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En el Nombre de Dios Altísimo.
Teocempoaltzin: El sello de la Profecía Náhuatl de la Veintena
Sagrada.
Que sea la paz con los seguidores de aquel que ha creado seres y cosas, el Dios único.
Que sea la paz con los que testimonian la unicidad de
Aquel que dio origen al tiempo y espacio, la materia y energía.
Que sea la paz con los que afirman la eternidad de sus almas y el sendero recto.
Que sea la paz con la hermandad en la fe y la hermandad en lo humano.
Que sea la paz con el que discierne entre el bien y el mal, y elige el sendero de la
derecha. Que sea la paz y la justicia con el oprimido.
Que Dios apresure el adviento del albacea de Dios, el último Quetzalcóatl, el postrer
Imam.
Un judío conocedor de los misterios escondidos en el alfabeto de la lengua de su Revelación,
y un musulmán versado en los que le corresponden, no se sorprenderán de que Dios haya inscrito
en el idioma náhuatl arcanos equivalentes, en particular en las palabras que componen
la primera veintena de su sistema vigesimal de numeración. Cada cifra entraña una frase
a la que se va agregando la que emerge del siguiente numeral, hasta componer una declaración
profética cuyo cumplimiento en el tiempo queda anunciado tanto por esta veintena, como
por los demás elementos proféticos y visionarios de esta Nación impar, los cuales completan
a su vez este discurso cifrado (sic) demarcando con nitidez la forma que toma esta anunciación.
Este legado divino casa armoniosamente con los mensajes que el Supremo Creador ha imbricado
en las demás tradiciones del Continente Amerindio y con los de cualquier otra tradición fundacional
terráquea. Y debemos subrayar la palabra fundacional al hablar de estas tradiciones,
pues en ellas se dieron encomiendas específicas a grupos fundatorios particulares, las que
de ser transgredidas, acarrearían el desafuero espiritual del ábjuro.
Citemos un ejemplo cuya herida dolorosa y abierta es pan del diario: la tierra ocupada
de Palestina. A los seguidores del Profeta Judá (erróneamente llamados judíos), se
les exilió por su apostasía más de medio milenio antes del mensaje de Jesús (paz con
él), y se les volvió a exiliar por el mismo motivo más de setenta años después del
nacimiento del mesías, prohibiéndoseles el retorno a Tierra Santa de ahí en adelante.
Cierto grupo fundamentalista (los sionistas) allanaron por la fuerza el Pueblo Palestino
y se establecieron allí convirtiéndolo para sus habitantes originarios en el mayor campo
de concentración que ha existido en la historia. Pende sobre ellos la ira divina, la cual no
se manifestará de volver esta secta desviada a la cordura, pues la Misericordia de Dios
antecede a su Juicio Terrible. Hemos de completar este episodio, si Dios da venia, advirtiendo
que así como Deuteronomio 18 amenaza con la pena de muerte a los falsos profetas y
ordena a los creyentes llevarla a cabo con estos falsarios, de igual forma su opuesto
es una orden: de verificarse la proclama de un mensajero, se le ha de creer y seguir.
La destrucción de Jerusalem anunciada por el hijo de María (paz con él), debería
bastarles para saber que su profecía es verídica y su seguimiento obligatorio. ¡Sinagoga de
Satanás!
Los indios a su vez poblaron cada parcela de este continente de acuerdo a un plan dado
a conocer a cada tribu en la Revelación que le corresponde. Ese plan no ha caducado, sigue
vigente. El motivo por el cual esta encomienda no caduca es sencillo: para poseer la tierra
que Dios ha decretado como nuestra, debemos estar en ella, poblarla, cuidarla, defenderla,
así como el pueblo palestino lo viene llevando a cabo heróicamente desde hace decenas de
años. Ellos lo llaman Yihad, en su lengua materna, nosotros lo llamamos igual, en nuestros
idiomas: Guerra Santa. La batalla sagrada no consiste en lo que los medios le han hecho
creer a la gente incauta. Nadie quiere invadir un país o una mente y subyugarles con un
credo. La religión de Dios no es compulsoria. De ser así, sería la negación del libre
albedrío, del soplo divino. Este belicismo se ejerce en defensa, como lo hacen los tenochcas
con el segundo sitio de su ciudad, y lo hicieron en el primero, emulando la intención permanente
de los palestinos. También se lleva a cabo contra el ego. Esta lucha contra el defecto
del yo, es en verdad la más importante. Cualquier espiritualidad con elementos verídicos es
afín a este principio.
