Tip:
Highlight text to annotate it
X
Estén alertas.
Esa banda anda por aquí.
Con lo que hay en el carro,
200.000 dólares,
más vale que tengamos
los ojos bien abiertos.
- Tomen esto, entrarán en calor.
- Estupendo. Nos vendrá bien.
- Voy a entrar. Ustedes vigilen.
- Descuida.
- Él se mete en casa mientras...
- Cállate.
- Ojalá fuera ya de día.
- Echémonos un trago.
- ¡Eh! ¿Han oído eso?
- Sí, te oí zampándote esa botella.
Yo lo he oído. Echemos un vistazo.
¿Jack? ¿Pat?
¡No! ¡No!
Basta. Vámonos.
Vamos, en marcha.
En 15 años, nunca te he visto reír.
Y está bien, te entiendo,
estar en la cárcel no es para reírse.
Pero piensa que hoy es distinto,
hoy es un día de fiesta para ti.
Aunque si sales con esa cara,
no me extrañaría que volvieses pronto.
Adelante.
Hola, Ryan.
Al verte, no parece
que hayan pasado tantos años.
Al menos, para ti.
Pareciera que fue ayer mismo
cuando nos vimos por primera vez.
Estos son los 83 dólares que llevabas
en el bolsillo hace 15 años.
No es mucho, pero
te servirán para volver a empezar.
Mi revólver.
Gracias.
- Y las balas.
- ¿Las balas?
27.
Hace 15 años, las metiste
en el último cajón de la izquierda.
27.
Tienes muy buena memoria.
A veces, no es difícil.
Llevo 6 en el revólver
y 21 en el cinturón.
Si no me hubieran traicionado,
ahora la cuenta sería distinta.
No es un gran caballo, pero no puedo
venderlo por menos de 60 dólares.
¡Eh! ¡Vuelvan aquí! ¡Eh!
¿Está buscando alguna cosa?
Hace muchos años que no venía por aquí.
Todo está muy cambiado.
¿Tus padres?
Sí, era toda mi familia.
Lo siento.
Llegó a mis oídos hace tiempo.
Hola, Bill.
Me alegro de verte en el pueblo.
Quería hablar contigo, muchacho.
Hoy he estado hablando con el juez,
y ambos estamos de acuerdo.
¿Te gustaría el puesto
de ayudante del sheriff?
Cierto, lo entiendo, la paga
del ayudante no es muy alta,
pero tengo intenciones de jubilarme
pronto y entonces ascenderás.
¿Qué me dices?
Tengo otros planes en la cabeza,
sheriff, al menos por el momento.
Bill, nadie podría
entenderte mejor yo.
Yo era un gran amigo
de tu padre y de tu madre.
Sé lo que piensas, pero
¿no crees que es hora de olvidarlo?
Gracias de todos modos, sheriff.
De este lado.
¿Qué pasa ahí?
¿Quién está disparando? ¡Abran!
Adelante.
¿Qué sucede aquí?
¿Prácticas de tiro nocturnas?
Si alguien intenta dispararme
por la espalda, me defiendo.
Se defiende usted demasiado bien.
Están los dos secos.
Entraron por la ventana.
Y no fue para desearme dulces sueños.
De acuerdo, de acuerdo,
supongo que fue en legítima defensa.
Pero aquí no nos gusta la violencia.
Lo invito a que se largue
de esta ciudad lo antes posible.
Buenos días, Bill.
¿Cuántos vasos tienes en casa?
- Un par.
- ¿Se pueden manchar?
Quiero hablar un rato contigo.
¿Qué cosa le ha traído por aquí?
¿De qué se trata?
De esto.
- ¿Qué quiere decir?
- Que la memoria no me ha traicionado.
Llevo toda la noche pensando
sobre si es correcto lo que voy a hacer.
Pero te conozco desde hace mucho
como para no decirte la verdad.
¿Dónde las ha encontrado?
En los pies de un cadáver.
¿De quién?
Anoche mataron a dos hombres.
Uno de ellos las llevaba.
- ¿Quién los mató?
- Un forastero.
Un tal Ryan. Se fue hacia el oeste.
Levántate.
No te des la vuelta.
Aparta la mano del revólver.
Cuando sigas a alguien,
que se note menos, hijo.
Este mundo está lleno de gente nerviosa
que primero te disparan por la espalda
y después se presentan.
Ahora dime qué quieres.
En 15 años,
no pude encontrar ni un solo rastro.
Sólo una espuela.
