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(Aplausos)
Creo que desearía estar tocando el banjo en este momento,
pero es fantástico estar aquí en TED.
Creo que soy el último, así que empecemos.
Hace un mes, estaba acostando a mis niños
cuando les hice la pregunta que aparece aquí:
¿Cuáles son las 3 cosas que todo ser humano necesita a diario?
Y, en cierta forma se lo pregunto a Uds., para que piensen cual seria su respuesta.
Pero creo que, cuando les pregunté a mis niños --al final les contaré cuál fue su respuesta--
pero cuando les hice esa pregunta a mis hijos
yo pensaba en mi mente
cuál sería la respuesta que ellos probablemente me darían.
O sea, comida, agua y un techo.
Como soy arquitecto, el techo está muy dentro de mi corazón.
Pero cuanto más pensaba en esa palabra, techo,
más me daba cuenta de que como arquitecto no uso esa palabra
a diario en la práctica, en mi vida cotidiana.
Hablo de edificios y de proyectos
pero no hablo de un techo.
Y creo que la razón por la cual no hablo de un techo
es porque, para la mayoría, en el mundo desarrollado
tenemos el lujo de no tener que pensar en estas 3 cosas
cada mañana al levantarnos.
Tenemos el lujo de no tener que pensar en un techo.
Realmente estuve meditando mucho sobre esto.
Como arquitecto, esto es lo que hago.
Son los edificios que construye mi empresa, MGB Architecture.
Estos son solo algunos.
Pero la forma en la que pienso a la profesión de arquitecto
es un poco como
construir un edificio a la vez; diseñar, trabajar en un edificio a la vez.
Cada edificio que hacemos, en cierta forma siento que es como subir una cuesta.
Con un gran equipo de gente, nos reunimos y tenemos que subir esta colina
y pasar por este largo proceso de diseñar el edificio
con los ingenieros y otros arquitectos, con nuestro cliente y una comunidad.
Cada vez que subimos esas colinas individuales llegamos a la cima,
y terminamos el edificio y todos nos sentimos bien.
Con suerte, será sustentable.
Con suerte, satisfará
las necesidades del cliente y de la comunidad.
Y es como si mirásemos desde la cima de esa colina que subimos.
Nos sentimos bien con nosotros mismos, nos sentimos bien por lo que logramos.
Así ha sido mi carrera,
y la mayoría de las carreras de muchos arquitectos.
Subir de a una colina a la vez.
Hubo un momento, hace 4 años,
para mí realmente importante.
Hubo un momento en el que una amiga muy querida
me dio una palmada en el hombro y me dijo:
"Sabes Michael, es realmente genial que hayas subido esa cuesta
y hayas creado un edificio exitoso.
Felicitaciones por eso.
Pero, ¿te has dado vuelta alguna vez a mirar estas cadenas montañosas
que yacen, en cierta manera, frente a ti?"
Cadenas montañosas que son montañas por escalar.
Y estas enormes, enormes cadenas montañosas en mi mente, y en la de ella,
en ese momento eran estas dos cosas: viviendas mundiales y cambio climático.
Cuanto más pensaba en ello, me daba cuenta
de que estos son los problemas que enfrentan los arquitectos en la actualidad.
Este es el gran problema a resolver.
Estas dos cadenas montañosas.
La realidad es que estas dos cadenas montañosas chocan
y forman, a su vez, una montaña aún más alta.
La verdad es que a medida que trabajamos arduamente para solucionar la vivienda mundial,
si lo hacemos usando la tecnología de construcción actual,
en realidad aceleraríamos el cambio climático.
En otras palabras, solucionaríamos una necesidad humana
pero provocaríamos otra, lo que obviamente no puede pasar.
Así que les contaré una historia sobre
cómo estas dos cosas se relacionan entre sí.
Hablaré primero de la vivienda mundial.
Hay estadísticas impactantes al respecto.
No hablamos de eso a diario en nuestra cultura popular moderna.
