Tip:
Highlight text to annotate it
X
Probablemente ya has visto las imágenes del hundimiento del puente de Tacoma Narrows en 1940 (si no, las puedes encontrar fácilmente
en internet). Aunque dicen que en Seattle a eso lo llaman simplemente construcción defectuosa,
muchos profesores y libros de física ya te habrán explicado que el puente se vino abajo
debido a la resonancia con el viento.
Pero se equivocan, porque la resonancia es una vibración inducida por una fuente que oscila
a una frecuencia similar, como cuando el columpio del parque se eleva cada vez más alto
si lo empujas, o como los electrones en una antena se mueven al compás de las ondas electromagnéticas de
una señal de radio, o como vibra la cuerda de una guitarra o como una copa de vino se hace añicos si cantas
precisamente con el tono adecuado.
Y no es eso lo que sucedió en Tacoma Narrows, porque la gente que estaba en el puente ese día
midió una velocidad del viento prácticamente constante, es decir, "no oscilante". Por lo tanto,
no hubo resonancia forzada.
También es tentandor pensar que el puente se hundió debido a la generación de vórtices, un proceso muy llamativo
que tiene lugar en los fluidos y en el que se van formando vórtices en el borde de un objeto,
pero eso tampoco es correcto.
Lo que hizo que el puente se derrumbase es un fenómeno conocido como flameo aeroelástico,
el mismo que hace que un folio de papel o una hoja de hierba vibren cuando los sujetas
y soplas en uno de sus extremos. Basicamente, cuando el viento alcanzó una velocidad suficiente, el puente empezó a
retorcerse un poco, y entonces la gravedad y la tensión del puente hicieron que se retorciese en sentido opuesto,
¡pero demasiado! Porque entonces el viento pudo empujarlo en la dirección contraria, haciendo
que se retorciese aún más. Y así sucesivamente, hasta que el flameo del puente
provocó su destrucción.
El flameo aeroelástico no se produce únicamente en los puentes. También puede hacer que las alas de un avión
retumben con un ruido molesto o vibren con tal intensidad que acaben haciéndose pedazos. Pero no tienes por qué preocuparte,
la última vez que le pasó eso a un avión de pasajeros fue a principios de los años 60. Probablemente debería preocuparte
más el columpio encantado de Firmat, en Argentina, que puede balancearse solo
durante días. Pero, espera un momento, si eso no es más que flameo aeroelástico. Qué le vamos a hacer, fantasmas,
¡la física os ha delatado!