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Hoy tenemos con nosotros a María Negroni. Poeta, ensayista,
novelista, traductora y profesora universitaria. Bienvenida al
Instituto Cervantes de Dublín. Muchas gracias.
En tu literatura se repite en varias ocasiones
la palabra "isla"
que además es la misma palabra que da nombre al festival literario que se está celebrando aquí, en el Instituto Cervantes y del que
formas parte
activamente.
¿Qué te sugiere esta palabra? ¿Qué hay detrás
de esta palabra "isla"?
Y...
bueno la palabra "isla" es
casi como un sinónimo de la poesía.
Porque la isla en general, al menos imaginariamente,
sugiere un territorio
rodeado por agua, un territorio aislado.
Como dice ais-lado, tiene la palabra "isla" adentro.
Y sugiere un territorio virgen, lleno de posibilidades, vacío.
Una isla
es también como un cuerpo,
podríamos decir que las personas somos islas
rodeadas de muerte,
en realidad.
En ese espacio
que ésta
diríamos como
aislado,
es posible crear mundos.
La isla es como una miniatura de un gran continente.
Y en esa miniatura es como también el poema, que es
pequeño.
Es como un universo pequeño
pero abierto a infinitas posibilidades.
Eso es para mí
la isla y uno de mis primeros libros se llama "Islandia",
que es el territorio de la isla, como uno dice Disneylandia, el país de Disney, ¿no?
El país de la isla.
Que escribí hace mucho tiempo y que fue digamos un viaje.
También un viaje,
una especie de tributo a Borges,
que amaba
la literatura islandesa.
Pero claro, en mi caso hice una especie de mezcla porque mezclé
digamos ese tributo a las hadas islandesas
con el viaje de una mujer contemporánea a otra isla, que en este caso era Manhattan.
Y relacionado con eso también has mencionado el principio de
lo femenino.
En la poesía y la literatura fantástica.
¿Cuál es su verdadera dimensión e importancia?
Bueno, yo...
Esto daría para una charla muy larga. Me imagino.
Pero podríamos sintetizarlo
diciendo
que
la literatura fantástica como en la literatura gótica,
de la cual el fantástico es una deriva.
Y en la poesía,
hay un principio de insubordinación
frente al pensamiento racional,
luminoso,
solar,
de la razón y el orden.
Entonces, a mí me parece que en esos géneros
igual que en la poesía digamos hay como una especie de surgimiento
desde abajo. Desde un principio que viene
como a erosionar o a corroer. El principio de la luz.
Y eso podríamos sintetizarlo diciendo que es el deseo.
Y el deseo, como principio insubordinado digamos es, para mí, femenino.
Y si tú te fijas en las grandes obras de la literatura fantástica o
gótica, siempre lo que está abajo,
lo que está en las criptas, en los subsuelos,
siempre tiene que ver con el principio de lo femenino.
Con la noche, con el cuerpo, con el deseo, básicamente.
Y con la poesía sucede lo mismo. Por eso la poesía
es
tan importante
porque ahí es donde la palabra cobra digamos su mayor carga
anti-autoritaria.
Y relacionado con esto, con el papel de lo gótico,
¿consideras que todavía está...?
¿Cómo decirlo?
En la actualidad de la literatura latinoamericana, lo gótico,
que todavía se sigue recurriendo a él.
Sí, lo gótico, es decir, no como se lo escribió en el siglo XVIII en inglés
pero sí tiene una presencia dado que el deseo y lo nocturno y lo que se escapa
al mundo de la razón
no va a dejar de existir jamás. Entonces eso se va como mudando y va tomando
nuevos rostros y nuevas expresiones.
El fantástico latinoamericano del siglo XX
es una deriva directa del gótico inglés.
Directa, ¿eh? Y yo tengo un libro escrito que se llama "La galería fantástica" donde
digamos trato de probar esta premisa.
Y lo mismo está presente
en la producción cinematográfica, el neogótico.
Hay montones de...
Incluso te podría decir que está presente en el cine ***
norteamericano de mitad del siglo XX.
El gótico. No te olvides que los directores
norteamericanos
que hicieron film noir, cine ***, son los expresionistas alemanes
que venían huyendo del nazismo
y que se reinventaron en Hollywood. El gótico está sí, muy
presente
con otros rostros y otros nombres.
Pero sigue vigente.
Cuando escribes ¿lo haces desde la experiencia o desde lo que no conoces?
Desde lo desconocido.
Siempre he pensado que
la poesía es una especie de epistemología del no saber.