La estadística asombrosa que existe, y esto proviene de ONU Hábitat,
es que 3000 millones de personas en el mundo necesitarán una casa asequible
en los próximos 20 años.
3000 millones de personas.
Y eso refleja la realidad de que la población mundial está creciendo.
También refleja la realidad
de que 1000 millones de personas en el mundo aún viven en barrios de bajos recursos.
En todo el mundo, 100 millones de personas no tienen hogar.
Eso equivale a la población de tres Canadás.
Obviamente, como arquitectos, regresamos a ese tema del techo;
ese es el problema que debemos resolver.
Ese es el foco que debemos mantener durante toda nuestra carrera.
Porque 3000 millones de personas implica el 40 % de la población mundial.
Este es el mayor problema de construcción mundial.
Esto implicaría construir 100 000 nuevas casas cada día
para poder solucionar esta increíble necesidad humana.
Muchas de esas casas, por supuesto, se construirían en los países en vías de desarrollo
pero algunas aquí también.
La idea es que se trata de un tema de conversación popular actual
que existe en los medios de arquitectura y en los medios convencionales,
uno escucha mucho sobre el asunto del clima y de las viviendas.
El tipo de soluciones que se brindan son del tipo:
viviendas modulares y prefabricadas;
o apilar contenedores de formas interesantes,
o el usar materiales maravillosos como tierra apisonada
o construir con fardos de paja,
para solucionar de alguna manera el tema del clima y de las viviendas.
Pero la verdad es que en su mayoría
todas esas soluciones de las que hablamos en los medios
son rurales o, como mucho, de áreas suburbanas.
La realidad es que hoy el 50 % de la población mundial vive en entornos urbanos.
En los próximos 40 años, veremos aumentar esa cifra al 70 %.
La gran mayoría de ese aumento en la urbanización mundial provendrá,
tendrá lugar en los países en vías de desarrollo.
Así que es una realidad impactante
que el tipo de soluciones que discutimos a diario
no sean aplicables a los lugares donde vivirá gran parte de esos 3000 millones
de personas que necesitan casas asequibles.
La división, como para ubicarnos geográficamente, es de 85:15
15 % de la población mundial vive en los 35 países más desarrollados,
altamente desarrollados del mundo;
15 % de esa población.
El 85 % restante vive en lo que se llama países en desarrollo.
Así que la gran mayoría claramente vive en estos países.
También sabemos que ese 15 % que vive en esos países ricos del mundo,
construye la mayor cantidad de edificios en la actualidad.
La cantidad de metros cuadrados o de pies cuadrados por persona
que se construye para ese 15 % de la población es enorme.
Si tuviéramos que construir para esos 3000 millones de personas
la cantidad de edificios y de superficie que construimos
en estas naciones altamente desarrolladas,
rebasaría los gráficos --esa barra gris de abajo--
con la cantidad de edificios que tendríamos que construir
y la cantidad de espacio que construiríamos.
Lo que lógicamente hace que nos preguntemos
cómo es que eso termina impactando en el cambio climático.
Hablaré de eso.
Los edificios contribuyen mucho al impacto ambiental
de muchas formas diferentes.
Obviamente, si se trata de cambio climático, es una contribución enorme.
Si hablamos del cambio climático, generalmente
es sobre la cantidad de gases de efecto invernadero; pueden verlos allí.
Les muestro una gama, porque a veces es difícil
ser estadísticamente específico sobre estos temas.
Pero, aproximadamente 20 % del CO2 mundial
de los gases del efecto invernadero del que tanto hablamos
proviene de la construcción.
Así que los edificios tienen una responsabilidad
enorme y aplastante.
La verdad es que la cantidad de energía
que se necesita para climatizar una casa,
contribuye enormemente.
Pero las soluciones energéticas variarán,
conforme miramos el mapa mundial, de región en región.
Lógicamente, los problemas climáticos son totalmente diferentes.
