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Silo- Presentaciones de libros HUMANIZAR LA TIERRA
Buenos Aires, Argentina 13 de noviembre de 1989.
En los veinticinco minutos siguientes,
me propongo dar una idea general
de esta trilogía
que hoy se lanza bajo el título de "Humanizar la Tierra".
He pensado que entrar en tema directamente,
sin dar algunos datos sobre los contextos que operaron en esta producción
era, cuando menos, insuficiente.
Además, he considerado que debía dar mi opinión
francamente comprometida sobre tales contextos
y no limitarme a una descripción neutra.
Las tres obras que conforman el presente volumen
fueron escritas en un poblado pequeño,
rodeado de viñedos y olivos,
plantaciones estas que corresponden, en general,
a la producción agrícola de las zonas semidesérticas.
Ese es el enmarque "paisajístico"
en el que se ha generado este libro.
Pero también es necesario mencionar otros aspectos
entre los que quisiera destacar
el del ambiente cultural de este país,
tan refractario al surgimiento de las nuevas ideas.
Estos escritos...
Estos escritos, no son fruto de la gran ciudad ni del gran centro cultural.
Son resultado del silencio y la lejanía.
Esta ausencia,
esta barrera psicológica
puesta entre nosotros y la cultura oficial,
ha sido beneficiosa.
Y el empecinamiento en nuestras declaraciones por colocarnos en franca dialéctica
con respecto al ambiente intelectual de este país,
no se modificará
hasta que comience realmente un proceso de cambio
de mentalidad y procedimientos.
Pero el cambio no sobrevendrá
por imponer los valores de un mundo
que en los mapas escolares
aparece "encima" de Latinoamérica,
ni ocurrirá tampoco por el rescate de supuestas "raíces" telúricas.
Nosotros que venimos empeñados en enseñar
que no hay identidad,
ni se logra progreso por la toma de modelos del mundo externo,
chocamos desde hace mucho tiempo
con las diversas interpretaciones
de la llamada "cultura nacional".
Porque es evidente que la cultura no consiste en un ropaje,
en un folclore,
ni en una lucha estéril y superficial contra tal ropaje y tal folclore.
Si es que tiene que nacer tal identidad,
sólo se logrará pensando y haciendo desde adentro de un país
y desde adentro de un continente,
con la intención puesta en devolver al mundo
los aportes positivos que ese mundo ha dado,
y en no devolver todas las maldades
que ese mundo también ha generado.
Por otra parte, en el proceso de mundialización que estamos viviendo,
no tiene sentido ningún chauvinismo nacional ni regional.
En cambio,
tiene que ver con el progreso de nuestras sociedades desarticuladas,
que éstas vertebren su producción
y su cultura
para integrarse a un proceso mayor en marcha.
Cuando hablo entonces, de identidad nacional
o regional,
lo estoy haciendo desde esa óptica
y no desde el chauvinismo retrógrado
o desde la dependencia neo-colonial
a la que las sociedades desarticuladas
están expuestas en el momento actual.
Porque se enfrentará al mundo que viene creando una identidad productiva
basada en la industria y la tecnología
y, en ese contexto, la cultura habrá de contribuir
al esclarecimiento de esos objetivos de progreso material.
Así es que pensar a nuestras sociedades desde "adentro",
significará básicamente pensar en desarrollarlas
en base a la creación de centros productivos
de energía, industria y tecnología.
¿Cómo definiremos entonces
la cultura que queremos,
no para el mundo, por cierto,
sino para este país,
para este continente
y para esta etapa inmediata?
La definiremos como
una orientadora ideológica
lanzada en todos los campos del quehacer intelectual
hacia el logro de la producción material de bienestar.
Mientras eso no ocurra
la cultura continuará manipulada por incompetentes
sirviendo sólo
como instrumento desviatorio de los cambios profundos que hoy requieren nuestros pueblos.
Entre tanto,
todos los que quieren ese cambio son silenciados y marginados
no solamente en el campo político,
sino que en el campo de la producción material, ideológica y artística.