Apareces tú, y hay tres espuelas.
Si conoces la historia,
podrás imaginarte qué es lo que busco.
Ambos tenemos algo pendiente
con la misma gente.
- Pero yo quiero ser el primero.
- Podemos ir juntos.
No, hijo, tienes demasiado odio.
Eso puede complicar las cosas.
El odio es el odio.
No hay manera de medirlo.
Tal como lo pensaba. En vista
de que eres un muchacho muy impulsivo,
y que el odio terminará
por producirte una indigestión,
yo prefiero ir solo.
- Tendrás que dispararme.
- ¿Es necesario?
Si no lo haces,
siempre me tendrás pisándote los talones.
Ya, lo supongo.
Pero lo importante es llegar primero.
Por eso dejaré tu caballo en Red Rock,
a 10 millas de aquí. Me darás esa ventaja.
Buena suerte, hijo.
Ésta te la dejo;
quizás la necesites.
Whisky con agua.
¿Dónde puedo encontrar a Cavanaugh?
¿Otro trago?
Dónde encuentro a Burt Cavanaugh.
Oye, amigo...
yo vendo whisky.
Gracias por la información.
Quieto. ¿Qué buscas aquí?
Ryan.
Esta sí que es una sorpresa.
¿Una sorpresa buena o mala?
¿Por qué?
No creerás que no me alegra verte.
¿Cuánto pagaste a esos dos
que debían deshacerse de mí?
¿Qué dices? No te entiendo.
Poco o mucho no tiene importancia,
pero fue una pésima inversión.
Debería matarte. En otras épocas
lo habría hecho de inmediato.
Pero tal vez haya aprendido algo
después de todos estos años.
Por ejemplo,
que hasta una rata como tú
puede valer más viva que muerta.
Escucha, Ryan,
reconozco que fue una canallada
haberte abandonado en el juicio,
pero debes creerme cuando te digo...
No, no, no...
No me abandonaste, me vendiste,
me traicionaste; hay una gran diferencia.
No hablemos más de eso,
el pasado es pasado.
Toma. Aquí tienes 100 dólares.
No es mucho, pero el negocio
no está andando bien en estos tiempos.
- ¿100 dólares?
- Sí.
¿100 dólares por 15 años entre rejas?
Tal vez tuviera razón al principio.
- Una rata como tú estaría mejor muerta.
- Tranquilízate, Ryan.
- ¿Cuánto quieres?
- 15.000 dólares.
- ¿Qué?
- 1.000 por cada año, y en efectivo.
¿Dónde crees que puedo
encontrar todo ese dinero?
Lo encontrarás.
Estoy seguro
de que lo encontrarás.
No tengo prisa.
Mañana por la mañana está bien.
Me reconforta el corazón ver
que a mis viejos amigos les va tan bien.
Han ganado todos
bastante prestigio.
Le haré una visita
a nuestro amigo de Lyndon City.
Se pondrá contento de volverme
a ver ahora que es tan importante.
Hasta mañana. Por cierto...
No juegues con estas cosas.
No querría que te hicieras daño.
De momento.
- ¿Mala suerte en el juego, amigo?
- Mala suerte no, señor.
Fue un robo, rapiña.
Me han sacado todo.
Tienes pinta de necesitar un trago.
No lo entiende, señor.
Eso ha sido una advertencia.
Se llevaron mi dinero,
pero quiero salvar el pellejo.
Ya lo creo, amigo.
¿Quién ha dicho lo contrario?
- No, señor, no puedo volver a entrar.
- Vamos.
Señor. No quiero.
No, no, no.
Señor, no quiero que me maten.
¿Entiende? No.
Dos whiskys.
- ¿Cuánto perdiste?
- 30 dólares.
¿Qué haces? ¿Bromeas?
Gracias.
Coge el dinero, y lárgate.
Nunca me largo
sin terminar antes de beber.
Con esto debería bastar.
Quedas detenido. En esta ciudad,
por intento de homicidio,
se dan como mínimo 10 años.
- ¿Cuándo se le puede juzgar, juez?
- Mañana.
Enciérralo.
Siento que haya salido así.
¡Un momento!
Si mi testimonio vale,
diría que es un caso de legítima defensa.
La más legítima que jamás haya visto.
Teniendo en cuenta el prestigio del testigo,
se retira la acusación. Cartas.
Has tenido suerte. Lárgate.
Quiero hablar con nuestro amigo.
Has sido más rápido con el revólver
que esos dos imbéciles.