Cómo resolvemos el tema de la energía en una construcción en Canadá
es muy diferente a cómo lo harían en el medio de Australia, donde es caluroso y seco.
Así que esas soluciones serán más del tipo regional.
Pero creo que se ha vuelto muy interesante
si uno mira las urbanizaciones, generalmente,
las soluciones son comunes de ciudad en ciudad,
de nación en nación, en todo el mundo.
Construimos de la misma forma, las estructuras que hacemos
son las mismas en todo el mundo.
Así que eso se ha vuelto mi principal interés y es de lo que hablo.
Dos materiales que se usan para construir estas urbanizaciones
son, en su mayoría, el acero y el hormigón... los bloques de hormigón.
También construimos con otras cosas, como ladrillos y demás.
Pero, en general, estos son nuestros materiales predominantes.
En los países en desarrollo, el material predominante en las urbanizaciones
es definitivamente el hormigón.
Y hay todo un tema por desarrollar
en cuanto a seguridad, desastres naturales, etcétera.
No voy a ahondar en eso.
Me mantendré al margen de eso hoy.
Pero sí hablaré del impacto
de estos dos materiales en el medio ambiente
y la forma en que tenemos que empezar a pensarlos.
El hormigón --y esto es algo que deberíamos analizar--
después del agua, el hormigón es el material que el hombre más produce en volumen en la tierra.
Es impactante la cantidad de hormigón que se produce cada año.
Cada año se producen cerca de 3 toneladas de hormigón por persona en el mundo.
Que obviamente se destinan a infraestructuras y edificios.
La producción de hormigón demanda mucha energía.
El moverlo y todo eso.
Es muy pesado. Emana mucho CO2.
Y la mejor forma de describir dónde se ubica en el mundo del carbono
--que es nuestra discusión principal sobre el cambio climático--
es de alguna forma comparar su impacto al que tienen otras industrias.
La industria aérea, por ejemplo, se menciona todo el tiempo.
Siempre aparece. A grosso modo 1 %
del carbono mundial proviene de la industria aérea.
Este es uno de los temas más recurrentes en los medios.
La huella que deja la industria marítima es de un 3 % del carbono mundial.
Un sorprendente el 15 % de la emisión de carbono mundial está relacionado
al transporte, pero la industria marítima por sí sola emite un 3 %.
Es realmente impactante el hecho de que
entre un 5 % y un 8 % del carbono mundial provenga únicamente del hormigón.
Deja una huella de carbono increíble.
Pero no tenemos muchas alternativas.
En eso voy a adentrarme.
El acero, que no se ve mucho,
es un poco mejor si tenemos en cuenta la huella que deja;
pero en realidad demanda más energía.
El acero, en la producción de hierro,
demanda cerca del 4 % de la energía mundial.
Así que, en realidad, la pregunta sería: ¿cuáles son nuestras alternativas?
Y cada alternativa que pensemos deberá, básicamente, hacer las dos cosas
que siempre debemos hacer cuando hablamos
de combatir el cambio climático y la emisión de carbono.
Debemos reducir las emisiones.
Debemos encontrar formas de almacenar el carbono.
Esas son las dos opciones que tenemos para poder solucionar estos problemas.
En la construcción hay tan solo algunos materiales que pueden hacer eso.
Y nada más. La madera puede hacer estas dos cosas.
La madera es un material que crece gracias al sol y usa la energía del sol;
mientras un árbol crece, libera oxigeno en el ecosistema
y a su vez absorbe carbono.
Cuando un árbol cae y se pudre o se prende fuego
ese carbono vuelve a la atmósfera.
Pero cuando se tala un árbol y se lo usa en una construcción
o para hacer un mueble o algo por el estilo,
en realidad se almacena el carbono mientras dure ese producto,
cualquiera que sea.
El carbono se almacena aproximadamente en esta ecuación:
por cada metro cúbico de madera que usamos en un edificio
se almacena cerca de una tonelada de carbono.