Cuanta mentira se ha pergeñado aquí,
haciendo creer a través de ciertos medios de difusión corruptos,
a través de algunos círculos intelectuales y políticos,
que nuestra obra es simplemente una mixtura ideológica europea,
como si no hubiera que rescatar de Europa vigorosas enseñanzas
y como si la crítica lanzada no fuera hecha, a su vez,
desde ideologemas europeos.
Cuantas veces se ha dicho
que nuestra actividad atenta contra los valores nacionales
cuando en realidad muchos de esos valores son totalmente importados,
tanto en su expresión como en su contenido.
Cuanto irresponsable ha afirmado,
haciéndose eco de centros de poder foráneos,
que nosotros dependemos de lo foráneo...
Para terminar estas consideraciones en torno al enmarque cultural
en el se ha producido nuestra obra,
digamos esto:
si en una sociedad
se instala como uso la falsedad de juicio
y se institucionaliza tal falsedad,
es porque algo grave está ocurriendo allí
y, no sería de extrañar
que todo fuera saliendo cada vez peor
en esta torre de Babel
en la que las personas ya no se entienden
porque se afirma que lo blanco es ***, lo *** azul y lo azul es amarillo.
Pero dejando de lado nuestras luchas
en este país y en este continente,
dejando de lado contextos mayores aún,
en los que se da nuestra obra,
nos concentraremos en el comentario específico
del libro que hoy lanzamos.
Las 21.407 palabras ordenadas en 4.434 líneas
que plasman el pensamiento de esta obra,
son pocas palabras y pocas líneas.
Esa escasez material
muestra, a nuestro parecer,
las alas de una reflexión pausada.
Nada mejor para redondear la información,
que citar la nota de la primera página de la presente edición
en la que se da cuenta de fechas y circunstancias
asociadas a la producción de esta trilogía.
Comillas...
"La Mirada Interna quedó concluida hacia fines del otoño de 1972,
siendo corregida en Agosto de 1988.
A su vez, El Paisaje Interno fue terminado en el invierno de 1981
y sufrió modificaciones también en Agosto de 1988.
Por último, El Paisaje Humano
se redactó completamente en Octubre del mismo año.
Entre la primera publicación de La Mirada Interna y su corrección pasaron dieciséis años.
En ese lapso,
el libro circuló en numerosas lenguas de Oriente y Occidente,
motivando el contacto personal y epistolar del autor
con lectores de distintas latitudes.
Ese hecho, seguramente,
contribuyó a decidir la modificación de varios capítulos del escrito,
porque se advirtió
que los diferentes sustratos culturales a los que arribaba la obra,
producía innumerables diferencias en la interpretación de los textos.
Incluso, hubo palabras
que presentaron serias dificultades a la hora de la traducción
y que más bien equivocaron el sentido primigenio
con el que se las utilizara.
Posiblemente –continúa diciendo el comentarista–
formó parte del plan del autor,
haber realizado ese „aggiornamiento
de los dos primeros libros
a fin de ensamblarlos con el tercero.
Obsérvese
que es en Agosto de 1988 cuando se efectúan las correcciones
y dos meses después, el tercer libro aparece terminado.
Y es que El Paisaje Humano,
si bien mantiene los rasgos fundamentales del estilo de las dos producciones anteriores,
a diferencia de ellas destaca particularidades del mundo cultural y social,
forzando un giro en el tratamiento de los temas
que inevitablemente arrastra a todos los componentes de este cuerpo literario
que luego conocemos bajo el título de 'Humanizar la Tierra'."
Y aquí termina la cita.
Por nuestra parte
podemos decir que esta trilogía refleja
el desplazamiento del punto de vista del autor
desde la interioridad del ser humano
hacia la exterioridad natural y social.
En efecto, el primer texto a considerar
es el de La Mirada Interna
que está referido a descripciones de fenómenos psíquicos que ocurren
en distintos niveles de conciencia.
