Tip:
Highlight text to annotate it
X
¿Te acuerdas cuando teníamos 19 años,
y estábamos totalmente enamoradas,
y no podíamos decirle nada a nadie?
Mi padre era todo para mí.
Me he pasado la vida tratando de ser
la mitad de la persona que fue mi padre.
¿Te arrepientes de algo en tu vida, Abuelo?
No. He vivido una vida maravillosa.
Quiero que hagas lo mismo.
Vive con valentía.
Escuchar es un Acto de Amor
Un Programa Especial de StoryCorps
Dirección Los Hermanos Rauch
Guión Gráfico Stephen DeStefano Tom Minton
Dirección Artística Bill Wray
StoryCorps le brinda a la gente de todo el país la oportunidad
de grabar y preservar las historias de sus vidas.
La primera cabina de grabación fue inaugurada
en la estación Gran Central en Nueva York.
StoryCorps ha grabado miles de conversaciones,
incluyendo algunas con su fundador, Dave Isay.
Empiezo con alguna de las preguntas de mi lista, ¿verdad?
Benji Isay El sobrino de Dave
Dave Isay Fundador de StoryCorps
Sí, como quieras. Okay.
¿Cómo eras de pequeño?
Yo era un chico un poco extraño.
No quería hacer nada más que ver televisión
y pasaba mucho tiempo solo.
Pero siempre me gustaba hablar con las personas mayores:
como la mesera de la cafetería que estaba cerca de mi casa
o mis abuelos.
Me acuerdo que cuando tenía unos cuantos años más que tú,
tu bisabuelo Abe y tu bisabuela Rose con sus hermanas, vinieron
a nuestro apartamento para el Día de Acción de Gracias.
Después de la cena, encontré una grabadora que había por ahí.
Y no sé por qué, se me ocurrió entrevistarlos.
No tenía ni idea de lo que estaba haciendo,
pero grabé sus voces y sus historias de todas formas.
Y entonces vi cuánto les gustaba ser escuchados.
Algunos años después, fallecieron tu bisabuelo,
tu bisabuela y todas sus hermanas.
Entonces, recordé que los había grabado,
y fui a buscar la cinta pero no la pude encontrar.
Incluso ahora, cuando voy a la casa de tu abuela,
busco esa cinta con la esperanza de que aparezca.
No entiendo. ¿Por qué la sigues buscando?
Porque me haría muy feliz poder escuchar sus voces de nuevo.
Y me encantaría ponerte esa cinta para que la escucharas.
Sabes, cuando hice esa grabación,
aprendí algo importante:
puedes encontrar historias asombrosas
en la vida de la gente común y corriente.
Lo único que tienes que hacer es preguntarles sobre sus vidas,
y escucharlos.
¿En serio? ¿Eso es todo?
Sí, así de fácil.
Podemos aprender tanto de las personas que nos rodean --
incluso de aquellas personas que ya conocemos --
sólo tomándonos el tiempo para conversar un ratito.
Y con un poquito de atención, encontrarás sabiduría
y poesía en sus palabras.
¿Y la gente de veras quiere que les preguntes sobre sus vidas?
Claro, definitivamente.
A la mayoría de la gente le encanta ser escuchada,
porque esto les hace sentir que sus vidas importan mucho.
Lo único que tienes que hacer es preguntar cosas como:
"¿Quién fue la persona más importante en tu vida?",
o: "¿Qué es lo que más te enorgullece?".
En realidad, escuchar atentamente es simple.
Si tienes curiosidad, tratas a la gente con respeto
y tienes el coraje de hacer preguntas importantes,
suceden cosas grandiosas.
James Ransom y Cherie Johnson Primos
Cuando eran niños, James y Cherie se pasaban el verano
en Florida, en casa de sus abuelos.
Tenían una vecina inolvidable.
JAMES: Hablemos un poco sobre la señorita Devine.
CHERIE: La señorita Lizzie Devine.
La señorita Devine era una dama flaca como un alambre.
Usaba vestidos de verano;
se ponía un pañuelo y un sombrero de paja,
y era la única persona que recuerdo que tenía más poder
que mi abuela.
No era mala persona; era rígida.
Rígida, sí, muy rígida.
Y sabes, cuando decía algo, no cabía duda de lo que quería.
De hecho, era nuestra maestra de religión los domingos.
La única excusa válida para faltar a clases de religión
los domingos era tener un pie en la tumba...
