo, a todo el mundo le decía:
"tengo dos hijos médicos", pero es lógico porque
procedía de un lugar donde no había ningún intelectual,
ningún universitario. Y mi papá la acompañó siempre en eso,
porque además era muy buena persona y nos dio un ejemplo
ético de vida muy importante. Así que fue todo con esfuerzo
lo que hemos hecho nosotros. Por eso es que tal vez
no estemos tan apegados tampoco a los bienes materiales.
Nos interesa más la cultura o meter algo adentro del cerebro,
no dentro de los bolsillos.
¿Por qué decidió seguir medicina?
Desde muy chico siempre me gustó todo lo que fuera biología.
Hemos tenido criadero de peces, yo criaba canarios,
hacía pruebas genéticas, siempre fue una cosa más
dirigida a la biología tal vez, que a la medicina.
Yo recuerdo una anécdota de muy chico, en el estudio
de mi abuelo, mi abuelo materno, que murió de un cáncer
de esófago, que lo había operado José Arce que yo,
posteriormente, muchos años después, cuando Arce
era muy viejito lo entrevisté, y lo veía cómo se había
consumido mi abuelo, porque es uno de los tumores que
consume más al individuo, no pueden comer. Y Arce
le había hecho una gastrectomía, que es hacerle un orificio
dentro del abdomen para darle la comida directamente
porque no podía pasar a través del esófago, y yo que tenía
muy pocos años, cuatro años, espiaba a veces por la puerta
cuando lo alimentaban y veía un cuadro que no era lindo
para un chico. Y después, yo iba al hospital con mi abuela y
había un enfermero que me decía: "Vos vas a ser médico".
Yo tengo el recuerdo de la niñez. No sé si pudo haber sido eso.
Siempre hay una duda con respecto a las vocaciones.
Escribió un trabajo muy bueno Florentino Sanguinetti.
El es pintor, yo soy también pintor pero tal vez aficionado,
él pinta con mucha práctica y mucha maestría, y
justamente él escribió "Las dos vocaciones".
A veces se pelean dentro de uno las dos vocaciones,
porque a mí me gustaba pintar, cuando empecé a estudiar
no pinté más, porque el estudio me llevaba mucho tiempo.
La medicina es muy absorbente. Evidentemente, que el
que tiene vocación para la medicina se encuentra atrapado,
especialmente, con la gran cantidad de información que hay.
Yo muchas veces pensaba: "Estoy en una telaraña
porque no puedo salir, las informaciones cambian
permanentemente". Al no ser dogmática la ciencia,
uno sabe que va cambiando permanentemente de verdades.
Lo que se dice hoy después de un tiempo no se dice más
o ya ha cambiado y uno sabe que ha cometido un error
en ese tratamiento. Así que uno tiene que estar
permanentemente en contacto con la preparación de lo
que se llama educación médica continua, que los médicos
desde hace 70, 80 años no tenían, estudiaban
y ahí se terminaba un poco todo lo que sabían.
Solamente un grupo que eran los profesores eran los que iban
prácticamente tratando de evolucionar. Los otros seguían
con su trabajo en la trinchera, con los bagajes que habían
aprendido en la facultad. Pero ahora no puede ser así.
Había un estudio que decía que los conocimientos
se habían duplicado por primera vez desde la época de Cristo
en el año 1750. Se volvieron a duplicar en el 1900.
Pero después cuando entrábamos en el siglo XXI iban
duplicándose cada dos o cinco años, no recuerdo cuánto era.
Lo cierto es que los conocimientos van duplicándose porque
una idea nueva trae aparejado muchos nuevos conocimientos
que se van sucediendo y cambian totalmente la apreciación
que uno tenía hace un tiempo atrás. Es la diferencia entre
todo lo que es dogmático, por ejemplo la religión,
y lo que es la ciencia. Nosotros nunca podemos decir:
"Esta es nuestra verdad". Porque tal vez nuestra verdad
en un tiempo cambie.
¿Cómo fueron sus comienzos en la carrera?
Bueno, yo empecé pronto la carrera docente porque estuve
en la sala 4 del Hospital de Clínicas donde había un grupo
muy grande de médicos que hacían la docencia y me
interesaba eso. Tener vocación docente significa tener interés
de transmitir los conocimientos. Ha sido siempre un hecho
yo creo hasta cierto modo, por parte de los médicos,
de un gran desprendimiento, un gran amor por el otro para
enseñarle al otro. Porque yo podría tener conocimientos
y no pasarlos a nadie. Pero el médico siempre conoce algo
e inmediatamente lo transmite, quiere decir que tiene
un gran sentido de la caridad o de pasar el conocimiento al otro.
