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Clamor
Encerrada en la carne pesada...
El grito de ayuda se ahoga en el pecho.
No puedo alear ni siquiera con mis alas fuertes.
«¡Oh, mi Salvador! ¡Libérame!»
Él viene, me mira con ternura
y me dice: «¡Ya estás libre!
»No es una cárcel ni una jaula.
»¡Mira, no hay ni candado ni llave!
»¡Eres un pájaro libre, recuerda!
»¡Tu vuelo es elevado y bello!
»¡Sólo una aletada y estarás en la Libertad,
lejos de todas las aflicciones!».
Mis ojos empezaron a brillar con esperanza.
¡Voy a volar de aquí enseguida!
Pero me atasco en el pantano como antes…
No puedo dar ni siquiera un paso.
«¡Estás burlándote de mí, Maestro!
»¡Ayuda! ¡El alma duele!
»¿Cómo puedo alcanzar la Morada de la Libertad?»
«Está más cerca que el extremo de tu ala…»
«¡¿Cómo puedes decir esto?!» — «Eres un pájaro libre,
pero tú misma te tienes de la cola.
»¡Quien no puede enamorarse de la Libertad
»no ha crecido todavía hasta Ella!»
Aturdida por la verdad de estas palabras,
finalmente, Le comprendí.
Sólo yo misma puedo
darme el permiso para la Libertad.