Absolutamente. Eso era lo único.
No había excusa válida.
Tenías que ir. Sí, tenías que ir.
Una de nuestras oraciones
cuando estábamos en la clase de la señorita Devine era:
"Ay, Diosito, ipor favor déjame llegar a grande
para poder dejar de ir a esta clase!".
Ella daba las clases de catecismo y decía:
"¿Quién te hizo?" "iDios!"
"¿Dónde está Dios?" "iEn todas partes!"
Así hablaba y nosotros decíamos:
"Ay Dios, iten misericordia, por favor!".
Esta señorita Devine venía a nuestra casa
los domingos por la mañana,
y cuando yo la veía llegar, Cherie, yo pensaba
que los árboles se iban a quedar sin hojas
y que el cielo se iba a oscurecer y cubrir de nubes.
Y una mañana, cuando ella llegó a nuestra casa, entró y dijo:
"Buenos días, niños".
Y todos, de mi madre para abajo, dijimos:
"Buenos días, señorita Devine".
Y ella dijo: "Es hora de ir a la clase de religión, niños".
Yo le dije: "Señorita Devine,
no puedo ir a clases de religión hoy".
Y ella dijo: "¿No?". Yo le dije: "No, señora".
Ella me dijo: "¿Y por qué no?".
Yo le dije: "Mi mamá no me empacó suficiente ropa
para ir a la clase de religión esta mañana".
Ella dijo: "¿Ah, no?". Y le dije: "No, señora".
Ella me dijo: "¿Qué tienes? ¿Qué tipo de ropa tienes?".
Le dije: "Lo único que tengo, señorita Devine,
son mis pijamas y mis zapatos tenis".
Ella me dijo: "No te preocupes, querido,
ponte tus zapatos tenis -- vamos a ir a clase de religión".
Miré a mi madre, y ella apartó la mirada, Cherie.
La señorita Devine me hizo caminar dos cuadras
con mis pijamas y mis zapatos tenis.
Tuve que sentarme en la iglesia, con mis amigos,
durante la clase de religión, en pijamas y zapatos tenis.
Te lo juro, Cherie, nunca más volví a mentir.
La señorita Devine siempre estaba ahí para cuidarnos.
Cierto.
Sí, pero cuando la señorita Devine te hacía trenzas,
se te subían los ojos a la frente así.
[ Risas ]
Tenías que acostarte en almohadas suaves porque,
te digo, te las hacía muy apretadas.
La señorita Devine también tenía
árboles de mango por todo el jardín.
Pero la señorita Devine no te traía un mango
a no ser que estuviera podrido.
[ Risas ]
Olía como a licor.
[ Risas ]
Ahí sí te traía tu mango.
[ Risas ]
¿Pero sabes qué?
Ese es el tipo de cosas con las que crecimos.
Y nunca lo olvidaré.
Alex Fernández Maestro de secundaria de Noe
Mi madre ganaba menos de $8.000 al año,
y si llegaba a los $8.000, se ponía muy contenta
de haber ganado tanto dinero.
Entonces, yo literalmente me ponía en frente de mi casa,
con todos mis productos de limpieza y los vendía.
No es que me ganara mucha plata.
Me ganaba, ¿qué? ¿Como unos $20 a la semana?
Pero un niño de 8 años,
se siente millonario con ese dinero.
Con eso puedes comprar muchas historietas y otras cosas, sí.
Pero lo que pasa es que yo no era como los otros niños.
No me iba a comprar tarjetas de Pokémon.
El poquito dinero que me ganaba se lo daba a mi mamá.
La primera vez, me acuerdo que ella estaba cocinando.
Y, eh, me acerqué y le dije:
"Mamá, sé que no tienes mucho dinero,
así que aquí tienes $15 que me gané".
Ella apagó la estufa, se dio la vuelta,
empezó a llorar y me abrazó.
Desde entonces, me dediqué a conseguir dinero
para mi familia.
¿Cómo conseguías dinero?
En primer lugar, lo que se le ocurre a la gente,
sobre todo en un barrio pobre, es vender drogas.
Pero yo no vendía drogas.
Y la razón es que, en primer lugar, sé que eso no está bien.
En segundo lugar, me imaginé a mi mamá,
lo decepcionada que estaría si se hubiera enterado.
Así que empecé a ayudar en una construcción.
Y esto fue en quinto grado.
Me hizo muy mal para los huesos.