Me gusta la gente rápida, tengo un
trabajo para ti. Ven a mi despacho.
Las manos detrás de la cabeza, hijo.
Ahora suelta el revólver. Despacio.
Descansa.
Tienes mucho que aprender.
Esta vez tú también
tienes algo que aprender.
¿Sí?
¿Qué cosa?
Cavanaugh me paga
500 dólares por tu cabeza.
- Otra pésima inversión.
- ¿Te parece?
- Tal vez no la haya tomado muy en serio.
- Habrías hecho bien.
Dime, abuelo, ¿por qué te quiere muerto?
¿Quién es Cavanaugh?
Haces demasiadas preguntas.
Puedo pagar por la información
con esos 500.
Para mí vale más que eso.
Digamos que 15.000.
Te sugiero que guardes la distancia.
Porque, si te cruzas en mi camino,
puede que pierda la cabeza.
Estás advertido.
Averiguaré quién es. Y si se trata
de uno de los asesinos de aquella noche...
prepárate para perder la cabeza.
¡Eh! ¡Eh!
¡Eh, señor!
Quiero darle las gracias.
No valgo mucho y hace bastante
que nadie hacía algo por mí.
Con usted me siento en deuda.
Si me pidiera caminar sobre el fuego,
le juro que lo haría.
Te pediré mucho menos que eso.
Como que me digas
qué sabes de Burt Cavanaugh.
- ¿Desde cuándo vive aquí?
- Cuando llegué, ya era el jefe.
Pero si quieres saber todo sobre él,
conozco al hombre perfecto.
Trata de procurarte
una botella de ron fuerte,
porque cuanto más bebe, más habla.
Las ovejas se han ido
y el pastor duerme solo.
La botella. ¡La botella!
Mejor dormido que muerto. A tu salud.
Salud. Pero dígame ya lo que sabe
de Burt Cavanaugh.
Es la borracha de mi mujer.
Huele el olor a alcohol
a veinte millas de distancia.
Ah, aquí estás. La botella.
- No hay ninguna botella.
- Dame la botella.
- Dámela aquí.
- Pero no, no es nuestra.
- Dámela, dámela.
- Pero no es nuestra, es del señor.
Mira la mala impresión
que estamos dando. Es del señor.
Mi mujer. Mi pobre mujer.
Es un poco, un poco bebedora.
Antes de que se le acabe,
hábleme de Burt Cavanaugh.
¿Cavanaugh? Es un escorpión,
una serpiente.
Hablo yo.
Cuando yo llegué aquí,
la iglesia estaba en buen estado.
Yo era un predicador recto.
- ¿Qué más sabe de él?
- ¿De quién?
- De Cavanaugh.
- ¡Ah, Cavanaugh!
Lo único que tenía
era una pistola y una baraja.
Lo llamaban... Cuatro ases.
- Full de reinas.
- No alcanza. Full de ases.
Pobre. Serás
afortunado en el amor.
- Dame otra oportunidad.
- ¿Qué garantía ofreces?
Sabes que lo he perdido todo.
La fábrica,
la granja, todo lo que poseía.
Ya lo sabes bien.
Entonces, lárgate de aquí
y deja tu lugar a otro.
Sólo 500 dólares.
Dame otra oportunidad.
Sólo 500 dólares.
- ¿Quién quiere jugar?
- Yo.
Mis empleados no juegan.
Reparte.
¿Cuántas?
Me planto.
Me conformo con los 500.
Cuatro ases.
Yo también. Cuatro ases.
Mira, joven, no me apetece bromear.
No bromeo.
¿Te acuerdas, Cavanaugh,
hace 15 años en el rancho Mesita?
Tus amigos y tú matasteis a todos,
pero se os olvidó un detalle:
matarme a mí.
Dale una pistola.
¡Levántate!
Pianista, toque tres notas.
Dos lecciones, hijo.
Primero, cuida tu espalda.
Segundo, cuenta tus disparos.
Cuatro balas para un hombre
es un desperdicio.
¡Eh!
¡Me has costado 15.000 dólares!
Maldita sea.
¡Eh!
- Eh, guarda, escúcheme.
- ¿Qué quiere?
- ¿A qué hora parte el tren de Lyndon City?
- Se fue hace un cuarto de hora.
- ¿Y cuándo pasa el siguiente?
- Pasado mañana.
No te preocupes.
Él me ha dejado tu caballo a mí.
- ¿Pero él... ha tomado el tren?
- Sí, y me ha dicho:
"Vendrá un pariente mío,
un bravo muchacho,
le darás el caballo y un beso".