Mientras que otros materiales que están disponibles para la construcción
en realidad emiten carbono, la madera lo extrae.
Y para ubicarnos un poco, la casa de madera promedio en Canadá
almacena básicamente 28 toneladas de carbono, lo que equivale
a conducir un auto familiar durante 7 años.
Cuando apilamos madera, acero y hormigón como las 3 opciones
con las que podríamos construir y abordar el problema
de lo que pasará en las urbanizaciones futuras;
desde el punto de vista de los gases de efecto invernadero o desde el punto de vista de la energía,
la madera es realmente nuestra mejor opción.
Pero hay un gran inconveniente.
Generalmente, una gran contribución al cambio climático como lo conocemos
han sido las deforestaciones en los últimos 50 años.
La deforestación ha ocurrido principalmente en los países en desarrollo
al desmontar tierras para crear cultivos de mayor valor, o para usar la madera como combustible.
La deforestación y la tala de los montes
que han estado suministrando el oxígeno a la atmósfera ha sido un grave problema.
Obviamente que no queremos talar árboles de esa forma,
y obviamente queremos pensar en crear
un plan mundial más sustentable para administrar los bosques.
A grosso modo, un 10 % de los bosques del mundo están actualmente bien administrados,
desde el punto de vista de la sustentabilidad.
Y eso podría cambiar
si usáramos madera para construir en algunas de estas naciones en desarrollo
en vez de usarla como combustible o de desmontar para obtener más cultivos.
Podemos enseñarle a las comunidades nuevas formas de construir con madera,
para estimularlas a pensar en la madera
como fuente renovable y como motivador económico renovable para la comunidad.
Esa es una parte importante de nuestra solución.
El otro desafío que presenta la madera es que aún
la usamos básicamente de la misma forma que hace 300 años o más.
No se ha innovado realmente con la madera.
Una larga revolución industrial nos trajo acero y hormigón.
En gran medida, construimos con esos materiales sin pensar como arquitectos.
Inmediatamente pensamos en ellos, como si fuesen una solución fácil.
La madera es algo con los que no se ha innovado realmente
porque el acero y el hormigón nos permiten construir
edificios más grandes, puentes más largos, etc.
Así es que no hemos pensado en ella como un material de gran capacidad.
Entonces, cuando volvemos a esas dos montañas enormes de las que les hablé,
el derecho a la vivienda y el cambio climático,
en realidad crean un nuevo desafío, una nueva oportunidad.
Que realmente estará impulsada por un nuevo sentido de innovación para que
empecemos a pensar en cómo hacer un cambio sistémico
de forma que, en efecto, construyamos urbanizaciones.
Esa es una tarea muy difícil en lo que respecta a los arquitectos
y a los ingenieros, que dirigen empresas
muy pequeñas o de menor escala.
Es muy difícil para nosotros dar un paso atrás y ver
cómo podemos contribuir como individuos hacia ese cambio sistémico mayor.
Pero podemos hacerlo.
Pero necesitamos cambiar ese sentido de ambición que tenemos
sobre las oportunidades y sobre nuestro rol en la sociedad como arquitectos e ingenieros.
Creo que es algo maravilloso
que cuando le damos unos bloques de madera a un niño
es muy probable que comience a apilarlos
para ver cuán alto o qué objetos puede construir con ellos.
Parecería que esto fuera algo innato.
Pero cuando le das a alguien un puñado de piedras,
probablemente las amontonen para ver qué pueden hacer con ellas.
Hay algo arraigado en los seres humanos
que hace que seamos curiosos y tengamos interés en ver qué podemos hacer para construir cosas.
Hace unos días, esta semana, bajaba las escaleras
cuando me encontré con que mi hijo, Makalu, había construido esta torre dentro de casa.
Él estaba muy orgulloso de esto y quería que le tomara una fotografía;
yo quería incluirlo en TED, por cierto.