Tengo como los hombros malos, las rodillas malas
por todas las cosas pesadas que cargué.
Cuando eras más joven, ¿te dabas cuenta de que, vamos,
eso no era normal, o no era como lo que hacían los demás?
Bueno, siempre supe que era pobre.
Pero sí me acuerdo de una vez, en especial.
Mis zapatos estaban todos raspados,
así que tomé un poco de pintura y los pinté de blanco.
Un chico se tropezó y cayó justo frente a mis zapatos
y lo notó.
Y los señaló y, eh, se rió.
Y ahí fue cuando me di realmente cuenta de que era más pobre
de lo que pensaba.
¿Cómo te va en tu primer semestre de universidad?
Todo va muy bien.
Pensar que soy el primero en toda mi familia
de más de cincuenta personas
que ha podido ir a la universidad --
esa es mi motivación más grande.
Estoy muy orgulloso de que hayas llegado tan lejos.
Nada más quiero verte volver en unos diez años,
vestido muy elegante.
Ya tú sabes, de traje entero.
Buenos zapatos,
y que finalmente tengas un par que no hayas tenido que pintar.
Quiero que tengas todo lo que siempre has querido.
Nueva York, Nueva York
Gweneviere Mann y Yasir Salem
Debido a complicaciones por una operación al cerebro
para extraer un tumor, Gwen ahora vive
con pérdidas de memoria de corto plazo.
Siempre ando con una nota en el bolsillo
que me dice qué fecha es hoy.
Y tengo que apuntar cuándo como
porque a veces almuerzo tres veces
porque no me acuerdo que ya comí.
Los doctores dicen que el cerebro
puede seguir curándose durante dos años,
pero que después de eso, lo que no se cure, no se curará jamás.
Y a ti te operaron en noviembre del 2008, ¿verdad?
Sí, así que voy a tener que vivir el resto de mi vida así.
Y lo que más me asusta es quizá la idea de que un día
me voy a despertar, voy a tener 80 años
y no me voy a acordar
de los últimos cuarenta años de mi vida.
¿Te acuerdas cuando saliste de la operación?
Sé que pensaba que estaba en San Francisco.
¿Y cómo se llama eso? ¿Te acuerdas?
Confabulaciones. Sí.
Sí. ¿Te acuerdas de alguna otra confabulación que tuve?
Pensabas que tu compañera de trabajo, Bárbara, era tu mamá.
Ah sí, es verdad.
Y eso que ella es de una raza
completamente distinta a la tuya.
Qué divertido, sí.
En un momento te confundiste
porque pensaste que tú y yo habíamos terminado,
y yo te decía: "Y entonces, ¿por qué crees
que te estás quedando aquí en mi casa conmigo?".
Y ella dijo: "Pues, porque somos así, buena onda".
Sí, ay, discúlpame. No te preocupes.
Y después de todo lo que estabas haciendo por mí.
Por suerte, eso se te pasó.
Sí, yo también estoy agradecida por eso.
Y bueno, ¿hay algo positivo
en esto de haber perdido la memoria?
¿Algo que recuerdes?
Bueno, corrí la maratón de Nueva York contigo, mi novio.
Y, eh, una de las cosas que te pedí que hicieras,
para ayudarme -- como un truco --
era que no me dejaras ver los marcadores en el camino.
Y que si te preguntaba cuánto tiempo llevábamos corriendo,
me dijeras siempre que diez o quince minutos.
Y funcionó de maravilla.
Y cuando llegamos al final, tú y yo cruzamos la meta,
e inmediatamente empecé a derramar mil lágrimas
de felicidad.
Estaba tan contenta.
Sabes, he pasado muchos días desde mi lesión
comparando cómo soy ahora con cómo era antes,
y sintiéndome triste por lo que perdí,
pero correr en la maratón en realidad me demostró
que todavía tengo mucho dentro de mí.
Chapel Hill, Carolina del Norte
Mi papi fue elegido alcalde dos veces.
Y cuando chico, yo caminaba por la calle de su mano.
Todos nos paraban, me acariciaban la cabeza,
y me decían: "¿Cómo estás, peque-alcalde?".
Sí, yo tenía un papi maravilloso.
Y cuando tenía como 14 años, me dijo:
"Mira, hijo, tú vienes de una larga línea
de alcohólicos crónicos.
Yo soy un alcohólico que está esperando su primer trago,
pero me rehúso a tomarlo".