El caballo está ahí dentro.
El beso, ¿dónde lo quieres?
Me conformo con el caballo.
Cedo ahora la palabra
al benemérito conciudadano,
orgullo de nuestra comunidad,
el banquero Walcott.
Y hay algo más.
El senador Carlyle ha aceptado
que la línea Santa Fe - El Paso
atreviese nuestra ciudad.
Lo cual augura bienestar, prosperidad
y mayor riqueza para todos.
Ciudadanos, sería un placer
continuar con ustedes,
pero ahora me llama el deber.
¡Viva Lyndon City!
¡Viva el senador Carlyle!
Uno está aquí, y el otro
llegará pronto, un tipo muy rápido.
Es el que mató a Cavanaugh.
Corre a avisar a Pedro,
Paco y los otros.
Diles que he decidido
anticipar la fiesta.
Nada más. Lo entenderán.
Walcott, un forastero pregunta por ti.
Hazlo entrar.
Tranquilo, amigo.
Ya es muy monótono.
Pasan los años
y siempre las mismas cosas.
Un revólver en el cajón,
un cuchillo atrás, las mentiras.
¿Temías que no te recibiera?
Al contrario.
Esperaba que lo hicieras demasiado bien.
Pero pensé que era
más seguro entrar por detrás.
Walcott, el forastero se ha ido.
¡Aquí estoy, aquí estoy!
Como ves, aquí estoy. Ya te puedes ir.
Y cierra la puerta.
Ésta es una conversación privada.
¡La puerta!
Vaya... Parece que somos importantes.
Y ricos.
Has cambiado tus sucias ropas,
pero no has podido cambiar de cara.
Sigues teniendo la peor cara
de cerdo canalla que se haya visto.
- Escucha, Ryan...
- Cállate.
Puedo asegurarte que donde he
estado todos estos años por tu culpa
no he visto muchas caras
igual de canallescas.
Las cosas han cambiado
mucho, Ryan.
Puedo recompensarte.
Siéntate. Hablemos.
No hay mucho de qué hablar.
Sólo cinco palabras.
15.000 dólares
más 15.000 dólares.
¿15.000 dólares por dos?
30.000 dólares.
Una cifra enorme.
Enorme como 15 años de cárcel.
Tendrás que pagar la parte de Cavanaugh.
Le mataron delante de mis narices
y no tuve tiempo de cobrar el dinero.
Te daré un adelanto.
Digamos... ¿10.000?
De acuerdo.
El resto mañana.
A mí.
¡Basta!
No lo maten todavía.
De momento nos servirá vivo.
Podría matarte ahora,
pero eso sería demasiado simple.
Les diré una cosa, muchachos:
es el cielo el que nos lo ha enviado.
Nuestro viejo Ryan nos será muy útil
como en los viejos tiempos.
Espera.
Mira, Ryan...
Me ha llevado muchos años
conquistar la confianza
de esta ciudad y la del
gobernador del Estado,
pero lo más importante es que tengo
en mi banco más de un millón de dólares.
Los fondos que depositó el Estado
con vistas a futuras obras públicas.
¿Qué te parece, Ryan?
¿Debería hacer sus estúpidas obras públicas
con esa montaña de dólares?
Mira, ellos piensan que no debería,
y creo que tendré
que darles la razón.
No lo pierdas de vista.
- Ah, señor Walcott.
- Sí, soy yo.
- ¿Trabajo extra, señor Walcott?
- Cierra la otra puerta mientras cierro ésta.
- ¿Quién anda ahí?
- Soy yo, Walcott.
Buenas noches, señor Walcott.
- Madre de Dios.
- Rápido.
Desátalo.
Arrójalo.
- Abrid paso.
- Atrás, atrás.
Trabajó conmigo durante diez años.
Era un empleado fiel.
Un amigo.
Mataron al otro guardia
y volaron la caja fuerte.
- No dejaron ni un penique.
- ¡Han atrapado a uno de los bandidos!
¡Han atrapado a uno de los bandidos!
¡Han atrapado a uno!
¡Agárrenlo!
¡Apartaos! ¡Mantened la calma!
Lo reconozco.
Ayer estuvo en mi despacho.
Está claro que estaba
preparando el golpe.
¡Tranquilos! ¡Calma! ¡Calma!
Este hombre tiene derecho a un juicio.
Los ladrones y los asesinos
no tienen derecho a nada.
¡Silencio!
No se preocupen. Será ahorcado.