Yo hice semiología ahí con Pedro Cossio, que fue
realmente un maestro porque me llamaba la atención
la forma de entrevistar a los enfermos, la prestancia
que tenía como médico, entonces uno tiene paradigmas
dentro del estudio. Después, al tiempo, terminé con
Rodolfo Pasqualini que también era otro gran maestro,
endocrinólogo acá en la Argentina. Y cuando volví ya médico
a la sala 4 estaba de director el doctor Osvaldo Fustinoni,
que fue mi amigo, escribimos libros juntos. En general,
siempre estuve con gente de mucha importancia.
Tal es así que cuando escribimos un libro sobre la historia
de la facultad con el profesor Fustinoni, mi hermano,
yo entrevisté a José Arce que, en esa época no me pareció
una cosa extraordinaria, pero viendo que José Arce
fue el que hizo la Facultad de Medicina, tuve la oportunidad
de entrevistarlo, ahora mismo siento cierto orgullo.
El mismo orgullo que siento porque yo actualicé parte del
libro de semiología de Cossio. Estaba también ahí
Miatello que fue uno de los primeros en hacer las punciones
renales acá. Un grupo muy grande de médicos importantes
que yo conviví con ellos todo el tiempo. El doctor
José Emilio Burucúa también, yo fui ayudante de él en la sala.
Es decir, de todos ellos aprendí muchísimo porque eran
ejemplos, paradigmas de lo que era la medicina.
Así que, realmente, uno tenía que ponerse al lado de ellos,
evidentemente, porque eran un ejemplo de lo que es
un intelectual y un médico culto justamente.
¿Considera que el médico tiene que ser
una persona culta, además de informada?
Yo hace muchos años que dirijo la carrera docente
en la Facultad, con un intervalo, dejé un tiempo.
En una oportunidad, yo daba las clases de antropología
médica y una de mis clases era: "La cultura de los médicos".
Entonces, yo dije eso y un médico levanta la mano y dice:
"Mire, yo soy traumatólogo, a mí no me interesa tener cultura,
me interesa saber bien la técnica médica". Bueno,
una pregunta que lo desvalorizaba a él y me desacomodaba
a mí, porque yo tenía que dar una contestación.
No sé lo que contesté en esa época pero, en realidad,
en Harvard comprobaron hace muchos años que los que
se dedican a las matemáticas, si tienen conocimientos
biológicos, son mejores matemáticos, y viceversa.
Porque todo lo que uno mete dentro de su conocimiento sirve.
No se puede pensar que la medicina está liberada de lo que
pueden ser las matemáticas, porque está el método estadístico
que es puramente matemático. Además que nosotros tenemos
que relacionarnos con distintas personas, y tenemos que tener
un poco de conocimientos diversos. La cultura sirve para todo.
Yo creo que desestimar la cultura para cualquier profesión
es una ridiculez. Yo creo que es necesario que el médico
sea culto, va a ser mejor médico.
En los últimos años, ¿qué cambios notó en la medicina
y en la relación médico-paciente?
Yo tengo más de medio siglo de médico y he visto
una medicina que era prácticamente de observación,
con pocos elementos. Yo cuando comencé a estudiar
el colesterol era uno solo, y las cifras de colesterol normal
eran 250 miligramos. Y eso fue cambiando, aparecieron
nuevos valores de colesterol, se subdividió el colesterol
en los valores que tenía, y la normalidad bajó enormemente,
y sigue bajando. A veces yo creo que de eso hay, a lo mejor,
un uso industrial al respecto. Pero bueno, no hablemos
de suspicacias. Ha cambiado todo lo que nosotros
estudiábamos. Yo, por ejemplo, enseñaba vesícula y decía:
"Las mujeres son las que tienen más cálculos vesiculares
porque tienen embarazos y los embarazos propenden
a los cálculos". Cuando se empezó a hacer ecografías
se vio que eran los hombres que tenían más cálculos
en la vesícula, a lo mejor con menos síntomas.
Empezamos a meternos adentro del individuo sin
necesidad de invadirlo con métodos externos.
Así que ha ido cambiando… Incluso, entrar adentro
del cerebro con la resonancia magnética, la tomografía.
Es decir, que la medicina se transforma de lo que es la
medicina de observación, de usar un poco un olfato casi
policial para hacer el diagnóstico, entramos en una época
de la tecno-medicina, que es todo técnico.