(Risas)
Pero está en nosotros.
Está en todos nosotros el querer hacer eso.
Pero lo curioso es que en los países desarrollados hemos creado
toda clase de normas y regulaciones
para prevenir nuestra capacidad de innovar realmente.
Pienso que esto es algo que podría decirse de muchas industrias,
no solo del ámbito de la construcción;
pero les daré algunos ejemplos para que vean qué quiero decir con esto.
En Columbia Británica hasta hace 2 años
el Código de Edificación nos permitía construir
edificios de madera de tan solo 4 pisos.
Ese era nuestro límite.
Mucha gente trabajó mucho para que ese código cambiase. Y lo lograron.
Ahora podemos construir edificios de hasta 6 pisos.
Bien, lo curioso es que mientras nuestro
código estaba cambiando, un amigo mío, Andrew Waugh,
de Waugh Thisleton, Londres, Inglaterra,
ya había construido un edificio de madera de 9 pisos.
Así que nuestro código no estaba al tanto de las
prácticas comunes en el resto del mundo.
Pero lo realmente asombroso es que
yo andaba en bicicleta con mi hijo, Makalu, en ***ón
cuando se aprobó la reforma del código.
Alguien de la oficina me escribió contándome las noticias.
"¡Ey! El código de los 6 pisos fue aprobado en Columbia Británica.
Ahora podemos hacer edificios de madera más altos".
Y yo rápidamente le respondí diciéndole que era fantástico.
Por otro lado, acababa de salir de un edificio que tiene aproximadamente 19 pisos.
Pero lo que es más importante es que ese edificio fue construido hace 1400 años.
Está hecho de madera, en una zona altamente propensa a terremotos,
con un clima similar al nuestro y aún sigue en pie.
Lo que hace que me pregunte:
¿Por qué hemos creado normas que ni siquiera permiten que podamos
hacer lo que hacíamos hace 1400 años? Y, ¿cómo es que en los últimos 100 años
hemos creado sistemas que por alguna extraña razón impiden
totalmente que podamos innovar y resolver problemas reales
que evidentemente tenemos que solucionar?
Por otro lado, me gusta contar esa historia
con esta presentación.
Yo le pregunto, especialmente a los arquitectos e ingenieros:
"¿Qué hubiese pasado en El Cairo de haber estipulado que
los edificios solo podían tener 20 metros de alto?"
Obviamente, nunca hubiese existido la Gran Pirámide.
La Gran Pirámide fue el edificio más alto del mundo durante 5000 años.
Hasta que...
¿qué hubiese pasado si en París hubiesen dicho:
"Solo se podrá construir una torre de acero forjado de 20 metros de alto"?
Lógicamente, nunca hubiese existido la Torre Eiffel.
Nuestra capacidad de soñar en grande
es una función de nuestra habilidad para resolver problemas e innovar.
Pero cuando nos creamos estos techos invisibles
ya no podemos pensar de esa manera.
Y tenemos que liberarnos de eso.
En la actualidad, hasta lo que pude encontrar --mis amigos me han ayudado a investigar--
el edificio de madera más alto del mundo
--del mundo moderno-- es éste.
Está en Rusia.
Fue construido por el señor de la gorra de piel,
¡Uy! Lo estoy retrocediendo.
Tiene 13 pisos de alto.
Hay toda clase de historias en torno a este.
Les propongo que lo busquen en Internet.
Pero lo interesante de todo esto es que
si el hombre de la gorra de piel puede arreglárselas para hacer un edificio de 13 pisos,
seguramente los arquitectos e ingenieros de todo el mundo también pueden.
Es algo importante.
Y la verdad es que la gente está tratando de mantenerse al tanto.
Así que lo que está empezando a pasar, y lo verán cada vez más seguido,
espero, porque estamos tratando de fomentarlo,
es que en distintos países del mundo,
distintos arquitectos, distintos clientes, distintos ingenieros,
están comenzando a explorar la posibilidad
de construir grandes edificios de madera.