Me dijo: "Si tomas alcohol, podrás salirte con la tuya
por algún tiempo, pero después destruirá tu vida
y probablemente te matará".
Y me dijo: "Quiero que te acuerdes de eso".
Y yo le dije: "Está bien, Papi, lo pensaré seriamente".
Lo pensé lo suficiente como para ir a pedir dulces ese Halloween
con mi amigo y pasamos por una rotonda de fraternidades.
Esos chicos sabían quién era yo.
Todo el mundo conocía a mi papi.
Y uno de esos chicos de fraternidad me dijo:
"Oye, ¿tú has tomado alguna vez un trago?".
Y yo le dije: "No, nunca".
Me dijo: "Pues tómate esto: te va a quemar,
pero te va a gustar".
Nunca me sentí tan bien en mi vida.
Siempre y cuando tomara alcohol,
me convertía en lo que siempre había querido ser:
un ser humano seguro de sí mismo, guapo e inteligente.
Y esto me funcionó muy bien por más o menos
cuarenta años de mi vida.
Supongo que tomó tamaña disciplina poder cambiar.
Bueno, fue más que eso.
Me acababan de sacar
de mi vigésimo-octavo tratamiento para el alcoholismo.
El doctor me dijo: "Te doy dos semanas.
Después de eso, estaré leyendo tu nombre en los obituarios".
Así que fui al cementerio
donde estaban enterrados mi mami y mi papi,
y les dije que estaba sobrio; que no iba a morir así.
Y después, bajé a un lugar que conocía
donde hay una salida de autopista
y donde hay muchos carros.
Y me paré ahí con un letrero, y así fue que te conocí.
Cada vez que pasabas,
sacabas por la ventana dos dólares y una lata de atún.
Era la noche de Año Nuevo.
Y yo no tenía a dónde ir, no podía tomar,
y todo el mundo estaba de fiesta,
y tú te acercaste caminando y me dijiste:
"¿Te acuerdas de mí?".
Te dije: "Sí, eres el tipo de los dos dólares".
Y me dijiste: "Te voy a llevar a mi casa
para una fiesta de Año Nuevo. ¿Te gustaría?".
Te dije: "Creo que eso no va a resultar, señor.
Usted tiene esposa, ¿verdad?
Ella va a tener mucho que decir
si usted trae a un viejo maloliente e indigente
a su hogar".
Dijiste: "Mi esposa te recibirá muy bien".
Fui a tu casa y me duché y me diste ropa limpia.
Y nos sentamos en la mesa
y te conté algunas historias sobre quién era yo realmente,
y quién era mi padre.
Soy más de lo que la gente se imagina.
Espero haber podido ser una pequeña ayuda en tu camino.
Bueno, sabes, David,
sin tu amabilidad y tu familia y todo, no sé.
No estoy diciendo que hubiera vuelto a tomar,
pero sí estoy diciendo que hubiera sido muy duro.
Eddie ahora vive con David.
Nueva York, Nueva York
Scott Miller El hijo de Jackie
¿Cuándo fue que tú y papá se decidieron a adoptar?
Siempre lo supimos, desde que nos casamos,
e incluso creo que hasta hablamos de eso antes.
Como sabes, somos gente muy metódica.
[ Se ríe ]
Bueno, esto es algo que no sabes.
Cuando tenía 17 años, quedé embarazada.
Y la luz de mi vida era mi padre,
pero él me dio 24 horas para irme de la ciudad.
Entonces di al bebé en adopción y me dije en ese momento
que adoptaría a un niño en cuanto sea capaz de cuidarlo.
Guau.
No me esperaba oír eso.
Me imagino.
Tantas veces pensé:
"Oh, Dios, ¿será este el momento para decirle?".
Pero ahora tengo 73 años, y me parece
que es un secreto demasiado grande.
Bueno, eh, hablando de secretos.
Cuando te dije que era gay, recuerdo que te dije algo como:
"Oye mamá, tengo que hablarte de algo",
y se me enredaron las palabras tratando de decirte que era gay.
Y lo primero que salió de tu boca fue:
"Soy tu madre y te amo".
Para entonces, yo ya sabía.
No tenía ni la menor duda.
Eres...itú!
Y soy muy feliz si estás feliz con tu vida.
Además, a veces me ayudas con mi pelo...
[ Risas ]
Sí, tiene sus ventajas.
No tiene desventajas para mí.