Así, las alegorizaciones y el tratamiento simbólico de esos fenómenos
apoyados en la prosa poética,
nos permite detener
el fluir asociativo
y plasmar estados cambiantes
en cuasi objetos detenidos para su mejor disección.
A esta forma de describir,
se le podría oponer otra bien diferente:
la del tratamiento conceptual y racional
de los fenómenos del fluir de la conciencia,
tal cual hace la Fenomenología.
¿Pero cómo haríamos, por ejemplo,
con la experiencia del simple transcurrir?
Ya Husserl en la Fenomenología de la Conciencia del Tiempo Inmanente,
cita al Agustín de las Confesiones,
en las que éste dice:
"Cuando trato de comprender el tiempo,
no lo experimento
y cuando lo experimento, no lo comprendo".
Esto es así, sin duda,
porque una de las funciones del concepto
es la de detener los fenómenos para abstraer de ellos su estructura esencial.
Pero ocurre
que no es intención en La Mirada Interna,
hacer descripción de esencias,
sino mostrar y sugerir por medio de alegorizaciones,
aquellos fenómenos que son significativos de un sentido,
de una dirección de la conciencia y de la vida.
Recuérdese que antes de entrar en esas oscuras descripciones,
se recomienda al lector que tenga en cuenta la intención del autor
y que observe una determinada actitud
si quiere seguir el hilo por esos extraños laberintos.
Pero si se quisiera explicar de qué trata finalmente este libro,
podría decirse
que trata acerca del sentido de la vida,
que su tópico principal es el estado de contradicción
y que tal estado se corresponde con el registro de sufrimiento;
que la superación del sufrimiento mental es posible
en la medida en que se oriente la propia vida en la acción no contradictoria;
que tal acción no contradictoria
trasciende lo personal
y se dirige al mundo de los otros.
En resumidas cuentas,
La Mirada Interna habla
de la superación del sufrimiento mental
por la acción lanzada hacia el mundo social,
siempre que esa acción
sea registrada como unitiva, como no contradictoria.
El segundo libro, titulado "El Paisaje Interno",
ha sido comentado en su momento,
por lo que me remitiré‚ en más de un punto a tales consideraciones.
Poco debe agregarse aquí
respecto del sistema de alegorización apoyado en la prosa poética
que se continúa en este escrito.
Lo que aparece como diferente
es la temática que se va externalizando hacia el mundo de los valores culturales
y con referencias cada vez más decididas
hacia el campo de lo social.
En los comienzos del libro se lee:
"...Salta por encima de tu sufrimiento
y no crecerá el abismo
sino la vida que hay en ti.
No hay pasión, ni idea, ni acto humano
que se desentienda del abismo.
Por tanto,
tratemos lo único que merece ser tratado:
el abismo y aquello que lo sobrepasa."
Este planteamiento aparentemente dualista,
pone en evidencia las preocupaciones fundamentales
sobre el "crecimiento de la vida" y la aniquilación de la vida.
La aniquilación parece tomar una cierta sustancialidad
al designarla como "abismo".
Pero no se trata sino de una licencia poética
en la que la sola mención de nihilización del ser
o "tachadura" del ser,
como propondría Heidegger,
provocaría una fractura de estilo irreparable.
No estamos pues hablando de "abismo" en término de sustancia,
sino de anonadamiento u oscurecimiento de la existencia humana.
Queda en claro
que el primer efecto dualista desaparece al comprender el concepto de abismo
como no-ser, como no-vida y no como entidad en sí.
Se escogió el concepto de abismo
por las implicancias sicológicas que tiene
y porque suscita registros del tipo del vértigo,
asociados a una contradictoria sensación de atracción y rechazo.
Esa atracción de la nada
que vence en el suicidio
o en la embriagadora furia destructiva
y que motiva al nihilismo de un individuo, de un grupo, o de una civilización.