Edificios que puedan realmente abordar las necesidades humanas en los entornos urbanos
de una manera más sustentable.
Y eso está pasando de una forma extraña.
Creo que es algo así como la carrera por el espacio del premio Space-X .
Creo que ese espíritu de competencia ya existía 100 años,
cuando empezaron a aparecer las grandes torres en Nueva York
y en otros horizontes del mundo, lo que parece un disparate.
Pero en realidad esas grandes torres,
y esos grandes gestos de lo posible,
y no los grandes sueños,
se volvieron nuestra motivación para solucionar problemas.
Una competencia por resolver problemas.
Pienso que aquí en Canadá, deberíamos entrar en esa competencia
y que la innovación debería ser algo que nos entusiasmase
y que pudiéramos perseguir más en nuestra vida cotidiana.
Porque la solución, en definitiva, ya se conoce.
En realidad ya sabemos cómo hacer muchas de estas cosas.
Sin embargo, por algún motivo, nos hemos olvidado que lo sabíamos.
FFTT, cuya sigla en inglés significa
"Divisar el Bosque Entre los Árboles", es el sistema que diseñamos.
No es glamoroso.
Es una forma de construir edificios de madera altos y de forma muy económica
para poder luchar contra lo que les estuve hablando.
"¿Cómo podemos construir para solucionar esa necesidad masiva?"
Muchos otros sistemas similares son posibles y se los está investigando,
pero no lo estamos haciendo lo suficientemente rápido.
No estamos investigando lo suficientemente rápido.
Porque, en definitiva, nos damos cuenta de que esto es una especie de carrera.
"¿Cómo podemos llegar a esos 3000 millones de personas que necesitan un hogar
si no hacemos un cambio sistemático y rápido?"
Y ese cambio ocurrirá
porque la realidad es un gran problema pero también nos da una increíble oportunidad.
La nación que lidere este cambio de alcanzar
esas 100 000 nuevas casas cada día
y de lograr aplicar estos nuevos sistemas
será la nación que también ganará económicamente.
Las empresas y los individuos que lo hagan verán ese beneficio económico
al hacer algo que muchos sentimos
es un gesto significativo y altruista hacia nuestro prójimo.
Entonces empezamos una organización llamada "Albergar el mundo"
que fomenta y apoya justamente eso.
Hemos establecido algunas metas sobre qué implicaría eso.
Pero en realidad es sobre cómo crear estructuras libres de carbono.
Las primeras tres metas son [realistas]
y creo que las otras tres llevará bastante tiempo implementarlas,
quizá toda una vida.
Pero, en general, queremos fomentar ese nivel de innovación.
Tenemos una gran motivación con la que contribuir.
Al principio de la charla,
les contaba que estaba acostando a mis hijos
y les pregunté: ¿cuáles son las 3 cosas esenciales que
todo ser humano precisa a diario?
Mi hija Elsa, la de la izquierda,
me dijo algo que me sorprendió
y, por supuesto, me hizo ver que otra vez estaba equivocado.
Ella me respondió: comida, agua; tal como yo lo había pensado.
Pero su tercer respuesta fue: amor.
Y luego, agregó: "y por supuesto, papi,
un techo puede ser la cuarta cosa, si es que uno realmente necesita tener una casa en la lista".
Pero, ella tiene razón, ¿no?
Esa es la respuesta correcta.
Luego le hice esta misma pregunta a otras personas.
Les comenté al principio que esa persona me había dado una palmada y me había dicho:
"Es genial que hayas subido todas esas colinas y que hayas hecho tantos edificios,
pero, ¿qué vas a hacer con estas cadenas montañosas?"
Cuando yo le pregunté a ella, su respuesta fue:
"Amor, risas, sushi".
(Risas)
No sé qué quiere decir esto, pero me causó gracia.
Muchas gracias. (Aplausos)