Entonces, el médico en la actualidad tiene menos
contacto con el enfermo, y el enfermo dice que la medicina
se ha deshumanizado, porque el médico no quiere perder
tanto tiempo en interrogar porque sabe que la máquina
le va a dar el diagnóstico. Lo cual es un error,
porque el médico tiene que contener al enfermo,
tiene que escucharlo. El enfermo muchas veces quiere
contar lo que tiene y, por otro lado, a veces el diagnóstico
se hace más con un buen interrogatorio que con un
examen de sangre o lo que fuere. El interrogatorio
da muchos elementos. Pero hay otra cosa,
antes era una díada la relación médico-paciente.
Y ahora hay un trinomio, es decir: está el paciente,
la obra social, y el médico. Entonces, el médico está
abrumado por la cantidad de enfermos que tiene que ver.
No tiene, a veces, el tiempo necesario para hacerle un
interrogatorio muy profundo. Muchos se quejan del invierno
porque: "Uh, tarda mucho el enfermo en sacarse la ropa".
Hay una estadística que dice que en el PAMI, el 11%
de los ancianos van una vez por semana al médico.
Se van a tomar la presión. Es decir, llega un momento que el
burn out que es la sensación de quemado, se produce en el
médico, porque está abrumado por la cantidad de llamadas
telefónicas y preguntas que a veces son … Ahora con este
problema de la gripe, las preguntas son permanentes
y a veces tan ridículas. Y además, cuando el enfermo
envejece pide más ayuda y lo preocupa no mover el intestino,
qué tiene que comer, porque empieza ya la cuenta regresiva.
El enfermo sabe que ya está viejo y que en cualquier
momento puede suceder cualquier cosa y hay más miedo.
¿Considera que el médico antes era más respetado?
Yo creo que sí. El médico antes era una institución.
Después de Nuremberg, con el asunto de la autonomía del
enfermo, uno al enfermo ahora lo tiene que, tiene que
consensuar lo que le va a hacer. En esa época,
el médico decía tal cosa y el enfermo tenía que hacerla.
Yo recuerdo cuando era chico venía el pediatra,
la botella con alcohol y la toalla de hilo para el médico era
de regla. Ahora, si yo voy a ver a un enfermo
tengo que decir: "Por favor, una silla", porque a veces
ni una silla para sentarme me dan. El médico ya no es
aquel que está generando una diferencia. Es un par.
Redunda el perjuicio del enfermo también, porque el enfermo
cuando lo ve como una persona importante,
una división del trabajo entonces, evidentemente, tiene
un hecho más favorable para curarse, porque le cree.
En cambio, ahora el enfermo viene con una lista de cosas
que leyó en Internet. Y como no tiene ni siquiera una idea
de lo que es la fisiología, lo que es la anatomía, no puede
conocer bien lo que va a preguntar. Entre el foro
y la Internet, el enfermo ya va al médico y es capaz de
discutirle un tratamiento. Entonces, eso genera en el médico
también otro factor de estrés. Porque tiene que estar
explicándole, enseñándole que eso no es así, o como fuere.
¿Qué importancia tiene el hospital público para usted?
El entrenamiento del hospital es fundamental para el médico.
El médico que no va al hospital pierde, primero, la relación
con sus pares, porque como yo le decía antes, uno está
enseñando permanentemente, y por otro lado que la patología
que ve ahí no la puede ver en su consultorio. Lo que pasa
es que con el grado de pobreza que tenemos en el país,
está también desbordado, ese es otro problema.
A veces algunos bastante dejados de lado. Si uno pasa
por la calle Austria y ve las persianas que tiene el Hospital
Rivadavia, que yo creo que desde que lo inauguraron nunca
le han puesto pintura y están todas oxidadas, uno dice:
¿cómo se puede dejar abandonar tanto una cosa tan
importante para el país? Pero bueno. Son cuestiones que
no se arreglan por economía o por política y una serie de cosas.
No alcanza tampoco el presupuesto, y bueno,
estamos administrando la pobreza,
y entonces se hace lo que se puede.
¿Por qué ser médico hoy?
Ser médico hoy, como siempre, ¿no?
Hay que pensar que es una profesión de servicio hacia el otro.
No piensen que con eso van a hacer dinero o fama...
En general, uno puede pensar que buscan o dinero, o fama,
o conocimiento. En la época que yo estudiaba había menos
de un 10% de mujeres, ahora hay un 70% de mujeres.
Y eso, ¿a qué se debe? Porque, posiblemente, como
salida laboral el hombre no ve la medicina. Entonces,
la mujer lo hace a veces no full time. Tiene sus hijos,
y se dedica una parte de su día a hacer medicina.