Se ha manejado bastante la suposición de que otorgarle sus derechos a las Naciones
Amerindias Originarias pasa por producir un éxodo de este continente de aquellos que
tienen piel clara, apellido sospechoso, barba, otra religión, etcétera. Sobre todo se ha
puesto de moda en países que han logrado liberarse del yugo materialista y han readquirido
sus valores humanistas y ecológicos, como Bolivia. Es usual escucharle este discurso
a los capitalistas, a los sectarios, a los eugenesistas, a los imperialistas, a algunos
ateos, en fin, a aquellos que sienten amenazada su codicia porque el despojado quiere tener
lo que Dios otorga a cualquiera. Que se deje de llamar a error. La cornucopia americana
es capaz de dar a sus habitantes más de lo que han soñado. Nuestro continente rebosa
de riqueza. Desborda de dones. Y el mundo entero también. El mito de la sobrepoblación
niega la orden que Dios da desde el Génesis: creced y reproduciros. La frase aniquilatoria
de moda que tantos profieren no se sustenta: "somos muchos ya". Los que son muchos ya,
son los que han caído en este juego genocida. Evidentemente ellos mismos no se incluyen
en esa muchedumbre, ellos no son esos muchos que según concluye su idea, deben perecer
o ni siquiera nacer. Tal piensan los supremacistas blancos en el México estadounidense que nos
es robado cuando en Nuevo México un paisano es discriminado, capturado, vejado, torturado,
robado, aterrorizado, exiliado, fichado, secuestrado, vendido, asesinado. Y así piensan por el
motivo citado: codicia. Aquel que ha robado, tiene miedo de que le quiten lo que hurtó.
Ningún indio quiere sus carros de lujo, sus casas con alberca, su comida venenosa, su
medicina iatrogénica, sus medios mentirosos y radioactivos, sus empresas expoliantes,
sus libros lavamentes y ensuciamentes, sus universidades satánicas de ciencias ocultas,
su futuro maldito. Los indios quieren desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, la humilde
gema de la vida íntegra, y esta se logra con poco. Casa, salud, ropa, comida, y verdad,
justicia, libertad. Y sin el territorio que les fue otorgado por Dios mismo, nada de esto
es posible. Y nadie quiere sus habitáculos. Nadie desea morar en los condados estadounidenses
fabriles que ahora sus mismos esclavos están abandonando. Nadie quiere sus ciudades ideales,
fruto de sus mentes perversas, que ahora en Chiapas están despobladas. Y nadie quiere
que se vayan, no teman: aquí cabemos todos cómodamente. Ustedes mismos son los que se
extinguen voluntariamente con aquello que tanto aman, con aquello que crearon para adorarse,
para adorar. De asesinos, naturalmente pasaron a suicidas.
La Profecía de la Veintena Sagrada revela lo anterior, y lo porvenir. Cada número es
cuenta de una generación sucediendo a otra hasta llegar a dos decenas. La suma transgeneracional
comenzó cuando Tenochtitlan rindió su resistencia al invasor, inaugurando así la Primera Guerra
Mundial, misma que no han terminado. El fin de esta conflagración entre los principios
amerindios y las consignas colonialistas, se lleva a cabo en el período de convivencia
de la vigésima generación amerindia a partir de las conquistas, con la vigésimo primera.
Es decir, aquí y ahora. Cuando fue revelado este conocimiento, hace más de veinte años,
pocos creyeron que se cumpliría. Ahora, pocos lo dudan.
Sin embargo, la anunciación de la veintena no acaba allí. Los enunciados que nacen de
cada numeral dan conseja y advertencia cual hace la palabra del anciano sabio, el Huehuetlahtolli.
Es menester destacar que en repetidas ocasiones emerge el imperativo que reza y comanda así:
"ten cuidado con el fuego". Quizá no esté de más decir lo obvio: esta orden atañe
tanto al fuego de la ira como al fuego de la sexualidad. Lo que sin duda se debe remarcar
en estas lineas es que estos imperativos indician los fuegos que el Atl-Tlachinol.li evoca visionariamente,
asunto que se ha tratado explícitamente al hacer la exégesis correspondiente de este
icono visionario, y sobre el cual nos hemos explayado al interpretar la visión del Dragón
de Siete Cabezas del Apocalipsis y del Tonalmachíotl o Cuauhxicalli (el llamado Calendario Azteca
o Piedra del Sol).
Un elemento más que mencionaremos brevemente en esta introducción a la Profecía de la
Veintena Sagrada, es su llamado vigoroso a tejer la malla familiar, a zurcir y remendar
sus redes, a permanecer los indios y sus seguidores, simpatizantes y discípulos, juntos. Todos
unidos. La unanimidad de propósito es fundamental, es fundacional. Y la alianza con aquellos
que detentan idéntica meta es urgente y necesaria.
