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El objetivo de esta pequeña exposición, es presentar al público
y a la comunidad científica el San Juan Bautista que tengo detrás de mí.
Es un cuadro que pertenece al Museo del Prado, pero durante 120 años,
desde 1886 hasta el 2008 estuvo depositado
en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen en Cantoria, provincia de Almería,
creyendo que se trataba de un anónimo madrileño del siglo XVII.
En el año 2008 levantamos el depósito, dentro de la investigación
que estoy llevando a cabo para hacer el catálogo razonado de Tiziano,
y la sorpresa fue cuando nos dimos cuenta que no se trataba
de un anónimo madrileño si no que se trataba de un cuadro de Tiziano.
El cuadro llegó en un estado de conservación absolutamente lamentable,
se puede ver en fotos previas a la restauración.
Ha sido objeto de un tratamiento cuasi milagroso,
que ha permitido en primer lugar poder leer la imagen,
cosa que antes era prácticamente imposible y en las áreas menos dañadas
el paisaje y el celaje pues ver la calidad que en su momento debió tener el cuadro.
El cuadro por desgracia hoy, no tiene una importancia si se quiere estética,
dada su mala conservación, sino que tiene una importancia documental.
Su importancia documental es verdaderamente extraordinaria por varios motivos.
En primer lugar porque una vez que pudimos ver la imagen,
nos dimos cuenta que estábamos ante una de las composiciones religiosas de Tiziano
más apreciadas por el público español y es que esto son palabras mayores:
estamos hablando del pintor extranjero más apreciado por la clientela hispana.
Han aparecido copias absolutamente en zonas dispares de la geografía peninsular,
pero las más tempranas se localizan todas ellas en Zaragoza y alrededores,
lo cual nos hace pensar que la obra llegó en vida, todavía,
de Tiziano a Zaragoza, probablemente como propiedad del IV duque de Villahermosa.
Después pasaría a Madrid, propiedad del almirante de Castilla,
dentro de San Pascual Bailón y finalmente de ahí al Museo de la Trinidad,
y del Museo de la Trinidad al Museo del Prado.
Otra de las razones importantes que tiene este cuadro es que ilustra,
documenta, visualiza el modo como Tiziano replicaba sus composiciones.
Hemos juntado los tres cuadros que dedicó Tiziano a San Juan Bautista,
cuadros entre los cuales, entre el primero y el último median 35 años de diferencia.
Sabíamos que Tiziano era un pintor extraordinariamente cotizado,
que sabía que de cada cuadro que hacía le iban a pedir réplicas, le iban a pedir copias,
cuando hacía una composición, inmediatamente la calcaba
y hacía una copia que se quedaba en su taller a la espera de estos encargos.
Cuando finalmente llegaba el encargo, lo que hacía era incluir
pequeñas modificaciones en esa copia, en el paisaje, en los gestos, en el colorido;
que hacían de esa nueva réplica un nuevo original.
Esto explica que no haya dos tizianos idénticos.
Bueno, como resultado de ese proceso,
cuando uno coge la radiografía de una réplica lo que encuentra es la composición anterior
y eso se ve perfectamente en la exposición,
en realidad un poco la exposición está dedicada a documentar este proceso,
puesto que si nos vamos al último de los cuadros que es el de El Escorial,
que es el de 1565, 1570, su radiografía muestra el inmediatamente anterior,
que es el del Museo del Prado del año más o menos 55
y la radiografía del cuadro del Museo del Prado nos muestra el de la Accademia del año 30, 32.
Finalmente la aparición de este nuevo San Juan Bautista
ayuda a entender mejor los otros dos. Con respecto al de El Escorial,
porque apuntala a su autoría que incomprensiblemente para mí
ha sido puesto en duda últimamente y con respecto al de la Accademia
porque ofrece información también sobre su génesis, sobre cuáles fueron
las intenciones iniciales de Tiziano para ese cuadro que rechazó
y retomó en el cuadro del Museo del Prado.