Es decir, que uno para escribir
tiene que ir a lo que no sabe.
Porque como dice ese crítico inglés,
George Steiner,
él lo dice de esta manera:
la belleza tiene que ver con la ruptura
y la ruptura de lo sabido, de lo convencional.
Entonces, si tú vas a repetir algo que sabes,
no se produce ningún efecto estético.
El efecto estético se produce
con las preguntas sin sus respuestas.
Entonces sí, la escritura viene del lugar
de lo que se desconoce.
Y en todo caso el trabajo del poeta o la poeta
es
ahondar en ese desconocimiento porque siempre se puede ir más abajo. Siempre
se puede como diría Beckett, el irlandés, fracasar mejor.
Fracasar de nuevo, fracasar mejor. Eso es.
¿Cuál crees que es el paraíso
de un poeta?
Y una pregunta un tanto más personal, ¿cuál sería tu paraíso como poeta?
Lo primero que me viene a
la cabeza es decirte que el paraíso
sería una biblioteca.
Porque en realidad los libros, en mi opinión,
son como
conversaciones
de los libros que digamos han estado escrito por otros autores. Son como conversaciones
de otras almas.
Entonces,
una biblioteca sería
como el lugar paradisíaco por excelencia.
Y en lo personal creo que sería la misma
respuesta porque
es como...
O sea, yo pienso que escribir y leer
son como la misma cosa.
Casi
te diría que
la carrera
literaria del lector,
es la carrera literaria más difícil.
Saber leer.
Entonces creo que sí,
que,
no sé si está mal decir esto pero con los libros soy absolutamente feliz.
No, es perfecto de hecho.
Y bueno, ya para concluir, llevas ya unos cuantos años residiendo en Estados
Unidos, concretamente en Nueva York.
¿Hay alguna marca de
esta estancia en esta ciudad en
alguna de tus obras?
¿O crees que te ha influido
de alguna manera especial o particular?
Yo creo que me ha influido mucho. Yo llegué a Nueva York en el año 85.
Tengo dos etapas ahí.
Con una etapa en Buenos Aires en el medio.
Y sí, Nueva York me dio vueltas a la cabeza.
Es una ciudad que me pasé diez años descubriendo, explorando.
Estaba absolutamente fascinada por la ciudad.
Durante la primera década,
mientras era estudiante.
Era otra Nueva York. También yo era otra persona.
Hoy por hoy
la ciudad
me resulta
un poco menos interesante que lo que me resultaba en los años ochenta.
Es una ciudad que se ha, como dicen en inglés, "gentrified". Se ha como "gentrificado", no sé como se dice.
En español es una ciudad mas pulcra, más limpia, más rica.
Me gustaba más antes cuando era más sucia, más abismal. Era una ciudad
más abismal.
También influyó que antes todavía conservaba el encanto de resultar una
ciudad inabarcable. De un volumen de actividad cultural...
Con siempre cosas interesantes que poder hacer y poco a poco al ir descubriendo esas cosas
imagino que aunque se vaya disfrutando igual que antes,
tal vez pierda un poco de encanto.
Puede ser. Pero también se ha transformado en... Es una ciudad un poco más homogénea,
muy rica, como un shopping mall, un gran almacén.
Es una tienda así como muy rica.
Antes tenía como más...Incluso los barrios,
donde los artistas se van moviendo, ahora se han ido a Brooklyn.
Y ahora Brooklyn es como el nuevo Manhattan.
Entonces me resulta menos interesante pero
de todas maneras es una ciudad que me ha dado muchísimo y
volvería a hacer la misma experiencia.
Y además de todo el tema que se está hablando en este festival.
El desfasaje, el salirse del lugar, el correrse de sitio,
ha sido fundamental para mí porque me ha permitido
digamos tomar una actitud como desmarcada
frente a mi propio medio que es el medio argentino. Entonces me ha dado
mucha libertad.
Creo que soy un poco en Argentina una
escritora medio inclasificable.
Que me muevo siempre como corriéndome de los géneros.
Y eso es algo que me dio...
Es como que me legitimó eso, la ciudad.
Entonces es fundamental.
Tienes una cierta libertad también.
Total, total. Aunque no sé si la hubiera tenido de haberme quedado en Buenos Aires.
Así que bueno.
Muy bien.
Pues una vez más, muchísimas gracias por esta entrevista y por estar aquí. Gracias a ti, gracias a ustedes y al Instituto Cervantes.
Muy bien, gracias.