Pero antes debe decirnos
los nombres de sus cómplices.
¿Quiere o no quiere
recuperar el dinero?
¡Silencio!
Denme tiempo hasta mañana.
Ciudadanos,
el sheriff tiene razón.
Confieso que perdí
los estribos por un momento.
Este hombre será colgado.
Llévenselo y no lo pierdan de vista.
Enciérralo en el almacén;
de allí no podrá escapar.
- A los caballos.
- Sheriff... iré con usted.
¡So!
El prisionero ha escapado.
Debieron de ayudarle.
La culpa es tuya, sheriff.
Tú te opusiste. Los muertos no escapan.
Ahora ese hombre es un peligro
para todos. Detenedlo
o me pagarás
personalmente por ello.
Vamos, andando.
Creo que volveré a Lyndon City.
Tengo ganas de vérmelas con Walcott.
¿Tú qué dices, abuelo?
- Que cometerías un error, como siempre.
- ¿Por qué?
Primero, porque Lyndon City en estos días
estará muy indignada contra los forasteros;
si te reconocen como uno,
terminarás con una soga al cuello.
Segundo, porque Walcott
ya no estará allí.
¿Cómo puedes saberlo?
Suelo utilizar la cabeza.
Tú deberías probarlo.
Walcott tenía un plan perfecto
que tú has hecho fracasar.
Y ahora que he quedado
en libertad
tendrá que renunciar
a su papel de ciudadano honorable.
- ¿Y hacia dónde cree que se dirigirá?
- A donde se dirige la banda y el botín.
¿O sea?
Tras entrecruzar sus huellas
para despistar a sus perseguidores
se dirigirá a El Viento.
Una aldea en territorio mexicano,
el refugio preferido de Walcott.
Debe reconocer que tú
lo sabes siempre todo, abuelo.
Excepto que ahora
te quedarás aquí tranquilo,
y terminarás con calma
de afeitarte la barba.
Porque esta vez
llegaré yo antes que tú.
Naturalmente, irás andando,
como me has enseñado a mí.
Sólo que no dejaré tu caballo a 10 millas,
así que búscate otro.
¿No quieres probar la carne
antes de partir? Huele muy bien.
Será la próxima vez, abuelo.
¡Bill!
Estaba pensando...
Me hubiera gustado
tener un hijo como tú.
Porque un día acabaré
con una bala en la espalda
y no tendré un hijo que me vengue.
Quizás la necesites.
Tengo sed.
¿Por qué huyeron al verme?
¿A qué le temen?
Tú... tú no eres uno de ellos,
¿verdad?
Estoy en contra de ellos.
- Vete. Por favor.
- ¿Por qué?
Te matarán.
Antes de matarme,
tienen que conseguir mi permiso...
y no lo concedo fácilmente.
Te alegras de verme, ¿eh?
Vine en cuanto pude, pequeña,
pues me imaginé
que estarías preocupada por mí.
Maldita descarada...
Y tú... ¿quién eres?
Uno que cuando debe desahogarse
se la agarra con hombres.
¿Qué tratas de decir?
¿Que tengo miedo?
Tienes cara de estúpido,
pero eso lo has entendido.
Vamos, héroe.
A ver cuál de los dos tiene miedo.
¿Qué pasa, amigo?
¿Acaso has cambiado de idea?
Sí. Ahora he decidido matarte.
Quítale el seguro al revólver.
Con la otra mano.
¿Recuerdas hace muchos años,
en el rancho Mesita,
cuando también te la agarraste
contra una mujer?
Desafortunadamente para ti,
esa mujer era mi madre.
Quiero entregárselo vivo a Pedro.
Para que pueda vengar
la muerte de su hermano.
¡Ya!
Vamos, empujad.
¡Fuerza!
Quédate aquí. Pase lo que pase,
espera hasta que te releven.
¿Dónde está Paco?
¡Te pregunto
que dónde está mi hermano!
¿Quién lo hizo? ¿Quién?
Lo tenemos, Pedro.
Vivo.
Bastardo asqueroso.
Ésta te la haré pagar.
¡Te la haré pagar,
maldito cobarde, hijo de perra!
¡Bastardo!
- Antes hay que averiguar quién es.
- Es el que disparó a Cavanaugh.
Muy interesante.
Entonces, trabajas con Ryan,
y, naturalmente, sabrás
dónde se encuentra en este momento.
Caven un hoyo profundo en la plaza.
Hablarás, amigo... hablarás.
Porque nos interesa mucho saber
dónde se encuentra Ryan.