Me hace gracia, creo que cuando se trata de ti,
trato de no ponerme muy sentimental.
Me preocupa a veces que nunca sepas cuán profundamente te amo,
y cuánto miedo me da imaginar mi vida sin ti.
Eso es algo que no puedo remediar.
No dudo que será difícil, pero... vas a estar bien.
Lo que ha sido maravilloso, cariño,
es que pasamos mucho tiempo juntos
y no nos hemos perdido de casi nada.
Cheng *** El papá de Chen
Kay *** La abuela de Chen
Yo no era muy simpática.
Si cometía algún error,
mi madre me hacía pedirle disculpas.
En nuestras costumbres, cuando le pides perdón a tu madre,
tienes que traerle una taza de té y decirle: "Lo siento".
Pero yo derramaba la taza de té caliente a propósito
en el regazo de mi madre.
Y tampoco era una buena estudiante.
Siempre mentía para salirme de la escuela
porque tenía muchos novios detrás de mí.
En ese tiempo era joven todavía y no me veía mal.
Bueno, ¿qué más? Apúrense, apúrense.
Quiero irme a casa.
¿Cómo conociste al Abuelo?
Yo estaba preparándome para ser enfermera en un hospital.
El estaba ahí para una operación de hemorroides.
Entonces, cuando tu abuelo me ve, me pregunta y me pregunta
que si nos casamos.
Y yo le decía: "No me gustas.
Tienes la cabeza calva".
No me gustaba porque era feo.
Pero lo que sí es cierto sobre tu abuelo -- es muy inteligente.
Eso es todo.
No más preguntas.
[ Risas ]
¿Sólo un par de preguntas más?
Corta.
Cortas. Cortas.
Cuéntame sobre tu trabajo en Bloomingdale's.
¿Qué hacías?
Tú sabes lo que hacía. No voy a decirte nada.
No, tienes que -- tienes que hablar sobre eso.
Yo soy una detective.
[ Risas ]
Capturé a una diseñadora famosa una vez.
Mejor no digo quién.
Se robó un vestido, tres mil y pico de dólares.
Entonces la seguí fuera de la tienda.
Le dije: "¿Le gustaría pagarme por ese vestido?".
Me dijo: "¿Sabe usted quién soy yo?".
Y le dije, "Sí: iuna ladrona!".
[ Risas ]
Y sí, esa es mi vida.
¿Te arrepientes de algo?
iNo! ¿Por qué me voy a arrepentir? No.
Creo que soy lo suficientemente vieja para hacer lo que quiera.
Y eso es todo.
[ Risas ]
Kay falleció después de unas semanas.
Cheng y Chen la recordaron en su hogar en San Francisco.
CHENG: Sabes, hay una línea
entre ser independiente y ser testaruda,
y mi madre la cruzaba mucho.
Le gustaba quejarse de cosas,
pero en realidad no le importaba.
Como cuando cuidaba al Abuelo, hacía mucho por su cuenta.
Tú lo sabías porque se quejaba,
pero lo hacía de todos modos a pesar de quejarse.
Sí.
No sé cuán dispuesta hubiera estado a grabar con StoryCorps
si no hubiera sabido cuán poco tiempo le quedaba.
Fue como uno de sus últimos regalos para nosotros.
Mi madre fue cremada y el plan original
era ponerla en el mismo nicho con mi padre.
Al lado del Abuelo.
Pero me dijo, mejor mantenme en tu casa por un ratito.
Así que ahora tengo sus cenizas en casa
y hablo con ella a veces.
Le digo buenas noches o que me hace falta.
Así que me hace un poco feliz saber que está conmigo.
Entonces tal vez este año le haré preguntas a la Abuela,
como tú cuando eras chico.
Benji, eso le encantaría.
Escuchar a alguien es el regalo más maravilloso
que le puedes dar.
Significa mucho -- iy es gratis!
O sea, imagínate qué pasaría si todos nos detuviéramos --
y nos escucháramos.
Creo que nos daríamos cuenta
de que no somos tan distintos los unos de los otros.
Nos veríamos reflejados en las historias de los desconocidos.
Las personas gritarían un poco menos --
y escucharían un poco más.
Porque si nos tomáramos el tiempo de escucharnos,
de realmente escucharnos, veríamos que la bondad,
la valentía y la generosidad se encuentran
en todo nuestro alrededor.
Y nos daríamos cuenta de que cada voz importa.