Los musulmanes de las 73 denominaciones lo tenemos claro. Nuestra bandera es la unicidad
divina, nuestro Profeta es el último enviado de Dios, sello de la Profecía (sic), nuestro
libro es el Corán. El pacto que el Profeta de Dios realizó con cristianos da fe de la
justicia en la diversidad: el poderío militar inigualable del ejército de Dios brindaría
protección a las congregaciones y estados seguidores de Jesús, y estos grupos y naciones
pagarían el impuesto correspondiente a esta tutela e incluso serían exentos de ir a la
misma guerra que les defendería, llegado el caso. Esta fue una de las etapas constituyentes
del Imperio Islámico, y su parecido con el Imperio Mexihca resulta evidente. Como se
puede observar, en esta alianza no hubo una gota de sangre deramada, y sí muchas ventajas.
Desafortunadamente para Tenochtitlan, los pactos que realizó para constituir el Anáhuac,
sólo nos sirven de ejemplo para no enarbolar la traición en adelante.
Como se ve, la Veintena es nuncio del mejor futuro humano y amenaza ante el sectarismo.
Se concluye que el fuego consumirá a quien desuna, tanto a la integralidad de su ser,
como a la comunidad de seres de la que forma parte. Y en este tenor de albriciamiento,
culmina con un mensaje que muchos pensarán fantástico: nuestros hijos viajarán por
las estrellas.
Un primer acercamiento da a entender que esas luminarias humanas que se encuentran tanto
lejanas en el tiempo como lejanas en el espacio, serán acercadas al entendimiento de nuestra
progenie, cuestión que adelanta el fin de la ignorancia y animalidad que ha apresado
a nuestros congéneres, en particular a nuestros vástagos, que desde ya son capaces a voluntad
de acceder a las más sublimes sabidurías a través de la red de redes, la World Wide
Web (WWW). Y una segunda aproximación resulta en un paisaje digno del más optimista relato
de ciencia ficción. Y si estuviéramos redactando estas líneas prematuramente, no atreveríamos
la siguiente corroboración de la visión vigesimal...
El drone de última generación capturado en el espacio aéreo iraní, el RQ170 Centinel,
no fue hackeado en su comunicación ni en su sistema de navegación de posicionamiento
global, como pensamos algunos. Su circuitería la anuló un campo emitido por una nave de
superior velocidad que silenció sus sistemas, incluyendo el de detección de amenazas y
autodestrucción. La captura se dió en el aire una vez suprimidos sus procesos, agarrándolo
firmemente con un brazo mecánico, hasta llevarlo a un hangar para exhibirlo como presa. De
aquí la abolladura que su ala derecha ostenta.
Esta tecnología se basa en una ciencia superior a la que cualquier científico y fuerza armada
posee. Es capaz de hacer que vuelvan por la misma ruta los misiles balísticos intercontinentales
(aunque quien comanda estas operaciones no regresaría una bomba a los pueblos cuyos
gobiernos decidieron bombardearles: la redirigiría hacia el espacio exterior). El drone es la
prueba de fuego que el mundo necesita para verificar la existencia de este conocimiento,
que va más allá de su objetivo militar mencionado. La meta natural de estas capacidades es la
exploración del Cosmos. Los resultados intermedios son secundarios (aunque imprescindibles, dada
nuestra situación).
El científico que heredó este caudal de sabiduría al mundo es el señor Keshe, iraní.
Y el primer país que cumplió los requisitos éticos para detentarla y desarrollarla, fue
Irán. La Sagrada Biblia dice que Irán es la tierra del esplendor, la tierra de la hermosura,
la tierra de la belleza: ¿queda alguna duda al respecto?
Los artefactos que su tecnología está fabricando tienen usos médicos avanzados, son capaces
de convertir un desierto en un vergel, pueden descontaminar el mar de Fukushima, dotar de
energía interminable y limpia a cualquier persona sin contaminar nuestro ecosistema,
y un largo etcétera. ¿Se entiende por qué el mundo se erigió en enemigo de Persia?
Que Dios apresure la adhesión del mundo al nuevo pacto.
Que la Veintena Sagrada Cuente Contigo.
tepantzin tlacaztalli huitzilihuitl Ð Santa María Coatlaxopeuh,
de nombre Iván Ardila Anzúres, Mexihco-Tenochtitlan, cuna del Anáhuac.