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La diabetes está creciendo como enfermedad,
está creciendo como problema social y de salud,
y el principal tema es que la mayoría
o una gran proporción de los pacientes
con diabetes tipo II no son tratados correctamente.
Y la segunda consideración es que la diabetes tipo II
es una enfermedad progresiva que empeora.
De modo que necesitamos más drogas
para poder mantener la glucosa bajo control,
y evitar los problemas subsecuentes de la diabetes.
Por lo tanto, los inhibidores de la DPP-IV
representan una nueva clase de agentes.
-¿El uso de estas drogas
puede demorar el uso de insulina en estos pacientes?
-Bueno, esa es una pregunta interesante.
Y la respuesta es que no lo sé.
Quizás, pero remarco el "quizás",
estas drogas prueben que actúan
sobre la masa de células beta, es decir
la masa de células que producen insulina.
Quizás sean capaces de posponer
el momento de cambiar hacia la insulina.
Hay resultados preliminares, que son muy claros
en roedores, en animales, de que estas drogas son realmente
capaces de expandir la masa de células beta.
Pero en humanos no tenemos idea ni evidencias.
En los humanos, es enormemente más difícil.
Tenemos una deficiencia de insulina
y un exceso de glucagón en la diabetes tipo II.
Los inhibidos de la DPP-IV actúan
a través del GLP-1 endógeno,
al mejorar el funcionamiento del GLP-1,
que internamente actúa mejorando
la respuesta de la célula beta a la glucosa
y también la respuesta de la célula alfa a la glucosa.
Entonces en general, los inhibidores de la DPP-IV
mejoran la fisiología del islote pancreático,
con el resultado final de una mejor secreción de insulina
y una secreción de glucagón más fisiológica.