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Primeras elecciones presidenciales en Egipto el 23 de mayo de 2012 después de la caída del régimen de Hosni Mubarak
Quince meses después de derrocar al presidente Hosni Mubarak,
los egipcios han acudido finalmente a las urnas para elegir a su sucesor.
Han sido 15 meses difíciles, con casi mil muertos, un fuerte declive económico
y una constante constante polémica sobre el papel de las fuerzas armadas al frente del país.
Sin embargo, el ambiente electoral en El Cairo es de felicidad y esperanza en general.
Con ganas de pasar página y dejar de ser noticia por la violencia y recuperar la estabilidad,
los egipcios eligen un nuevo presidente de entre trece candidatos.
Los principales favoritos son cuatro:
Amro Musa de 76 años se presenta a sí mismo como revolucionario, a pesar de su pasado afín al régimen.
Musa juega la carta de la experiencia en la gestión.
Los diez años que pasó como ministro de exteriores en el gobierno de Mubarak
y los diez en la secretaría general de la liga árabe lo avalan,
pero a pesar de sus esfuerzos por negarlo, muchos temen que sea un candidato continuista.
Ahmed Shafik fue el último primer ministro de Mubarak,
nombrado en plena revuelta popular y como carta desesperada para salvar el régimen.
Con un currículum forjado en las fuerzas aéreas, Shafik ofrece orden y estabilidad,
siendo el preferido para los nostálgicos del antiguo régimen y para muchos cristianos coptos.
Abdel Muneim Abul Futuh, antiguo miembro de los hermanos Musulmanes,
tiene un largo historial de oposición y estancias en la cárcel.
Abul Futuh estaba en la parte más liberal de la hermandad islamista
y su candidatura ha sido capaz de recoger adeptos de entre todas las ideologías posibles.
Los analistas egipcios creen que este doctor de profesión
puede conducir el país a una democracia islamista moderada similar a la turca.
Hago campaña para Abul Fatuh porqué hay gente de todas la creencias y religiones
Creo que él es moderado y yo también lo soy, por eso lo sigo
Él es el mejor para este momento, para este periodo en Egipto.
Finalmente, Mohamed Mursi es el candidato oficial de los hermanos musulmanes.
A pesar de no tener un fuerte carisma, disfruta de la maquinaria más potente de entre todos los candidatos.
Eso sí, tendrá que hacer frente al desgaste sufrido por su grupo político
durante estos meses de mayoría en el parlamento.
Salvo una fuerte sorpresa, de entre los cuatro saldrán los dos que luchen en la segunda ronda electoral,
prevista para los días 16 y 17 de junio si ningún candidato supera el 50% de los votos.
Pero no todo son alegrías en la política egipcia.
La asamblea constituyente que debe escribir la hoja de ruta del país antes del 30 de junio está bloqueada.
Así, los militares que rigen Egipto desde la renuncia de Mubarak y han de traspasar el poder al nuevo presidente,
se han reservado el derecho de cambiar la constitución sin previo aviso.
Egipto tendrá un nuevo presidente, pero sus poderes no están claros y dependen de los designios del Consejo Militar.
"Que caiga el poder militar"
Quien tampoco está de acuerdo con las elecciones es una parte de la esfera "blogger" del país.
Aquellos jóvenes que a través de las redes sociales se hicieron famosos por su papel en las primeras revueltas,
debatían hasta último momento sobre la conveniencia de acudir a las urnas.
Para muchos de ellos, votar significa legitimar y, por tanto, cerrar la puerta de la revolución, que consideran inacabada.
Los candidatos de izquierdas que representarían estos jóvenes, Hamdeen Sabah y Khaled Ali,
cuentan con escasas opciones de éxito en una sociedad eminentemente pobre,
faltada de educación política y donde las tradiciones y la religión
pesan mucho más que las nuevas tecnologías.