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El río Arax marca la frontera entre Turquía y Armenia.
Desde hace cien años, los pueblos de Halikisla y Bagaran, uno en cada orilla,
se miran cada día, pero no pueden tocarse.
Las matanzas de armenios en 1915, que Turquía no reconoce como genocidio,
y la integración de Armenia en la URSS, han mantenido separados a estos países vecinos,
como si en realidad estuviesen en puntos opuestos de la geografía.
Después de un silencio de casi cien años,
los recientes intentos por reabrir la frontera han despertado el interés de cada pueblo en el otro.
De verdad, desde que tengo uso de razón,
no recuerdo un solo incidente con el otro lado.
No les conocemos, ellos no nos conocen.
Somos vecinos, pero hay un muro entre nosotros.
Es como una casa con dos habitaciones, nosotros vivimos en una y ellos en la otra.
Ni ellos clavan clavos en la pared, ni nosotros,
y vivimos sin molestarnos.
Hoy en día, las únicas que atraviesan la frontera son las vacas.
Bueno, los animales cruzan la frontera, eso es normal en los bichos
pero hay un edificio de protocolo y puedes ir allí y recogerlas,
no las roban ni las descuartizan.
Si los animales cruzan, voy a mi comisaría de policía y el oficial levanta una bandera.
Entonces, el oficial al otro lado la ve.
Yo, como alcalde, bajo al río con el oficial
y en ese punto hacemos el intercambio.
La única forma de acceder a la otra orilla del río es dando un rodeo de más de 1000 kilómetros
a través de territorio georgiano.
Allí hay una cigüeña, ves.
Allí, en el lado turco, hay tres grandes comunidades que eran armenias,
cerca del Monte Ararat.
La primera es Igdir, la segunda Kogh
y la tercera, allí, se llama Kagasvan.
En el lado armenio todavía están muy presentes las huellas de las matanzas
de la Iª Guerra Mundial, cuando más de un millón de armenios fueron masacrados por los turcos.
Tenéis que entenderme,
claro que me gustaría regresar allí, a mi tierra.
Pero no quiero hacerlo como turista, en un grupo organizado,
cuando regrese, quiero hacerlo como propietario.
Las negociaciones entre el gobierno turco y armenio para lograr la normalización
de relaciones diplomáticas son percividas con escepticismo en ambos lados.
No creo que abrir la frontera con Turquía sea una buena idea.
Todavía hay muchos problemas que resolver con Turquía,
y no puedes hacerlo de una sola vez.
Armenia es un país muy pobre.
Mucho más pobre que nosotros.
De unos pobres como ellos, ¿qué puedes esperar?
¿De una nación como esa?
En política, no podemos hacer una diferencia por el hecho de ser vecinos.
En ese sentido, no podemos decir que todo va a resolverse por el comercio o por abrir la frontera,
que nos van a devolver nuestros territorios y eso...
porque no creo que eso vaya a pasar.
Hoy, entre turcos y armenios existe una frontera
mucho más difícil que salvar que la geográfica:
la frontera de la mente.
Éste es el espacio de mi familia en el cementerio.
Mi padre, mi tío, otro tío...
mi abuelo...
Nació en Kagasvan, en lo que hoy es Turquía.
La mayoría de los más viejos que están enterrados aquí fueron deportados del otro lado.
El hermano de mi abuelo murió durante el genocidio,
y ponemos esta lápida para conmemorarlo.
Los armenios de la diáspora están siempre hablando de las masacres.
Pero esas cosas ocurren en las guerras,
mira lo que hicieron los americanos en la IIª Guerra Mundial,
¿no tiraron una bomba atómica contra ***ón?
¿400.000 muertos no es una masacre?
Pero con los turcos, la gente no es objetiva.
¿Por qué debería sentir pena por los armenios? No son de mi país.
Si un día la puerta se abre, iremos y nos conoceremos unos a otros.
¡Queremos conocer a todo el mundo!
No puedo decirlo seguro sobre el pueblo, pero sí sobre los individuos,
la gente ha cambiado desde la época soviética.
y se necesitará que pasen por lo menos tres generaciones más para poder resolver el problema.