La medicina es una ciencia de mucha responsabilidad,
difícil, y que requiere una gran dedicación.
¿Qué consejo le daría a los estudiantes de medicina?
El mensaje sería, no es nuevo, lo dio un médico
que se llamaba Araya de la universidad de Córdoba,
y decía que tiene que tener disciplina y trabajo.
La medicina no permite que uno tenga una gran diversión.
Se necesita dedicarse íntegramente.
Es muy abarcadora. Es tan importante todo
lo que hay que estudiar en medicina que la dedicación
tiene que ser a tiempo completo. No se puede ser médico leyendo
dos horas por día. Y cuando se hace así, se puede transformar
en un mal médico que también es otro peligro, ¿no?
Y además, el lenguaje médico es otro elemento que
tiene que involucrar en los 5 años de estudio, que son
cuarenta mil palabras nuevas, ese es otra labor
que a veces cuesta. No es tan fácil empezar a hablar
como médico cuando uno es estudiante.
Por eso es que el hospital es importante.
¿Siente que dejó algo de lado por la medicina?
Yo pienso que sí. El aguante de la familia es muy importante,
porque dejé de estar con mi familia. Yo me acuerdo, mi mujer
falleció hace seis años, pero estuvo mucho tiempo en diálisis,
y a veces yo estaba arriba leyendo en mi escritorio,
y decía: "Bueno, dejá un rato, bajá un rato".
De la pintura ni qué decir, porque después yo no pinté,
me dediqué mucho a escribir de medicina y de historia
de la medicina y eso también resta tiempo.
Es decir, que una vida es poco. Es corta la vida…
¿Qué podría decir de la ética en relación con la medicina?
De la ética yo podría decir lo siguiente: carecemos
de un organismo que controle tanto las expresiones
de marketing, como aciertos hechos de médicos.
Que, realmente, a veces engañan a la gente para
atraer enfermos a su redil. Y entonces uno ve que hacen
propaganda espuria de cosas que no van a poder curar.
Me hace recordar mucho a Caras y Caretas, en el 1900,
que ponía: "Tome tal bálsamo, es bueno para enfermedades
de la piel, cura además el asma, el reumatismo…".
Bueno, acá también, y la gente quiere creer en algo.
Hay una parte mítica del enfermo. Y uno lo ve cuando
un médico se mata para una operación, ***ó 14 horas
en la operación, salva al enfermo, y dice:
"Gracias a Dios, me salvé", nunca dice:
"Gracias al médico que me operó",
¿y quién le mandó el mal? Ya no es el culpable.
Pero el médico siempre es el secundario.
Lo otro fue la mano de Dios, y no saben que es la
técnica del médico, el esfuerzo que hizo, todo lo que sabía,
y en realidad eso es lo que lo ha mejorado, curado.
Yo escribí eso también en un libro que se llamaba:
"El pensamiento mágico en la medicina colonial argentina".
Pero no se ha terminado. El pensamiento mágico está siempre.
El enfermo siempre tiene algo mágico que lo acompaña,
incluso cuando toma el remedio. Usted sabe que
las píldoras, por ejemplo, de acción placebo,
las que tienen mejor efecto son las amarillas y las rojas.
Y no las azules y las verdes. Porque hasta el color
se ha estudiado. No tiene que ser una pastilla áspera,
tiene que ser abrillantada.
¿Cree en el poder de la fe y de la mente, entonces?
Bueno, la medicina ha pasado por…
Empezó con el asunto de la medicina psicosomática,
la medicina antropológica… Es siempre la misma medicina.
Que hay un factor evidentemente psicológico,
el enfermo dice: "Me siento mejor ahora que lo veo a usted".
Como había dicho Balint: "El médico es medicina".
El enfermo lo ve al médico como una medicina.
¿Cree en Dios?
No, realmente no. Yo creo que somos una sucesión
de una especie. Entonces, cumplimos una labor corta
y se terminó. En ese sentido no soy creacionista.
Soy evolucionista. Creo que Darwin fue un hito muy
importante. Lo que pasa que es difícil pensar que uno
procede de un individuo peludo que camina
en cuatro patas. Pero bueno…
¿Se considera un maestro?
No sé, eso lo tienen que ver los demás.
Lo peor que hay es ser petulante en la vida.
No podemos ser petulantes. Justamente, yo creo que
un poco de petulancia hay en el que cree mucho en algo.
Porque creer que vamos a trascender, es un cierto modo
de soberbia o de miedo. Porque si uno es humilde dice:
"Bueno, mi vida va a terminar, terminó todo.
¿Qué importancia puedo tener yo para trascender?