Así es que aquí no se está tratando la angustia o la náusea
como una pasiva desintegración del sentido,
sino el vértigo y la atracción nihilista,
"deus inversus" de la vida,
que disputa con ésta su reconocimiento.
Si en el ser humano existe la libertad de elegir,
entonces es posible modificar las condiciones
que se preanuncian catastróficas en su mecánico desarrollo.
Si, por lo contrario,
la libertad humana es solo un mito piadoso,
entonces no importa que rumbo tomen los acontecimientos colectivos
o la vida de los individuos,
ya que la fatalidad gobierna los hechos.
En El Paisaje Interno, se afirma la libertad de la vida humana.
Es más,
se dice que su sentido es por esencia, libertad
y que esta libertad rechaza el absurdo y la noción de lo "dado",
aún cuando lo "dado" sea la misma naturaleza.
Y esta decisión de ampliar la libertad no queda limitada al individuo
ya que éste no tiene naturaleza,
sino que al darse en un proceso histórico,
responsabiliza al individuo con el conjunto humano.
El mundo objetal puede ser modificado y transformado por el hombre,
pero en tanto él mismo no se considere en devenir y transformación,
sus objetivos serán portadores de su falta de sentido y nihilizarán al mundo.
Por todo lo anterior, en el capítulo VII, se dice:
"Nombrador de mil nombres,
hacedor de sentido,
transformador del mundo...
Tus padres y los padres de tus padres se continúan en ti.
No eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos.
Eres el sentido del mundo
y cuando aclaras tu sentido, iluminas la tierra.
Cuando pierdes tu sentido, la tierra se oscurece y el abismo se abre."
"... Te diré cuál es el sentido de tu vida aquí:
humanizar la tierra.
¿Qué es humanizar la tierra?
Es superar el dolor y el sufrimiento,
es aprender sin límite,
es amar la realidad que construyes...
No cumplirás con tu misión
si no pones tus fuerzas en vencer el dolor y el sufrimiento en aquellos que te rodean.
Y si logras que ellos, a su vez, emprendan la tarea de humanizar el mundo,
se abrirá su destino hacia una vida nueva".
El Paisaje Interno trata,
en resumidas cuentas,
del sentido de la vida con referencia a la lucha contra el nihilismo en el interior de cada ser humano
y en la vida social,
y exhorta a que esta vida se convierta
en actividad y militancia
al servicio de la humanización del mundo.
Por último,
el tercer libro titulado El Paisaje Humano,
está dedicado en sus primeros capítulos a esclarecer
los significados de "paisaje" y de "mirada" que se refiere a ese "paisaje",
cuestionando la forma de mirar el mundo
y de apreciar los valores establecidos.
Hay, en este trabajo,
una revisión sobre el significado del propio cuerpo y sobre el cuerpo de los otros,
sobre la subjetividad
y sobre el curioso fenómeno de apropiación de la subjetividad del otro.
Consecuentemente,
se desarrolla un estudio fragmentado en capítulos
sobre la intención...
la intención en la educación,
en el relato que se hace de la Historia,
en las ideologías,
en la violencia, en la Ley, en el Estado y en la Religión.
Este no es un libro, como se ha dicho,
simplemente contestatario,
porque propone nuevos modelos respecto a cada tema que critica.
El Paisaje Humano,
trata de fundamentar la acción en el mundo,
reorientando significados e interpretaciones
sobre valores e instituciones
que parecían definitivamente aceptados.
Luego de haber mostrado
el método usado
para tratar distintos temas,
el libro se cierra
con las palabras que usaremos para cerrar también esta disertación:
"...Es innecesario hablar de nuevas cosas
si es que hay quienes se interesen en ellas
y en la forma que hemos usado para hablar hasta aquí,
porque ellos
pueden hablar del mismo modo en que lo haríamos nosotros.
Y, en cambio,
si habláramos sobre cosas que no interesan a nadie,
o con una forma de expresión que no permitiera develarlas,
sería un contrasentido seguir hablando para otros".
Una producción del Centro de Estudios Punta de Vacas – 2012