Queremos darle una sorpresa.
Valor. ¿No querrás morir
devorado por la sed
o por las hormigas?
Tienes una bonita cara.
Sería un pecado que acabaras
como las momias de fuera.
Y si hablo, ¿qué me asegura que viviré?
Digamos que, si me dejas atrapar a Ryan,
en vez de matarte lentamente
Pedro te matará
en un duelo regular.
¿Estás de acuerdo?
¿Bien?
Ryan no preveía
que vendrías tan pronto aquí.
Fue a recoger a unos amigos a Redstone
para deshacerse de ustedes.
¿Y cuándo se encontrará con ellos?
Hoy.
Redstone está
a unas 20 millas de aquí.
Será mejor que vayamos ya mismo.
Por tu bien,
espero que hayas dicho la verdad.
Llévenlo afuera.
Vamos, llenen la fosa.
Veo que eres un hombre de palabra.
En diez horas estaremos de vuelta.
Pero para ti serán
diez largas horas de sol.
El honor de servir la sal... es tuyo.
En marcha.
- A ver.
- Toma.
Vaya, vaya, vaya...
Hombre, ¿qué llevas en ese mulo?
Amigo, detente, o el próximo
te lo pongo en la cabeza.
Así que tenías que llegar
antes que yo...
Idiota.
¿Estás entrando o saliendo
de ese agujero?
Pareces un pequeño polluelo.
Y te creías lo suficientemente fuerte
como para no necesitar ayuda.
- A ver.
- No.
Te dejaré ahí un rato.
Oye... no es momento
de bromas, abuelo.
No le des demasiada.
Ni demasiado rápido.
Señor, no sé quiénes son
ni usted ni su joven amigo,
pero siento que Dios les ha enviado
para ayudarnos contra los malvados.
No creo que tenga una relación
tan estrecha con el buen Dios.
Y no recuerdo recibir recados de él.
Estamos aquí por motivos personales,
aunque tal vez nuestros intereses coincidan.
Imagino que inventaste alguna historia
para alejar a Walcott y sus hombres, ¿no?
- Sí.
- ¿Cuándo crees que volverán?
Cuatro o cinco horas.
Nos da tiempo para preparar
una calurosa bienvenida.
Escúchenme bien todos.
Tienen que cavar una zanja de ahí a ahí.
De dos metros de largo
y uno de profundidad.
Llénenla de ramas secas
y de cualquier cosa que pueda arder.
Luego rocíen con petróleo
toda esa barricada.
En cinco horas tiene que estar
terminado, ¡vamos!
- ¿Hay un lugar seguro para mujeres y niños?
- Sí, fuera de la aldea, en la vieja misión.
No pierdan más tiempo.
Verted el petróleo.
Vayan ahí.
Supongo que ahora
Ryan estará en El Viento
y que habrá tenido tiempo
para prepararnos un gran recibimiento.
- ¿Qué haremos?
- Atacaré con cuatro hombres por detrás.
Tú lleva a los otros
y atacad por delante.
- Marchando.
- Vamos.
¡Ahí vienen!
Llamad antes de entrar.
Nos dejarán en paz
por esta noche.
La noche será larga
para nuestros amigos.
Un poco de música
les hará compañía.
Es una antigua costumbre mexicana.
Tocan una marcha fúnebre
para destrozarte los nervios.
Pero no la escuches. Acuéstate, hijo.
Mañana has de estar descansado.
Muy bien.
Debemos atacarles antes
de que se levante el maldito viento.
No hay tiempo que perder.
Buenos días. Espero.
Tú también estabas allí.
No éramos cuatro, sino cinco
aquella noche. Yo llegué al final.
Cuando me quise dar cuenta,
ya era demasiado tarde para detenerlos.
Sólo pude salvar a un niño,
un niño que ahora va a matarme.
Muy bien. Estoy dispuesto a pagar.
Pero primero déjame ayudarte.
Son demasiados para ti solo.
Tienes mi palabra:
no huiré.
Manuel.
Pedro.
¡Por atrás!
Antes de volver a disparar,
recuerda el rancho Mesita.
¿Cuántas balas te quedan?
Tres.
Pues a mí no me quedan.
Lo sé, de otro modo
no hubieras necesitado usar tu puñal.
Date la vuelta, Ryan.
¡Defiéndete, Ryan!
¡Defiéndete, Ryan!
¡Date la vuelta, Ryan!
Gracias por dejarme mi caballo.
Buena suerte, hijo.
FIN